sábado, 29 de noviembre de 2008

1º Domingo de Adviento.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Adviento es el primer periodo del año liturgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento del Salvador. Se celebran durante los cuatro anteriores a la fiesta de Navidad. Marca el inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones cristianas. Durante este periodo los feligreses se preparan para celebrar la conmemoración del
nacimiento de Jesucristo y para renovar la esperanza en su segunda Venida, al final de los tiempos.

1º domingo de Adviento

“Jesús nos prepara para su regreso”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Isaías 63.16b, 17 y 64.1-8

La Epístola: 1º Corintios 1.3-9

El Evangelio del día:

Marcos 13:32-37

Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.

Sermón

Faltan sólo 25 días para la celebración de la Navidad, otros más para Noche Vieja y un par más para Reyes.

Pero centrémonos en Navidad dónde celebramos que Jesús vino como un niño en Belén, nacido de la virgen María. En estos días, el tiempo parece y transcurre de manera muy dispar. Para los niños, estos días parecen no transcurrir, son una eternidad y preguntarán constantemente: “¿Cuánto falta?”. Sin duda que tanta ansiedad no será de ayuda para acelerar el tiempo. Por otra parte, para los padres y adultos, esos mismos días serán de locura.

Junto con el trabajo de todos los días, están las actividades adicionales de las festividades, las cenas de amigos, compañeros de trabajo y demás, ir de compras y los preparativos para las reuniones familiares. Todo esto exige mucho tiempo, demaciadas preparaciones como para ponerse a pensar en el sentido de la Navidad. El tiempo es escaso y si queda algo ya lo ocuparemos con alguna actividad pendiente. Hay bastante para hacer a fin de estar preparados para la llegada de las fiestas. Sin duda, realizando un trabajo diario, se encontrará el tiempo necesario para terminar con todas las cosas que tenemos planeadas hacer.
Muchos buscan mantener a los niños ocupados a fin de que sus mentes tengan algo para pensar y no estén tan ansiosos e inquisidores en cuanto a la celebración de Navidad y Reyes. Tal vez, simplemente tal vez, se encontrará un poco de tiempo para relajarse. Dije “Tal vez”. ¿Es suficiente hacer todo esto? ¿Se puede hacer algo más al respecto? Sin duda que los días de fiestas nos acercan al borde de un ataque de nervios, por todas las cosas que hay que hacer. Y todas esas cosas que hay que hacer pueden impedir que estes listo para celebrar una verdadera Navidad.
De todos modos, todabía hay 25 días para prepararnos a fin de celebrar en Navidad la llegada de Jesús, Dios con nosotros. Pero debemos oír un mensaje más urgente que este: Hay un número de días, el cuál desconocemos, en el que Jesús regresará en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos y a establecer su Reino de manera definitiva.
Si tu no estás listo y el 25 de diciembre te encuentra desprevenido, sin las preparaciones necesarias, pues no pasará de algún disgusto y frustración para ti y los tuyos, cosa que el 26 de diciembre ya se podrá comenzar a solucionar. Pero si no estás preparado cuando Jesús regrese en gloria, será un gran problema porque allí no habrá marcha atrás, no hay manera de solucionar ese problema. O estas preparado y disfrutarás del reino de Dios eternamente o serás condenado al sufrimiento y castigo eterno.
Hoy comenzamos con un nuevo calendario liturgico, con la estación de Adviento y Jesús nos habla de estar preparados, velando por su regreso. Su llegada en gloria en el último Día.
Jesús regresará de manera gloriosa Jesús pronuncia las palabras del Evangelio de hoy a Pedro, Jacobo, Juan y Andrés. Por medio de sus palabras describe la vida de la Iglesia hasta su regreso a fin de que estemos listo para ello. Es así que comapra la tarea de la Iglesia con “las tareas de la casa” que deben hacer los mayordomos. El señor de la casa se va y nadie sabe cuándo estará de regreso. Sin duda que volverá y mejor será estar listos para cuando ello ocurra. Pero ¿Qué hacer
mientras tanto? Antes de que el señor de la casa se vaya, se encarga de dar autoridad a sus sirvientes. Esa autoridad es bien específica: Él les da autoridad para hacer solo las tareas que nos ha encomendado hacer. Hasta que él regrese, se supone que debemos llevar a cabo el trabajo que nos ha sido encomendado en la casa . Si llevan a cabo las tareas que les ha sido encomendada, para lo cual se ha dado autotidad, no hay necesidad de temer su regreso. Aquí esta la esencia del asunto de la parábola. La Iglesia en la tierra es como una familia.

Jesús se ha ido, luego de morir y resucitar, ascendió al cielo, pero prometió que regresará. Por este regreso es que anuncia que su pueblo debería estar listo para ello. ¿Mientras tanto, qué debería estar haciendo su Iglesia? Justamente deberían estar haciendo qué Jesús les ha dado autoridad para hacer.
II. El cristiano y sus “Tareas de la Casa”
Entonces ¿qué tipo de autoridad le ha dado Jesús a su Iglesia? Después de todo, él antes de ascender a los cielos deja muy claro que toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18) y sus discipulos han visto que aun el viento y los mares le obedecen. Sin duda que podría conceder a los suyos un montón de autoridad y poder. Sin embargo, es necesario rocordar que el Señor encarga a su iglesia una tarea especifica. Por ejemplo, el trabajo de la Iglesia no es emprender guerras o castigar a los criminales. Dios esa tarea se la confiere a los gobernantes civiles, ya sea que crean o no en él. De hecho, recordemos que cuando un hombre le pidió a Jesús
que divida una herencia entre él y su hermano, Jesús respondió que él no estaba allí para ser un juez o un arbitro
(Lucas 12:13-14). Creo que hay un mejor ejemplo que éste, cuándo Jesús fue llevado ante Pilato para ser enjuicidado. Pilato le preguntó ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? (Jn. 19:10), a lo que Jesús le contestó: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene” (Jn. 19:11). Es cierto que toda autoridad fue dada a Jesús y él ha delegado ciertos poderes a gobernantes civiles y les ha dado instrucciones de hacer uso de ese poder. Justamente porque él les dio la autoridad en las cosas civiles se rehusa asumir el control de sus obligaciones, sobre las cosas que deben hacer para el bien de la población.
Entonces una vez más afirmamos que la Iglesia debería hacer las cosas que Jesús les ha autoridad para hacer.
Jesús no le ha dado autoridad a la Iglesia para castigar a los criminales, para regir a la sociedad o recaudar impuestos o propiedades. A los discípulos, Jesús les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, la enfermedad y dolencia cuando él los envió a predicar su reino en Mateo 10:1.
Así también Jesús nos ha dado a ti y a mi, autoridad para hacer cosas en su reino aquí en la tierra.
Sin dar más vuelta, Jesús nos da autoridad y poder para ser hijos de Dios. Jesús ha recibido a muchos en su reino, a ellos él les dio autoridad para convertirse en hijos de Dios, es por eso que creen en su nombre y su obra redentora. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”Juan 1:12-13.
Esto es solamente el principio. Jesús le da autoridad para ser hijo de Dios, es algo que tu y yo no podemos hacer por nosotros mismos. Tu no puedes decir “elijo nacer en esta o aquella familia”. Eso está fuera de tus manos. Pero Jesús te ha hecho a su hijo amado por medio de su sacrificio en la cruz, allí te ha redimido. Sólo por su muerte y su resurrección, es que tienes autoridad para decir “soy un hijo de Dios”. Si él no te salva, no te hace parte de su familia, no tendrías autoridad o posibildad de decir eso. Entonces porque Jesús lo dice es que tu eres un hijo de Dios. Esto tiene lugar cuando eres bautizado en el nombre del Dios Trino, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Como hijo de Dios, continúas siendo alimentado por la Palabra misericordiosa de Señor en la Absolución de todos tus pecados, en su presencia real en la Santa Cena.
En Hebreos 13:9-10 se nos dice que “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.
Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo”. El texto está hablando del sacrificio de Jesús de sí mismo en la cruz, ofreciendo su cuerpo y derramando su sangre. Esto declara que tienes la autoridad dada por Jesús por medio de su Palabra de ser perdonado, es así que ya no tienes culpa y condenación que acarrea el pecado. Hoy día Jesús nos da no solo su Palabra, sino que nos da el Bautismo por el cual nos confiere nueva vida por medio del agua y su Palabra, también nos dá su cuerpo y sangre en la Santa Cena para reafirmarnos en su perdón y amor. Por la obra de Jesús tienes autoridad para unírsete a él en la Santa Comunión,
para recibir su cuerpo y su sangre y estar seguro de que recibiras la vida eterna. No todo el mundo tiene esto por cierto o verdadero, pero él sigue dando esa autoridad a su Iglesia porque ella está compuesta por una infinidad de hijos amados.
Con esto hemos resuelto qué debemos hacer como cristianos y como Iglesia. El Señor de toda la casa nos ha dado esta tarea mientras que él regresa. La tarea y autoridad de ser perdonados y de perdonar a otros diariamente.
Así es que desea que te arrepientas de tus pecados y te alegres en el perdón que ha logrado por ti en su sufrimiento y muerte en la cruz. Esta es la manera de prepararte para su regreso en gloria.
Así es cómo permaneces velando, atento y alerta. Eres perdonado por la obra de Jesús y no por las tuyas. Tu “tarea de casa” no es realmente un trabajo, en absoluto, porque Jesús ya ha hecho todo el trabajo por medio de su vida, muerte y resurrección.
Para ponerlo de otro modo, Jesús te da autoridad para ser perdonado. ¿Suena simple y sencillo? Lo es. Pero el diablo siempre trabajará para acusarte, diciéndote que eres demasiado pecaminoso, culpable e indigno para ser perdonado por Jesús. Es cierto que en materia espiritual eres un desastre, pero no le corresponde a él, solo Jesús es quien puede decir que pasa con tus pecados. Así que podemos responder “sé que soy pecador pero también se que soy perdonado, porque Jesús dice que él me perdona y él me da la autoridad para hablar y creer eso”. Contra
esa afirmación el diablo no tiene respuesta y poder.
Ahora que sabemos esto, tenemos mucho que dar. Esto nos trae a otro uso de la palabra “autoridad” como “potestad”. Jesús dijo “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:18-20). Ahora que Jesús nos otorgado el perdón, nos da la autoridad para comunicarselo a otros. Por consiguiente, como Iglesia nos alegramos de aprender y enseñar todo lo que él nos ha ordenado: Su Palabra. Nos regocijamos en bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esa
Palabra es la que somos enviados a proclamar, es la que el Señor nos da para que otros lleguen a ser sus hijos.
Esta es la autoridad que Jesús le da a la Iglesia. Esto se ha dado en llamar “el Oficio de las Llaves”. Esto es que Jesús nos da la autoridad y el poder peculiar de la iglesia para perdonar los pecados de quienes se arrepienten de ellos, además sirve para retener los pecados de quienes no se arrepienten. Recordemos que somos meramente sus instrumentos. Es él quien hace el trabajo de perdonar.
Esto es un buen comienzo para este tiempo de Adviento. ¿Quiénes se prepararón para la llegada de Jesús en Belén? Maria y José lo hicieron. Los pastores fueron hasta el establo. ¿Por qué? Porque oyeron la Palabra de Dios y creyeron que Jesús es El Salvador. Asimismo, tu oyes hoy mismo la Palabra de Dios y por ella crees que Jesús es tu Salvador y que vendrá otra vez en la gloria. Creyendo esto y viviendo en su perdón, estás preparado. Eres perdonado y por ello estas velando, cuidando y alerta, llevando a cabo tu “tarea hogareña” hasta que el Señor regrese en gloria. Es cierto que en tu vida tienes otras responsabilidades. Seguro, porque el Señor te da otras actividades y otras autoridades. Esto nos lleva a las vocaciones: Si eres padre, Dios te da autoridad para educar a tus niños. Si eres un empleado, él te da la autoridad para servir a tu jefe. Si en tu caso eres un estudiante, te da autoridad para estudiar los temas asignados y respetar a tu educador. Como miembro de la iglesia, tienes autoridad y el privilegio de llevar a cabo la proclamación de Evangelio que prepara el regreso de Jesús. Éstas son otras de las cosas que Dios nos ha dado para hacer. Por supuesto, las personas no cristianas hacen estas cosas, también. Esto quiere decir que, aunque hagan cosas buenas, estas no le preparan para el regreso de Jesús.
Por consiguiente, la Ley proclamada en este texto nos dice que estamos atrapados porque no nos preparamos para el regreso de Jesús, pero a pesar de eso Jesús regresará. Si persistes en el pecado y no te arrepientes, te espera la aflicción. Es que no estas preparado. Si tomas tu necesidad de perdón ligeramente y descuidas la Palabra del Señor y sus Sacramentos, ten por seguro de que no estas realizando las “taréas del hogar” de ser perdonado.
Estás dormido, serás encontrado así y recibirás el castigo por ello. Arrepiéntete. Si crees que eres demasiado culpable para ser perdonado, arrepietete de ese pecado, también, porque tus pecados no exceden la autoridad y poder de Jesús. Él tiene más gracia de la que necesitas. Si crees que la Iglesia debería ocuparse de alguna otra cosa que no sea la predicación y la distribución de los Sacramentos, debes arrepentirte. Hay muchas otras cosas que la Iglesia puede hacer pero ninguna de ellas prepará a las personas para el Juicio.
“Arrepiénte” suena muy duro a nuestro oídos y la mayoría de las personas no lo quieren hacer, pero a la persona con fe no le molesta. Porque la verdadera fe ama el arrepentimiento, porque sabe que la confesión de
pecado a nuestro Dios deriba en el perdón por medio del Evangelio.
Porque éste es el Evangelio que el texto declara, que Jesús te ha hecho parte de su grupo familiar y él regresará en gloria para llevarte a la gloria eterna junto a él en el cielo. Mientras tanto, él te da autoridad para ser perdonado y ponerte en libertad del pecado, de la muerte y del diablo. En cierto modo, la espera del regreso de nuestro Señor es como los siguientes 25 días hasta la Navidad: En la seguridad de que viene, necesitamos hacer lo que se nos ha encomendado. Por otro lado, la espera del regreso del Señor es diferente a los siguientes 25 días, porque el Señor ha hecho todo el trabajo para tu salvación y tu “tarea del hogar”: Perdonarte. Él regresará en la gloria y serás encontrado fiel porque tu estás preparado para ir a vivir en su gloria por la eternidad, porque eres perdonado de todos tus pecados en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

domingo, 23 de noviembre de 2008

Último domingo del año eclesiástico.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17
en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés.
Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!
Último domingo del año eclesiástico

“Jesús el siervo sufriente”
Textos del Día:
El Antiguo Testamento: Ezequiel 34:11-16, 20-24
La Epístola: 1ª Corintios 15:20-28
El Evangelio del día: Mateo 27:27-31
27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; 28 y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, 29 y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
Sermón
El contexto del fin
Hoy es el último domingo del año eclesiástico, y como colofón se nos presenta un texto lleno de imágenes desgarradoras. El relato es apasionado y trasmite unas sensaciones que repercuten en el cuerpo, y que no debieran dejar indiferente a nadie. La burla, el sufrimiento y la humillación que padeció Cristo a mano de los seres humanos, por causa de los seres humanos y por beneficio de todos los seres humanos, incluido tú.
El Cristo sufriente
“A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron” Jn. 1:11. Como introducción al adviento y preparatorio para poner nuestra vista nuevamente en el nacimiento histórico de nuestro Señor, es bueno que tomemos dimensión de lo que su venida a este mundo significó para él y para ti.
Pues si no lo hacemos así puede que la navidad pase como una emotiva y tradicional fiesta más, sin que ese mensaje toque tus tuétanos. La ternura que puede despertar la imagen del Cristo “bebe”, debiera convertirse en desconcierto para nosotros. Pues ese bebe es Dios hecho hombre.
El que viene manso y humilde es tu creador. El todopoderoso Dios. El que ha venido a este mundo porque tú necesitas de su actuación. No ha venido a despertar ternura, ni a que se escriban multitud de libros sobre él, ni para que se inspiren políticas en su nombre. Ha venido a morir en tu lugar, a ocupar el lugar que a ti te correspondía en ese madero, a fin que vivas eternamente a su lado.
El fue molido por nuestras rebeliones, su venida a este mundo no fue un simple paseo. Padeció mucho más de lo que tú puedes imaginar y soportar. Nace en un pesebre. Tiene que huir al poco tiempo de nacer ya que la maldad, la codicia, la envidia humana encarnada en Herodes lo persiguió desde muy temprano. No tenía dónde recostar su cabeza. Fue condenado injustamente.
Ultrajado. No abrió su boca, y cuando la abrió fue para decir “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Ya en el Antiguo testamento se registra su pedecimiento:
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Isaías 53:3-7
El camino de la cruz
Toma tu cruz y sígueme. ¿A dónde? ¿Cuál es ese camino? ¿El de la humillación pública? ¿El de estar sujeto a burlas? ¿El de la renuncia a uno mismo? ¿El de estar como corderos en medio de lobos? Bufffff. Esto no suena para nada atractivo a una parte de mí, sin embargo hay otra que anhela y ama este camino ¿A qué se debe esta batalla en mí interior? Es la lucha diaria de la carne y el espíritu de la que habla Pablo en Romanos 7:14-25
Lejos del sufrimiento
La nuestra es una época dónde el verdadero infierno terrenal del que todos se quieren salvar es el del sufrimiento. Nos espanta la idea de padecer algún sufrimiento. Y por ello dedicamos de entero nuestra vida a buscar el bienestar, el confort, la calidad de vida, el placer. Quien no logra esto medianamente, en los parámetros establecidos, es un desdichado, un pobrecito digno de nuestra lástima momentánea, pero no de nuestro esfuerzo y ayuda para estar mejor, ya que eso supone restar a nuestra placentera vida y bienestar.
No queremos involucrarnos, no queremos compromisos, intentamos pasar de todo, pues lo que menos queremos es problemas. Queremos vivir como reyes pero sin los compromisos y obligaciones de los reyes. Y para ello nos creamos nuestros propios reinos personales, dónde no damos acceso a nadie. Pero el Cristo del evangelio de hoy nos muestra que, aún pudiendo hacerlo, no esquivó el compromiso ni el sufrimiento, sino que lo hizo parte de su vida, y no por un beneficio propio, sino que su renuncia y entrega total, y fue por ti y por mí.
El viejo hombre
Está claro que el viejo hombre, es decir nuestra naturaleza humana y pecadora huye espantada de la humildad, la mansedumbre y el dominio propio. Es decir de los frutos del Espíritu. Ella no está dispuesta a asumir esas actitudes de ninguna manera. No quiere dar la otra mejilla, ni amar a sus enemigos, orar por ellos y bendecirlos. A esta naturaleza no le va el rollo del sufrimiento y el compromiso de amor que Cristo nos propone. Porque:
"el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1ª Cor. 2:14).
Lo que produce el viejo hombre (nuestra carne) y de lo que sí entiende es de ira, enojo, vanagloria, orgullo, ect.
19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:19-24
Es por ello que cada día Dios nos llama a pensar y retornar a nuestro Bautismo y ahogar, hacer morir ese viejo hombre, y que nazca y resplandezca el nuevo. Esta es la lucha diaria
22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:22-24
El nuevo hombre en nosotros
Pero ¿Qué hay de nuestra nueva naturaleza? La espiritual. El nuevo hombre creado en Cristo Jesús. El que nace en el bautismo por el agua y el Espíritu. Aquel sí que entiende y ama la voluntad de Dios y en ella está su delicia.
8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. 12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; Colosenses 3:8-12
El mismo sentir que Cristo.
La Palabra mueve a nuestro hombre espiritual a “tener el mismo sentir que tuvo Cristo Jesús”:
1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. 12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad (2ª Co. 19:12)
El poder y el valor que nos da Cristo es para llevar a delante nuestro testimonio. No para que en nombre de ese valor y poder busquemos nuestro bienestar y gloria personal. No para que en su nombre el viejo hombre salga a reclamar derechos. Es un poder que se da al nuevo hombre “8 recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8”, un Dinamys, un motor que nos empuje a pesar de la adversidades, el dolor y el sufrimiento. Sólo así, mansa y humildemente daremos testimonio aun a costa de nuestra propia vida. Aún ante la humillación pública.
Porque aunque aún hoy Cristo sea humillado, burlado y objeto de injurias, y que se cumpla su palabra al decir que en los últimos tiempos “seréis odiados por causa de mi nombre” (Mt. 24:9), diremos como Pablo “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Romanos 1:16
El poder que Dios nos da a los cristianos es para no temer “lo que nos pueda hacer el hombre”, un poder que nos lleva a anunciar con valentía a Cristo aún en medio de la adversidad y a costa de exponer nuestra propia vida y honor. No es un poder para creernos más que los demás, para humillar a los demás y someterlos a nuestros caprichos y antojos, al contrario es un poder humilde, que no busca el bien propio sino el de los demás. El poder de la mansedumbre, el poder de Dios que se manifiesta en nuestra debilidad. El poder de la paz de Dios que manifestó Esteban incluso en una situación que puede inducirnos al pánico:
59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. Hechos 7:59-60
Es un poder que desciende de lo alto y que da vida y fortaleza en nuestra debilidad:
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 2ª Co.4:7-10
La Batalla
“Velad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” Mateo 26:41
Una buena estrategia para la batalla diaria es “huid de la tentación”. No demos ocasión a la carne. No demos oportunidad al diablo. El nuevo hombre en Cristo es el que sabe huir a tiempo, antes de que el viejo hombre tome las riendas y se apoderes de la situación. Huid, pues, aunque a nuestra naturaleza humana eso le parezca de cobardes, el Espíritu nacido y revestido de Cristo lo considera sabiduría. Y vestíos con las armadura que nos ha dado Dios Efesios 6:11-17
La lucha es diaria y las tentaciones y presiones muchas en esta vida. Pero será en el cielo cuando se acabe el sufrimiento y no antes:
“Aquí está el lugar dónde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos y, ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo que antes existía ha dejado de existir” Apocalipsis 21:3-4
“Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz, el tigre y el cabrito descansarán juntos, el becerro y el león crecerán uno al lado del otro, y se dejarán guiar por un niño pequeño. La vaca y la osa serán amigas, y sus crías descansarán juntas. El león comerá hierva, como el buey. El niño podrá jugar en el hoyo de la cobra, podrá meter la mano en el nido de la víbora. En todo mi monte santo no habrá quien haga ningún daño...” Daniel 11:6-9
Recuerda que: 5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. 6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. Salmo 126:5-6
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10
Porque 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13
Tú has sido creado en Cristo Jesús como un nueva criatura que cree y confía en el poder de Dios:
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10
Alimentaos con la Palabra y los sacramentos, sin dejar de reuniros, para fortaleceros en el perdón de Cristo. Amén
Pastor Walter Daniel Ralli









sábado, 15 de noviembre de 2008

27º domingo después de Pentecostés.

Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestro corazón Salmo 95: 7b-8
1 Sed hacedores de la Palabra, y no tan solo oidores Santiago 1:22a
Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

“Jesús nos hace estar preparados”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Isaías 52:1-6

La Epístola: 1 Tesalonisences 4:13-18

El Evangelio: Mateo 25:1-13

1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y
se durmieron. 6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.


Sermón

Estamos llegando al final del año del calendario eclesiástico. La siguiente estación que nos espera es la de Adviento, donde nos prepararemos para la celebración de Navidad. En esta recta final justamente la Iglesia recapacita sobre las cosas concernientes al final de los tiempos.
Para muchos este tema es algo apasionante, para otros es un tema aburrido y desconcertante. La mayoría de los cristianos saben que Jesús viene otra vez, que aquel día habrá una gran fiesta. Sabemos que todos los muertos serán resucitados y los que creyeron y confiaron en Dios serán destinados a vivir eternamente con él. También es sabido que en los últimos tiempos habrá “guerras y persecuciones” como vimos en uno de los últimos sermones.

El texto de hoy nos plantea una gran pregunta concerniente al final de los tiempos, la pregunta es ¿Estáis listos? Es lo que Jesús desea que reflexionemos en el día de hoy.

La forma usual en que Jesús expresa esta pregunta es contándonos una historia, una parábola. De hecho esta historia la encontramos en mitad de un largo discurso sobre las cosas del fin de los tiempos. Antes del texto que oímos hoy, Jesús nos cuenta sobre un criado malvado que no está preparado y se encuentra que su amo vuelve antes de lo que él había esperado. Es similar a lo que ocurre cuando un adolescente ofrece una fiesta en su piso mientras sus padres están de viaje de fin de semana. Pero los padres vuelven justo en la noche de la fiesta y se encuentran con todo el bullicio y mogollón de jóvenes bebiendo y bailando en su salón. A continuación, Jesús,
nos relata está parábola sobre las diez vírgenes. La historia previa a la cual nos referíamos en el párrafo anterior nos dice que debemos estar listos porque él puede venir antes de lo que esperamos. La historia del texto de hoy nos dice que él podrá venir más tarde de lo que esperamos. Entonces ¿Cuál de las dos opciones es la válida?
Ambas son correctas.

La enseñanza principal que nos trae Jesús con ambos casos, es que no podemos saber el tiempo de su retorno.
Él simplemente nos dice que necesitamos estar preparados. Esto no se trata de una preparación de último momento, porque justamente no sabemos cuándo será ese último momento.
Imagina un grupo de jóvenes, que integran un coro. Ello les permite forjar una cierta amistad y seguramente compartir actividades que se realizaban en su pueblo. Estas diez chicas eran buenas amigas, pasaban mucho tiempo juntas. Mas allá de tener bastante en común, estas amigas estaban divididas en dos subgrupos, completamente diferentes. Cinco de las chicas eran bastante prácticas. Siempre parecían ir por delante, se preparaban para lo qué alguna vez podría ocurrir.

Las otras cinco son otra historia distinta. Estas cinco chicas eran más descuidadas, hasta rozar la necedad. Tenían sus cabezas en las nubes. Estaban siempre pensando acerca de otras cosas que no eran importante en ese momento Ahora estas amigas, las previsoras y las descuidadas, staban como la gran cantidad de niños que viven en pequeños pueblos, estaban convencidas de que el evento que se avecinaba sería algo único para ellas. Así es que podemos comprender qué entusiasmadas estaban cuando recibieron la gran noticia. La noticia era muy importante, muy grande, “uno de sus amigos se casaría”. Los matrimonios judíos en la época de Jesús eran así:
Primero las familias de los jóvenes se ponían de acuerdo y el padre de la novia negociaba la dote.
Luego de llegar a un acuerdo, el novio se iba por un año (Tiempo del desposorio). Al final del año, comenzaba una espera que podía durar hasta una semana. No se sabia en que momento llegaría el novio. Las amigas (Vírgenes), y la novia tendrían que estar preparadas y vigilantes por que de lo contrario no entraban a la boda El compromiso Creí, por lo cual hablé2 .
matrimonial era un arreglo muy importante. Esto daba a entender que la espera anunciaba
que se presenciaría un fiestón, en realidad eran dos fiestas. Se realizaba una fiesta en el
compromiso matrimonial y otra al año siguiente en la consumación matrimonial. Esto de esperar un año era más una excusa para la celebración final, ya que se comenzaba con una celebración pequeña y una fiesta gigantesca con la cual se culminaba todo ello. Obviamente las personas entre el comienzo y el final hacían su vida normal, pero el espíritu de la fiesta, de la celebración duraba el año entero.

Las novias esperaban con ansiedad el momento de la celebración matrimonial. Especialmente esperaban el cortejo nupcial. El día de la boda era el día cuando la prometida se iba a vivir con su marido. Él se vestía de sus mejores ropas, congregaba a su familia y amigos más cercanos y desfilaba hacia la casa de su prometida. El padre de la prometida le estaba esperando. Y así también lo harían nuestras chicas. Eran las amigas del novio. Su trabajo era darle escolta al novio y a la prometida en una procesión luminosa a través de pueblo. Sería un enorme desfile conduciendo a la nueva familia a su nueva casa. Era un gran honor ser seleccionado para ello.

Pues bien, el año de espera pasó rápidamente y el día del desfile nupcial llegó. Había una gran expectativa en todos los rincones del pueblo. Las chicas apenas podrían esperar oscuridad para ir a la espera del novio. Qué diversión sería desfilar con sus lámparas brillantemente a través el pueblo. Al fin y al cabo ¿Cada cuánto se casa un amigo así?

Dediquemos un momento en describir sus lámparas. Estas también juegan un papel importante en la historia.
Eran similares a unas vasijas que contenían aceite y por un extremo salía un trozo de tela que se mojaba con ese aceite. Funcionaba de manera muy simple, se remojaba la tela en aceite y se la pondría sobre el pico de la lámpara. El aceite haría que se queme de manera brillante y lenta, de modo que la tela haría de mecha de la lámpara. Después de quince minutos aproximadamente la llama apagaría. Luego se debía tomar la tela, remojarla en el aceite y ponerla nuevamente en el pico. La cosa más importante en este proceso es el aceite. Sin aceite todo lo que se tendría sería una llama de muy breve duración, sin aceite la tela se quemaría en unos instantes y la luz
titilará hasta apagarse en pocos segundos.
Pero regresemos a nuestro texto. El día del cortejo nupcial finalmente ha llegado. La oscuridad se hace presente en el pueblo y las mujeres prudentes y sus amigas descuidadas, se reúnen con sus lámparas. Había una diferencia, que prácticamente pasaba desapercibida para la gran mayoría. Las chicas prudentes trajeron aceite de reserva. Las chicas descuidadas no lo hicieron. Ahora recuerde que las lámparas son inútiles sin el aceite. No hay buena razón para no traer aceite. Pero no es que no trajeron bastante. No trajeron nada. El propósito de las lámparas era iluminar en la procesión matrimonial. Estas no fueron utilizadas como lámparas mientras esperaban.

Podríamos decir que es comparable a otras acciones tontas que realizamos y que realmente no tienen ningún sentido. Las chicas imprudentes simplemente no hicieron lo que era necesario. Ninguna chica sensata cometería este error. Las chicas, cada una a su modo, confiaban en su sistema esperando la llegada del novio.

Esperaron por mucho tiempo después del anochecer. Pronto sintieron sueño, se apiñaron y quedaron dormidas. Mucho más tarde, bien entrada la noche, repentinamente, se oyó una voz fuerte que las despertó: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!”. “¡Finalmente él está aquí!” El tiempo tan esperado había llegado. Las chicas se levantaron de su siesta y prepararon sus lámparas. Cortan las telas chamuscadas y mojan la tela nueva en aceite (es decir, si tuviesen un poco). Pronto cada una estará ardiendo de manera brillante. Esta fue la intención, al menos para las cinco mujeres descuidadas, porque para ellas algo andaba mal. Sus lámparas chisporrotearon sólo por algunos segundos y luego nada, sin brillo.

“Necesitamos aceite”. Se dijeron para sí mismas. Intentaron obtenerlo de sus amigas. Pero la respuesta fue “no pueden usar de nuestro aceite, porque simplemente no hay bastante para sus lámparas y las nuestras. Si usan nuestro aceite no tendremos lo suficiente para iluminar el desfile entero. Si usarían del nuestro, antes del fin del desfile, todos estaremos a oscuras. ¡Tal vez haya tiempo para que puedan ir y comprar!”. La sugerencia era inútil, ningún negocio estaría abierto a tales horas . A menos que hubieran comprado aceite antes de prepararse no habría muchas esperanzas de conseguir un poco. Las chicas imprudentes se largaron inmediatamente a buscar
las tiendas inexistentes. Y por supuesto, pronto desaparecieron de la vista de todo el mundo, antes de que el novio llegase y comience la celebración. Todo el mundo salió para la fiesta; iluminados por la luz de las lámparas de las mujeres sabias. Todo el mundo, excepto las buscadoras de aceite.

Después de un tiempo esas chicas también llegaron a la fiesta. No se sabe si encontraron aceite o no, pero eso realmente no tiene importancia. Ya se habían perdido el desfile, el tiempo y el propósito para las lámparas y el aceite había pasado. Cuando llegaron a la casa de los novios, encontraron que la puerta estaba cerrada. Esperaron un rato preguntándose qué deberían hacer. Finalmente una de ellas llamó a la puerta. “¡Hola! ¡Hemos llegado! Por favor déjenos entrar a la fiesta”.Después de algún tiempo el novio mismo llega a la puerta. “¿Quiénes os pensáis que sois?”. “Os hemos dado un papel de suma importancia en la boda. En lugar de eso actuaron como
desconocidas. No han tenido los cuidados necesarios. No son las amigas que había pensado que eran.

No han tenido los cuidados necesarios. No son las amigas que había pensado que eran. Porque
Creí, actuasteis como lo habéis hecho es que no me conocisteis, os digo la verdad, no os
conozco”. Y con esto la puerta se cerró. Después de un breve silencio, el sonido de la fiesta
de adentro volvió a oírse y las chicas quedaron de pie afuera, sorprendidas y solas.

El novio, que es nuestro Señor Jesús, dijo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. ¡Prepárese! No sea como las chicas imprudentes. Jesús, el novio, viene a buscar a su prometida, la iglesia. Él viene a buscarnos a ti y a mí. No sabemos cuándo vendrá. Jesús nos dice: “Esto puede ser antes de lo que tu esperas! ¡O puede ser más tarde que lo que piensas! Lo más importante del asunto no es el cuándo, sino que estéis preparados y listos para cuando esto ocurra”.

El novio, que es nuestro Señor Jesús, dijo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. ¡Prepárese! No sea como las chicas imprudentes. Jesús, el novio, viene a buscar a su prometida, la iglesia. Él viene a buscarnos a ti y a mí. No sabemos cuándo vendrá. Jesús nos dice: “Esto puede ser antes de lo que tu esperas! ¡O puede ser más tarde que lo que piensas! Lo más importante del asunto no es el cuándo, sino que estéis preparados y listos para cuando esto ocurra”.

Aquí surge la pregunta de ¿cómo puedo estar listo?. Pues bien las chicas despreocupadas no tuvieron excusa para no traer aceite. Sabías que era necesario para que las lámparas alumbren. Simplemente no hicieron las cosas necesarias para prepararse. Por eso es que fueron insensatas.

Cuando tenemos la negligencia de no prepararnos, nosotros también, somos insensatos. No es difícil. Sabemos qué hacer. Dios nos ha dado los espacios de los Oficios Divinos para reflexionar y ser alimentados espiritualmente. Somos necios cuando no nos preparamos y no aprovechamos de este espacio para oír la Palabra, meditar en ella y adorar a Dios por sus bendiciones.

Semanalmente Él nos da la oportunidad de recibir su Palabra para estudiarla, leerla y asimilarla. Somos necios cuando buscamos cualquier excusa y no lo hacemos. Jesucristo nos ha dado su cuerpo y su sangre como comida espiritual, para el perdón de nuestros pecados. Somos necios cuando nos rehusamos a recibirlo o pensamos que no lo necesitamos a menudo. Las repetidas llamadas de Jesús hacia nosotros para que podamos pedir cualquier cosa en su nombre y nos será dado. Somos necios cuando dudamos de sus promesas. Nos dice “Id y haced discípulos”. Y tontamente nos volvemos inactivos. Para que veáis, no es difícil. Las chicas preparadas tuvieron el aceite que necesitaron. Estaba disponible y accesible. Nosotros podemos prepararnos igualme que las chicas prudentes. Lo que necesitamos está disponible y es fácil de obtener.

Las chicas tontas hicieron como que el acontecimiento no les importaba. Como si la fiesta matrimonial realmente no tuviera mayor relevancia. Descuidaron su relación con el novio.

Cuando intentaron entrar a la fiesta, el novio dijo que él no las conocía, porque ellas hicieron como que no lo conociesen. Si descuidamos nuestros Oficios, la oración y en especial La Palabra de Dios, cuando nos quedamos fuera de los dones que Jesús nos da en la Cena de Señor, descuidamos la relación que Jesucristo logró por nosotros. A él le importamos tanto que sufrió y murió en la cruz para construir una nueva relación con Dios para nosotros. Los cristianos caminan por territorios peligrosos cuando descuidan su relación con Dios.

Nuestra relación con Dios necesita atención. La mejor parte sobre la atención que se necesita es que Dios ha provisto todo lo necesario para ello, Dios ha hecho todo, Dios no te pide nada para recibir su maravilloso regalo, la fe. Es en este lugar, en el Oficio sea personal, familiar o congregacional es dónde esto ocurre. Es en la Palabra donde él viene a ti, es en el altar donde Jesús viene son su cuerpo y sangre que derramó en la cruz, dando su vida para el perdón de todos tus pecados. En esa pila bautismal donde Dios genera la verdadera fe y te hace su amigo.

La diferencia entre las chicas prudentes y las chicas insensatas no es que las sabias eran mejores personas. La historia dice que “estaban preparadas”. Se prepararon por su relación con el novio. Hicieron las preparaciones necesarias porque anticipaban la celebración con el novio. Las chicas tontas pudieron haber tenido sus mentes en la fiesta, en quiénes estarían allí y lo que llevarían puestas para tal ocasión. Las prudentes se concentraron en ser las invitadas del novio. Estaban pensando en celebrar el gran día con él. Cuando él vino estaban preparadas para ir con él, e iluminar el camino tal y como recibieron las instrucciones para hacerlo. Por los preparativos y la relación que tenían con el novio estaban adentro de la fiesta cuando la puerta fue cerrada.

Gracia sean dadas a Jesucristo, porque él quiere dar el perdón a las personas insensatas. De hecho su perdón es más grande que nuestras insensateces o pecados. Cuando estamos parados ante Dios y nuestros pecados insensatos nos abruman... Cuando vemos cómo nuestras tonterías nos separan de él e interrumpen nuestra relación. Confesemos: “yo, un pobre pecador, insensato, confieso ante ti toda mi insensatez y te suplico que me perdones y des nueva vida”. Jesús extenderá sus brazos para abrazarnos con su perdón, diciendo, “te perdono , eres mi hijo. Estás revestido en mi rectitud y justicia, has sido comprado a un gran precio, porque te amo y he dado mi vida por ti”. El perdón que Jesús nos da restaura nuestra relación con Dios y nuestra insensatez se desvanece.

El Novio viene tarde o temprano. Estamos preparados. Vivimos en su perdón que desvanece una vida de tonterías e insensatez. Estamos preparados porque él restaura una y otra vez nuestra relación arruinada. Él nos invita al cortejo nupcial y así es que esperamos pacientemente llegar y acompañarlo en el gran banquete celestial.

Cuando oigamos el grito de que el novio ya está aquí, salgamos a su encuentro. Nos levantaremos y nos reuniremos con él; porque nos hemos preparado. Y la fiesta comenzará porque estamos seguros de que somos perdonados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Creí, por lo cual hablé4 .

sábado, 1 de noviembre de 2008

25º domingo después de Pentecostés..

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

“Jesús nos ayuda a predicar el Evangelio”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Daniel 6:10-12, 16-23

La Epístola: Gálatas 5:1-6

El Evangelio del día: Mateo 10:16-23

He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. 17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; 18 y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. 20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. 21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. 22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. 23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo de Hombre.

Sermón

En estos días hemos celebrado y recordado el aniversario 478 de la Confesión de Augsburgo. Hoy los invito a que demos un paseo por la historia. Sin lugar a dudas que en el año 1530 el mundo era muy diferente al nuestro. Un emperador regía gran parte de la Europa que conocemos hoy, se llamaba Carlos V. En 1530 Carlos vio que se le avecinaban grandes problemas. Si no lograba juntar las fuerzas políticas de Europa bajo su mando, seguramente el imperio caería en manos de los turcos.

En aquella época Europa estaba azotada por una gran división, creada por las enseñanzas de un monje de nombre Martín Lutero. El emperador Carlos V había decidido que la única forma de sanar la división del imperio sería deshacerse de Lutero y suprimir sus enseñanzas. Así que convocó un Concilio en Augsburgo en el cual él tendría a todos los príncipes de Alemania para convencerlos por cualquier medio posible, incluyendo amenaza de muerte, a abandonar a Lutero y sus enseñanzas y regresar a la Iglesia Católica.

El Concilio no fue como Carlos esperaba. Los príncipes luteranos presentaron una declaración, una confesión de lo que ellos creían. Esta confesión fue leída públicamente. Pero esto era algo que Carlos no deseaba. Sabía que esto avivaría las llamas de la inevitable división.

A partir de allí estos príncipes habían puesto sus cabezas bajo la guillotina. Pero la lectura de esa confesión imposibilitó detener la reforma de la iglesia que Dios por medio de Lutero había echado a andar. Hoy existen alrededor de 540 millones de personas que se congregan y comparten las mismas creencias tomadas de la Biblia, plasmadas en la Confesión de Augsburgo y el Libro de Concordia.

Creemos que Dios ha estado detrás de la Confesión de Augsburgo de principio a fin, su Palabra y Espíritu abrieron los ojos de aquellas personas para ver la verdad de las Santas Escrituras. Su Espíritu dio la fuerza, fe y convicción para salir en defensa de esa verdad a pesar del gran peligro que corrían sus vidas. Estos hombres pudieron haber retrocedido al verse confrontados con el poder de Carlos V. Pudieron haber dicho, “Dejemos que otros salgan en defensa de la verdad.”

Pudieron haber escogido seguridad sobre la convicción. Sin duda Lutero y el resurgir del puro y dulce evangelio de Jesús habrían desaparecido de las páginas de la historia.

Aunque no nos demos cuenta, hoy estamos en la misma situación que estuvieron aquellos príncipes. Constantemente somos puestos en situaciones dónde podemos confesar nuestra fe todos los días. ¿Dejaremos que Dios nos utilice para dar a conocer su verdad o nos paralizaremos y nos someteremos a las fuerzas del mundo y del engaño? Quizá nuestras elecciones no cambien el curso de la historia del mundo, pero ellas tendrán implicancias eternas para nosotros, para nuestros niños y para todos aquellos que nos rodean.

Hoy Jesús nos dice por medio del Evangelio: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre”. Esta no es una de las declaraciones que más nos gusta leer de la Biblia. Pero es de las declaraciones que marcan la realidad con la que se dirige Dios hacia nosotros y describe esta peligrosa y atemorizante realidad espiritual del mundo en el cual vivimos. La pregunta que nos surge es ¿cómo entendemos estas palabras de Jesús y como ellas nos llevan a crecer en la fe?
Jesús nos dice que “os envío como a ovejas en medio de lobos”. Es difícil entender las palabras de Jesús, ya que en primer lugar el se reconoce como nuestro buen pastor, es quien inspiró al Rey David para que escriba uno de los salmos más conocidos, el salmo 23, en donde las personas somos descritas con ovejas en manos del buen pastor, que nos protege y cuida de todo peligro.

Pero las palabras que Jesús expresa aquí a sus discípulos son muy distintas. En el contexto de este pasaje, estaba a punto de enviarlos a compartir las buenas noticias de su amor a los pueblos de alrededor. Ya les había dado clases prácticas de cómo debían hacerlo. Como todo discípulo que espera con ansiedad poner en práctica lo que su maestro le ha estado enseñando, los discípulos probablemente se sentían bastante confiados para realizar la tarea que se les iba a asignar y es allí cuando Jesús deja caer esta pequeña bomba, “yo os envío como a ovejas en medio de lobos.”

Como dijimos, el cuadro que nos presenta esta frase, “de ser ovejas entre lobos” no es muy alentador. Las ovejas no tienen mucha chance de sobrevivir en una lucha directa con lobos, mucho menos de vivir entre ellos. Esto mas allá de ser una imagen figurada, Jesús nos presenta un cuadro realista en la vida del cristiano. No es ninguna novedad decir que vivimos en un mundo peligroso. Y cuando pienso en el peligro no pienso en atentados suicidas, corruptores de menores, asesinos en serie, caos financiero o accidentes de tránsito. Cuando lo hago, tengo en mente a nuestro mayor enemigo que afecta primeramente nuestra vida espiritual, pero que está dispuesto a arrastrarnos en cuerpo y alma con él a una vida de sufrimiento en el infierno. Este enemigo no tiene ninguna clase de escrúpulos y por eso usará cualquier artimaña, doble intención o el mejor engaño disponible que se presente. Este enemigo trata de engañarnos tanto a nosotros como a quienes nos rodean.

Una de las maneras en que este enemigo acostumbra usar para apartar a las personas de Dios es sembrar las semillas de la falsa doctrina en la iglesia, asi como lo hizo con Adán y Eva en el Paraíso, desvirtuando la Palabra de Dios. El retrato que nos presenta Jesús sobre las ovejas entre lobos trae a la mente pasajes de otros lugares de la Biblia donde Jesús nos advierte en contra de falsos maestros y profetas. “Serán como lobos con piel de ovejas.”

Cada generación tiene que luchar contra las falsas enseñanzas. Sabemos que desde el origen de la Iglesia misma, se han producido manifestaciones de personas que han intentado esparcir falsas enseñanzas dentro de la misma, de allí que los apóstoles tuvieran que escribir en sus epístolas una y otra vez sobre el tema. Esta amenaza no ha disminuido con el paso del tiempo, sino todo lo contrario, solo que ahora se disfrazan y toman forma de piedad y aceptación cultural o incluso buscando la verdad pero desde el punto de vista personal, por lo cual la opinión del resto, incluso de la Biblia se vuelve relativo. Cada uno ve lo que quiere e interpreta la realidad y la Biblia de manera particular, acomodando las interpretaciones en su propio beneficio. Ya no hay una verdad que defender, porque todo es negociable, incluso las creencias doctrinales. Es así que sabemos que hay iglesias que ya no ven mal y practican la ordenación de pastores homosexuales o de mujeres, el concepto de vida es regido por principios sociales o científicos, por lo tanto no está mal abortar, la presencia real de Cristo en la Santa Cena es inaceptable, porque no se puede demostrar a la razón.

Estas cosas surgen a causa de tres actitudes peligrosas que afronta el ser humano constantemente. En primer lugar vemos que se nos presenta el deseo de complacer a los hombres en vez de a Dios, en segundo lugar la creencia de que tenemos mejor criterio que Dios y por último la negativa de someternos a la Palabra y Autoridad de Dios.

Estas actitudes no solo están en la sociedad que nos rodea, sino que mora dentro del corazón de cada persona pecadora, incluyendo el nuestro. ¿Quién de nosotros no ha luchado contra la práctica de nuestra iglesia sobre la Comunión Cerrada, que el no permitir que personas que no confiesan la fe Luterana no participe de la Santa Cena? Si bien la Biblia nos dice que es nuestra forma mostrar amor y cuidado pastoral sobre las almas de las otras personas, a nuestra razón y corazón no les parece una actitud muy cariñosa.

La filosofía predominante de nuestro tiempo dice que no importa lo que la persona cree solo alcanza con tal que diga que tiene fe y ya está. Todos los caminos conducen al cielo. No deberíamos decir nada negativo sobre las creencias de las otras personas. Porque hoy nadie puede decir que tiene la verdadera interpretación doctrinal de la Biblia sin llegar a ser rotulado de fundamentalista, de mente cerrada o arrogante. Porque para la gran mayoría de las iglesias, producto de la influencia social, surge la pregunta de “¿Quién puede saber la verdad?” buscando como respuesta un “Nadie”. Pero aún, Jesús sigue diciéndonos que “Soy el camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre, sino por mí.”(Juan 14.6) “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31-32).

Cuando Jesús habla de que “aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí” para dar testimonio de la verdad, de ser enviados como ovejas en medio de lobos rapaces, vemos que su Palabra describe también nuestra realidad cotidiana dónde nuestra sociedad exige a todas las personas e instituciones, incluida las iglesias, que hablen y piensen en lo que es políticamente correcto. Donde el mercado de la mayoría impone su moda, sea verdadera o no. Se espera que aceptemos y abracemos toda clase de comportamientos aún aquellos que se desvían de la voluntad de Dios. Si uno se revela a ello y se muestra diferente sin duda suscitará el acoso y la presión para amoldarse.

El problema que tenemos muchas veces no es son las escasas oportunidades que se nos presentan para dar testimonio, porque nos imaginamos que estas situaciones deberían ser similares a la de los príncipes alemanes en Augsburgo. Pero el problema se suscita cuándo llega la hora de manifestar que nosotros tenemos “la verdad de Dios” en los momentos sencillos y cotidianos de nuestra vida, es allí que muchas veces hacemos muy bien el papel de mansas ovejas, asustados callamos cuando en realidad deberíamos hablar, pero tenemos miedo a pasar vergüenza por lo que creemos y confesamos.

Muchos de nosotros conocemos a varias personas que van a la deriva en la iglesia o que afirman ser cristianas y todavía viven pecados manifiestos o que adulteran las enseñanzas para vivir cómodamente con un dios que crean según sus conceptos y creencias. A pesar de ver estos serios problemas, muchas veces no queremos decir nada para no ofenderlos. Nos atemoriza que la discusión y expresión de nuestras creencias pueda poner fin a la relación con esa persona o iglesia. Es más fácil decir que eso es un asunto propio, que no nos concierne. Pero no dijo Jesús que nos enviaba a “enseñar y obedecer todo lo que le he mandado” (Mateo 28.20).

Si te puede servir de ayuda para dar testimonio de tu fe, piensa que en esas ocasiones que consideras comunes o simples, eres uno de esos príncipes alemanes en Augsburgo, que estas parado en un momento decisivo en historia. ¿Estamos listos a morir en lugar de abandonar nuestras creencias, a nuestro Salvador y la verdad de su Palabra? Seguramente responder a esta pregunta no va a ser fácil. ¿Por qué creer que eso va a ser así? Jesús vino a este mundo y este mundo lo rechazó y lo mató de manera brutal, crucificándolo en la cruz. SI así lo trataron a él, sus discípulos no podrán esperar ser tratados de manera amable. Así que Jesús nos dice que en cuanto se acerquen los tiempo finales la vida se irá convirtiendo más difícil para el cristiano, no solo para compartir y proclamar su fe sino por el solo hecho de vivirla con sencillez.

Jesús pronuncia esta advertencia a fin de que estemos preparados para afrontar el embate de los últimos días que sin duda serán difíciles. Él quiere asegurarse de que estemos aferrados en las verdaderas enseñanzas de la Biblia, que seamos capaces de defendernos con ellas y de proclamarlas a pesar de los contratiempos que puedan sobrevenir. Sin duda nuestro Maestro tiene la intención de conducirnos por todas sus enseñanzas a través de la Palabra escrita y por medio de su Espíritu. Lamentablemente muchas iglesias solo ven como importante reunirse para alabar a Dios, sin que importe demasiado qué cree cada uno, dejándose llevar por el relativismo bíblico, es así que una mayoría de cristianos aun no puede articular las enseñanzas básicas de la fe cristiana. Esto realmente da miedo. Es por esto que así como en el tiempo de la Reforma necesitamos regresar a la Biblia. Necesitamos regresar al centro de la Biblia y ese centro es nada mas ni nada meno que Jesús, el Salvador.

En el versículo final de nuestro texto Jesús dice a sus discípulos que “de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo de Hombre”. Si Jesús va a venir a ellos tan pronto, está claro que no está haciendo referencia a su segunda venida o al final del mundo. Sin duda se está refiriendo a la concreción de su reino aquí en tierra a través del poder del Espíritu Santo y su Palabra. En otras palabras, está hablando del fuego que puso en marcha el día de Pentecostés y continúa ardiendo hasta el día de hoy en los corazones de los creyentes. Estas son muy buenas noticias para nosotros y para el mundo que nos rodea. No somos nosotros los que establecemos el reino de Dios, quienes construimos y sostenemos la iglesia, quienes cambian los corazones de las personas incrédulas. No somos ni siquiera capaces de cambiar nuestros propios corazones. Todo ello es hecho sólo por el obrar de Jesús, por medio de su Ley y Evangelio, por medio de la proclamación del perdón de los pecados en las confesiones privadas y publicas, en su presencia real en el Pan y Vino dados para el perdón de los pecados y al dar vida por medio del Bautismo, agua y Espíritu.

Que paz que trae oír la promesa de Jesús que va a permanecer a nuestro lado en todas las circunstancias de nuestra vida, aún en aquellas batallas espirituales que nos asedian constantemente. Es muy consolador saber que, ante todo, él ya ha ganado la batalla espiritual a favor nuestro, la batalla que nos libera y da vida eterna junto a Dios. Él vivió y murió para pagar el precio no sólo por nuestra apatía en lo referente a la verdad de su Palabra, sino por todos nuestros pecados. Dios nos ama, a ti y a mí, en Jesús. Nada podrá cambia el amor de Dios para con nosotros mostrado en Cristo Jesús. Éste es el mensaje de la cruz. Ésta es la libertad verdadera que anhelamos y proclamamos.

Aquellos príncipes alemanes estaban dispuestos a morir porque conocieron y experimentaron lo que era la vida sin Jesús. Por medio de la Palabra y el Espíritu saborearon la paz que trae Jesús. Así que por ello afrontarían el odio, el desprecio y la muerte en manos de los hombres en lugar de renunciar y descartar la paz que ahora tenían en Jesús.

Así mismo, para nosotros la promesa que expresa Jesús sigue vigente para nosotros, esto nos trae también la seguridad reconfortante a la hora de dar testimonio de nuestra fe. Recuerda y afírmate en su promesa que dice “Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” En lo que se refiere a salir en defensa de nuestra fe, es el Espíritu Santo que Dios nos ha dado en el Bautismo, hace lo que necesitamos para seguir firmes en Jesús y hablar de él de manera prudente como serpientes y sencillos como palomas.

Una serpiente sabe cuándo escaparse sigilosamente del peligro y cuando mantenerse firme y pelear. Como hicieron aquellos príncipes alemanes 478 años atrás. Estemos seguros de que Jesús nos dará el discernimiento y el coraje para saber cuando es necesario confrontarnos con las falsas enseñanzas, aun poniendo en peligro la vida y la reputación, y también nos guiará para saber cuando es hora de desistir y callar, cuándo simplemente con lo que hagamos “estaríamos lanzando perlas a los cerdos” y cuando, como Jesús dice en nuestro texto, es “tiempo a escapar.” Al mismo tiempo, Jesús nos ayudará a ser tan inocentes como las palomas y vivir una vida acorde a los principios y a la voluntad de Dios, como Pedro dice, “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1 Pedro 2:12).

Celebramos esta fecha especial de la Reforma y la libertad espiritual que significa para nuestras vidas, le pedimos a ese Dios que nos de la fuerza, la fe y el carácter que le dio a aquellos valientes príncipes alemanes, hace mucho tiempo. Dios nos ayude a continuar saliendo en defensa de la verdad en todos los momentos espiritualmente decisivos de nuestra vida y en la de quienes nos rodean, porque por su Palabra nos dice que en nosotros hace una reforma diaria cuando somos perdonados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.