lunes, 30 de junio de 2008

7º domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

7º domingo después de Pentecostés

“Dios nos revela su sabiduría en Jesús”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Éxodo 33:12-23

La Epístola: Romanos 7:15-25

El Evangelio: Mateo 11:25-30

11:25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.11:26 Sí, Padre, porque así te agradó.11:27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.


Tema: La sabiduría de Dios es locura para la sabiduría humana.

Objetivo: Que reconozcamos, recordemos y nos alegremos en el poder y sabiduría de Dios.

Sermón

El otro día me puse a ver la peli de Aladdín con mi hija y quedé aleccionado con una escena dónde el malvado hechicero Jafar, tras haberse apoderado de la lámpara mágica, pide al Genio en su segundo deseo ser el hechicero más poderoso del mundo.

Con sus nuevos poderes Jafar se convierte en una serpiente gigantesca y enrolla a Aladdín, quien impotente ve como se consume el tiempo de su amada princesa Jasmine que agonizaba dentro de un reloj de arena.

Desesperado por librarse y rescatar a su amada Aladdín persuade al maligno hechicero de que siempre será un “segundón” ya que el genio de la lámpara era quien le había dado el poder y quien se lo podía quitar. Jafar sin pensárselo mucho gasta su tercer deseo pidiendo al genio que lo convierta en un “todo poderoso genio”.

Su deseo se cumple y en su transformación, y mientras decía: “El universo es mío, bajo mis órdenes y mi control”, Aladdín se libra y rápidamente rompe el cristal del reloj y Jasmine se salva.

Tanto el genio como Jasmine cuestionan a Aladdían haber dado la idea a Jafar para convertirse en un todo poderoso genio, pero es que a esas alturas yo también me había olvidado de que el Genio de la lámpara había dicho al principio de la peli que los genios reciben “poderes Cósmicos y un espacio chiquitín para vivir”.

La codicia desmedida atrapó a Jafar confinándolo a vivir esclavo y reducido en una lámpara. Consiguió tal poder pero quedo preso de su ambición.
¿Dónde nos lleva la ambición desmedida y descontrolada por querer el poder total sobre todo?

NUESTRAS CODICIAS HUMANAS

En una época claramente rendida a los pies de la aparentemente “todopoderosa e incuestionable” ciencia y tecnología, ya poco lugar se le deja a la fe. La capacidad del ser humano pretende estar por encima de la idea de Dios. La codicia de poder y control total sobre todo es un proyecto de vida que marca muchas agendas.

Al menos los antiguos dejaban en sus planteos la posibilidad de que exista aquello que no conocían: “al Dios no conocido” rezaba un cartel en el panteón de los atenienses. Ante la inmensidad y complejidad del ser, oímos hasta el cansancio aquel “solo sé que no sé nada” que hoy ya solo asoma como una frase anecdótica a la cual ya pocos se adhieren, es más, muchos “sabios” dan por sentada la no existencia de Dios y su poder creador.

Es verdad que los tiempos cambian y si mi bisabuela se levantase de su tumba y viese que con internet tienes acceso a lo inimaginable y más, supongo que pensaría que resucitó en un planeta distinto al que hubo vivido. Pero a la vez que parece que nuestro poder y control no tiene límites, la arrogancia va carcomiendo nuestro ser y pretendemos más y más del poder sobre la vida. Ya la idea de un Dios superior a nosotros incomoda, pues es una competencia al ambicioso poder absoluto del ser humano.

CREYENDO SER SABIOS SE HICIERON NECIOS

Jesús declara hoy en el Evangelio algo sorprendente: que Dios, Señor del cielo y de la tierra, ocultó cosas al parecer fundamentales, a los sabios y entendidos de este mundo y sin embargo se las reveló a los niños. ¿Por qué hizo esto? ¿Cuáles son aquellas cosas? Da la sensación de que éstos sabios cuelan el mosquito pero se tragan el camello.
¿Por qué privó a los sabios y entendidos de cosas fundamentales?

En verdad es por el envanecimiento de los seres humanos mismos. Creyendo ser sabios, se hicieron necios. Cayeron presos de sus propias codicias. Se han hecho esclavos de su propia ambición. Quedaron confinados a tener un gran poder en un espacio muy reducido, en una lámpara en la cual solo se ve una porción pequeña del mundo.

La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto no tienen excusa, ya que habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.

Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Romanos 1:18-23
No hay capacidad de percibir los milagros

En la perícopa precedente el Señor Jesús, al observar las ciudades en las cuales había hecho mucho de sus milagros, las reprende por no haberse arrepentido de sus pecados. Seguro que por causa de su codicia, de su egoísmo, de su vanagloria y orgullo, que al fin y al cabo son las cosas que nos enceguecen y nos privan de arrepentimiento y por ende del perdón y la paz de Dios.
El inconveniente ya no es si hay milagros o no, el tema planteado por Jesús va más allá, ya que incluso los milagros que él mismo en cuerpo presente hizo no movieron ni un pelo de mucho de los espectadores. El problema está en el corazón del ser humano que desechan a Dios y su sabiduría.

La palabra de la cruz es locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios, pues está escrito: “Destruiré la sabiduría de los sabios y frustraré la inteligencia de los inteligentes”. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este mundo? ¿Acaso no ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo? Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicción. Los judíos piden señal y los griegos sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judío ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. En cambio para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios, porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. 1ª Co. 1:18-25

LA REVELACION DE DIOS

Jesús se revela a los niños

¿Quiénes son estos niños sin mucho entendimiento propio pero con una revelación fundamental de parte de Dios? Los niños son aquellos necesitados, aquellos que reconocen sin mayor problema la dependencia al Padre Celestial. Son aquellos que con fe simple confían en un Dios todopoderoso y ven en Cristo a su Salvador. Los niños son todos aquellos enfermos que necesitan del doctor Jesucristo. Son todos aquellos que se ven y sienten pecadores y buscan su justicia en Cristo y no en sí mismos.

Son aquellos que artos de correr sin sentido tras cosas que consumen vanamente la vida, desesperan de sí mismos. Y así se renden ante una implacable ley natural y celestial que nos muestra como seres finitos, carentes y necesitados de un Padre Celestial y amoroso, el cual corre a prisa para extendernos su mano salvadora, para curar nuestras heridas, para darnos una Buena Noticia, para darnos a Cristo.

¿Qué se les revela?

Se nos da a conocer al Padre creador del cielo y de la tierra y a su hijo Jesucristo. Este no es ya un conocimiento natural, sino que es una revelación específica por parte de Dios, quien sabiamente ha dejado su Palabra, la Biblia, para que por ella el Espíritu Santo nos revele la sabiduría necesaria para nuestra salvación, la cual es Cristo.
Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. No me avergüenzo del Evangelio porque es poder de Dios.

En la verdad del Evangelio se nos revela a Cristo y su obra de amor. Se nos revela que no podemos salvaros por nosotros mismos. Se nos revela que nuestros pecados son perdonados. Se nos revela la locura de la cruz, algo inaceptable para la refinada mente racionalista, pero extraordinariamente maravilloso para quienes nos sabemos perdidos y que, cual hijos pródigos luego de derrochar todo, nos encontramos anhelando degustar los majares que da Dios, mientras mendigamos un poco de comida de los cerdos.
Se nos revela que el justo muere por el pecador, no por equivocación, sino por amor. Se nos revela que gratuitamente por medio de la fe se nos abren de par en par las puertas del cielo, no por nuestros méritos o sabiduría, sino por los méritos de Cristo. Se nos revela que hay esperanza de una vida eterna, perfecta, dónde todo aquello que hoy anhelamos mientras corremos de un lado a otro queriendo atrapar el viento, estará servido en las mesas celestiales reservadas con nuestro nombre.

Se nos revela que por medio del Bautismo Dios nos hace nacer a una vida espiritual, dónde se nos da la fe y se nos declara hijos de Dios. Se nos revela que en la Palabra de Dios tenemos toda la sabiduría necesaria para tener la paz y confianza deseada. Se nos revela que Cristo está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Se nos revela que con en el pan y el vino instituidos en la Santa Cena, Cristo se hace presente en cuerpo y sangre para que los cristianos comamos y bebamos a fin de recibir perdón y fortalecimiento de nuestra fe.
Se nos revela que no necesitamos más revelación que ésta para que nuestra alma repose a gusto en los brazos de Jesucristo.

Venid a mí todo los que estéis cansados y trabajados
Por todo esto Jesús nos hace esta invitación. A aquellos que estén cansados de su propia sabiduría y que estén cargados por el peso innecesario de su pecado, Jesús promete descanso. Un remanso. Unas aguas de reposo.

La carga que ponemos en nuestras espaldas al querer ser como Dios es muy pesada y frustrante. La carga de nuestros pecados es muy dura. ¡Qué maravilloso el llamado que nos hace Cristo! Venid a mí y os haré descansar. Dejad vuestras cargas al pie de mi cruz y sed libres.
Un yugo ligerito y fácil.

Jesús no niega las dificultades de esta vida, pero cambia nuestros agobiantes yugos por el suyo que promete ser ligero y fácil de llevar. Llevar a Cristo en nuestras vidas y anunciar la locura de la cruz en una sociedad que solo acepta locuras humanas puede que parezca pesado, pero sin embargo no lo es, ya que todo el peso de esta obra la soporta y sostiene Dios y no nosotros.

Aprender de Jesús.

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
Estimado, mirad a Cristo día a día y seguid su sabio consejo: Aprended de mí. El Dios hecho hombre es MANSO y HUMILDE. Jesús siendo Dios, poseyendo aquello que los seres humanos jugamos y aparentamos ser, no se aferro a ello y por nuestra causa se humilló hasta la muerte en la cruz a fin de que nosotros tengamos perdón y vida eterna (Fil. 2:5-11) ¡Alabad a Dios por tan sublime y misericordiosa Buena Voluntad para con nosotros! Amén.

Aplicaciones a la vida diaria:

· Que la lumbre de la sabiduría humana no te enceguezca y te prive de la luz de la sabiduría de Dios.

· Recuerda que Dios es Dios y tu un ser creado. Da la gloria al Señor de la Gloria y agradece por tu vida.

· Regocíjate en ser débil y loco según el mundo, pues tu poder y tu cordura son en Cristo tu salvación.

· Aprende día a día de Jesucristo. Pídele que te haga más y más manso y humilde ante su Palabra. Llévale tus cargas. Toma tu cruz y síguele.

· Reúnete en una iglesia que predique fielmente la Palabra y administre correctamente los Sacramentos. Busca en la Santa Cena el perdón y la Paz que Cristo ahí te brinda con su presencia.
Pastor Walter Daniel Ralli

sábado, 21 de junio de 2008

6º Domingo de Pentecostés.

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

22-06-2008

6º Domingo de Pentecostés

“El temor y amor a Dios”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Jeremías 28:5-9

La Epístola: Romanos 6:1b-11

El Evangelio:

Mateo10:24-33 34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. 40 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. 42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.


Sermón

“La falsa Paz o la Sana Contienda”

Hoy reflexionaremos sobre la primera parte del Evangelio, allí se nos presenta una lección que seguramente nos sorprende. Leer que Jesús viene a traer división a las familias y a enfrentar a sus integrantes. Jesús declara que ha venido a dividir a familias. ¿Qué le dirá a alguien que lee esto y le pide que se lo explique?

A pesar de que suene raro, los cristianos nos alegramos que nuestro Señor traiga esta contienda o problemas, pues creámoslo o no, son buenas noticias. Nuestro Señor hace esta proclamación de que Él viene a finalizar con la falsa paz.

Veamos que nos quiere decir Jesús con estas polémicas palabras. Cuando él habla de crear enfrentamientos en las familias, está citando una profecía del Antiguo Testamento de Micaías. Allí el profeta condena abiertamente el pecado y la rebelión de Israel contra Dios. El pecado y el rechazo de la Palabra de Dios habían provocado consecuencias terribles en la sociedad. A nivel nacional, los gobernantes eran corruptos y los jueces cobraban sobornos. Las autoridades eran deshonestas, no había justicia para nadie. En un nivel más cercano, Micaías advierte que tampoco en los amigos se debe confiar. La amistad está basada en la lealtad y la confianza, pero el pecado inclina a las personas hacia el egoísmo y la propia ganancia. Aun más Micaías lleva esta desintegración hacia la estructura familiar. En una familia la Palabra de Dios es la guía las cosas saldrán bien. Sin embargo, el profeta declara, que los resultados son terribles para los miembros de la familia que rechazan a Dios. (Micazas 7:1-6). “Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa”.

Cuándo alguna persona en la familia es creyentes y otros no lo son, habrá contienda y problemas. Cuando un padre creyente trata de corregir a su hijo que no cree, porque su modo de vivir es pecaminoso, el hijo puede rebelarse aun más de lo normal, provocando deshonra a su padre. Si la nuera desaprueba la falsa religión de su suegra, la suegra puede volverse crítica de su nuera en cada acción mostrando y realzando los errores de esta.

Cuando una familia está formada por creyentes y no creyentes, siempre habrá enfrentamientos, porque hay dioses diferentes en el grupo familiar. Esa familia encontrará paz únicamente de dos formas. Una de ellas es que todos lleguen a creer en Cristo y vivir por medio de su Palabra, o por otro lado decidir que la familia es más importante que Dios y dejar de hablar de religión, o decidir que la religión justamente no tiene tanta importancia.

Ésta es la contienda de la que Micaías se lamenta: las personas rechazan la Palabra de Dios, por eso se produce la hostilidad en las familias. Algunos se mantienen firmes en la verdad y otros la niegan.

Jesús viene a cancelar la deuda y las consecuencias del pecado. Todos merecemos la muerte eterna, porque todos somos pecadores y la paga del pecado es la muerte. Por consiguiente, Jesús viene a deshacer esto. Él viene a morir por los pecados del mundo a fin de que todos puedan obtener el perdón. Éste es el mensaje del Evangelio: Negando a Cristo y su obra, nos enfrentamos al juicio eterno de Dios, pero por su muerte y resurrección, Jesús ha cancelado todo esto. Al morir por nuestros pecados, ha ganado la gracia y la vida para todo el mundo.
Así es que Jesús la principal tarea que viene a realizar es la paga por el pecado del mundo. ¿Cómo podemos estar seguros de que el pecado existe? Muy sencillo, al pecado y sus consecuencias lo vemos en un tema tan cotidiano como la muerte y las enfermedades física Para traer la muerte física, el pecado a menudo usa a la enfermedad para matar a las personas. Cuando alguien está enfermo, sufre dolor físico incluso hasta dolor mental y emocional. Cuando una persona que ha sufrido mucho muere, en el ataúd generalmente se la ve mucho más tranquila. Muchos llegan a expresar “Ahora ha dejado de sufrir, está en paz”. La razón de esto es obvio: Cuando una persona está viva puede sentir dolor y puede experimentar una lucha.

Quienes están muertos son incapaces de esto. El que ha muerto puede tener apariencia tranquila, pero no tiene vida. Cuando el pecado logra u objetivo final, que es la muerte de la persona, el producto final se ve tranquilo, pero es una falsa paz.
En su camino a la cruz para pagar por los pecados del mundo, Jesús demuestra que él tiene poder para hacer eso, realizando milagros en los cuales cura a las personas. Él conoce quienes están doloridos, afligidos y sufren de enfermedades. A muchos los sana, quita la enfermedad, encargándose así de ese problema. Pero principalmente realiza la paga por el pecado. Entonces

¿Quién descansa en paz? Jesús no solo da su vida como paga por el pecado, sino que resucita de entre los muertos. Allí demuestra que es más poderoso que la muerte. Él toma el pecado, la enfermedad y la muerte, y los vence en la cruz. Quienes creen esto descansarán en Paz.
Ahora, cuando Jesús ha resucitado a alguna persona, esa persona todavía sigue en este mundo pecaminoso. Ellas seguirán sintiendo dolor, afrontarán luchas y adversidades y lidiarán con enfermedades otra vez. Experimentarán estas cosas porque están vivas. Donde hay vida en este mundo, hay lucha, adversidades.

Éstas son nuestras dos pistas para comprender las palabras de nuestro Señor en la lección de Evangelio de hoy. En primer lugar, que él cita Micaías, quien declara que siempre habrá contienda en las familias donde algunos son creyentes y otros no lo son. Esa contienda cesará sólo cuando todos crean en Jesús y su Palabra, o cuándo se decida ignorar la Palabra de Dios por completo. En segundo lugar, Jesús viene a realizar la paga por el pecado. Pero aún así las personas mientras estén vivas, afrontarán contiendas, luchas y dificultades. Pero justamente afrontan estas cosas en el mundo porque están vivas.

Con estas dos pistas, volvemos a la declaración del Señor: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mt. 10:34-36).
Cuando Jesús viene, él proclama que el reino de los cielos está cerca. Él declara que él es el Hijo de Dios y El Salvador de mundo, que él rescatará el mundo por medio de su muerte en la cruz. Él también proclama que quiénes confíen en él se salvarán. Cuando Jesús predica este mensaje, muchos que lo oyen pertenecerán a familias donde nadie cree en la Palabra de Dios. Y porque nadie cree en su Palabra no hay contienda, ni rivalidad en la familia por motivos de religión. Si esta discusión no se produce, muchos pensarán que es una familia tranquila y feliz. Pero esto es porque nadie cree, todos ellos están perdidos en sus transgresiones y sus pecados. Están en paz porque están muertos.

Sin embargo, muchos que escuchan creerán, confiarán en Jesús, y tratarán de vivir de acuerdo con su Ley y su Evangelio. Sus acciones en casa cambiarán y tratarán de compartir este mensaje al resto de su familia. Sabiamente buscarán guiar y exhortar sus hijos sobre el problema y las consecuencias de los pecados y de las distintas experiencias mundo que el mundo ofrece como agradables y placenteras. Cariñosamente contarán a sus parientes sobre Jesús y advertirán el problema de someterse a otros dioses. Tratarán de guiar a sus padres a la Verdad. Pero cuando hagan esto, seguramente comenzarán los problemas. Los hijos no querrán abandonar sus estilos de vida, ni hablar de arrepentimiento y pedir perdón, así es que se rebelarán. Los parientes no querrán abandonar su religión y construirán una pared hostil de silencio. Los padres, quienes “usualmente” saben más que sus niños, supondrán que el Evangelio es una “etapa más” en la vida de sus niños, pero que no saben lo que hacen.

No es raro oír o leer opiniones como “La Iglesia con su mensaje ha hecho mucho daño. Esa familia estaba bien antes de que se comience a hablar acerca del pecado y la gracia, la cruz y Jesús. Ahora hay grandes discusiones, problemas y todo es culpa de Jesús y sus seguidores”.
Sin duda que, en tal caso, la contienda ha reemplazado la paz. Pero es una “Sana Contienda” que reemplaza a una “Falsa Paz”. La familia estaba tranquila porque todo estaba muerto. La contienda ha surgido porque algunos de ellos están vivos. Además los que han sido salvados siguen fieles y hablan sobre una verdad absoluta, sobre la Palabra que da Vida. Está es la que produce que por medio contienda, los otros integrantes de la familia pueden ser salvados por Jesús.

Ésta es la contienda que Jesús trae: La liberación del pecado, el perdón, la fe y la vida eterna. Él levanta a personas de la muerte espiritual para llevarlos a la vida. Donde hay sólo muerte espiritual, no hay contienda porque nadie se preocupa por la Palabra de Dios. Donde hay vida, habrá contiendas porque las personas creyentes se alegran del Evangelio, del mismo modo que el mundo lo niega y rechaza.

Éste es el mensaje que Jesús proclama: Él trae una “Sana Contienda” para anular la “Falsa Paz”. Él trae vida donde había muerte. Él trae perdón donde solo había pecado, trae fe dónde había rechazo y descreimiento. El mundo culpará a Jesús de traer vida, perdón y fe, diciendo que esto es falso y perjudicial. Pero por esto damos gracias a Dios.

Algunas Aplicaciones

De una manera realista, se sabe que el mundo siempre percibirá a la Cristiandad como un problema y la acusará de que el Evangelio es nocivo para las personas. NO es de extrañas que en los gobiernos europeos y en la misma sociedad se busque censurar la Biblia, porque habla en contra de los estilos de vida pecaminosos. Los cristianos son acusado y difamados por decir la verdad porque para ellos esa verdad es supuestamente carente de amor.

Quizá la aplicación más obvia es para la familia, pues Jesús nos avisa en este texto del peligro de querer más a familia que Dios. Se dice que “Primero está la familia”, esto es una virtud para el mundo, como cristianos hacemos énfasis sobre la importancia de la unidad dada por Dios. Sin embargo, “primero la familia” a expensas de la verdad, es un pecado destructivo. Siempre es una tentación que los padres condenen un pecado u otro, hasta que uno de sus hijos comete dicho pecado. Luego no es tan malo, es una trasgresión que puede ser pasada por alto. Los esposos a menudo son tentados a evitar ir a la iglesia, al menos a asistir menos, para complacer a la pareja que no cree. Después de todo, al Oficio Divino lo hacen justo el fin de semana, día de descanso y familia. Los niños creyentes pueden tener la oportunidad de contarles a sus padres sobre el Evangelio, pero no se animan a sacar el tema por miedo a la burla. Estos pecados son cometidos para mantener la paz familiar. Pero ésta es una “falsa paz”.

Ésta es una situación delicada para muchos y la seguirá siendo por años. Es así que estamos llamados a hablar la verdad, vivir la vida de la mano de Dios y cariñosamente aplicar su Palabra en cada situación que surja. Evitar el tema de Jesús para mantener la paz es pecado. Hablar en el tiempo justo con las palabras justas no lo es. Aun así, sin embargo, habrá algo de tensión y contienda. Cuando tal contienda surge, reconfórtate pesando que “Esta contienda está aquí porque Jesús aquí, tratando de salvar lo perdido. Él ha muerto por mí y también ha muerto por quienes aún no creen. Su Palabra ha causado esta contienda, él está trabajando para traerlos a fe”.

También queremos animar a los padres para que lleven a cabo el evangelismo familiar en los niños pequeños: Nunca habrá un mejor tiempo que ahora para enseñarle a sus niños acerca de Jesús. Los niños son más receptivos en la primera de sus vidas. Muchos padres falsamente opinan que “no impondrán ninguna religión a la fuerza, que cuando sea adulto que decidida por su propia cuenta”. Esta es una forma de enseñar a sus niños que la religión no es importante. Si tiene a los niños en casa, haga buen uso del tiempo. Es bueno orar con los niños, incluso leerles historias de la Biblia. En la hora de la cena, o al dormir de a poco enséñeles de memoria el Catecismo Menor. “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”(Prov. 22:6).

Martin Lutero una vez escribió que las veces más preocupantes en su vida fueron cuando él no tuvo problemas, porque se imaginaba que se había librado del camino que del diablo, y no veía la necesidad de preocuparse. Donde Jesús está, habrá contienda porque el mundo se opone. Pero sólo donde Jesús está hará que encuentre paz verdadera, paz con Dios. La paz que declara que ya no tiene en cuenta sus transgresiones. Por eso eres perdonado de todos sus pecados en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Atte. Pastor Gustavo Lavia

sábado, 14 de junio de 2008

5º Domingo de Pentecostés.

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

5º Domingo de Pentecostés

“El temor y amor a Dios”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Jeremías20:7-13

La Epístola: Romanos 5:12-15

El Evangelio: Mateo 10:24-33

24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? 26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. 32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Sermón

Martin Lutero realizó un comentario sobre el texto del evangelio que hemos leído hoy, donde expresó que “aún cuando fuera intimidado por sus enemigos, él no podría dejar de predicar el Evangelio, pienso que el Señor en el día del Juicio me diría ¿por qué estabas más asustado de ellos que de mí?”.

La Ley en Mateo 10:24-33

Jesús envía a sus discípulos a predicar un mensaje específico a todo el mundo. Son enviados a proclamar que el reino de los cielos se ha hecho presente y que está cerca. El Señor no crea falsas ilusiones de que todo será bello y bonito. Por eso anuncia que afrontarán una fuerte oposición. Serán rechazados por personas, por familias, algunas veces por pueblos enteros, otras veces ese rechazo se dará por miembros de nuestras familias, hasta por amigos cercanos, incluso por personas que tienen cargos en el estado y en iglesia. “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mt. 10:16). Él dice en el comienzo de nuestro Evangelio del día de hoy “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Como se invierten las cosas, resulta que ahora los fariseos y escribas llaman a Jesús “Belzebú”, el “señor de las moscas”. Si quienes son los líderes de la iglesia llaman y tratan a Jesús de tal manera, cómo no van a considerar que a las moscas seguidoras de tal maestro sean aplastadas como su líder. Los discípulos afrontarán terribles intimidaciones al anunciar la Buena Nueva acerca del reino de Jesús.

Pero la intimidación no es excusa. Los discípulos no deben guardar silencio. Dios nos dice “No les teman”.

En primer lugar, no deben tener miedo porque “porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse”. Los enemigos de Jesús pueden parecer tener el control ¿Después de todo, qué pueden hacer un maestro y doce humildes personas contra el mundo? Sin embargo, los discípulos saben el fin de la historia, porque Jesús ya nos ha dicho que ha vencido a la muerte, el pecado y el poder del diablo y que regresará en gloria juzgar a todas las naciones, condenando a quienes no creen en él y para dar plenitud de vida a quienes confían en su gracia. Por consiguiente, los discípulos no deberíamos ser intimidados. En esta batalla de bien y del mal, el mal aparentará tener el poder y el control durante algún tiempo. Pero los discípulos sabemos cual es el fin de la historia y quien es el vencedor.

El ser intimidado, no es excusa para no predicar. Los discípulos no deben guardar silencio, pero tampoco tienen que cambiar el mensaje que les ha sido dado. Deben predicar que el reino de los cielos está cerca. “No tengan miedo” dice el Señor una y otra vez, pero esta vez él es más específico cuando dice “no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Los discípulos sufrirán en manos de pecadores, esto es seguro. Pero esos malhechores sólo pueden matar el cuerpo. Dios, el Padre Todopoderoso, posee un poder mayor: Él determina el destino final tanto del cuerpo como del alma de cada ser humano y puede enviarlos para que sufran una vida de tormento por la eternidad. Entonces ¿Quién debe más ser temido?

Lo cual nos trae de vuelta al pensamiento de Lutero sobre el día del Juicio viendo a un Dios enojado, con sed de venganza, diciendo: “¿Por qué esta más asustado de ellos que de mí?”. La Iglesia hoy día está en la misma situación. El Señor llama a sus discípulos a proclamar lo que él les envía, a saber, su Ley en toda su severidad y su Evangelio en toda su dulzura. Como cada cristiano, tu y yo nos enfrentamos a un problema porque cuando debemos tomar una decisión que si obramos con justicia sabemos que nos traerá sufrimiento ¿qué haremos? ¿Lo correcto o evitaremos cómodamente de la situación? Cuando un miembro de la familia o un amigo escogen una forma de vida pecaminosa ¿qué hará? Dirá la verdad sobre ese pecado y se arriesgará a la hostilidad o mantendrá el silencioso para conservar la paz familiar. En la escuela o en el trabajo es del mismo modo, allí se presentarán constantes intentos para dar vuelta y mostrar que lo bueno, puro y sagrado para que parezca equivocado, impuro y malvado y viceversa.

Como los cristianos individuales afrontan tal intimidación, las congregaciones son también puestas en lo mismo. Muchos opinan que la Iglesia debe modificar su mensaje para sobrevivir. El cambio es necesario para que más personas ocupen los bancos de las iglesias y es por esto que debemos amar más y condenar menos el pecado. Se debe cambiar porque sino las ofrendas no cubrirán los gastos y si no se cubren los gastos no se puede seguir. Se debe producir un cambio porque los tiempos cambian y no se puede seguir igual que hace cien años. El mundo cambia y nosotros también debemos cambiar con el mundo. Se debe cambiar, se dice una y otra vez, aunque usualmente se presenta en términos más suaves y atractivos. Afirman que no se debe abandonar el Evangelio. Obviamente se debe creer que Jesús es El Salvador. Pero se necesita disminuir la proclamación de la Ley. En lugar de denunciar la inmoralidad como pecado, deberíamos hablar de la aceptación. En lugar de disciplinar a los pecadores manifiestos, debemos aceptarlos cariñosamente y en lugar de ofenderlos. La predicación de la Ley que condena debería ser dejada y en su lugar deberíamos predicar a fin de que suene como una herramienta útil para vivir y nada más que eso.

Tal presión en la Iglesia no es nada nuevo. De hecho, el doctor Walther, el primer presidente del Sínodo de Missouri, reconoció y enseño sobre esto hace unos cuantos años atrás. En sus charlas de sobremesa en el seminario, declaró: “Estos hombres sin duda pretenden convertir a la gente; pero quieren hacerlo usando expresiones erróneas. Creen posible convertir a los hombres callando ciertas cosas o expresándose de tal modo que agraden al hombre natural. Son como aquellos malos médicos que no prescriben a sus enfermos delicados medicinas amagas, o si lo hacen la mezclan con anta azúcar que ya no se siente lo amargo de la medicina. ¿Pero que se logra con ello? Pues que no surte efecto ninguno. Por consiguiente, los que no predican con claridad y precisión el evangelio, el cual es ofensivo para el mundo, no son fieles a su oficio y causan gran daño a las almas. En vez de hacer progresar a los cristianos en el conocimiento de la doctrina sana, los dejan andar a tientas en las tinieblas, los estimulan en su camino errado, los aceleran en un camino equivocado y peligroso” (C. F. W. Walther. Ley y Evangelio. Ponencia 26, páginas 221 y 222).

La Iglesia está para predicar de manera pura la Ley y el Evangelio de Dios porque Dios utiliza esto para generar la fe en las personas. Por esta predicación es que vivimos y fortalecemos la fe. Cuando somos tentados a alterar el mensaje, sin duda estamos tentados a pecar y cuando somos tentados a pecar, el Señor nos aplica su Ley para nuestro bien. Así nos muestra nuestro pecado y la muerte que nos aguarda. Es por esto que él envía a sus discípulos a proclamar su palabra. Ante esto podemos preguntarnos “¿por qué temo a otros ante que a Dios?”
Después de todo, por la Palabra del Señor sabemos el fin de la historia. Hay sólo Uno que está sentado sobre el tribunal y determina el destino para siempre. Él tiene el poder de determinar sobre la vida o muerte eterna. ¿Por qué temer a otro más que él?

Hasta aquí predicamos la Ley de Dios, témale a Dios y obedezca sus mandamientos, aun cuando sea rechazado e intimidado por los hombres, él puede destruir su cuerpo y alma en el infierno. Ésta es la Ley de Dios y es verdadera. Sin embargo, n es sólo la mitad de la historia. El propósito de esta Ley es mostrarnos nuestro pecado, pues pecamos y quebrantamos esta Ley cada día.
Cada vez que pecamos, nuestro amor hacia el pecado supera nuestro miedo hacia Dios y su castigo. Cada vez que no queremos proclamar su Palabra, tememos a otra cosa más que a la furia divina.

Dios nos da su Ley para mostrarnos nuestro pecado. Sin embargo, él hace eso para nuestro bien. Cuando reconocemos nuestro pecado, sabemos que no podemos salvarnos. Cuando sabemos que no podemos salvarnos, estamos listos a oír sobre el Salvador. La Ley es la mitad de la historia. Ahora veamos la otra mitad de la historia: El Evangelio.

El Evangelio en Mateo 10:24-33

Que triste sería si el mensaje de la cristiandad fuese sólo de miedo, de “obedezca a Dios porque él tiene puesta la espada sobre su cabeza”. Pero este no es el caso. No confiamos en nuestro Señor porque a nadie se le puede temer más que a él”. No, confiamos en él porque nadie nos ama más.
Cuando el maestro envía a sus discípulos, él no es un gobernante egoísta que exige que sufran a fin de que él no lo tenga que hacer. Cuando este amo envía a sus siervos, no exige su muerte para que él pueda vivir. Él les dice que sufrirán tal como él sufrió. Un criado no está por encima de su amo, si el amo sufre, el criado también sufrirá. Pero el amo es mayor y es así que su sufrimiento también es mayor. Mucho más grande.

Para esos discípulos y para nosotros, este amo sufre. En queda en mano de hombres supuestamente justos, es arrestado, falsamente acusado de toda clase de pecados de los que él no tiene la culpa, sino que tú y yo lo tenemos. El Señor acepta esto en silencio y permite ser golpeado y azotado. Él es crucificado, donde los hombres supuestamente buenos se burlan de él. Pero esto es sólo un poco de su sufrimiento. La mayor parte no viene de los hombres supuestamente justos, sino de su Padre en cielo, que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. El Hijo de Dios no merece este castigo, porque él no ha pecado. Merecemos ese castigo, pues constantemente pecamos contra Dios. Pero allí en la cruz, el amo toma el lugar de sus esclavos y soporta el castigo por sus pecados. El Padre Eterno castiga a su Hijo para cumplir con las Ley, para infligir el castigo que nosotros merecíamos. Pero aquí está la salvación: Dios castiga a su Hijo, a fin de que él nos perdone.

Si ahora consideramos las palabras del Evangelio: ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. El Padre Eterno tiene presente a los pequeños pájaros, comprados en un céntimo el par. Él sabe cuándo cada uno de ellos cae a tierra. Lo maravillo de esto es que tu no has sido comprado a un bajo precio. No, como dice Lutero, has sido redimido “no con oro o plata, sino con su santa, preciosa sangre, y con su inocente pasión y muerte, para que yo sea suyo, y viva bajo Él en su reino y le sirva en eterna justicia, inocencia y bienaventuranza, así como Él, resucitado de entre los muertos, vive y reina en la eternidad. Esto es ciertamente la verdad.”

Así que tenemos la Ley y el Evangelio en este texto. Somos fieles al proclamar a su Palabra. Si se nos olvida o nos da miedo de hacer esto, pecamos y merecemos su ira eterna. Sin embargo, como proclamamos en su Palabra, también oímos el dulce sonido: sus pecados son perdonados, porque Jesús ha sufrido el castigo de Dios en la cruz.
La Ley dice 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. El Evangelio dice “Jesús le ha redimido con su sagrada y preciosa sangre. ¡Por consiguiente, eres puesto en libertad al confesar pagada la deuda por Jesús, con agradecimiento y no con miedo. “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”.
“¿Por qué le temes a ellos más que mí"? Pero en lugar de semejante acusación el Señor en su nos enseña otra cosa distinta, es como si dijese: “¿Hay otra persona que haya querido da su vida para limpiar sus pecados? ¿Alguna otra persona ha derramado su preciosa sangre y ha sufriendo la muerte para que usted pueda ser suyo por siempre? Solo yo lo he hecho, le perdono y doy vida eterna".

Ésta es la Ley y el Evangelio de nuestra lección para este día y así es que llegamos a entender mejor las palabras de Lutero con las cuales comienza cada explicación de los mandamientos en el Catecismo Menor: “Debemos temer y amar a Dios”. ¿Debemos temer a Dios? Sí, es correcto temer las consecuencias del quebrantamiento de las leyes divinas y por ello sufrir la ira divina. Éste es un miedo divino, lo cual nos mueve a sentir pesar por nuestros pecados. Pero esto no queda allí, también amamos a Dios por nuestra redención. Él ha castigado a su Hijo, lo ha entregado a muerte, en nuestro lugar, lo ha juzgado, en nuestro lugar porque el Hijo de Dios cumplió todos ellos de manera perfecta. El precio esta pagado, un precio más elevado que el estipulado para comparar un par de pájaros. Porque ese precio fue pagado, usted puede estar seguro de esto: Eres perdonado de todo tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén.

Atte. Pastor Gustavo Lavia

domingo, 8 de junio de 2008

4º Domingo de Pentecostés. 08/06/08

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

4º Domingo de Pentecostés

“Jesús nos envía y acompaña con su Palabra”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Éxodo 19:2-8a

La Epístola: Romanos 5:6-11

El Evangelio:

Mateo 9:35-10:8 35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Mateo 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, 4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó. 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

Sermón

El Salvador es quien toma la iniciativa

No es extraño que las muchedumbres se reúnan en torno a Jesús. Muchos han oído sobre él, que va de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Que predica acerca del Reino de Dios, sana a los enfermos. Las historias de los milagros se esparcieron rápidamente entre los necesitados, como lo hizo el Evangelio del reino en sus comienzos y es por ello que las personas viajan en grandes grupos para ver, oír y tocar a Jesús, son ovejas necesitadas de un pastor. Así es que el Señor tiene compasión en ellos, sabe que están cansadas, desparramadas, enfermas y agobiadas por la ley y el pecado. De hecho, él desea que todas sean curadas, aliviadas, perdonadas y redimidas.
Así él dice para Sus discípulos, “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:38).

No hay duda de que los discípulos habrán respondido al unísono, con un rotundo “SI” a esta oración. “Si, Señor, oraremos para que asía sea”. Pero el Señor no queda pasivo ante esta oración, sino que procede a dar respuesta a la misma. Él llama a los doce. No solo los llama sino que además les da autoridad y poder sobre los espíritus inmundos, para echarlos afuera y sanar toda clase de enfermedades y toda clase de dolencia. Luego los envía diciendo: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. (Mt. 10:5-8). Jesús podría hacer esto de muchas otras formas. Él podría mandar a legiones de ángeles para anunciar el mensaje de su reino. Podría usar una voz desde el cielo y así todos podrían escucharlo al mismo tiempo. También podría escribir directamente un mensaje de ánimo para todos o podría sentarse en el templo y llamar a todas las naciones para que vengan a su encuentro. Podría hacer cualquier cosa que quisiese, sabemos y confesamos que Él es el Hijo de Dios Todopoderoso. Pero en lugar de escoger entre estas y otras alternativas, escoge a doce hombres para ir y hacer este anuncio.

Los discípulos son enviados por Jesús y mientras van deben saber y recordar dos cosas: lo que le ha sido dado y por quien han sido enviados. No necesitan inventan el mensaje que tienen que transmitir, sino que van a proclamar un mensaje que de gracia les ha sido dado. Asimismo, no van a realizar maravillas y sanaciones con sus propios poderes, porque en realidad ellos no tienen nada. En lugar de eso, podrán hacer milagros porque Jesús les ha dado autoridad para hacer eso. No están en marcha, proclamando el mensaje por si solos, sino que van porque han sido enviados. Todo esto les ha sido dado gratuitamente. Ahora pueden ir y de gracia pueden dar de lo que han recibido.

Así es que van. Imaginemos a los gentíos que se reúnen para recibirlos. El que sean los discípulos y no el propio Jesús pudo haber causado alguna decepción. Después, todo lo que quieren es ver al Salvador, pero vienen los suplentes en lugar del titular. Quizá algunos se van decepcionados o disgustados antes de que los discípulos abran sus bocas. Quizá sienten que Jesús los ha dejado desamparados, al no asistir personalmente, porque como se dice que el estudiante nunca es mejor que su maestro. Esas son reacciones humanas muy comunes, pero las reacciones humanas están equivocadas en las cosas de Dios. El Señor no es infiel. Éste es su modo de hacer las cosas.

Cuando los discípulos curan a los enfermos, los enfermos están curados. Cuando limpian a los leprosos, los leprosos son limpiados. Cuando resucitan a los muertos, los muertos vuelven a la vida. Cuando expulsan a demonios, los demonios huyen.
¿Por qué? No porque son ellos quienes lo están haciendo. Pedro no dice al enfermo: “En nombre de Pedro estas curado.” Bartolomé no dice a los demonios: “En nombre de Bartolomé, sal de ellos.” A los demonios no les da miedo Bartolomé o Pedro. Pero si les da miedo Jesús y los discípulos están haciendo estas cosas en el nombre de Jesús. Él los ha enviado y por su Palabra está allí con ellos. Cuando predican: “El Reino de los Cielo está cerca” es en serio, porque el Rey está allí con su autoridad y Palabra. Eso quiere decir que cuando los discípulos dicen a las personas que sus pecados son perdonados, sus pecados son perdonados. No porque los discípulos son quienes perdonan, sino porque Jesús está allí perdonando. Eso es qué él los envió a hacer. Eso es qué él les dio para hacer. De Gracia han recibido, ahora de gracia dan.

La Misión Continua

En el Antiguo Testamento encontramos una historia muy curiosa y que les gusta a muchos, es una sobre cómo Dios hace llegar su mensaje por distintos medios, es la del profeta Balaam en Números 22. Como podemos recordar, el Rey Balak envía al profeta Balaam a maldecir a las personas de Israel. Sin embargo, cuando Balaam va en su burro hacia las personas, Dios abre la boca del burro y el burro habla. El burro habla para reprender al profeta Balaam.
¿Por qué a muchos les gusta esta historia? Porque dicen: “Si Dios puede hablar a través del burro de Balaam, también puede hablar a través de mí.”
Más allá de lo gracioso que puede haber en esa afirmación, hay un punto importante que es necesario ver. En su sabiduría, con un mundo lleno de ovejas perdidas y errantes, Dios ha elegido esparcir su reino haciendo que personas pecaminosas hablen de su Palabra. Él llama a los pastores para ejercer el ministerio de la Predicación Pública de su Palabra, en nombre de su Iglesia. Sería difícil de encontrar un grupo de hombres con mayor diversidad de personalidades. A pesar de las rarezas y las fallas de personalidad, sin embargo, el Señor todavía los usa como sus instrumentos. Pero Dios no se limita sólo a ellos para extender su Reino, sino que cada cristiano, tentado por el pecado y exhibiendo toda clase de debilidades, tiene el privilegio de anunciar ese mensaje sobre Jesús a los demás. Así es cómo se expande el reino de Dios.
¿Por qué Dios escoge esta manera? Porque no son las personas las que logran algo, sino que es la Palabra de Dios. El Señor Jesucristo, el Verbo hecho carne, se hace presente por medio de su Palabra. El reino de los cielos está cerca porque el Rey está cerca. El mismo Salvador que fue a la cruz a morir por los pecados del mundo, ahora viene por su Palabra a darle ese perdón a las personas, para ti y para mí y a todo quién la oye y la cree. Jesús está presente donde su Palabra está. Agregue a esa Palabra un poco de agua y él está allí en el Santo Bautismo. Agregue a esa Palabra pan y vino y él está presente en la Santa Cena con su verdadero cuerpo y su verdadera sangre.

La Palabra de Dios es poderosa y no la persona que está transmitiéndola. Es la misma Palabra con el mismo poder que sanaba al enfermo, que limpiaba al leproso y expulsaba a los demonios en los tiempos del Señor. Por esa Palabra, Jesús viene a dar perdón, fe y vida eterna, para convertir a pecadores errantes en personas de su reino y en ovejas de su prado. Es tan simple.
Por supuesto que si bien el Señor es fiel, las personas somos pecadores y no somos conocidos por lo mismo. Así es que necesitamos advertir de los peligros que como humanos usualmente caemos, como desperdiciamos o mal usamos este regalo de Dios.
El primer peligro es la idea que el poder de la Palabra depende del carisma del que la transmite. Si el estilo del predicador es simpático, mantiene el interés contando historias graciosas o grita constantemente, entonces sin lugar a dudas la Palabra es poderosa. Sin embargo si tiene un domingo malo o no sonríe para nada, entonces la Palabra no será tan poderosa. Si esto es cierto, es afirmar que Dios es tan fiel y poderoso como el hombre pecaminoso que predica el sermón. Quiere decir que el poder de Dios difiere en cuánto al sueño que el pastor obtuvo la noche anterior. Ésta es una tentación sumamente sutil en nuestra cultura e incluso en la sociedad, porque la imagen y la apariencia es sobrevalorada. Por ejemplo, las personas juzgan los libros por las tapas y las compañías gastan millones para asegurarse de que sus productos tengan una buena presentación y una campaña de anuncio exitosa, pero eso no quiere decir que su contenido sea bueno. O acaso ¿un producto es mejor porque una celebridad afirma usarlo? O ¿la cerveza realmente sabe mejor si hay más bellas mujeres en el anuncio de publicidad? Somos condicionados fácilmente para que juzguemos la calidad de todas las cosas por como se nos presenta, por lo afable o simpático que puede resultar en nuestras vidas. Nuestro viejo hombre quiere asegurarse de que no entendamos la Palabra de Dios, sino que la mal interpretemos, según nuestros propios criterios. Los pastores, también sufren esta tentación, creyendo que su personalidad o estilo hace a la Palabra más efectiva. Desde ya que eso no es cierto. El poder de la Palabra no está comprometido por la personalidad del orador. Donde la Palabra está presente, Jesús lo está. Donde Jesús está, hay perdón, vida y salvación.

Otro de los peligros es el de la idea que el poder de la Palabra depende de la ordenación del predicador. Si el que predica la Palabra está ordenado, entonces la Palabra de Dios es poderosa. Si una persona cualquiera comparte la Palabra con alguien, se cree que es simple información pero nada más, como pasar una receta de cocina o una noticia de la actualidad. Habla sobre salvación, pero no salva. Si esto es cierto, el plan de salvación de Dios está limitado por el oficio del hombre y estamos limitando el poder de Dios.

El tercer peligro es que la que nuestro viejo hombre quiere hacernos creer que la predicación de la Palabra es mejor dejarla a los profesionales, sean pastores, misioneros o personas que estudiaron para ello. Los cristianos se encuentran y pasan tiempo con un montón de personas diariamente, a quién el pastor, líder o misionero nunca conocerán y cada creyente tiene la posibilidad y alegría de dar cuenta de la esperanza que tienen en Cristo.
Sin embargo, muchos se resisten o tienen miedo de hacer esto. Las razones dadas podrían ser unas u otras. Pero analicemos algunas: “No sé qué decir” es uno de los argumentos más usados. Creen que el mensaje es complicado y difícil de enunciar. Dios nos ha enviado a anunciar que su reino se ha hecho presente en la vida del hombre. Hay que predicar la ley, mostrando que el pecado acarrea la muerte y luego el evangelio, dónde Dios nos dice que nos perdona todos los pecados en Cristo Jesús. Además, con leer la Biblia, oír los sermones y aprender en las clases de catequesis, tendrá una buena base para saber qué anunciar. Simplemente cuéntele a otras personas sobre Jesús, sobre de su ministerio y sus milagros, su muerte en la cruz y su resurrección, del perdón y la esperanza de vida eterna.
“Pero no soy un orador muy bueno.” Ni lo fueron Moisés o Pablo y sospecho que el burro de Balaam tampoco lo fue. Pero Dios utilizó a cada uno de ellos. “Las personas no me escucharán.” Cuidado con esta frase porque ahora con esta afirmación se dice que el poder de la Palabra depende de ti y no de Cristo. Además, puedo reconfortarlo diciéndole que las personas no oyen a unas personas más que a otras. Después de todo, es la Palabra y no la persona que la transmite, la que tiene el poder.

Hable de Jesús a los otros. A sus niños, los jóvenes, a un buen amigo que sea curioso acerca de su fe. El Señor proveerá oportunidades.
Así es cómo el Señor esparce su Reino sobre tierra: Él nos envía con su Palabra. Él da a sus siervos, a ti y a mí, el privilegio de decírselo a otros. Él nos da el honor, a pesar de nuestros pecados y nuestras debilidades, de ser su instrumento para contarle otros sobre Jesús. Y promete que su Palabra no regresará vacía, sino que logrará lo que él la envía a hacer. Donde las personas nos escuchan y se regocijan con nosotros, damos gracias y gloria a Dios. Donde las personas niegan el Evangelio que proclamamos, recordamos que las personas también negaron y rechazaron a Jesús y damos gracias que él nos cuenta como dignos para sufrir por el bien de su nombre.

Cuando usted habla de su Palabra, alégrese sobre todo de esto: Primeramente Jesús lo ha perdonado. De gracia has recibido perdón y amor. Sólo luego de esto es que puedes compartir su gracia. Tu salvación en este día no se basa en lo bien que evangelizas o predicas de Cristo, sino en el mensaje que otras personas le han hecho llegar sobre Jesús. Su salvación es suya porque Jesús ya ha muerto en la cruz para salvarle. Por las bocas de distintas personas en su vida, padres, pastores, amigos y otros, el Señor le ha dado su perdón.
Así es que es en este mismo día, al leer la Palabra de Dios, al oírla en el mensaje o al recibirla junto con los Sacramentos, es la Palabra salvadora de Dios la que lo afirma en la buena noticia del perdón. Como el Evangelio es predicado, anuncia y da el perdón. Así en este día se puede alegrar, porque por esa Palabra es perdonado de todo sus pecados en nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén

Atte. Pastor Gustavo Lavia.