sábado, 31 de enero de 2009

4º domingo después de Epifanía.

Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestro corazón Salmo 95: 7b-8

1 Sed hacedores de la Palabra, y no tan solo oidores Santiago 1:22a
Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Adviento. El tiempo de Adviento surge con la idea de preparar el corazón y el espíritu para celebrar la llegada nuestro Señor. Asumir el verdadero significado de la navidad implica conocer y comprender el sacrificio de Jesucristo. Así nos preparamos a través de una profunda reflexión que alimenta la esperanza mientras confiamos preparamos el camino para la segunda venida del Señor en gloria.

“Jesús viene a traer sanidad a nuestras vidas”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Deuteronomio 18:15-20

La Epístola: 1 Corintios 8:1-13

El Evangelio: Marcos 1:21-28

21 Y entraron en Capernaúm; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, 24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.


Sermón

¿Qué has hecho este año para que no te pille la gripe? Sabemos que es fácil de pillarla o mejor dicho de que nos pille, más cuando el clima parece que se ha vuelto loco. Por las mañanas mucho frío, por las tardes sol y aumento de las temperaturas. Un día un calor que te partes y al día siguiente frío que te congelas.

No sabemos qué vestimenta llevar puesta. Ya nadie confía en el servicio meteorológico, entonces nos ponemos de todo. Pero la realidad nos dice que es difícil escaparnos de un constipado. ¿Por qué le escapamos a esta enfermedad?

Nuestro cuerpo sale de un cierto orden que tiene y este virus como otras enfermedades y dolencias afecta todo nuestro organismo y estado de ánimo. De pronto nos sentimos cansados, febriles y doloridos. Entonces vamos al doctor y nos da píldoras mágicas.
Las tomamos y en unos días estaremos mejores, no sé si mejor que antes, pero por lo menos más aliviados de nuestra dolencia. Esto es si Dios quiere ¿no es así?

El cuerpo humano queda reordenado. Pero no solo la gripe nos desordena en nuestro interior. El pecado nos afecta de tal manera que muchas veces nos vemos desequilibrados espiritual, emocional y hasta físicamente. Los enojos, gritos, broncas, depresiones, sentimientos de soledad, insatisfacción, peleas, discusiones familiares, miedos y abandono son parte de nuestra vida y parte de nuestro
desequilibrio interior. En el evangelio de hoy y en los versículos siguientes se nos muestra que Jesucristo ha venido a reordenar, restablecer, reencauzar, y reenfocar nuestro ser, somos parte de su creación y desea llevarnos a la vida que él tenía pensado para nosotros antes de nuestra caída en pecado.

En los Evangelios Jesús cura a muchas personas. Israel esperaba que el Mesías lo haga porque Dios lo había prometido. Era una cosa natural para las personas de Israel esperar que Cristo, el Mesías, el enviado de Dios, salvaría y restauraría a Israel. Esperaban también que él los cure. Esto era así porque Dios es un Dios que cura y restaura. El Salmo 103:3 dice que Dios “es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias”, Dios no solo perdona tus pecados sino que además sana tus enfermedades. En Jeremías 17:14 se eleva una oración que dice “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza”. Otra vez, relacionándose la sanidad y el perdón de nuestros pecados.

En los tiempos de Jesús ellos no diferenciaban las cosas espirituales de las cosas físicas. Una de las cosas que nosotros hacemos es diferenciar las dolencias ísicas, espirituales o emocionales, es nuestra manera de pensar, cosas espirituales por aquí, cosas físicas por allí, estas son cosas emocionales y en cierta forma creemos que podemos separar todo nuestro ser en compartimientos aislados. Los hebreos nunca pensaron de este modo. Pensaban acerca de vida como una unidad y la vivencia de lo físico, lo espiritual, lo mental y lo emocional estaban todas relacionadas. Y sabían que cualquier cosa que los liberara espiritualmente iba a tener impacto en sus emociones y sus cuerpos.

Hay una palabra en hebreo que es “Shalom” y otra que se relaciona a esta “Shalem”. Esta última tiene que ver con estar saludable y entero, mientras que “shalom” tiene que ver con estar en paz y plenitud. La palabra shalom quiere decir que nada está quebrado y que nada falta. Es una totalidad y una plenitud y sanidad. No es simplemente la ausencia de controversia o dificultades, sino una presencia que lo satisface todo. Así que fue normal que Jesús haga lo que hizo con los enfermos. Porque demostraba así las cosas sobre el reino que Jesús vino a traer. Así es que cuando él cura muestra la voluntad del Padre. Muestra su compasión. Era una señal del Mesías y eso es una prueba de su veracidad y la verdad de su enseñanza. Jesús enseñaría y haría cosas controversiales pero luego realizaría algún tipo de milagro para afirmar y mostrar que es el Hijo de Dios.

Así las personas tendrían una ayuda visible para comprender que lo que Jesús enseña es verdadero. Así que él afirma que el reino de Dios ha llegado y llama a todos al arrepentimiento. Eso ahora lo corrobora con la expulsión de un demonio y muchas otras sanaciones.

Es cierto que para Israel era natural esperar ser curados por Dios, y fue normal para Jesús realizar este tipo de curaciones, pero ¿qué hay en torno a la iglesia? ¿Qué debemos esperar dos mil años después? Para responder esta pregunta no podemos hacerlo simplemente mirando el texto de hoy. Así que vamos a tener que mirar algunas partes más del Nuevo Testamento y así llegar a una respuesta fiel y acorde a la Palabra.

Ahora veremos algunos puntos fundamentales sobre el tema de la sanidad de las personas, esto lo podremos aplicar a cualquier área, sea emocional, física o espiritual.

El primer punto es que sin lugar a dudas debemos esperar que Dios nos cure de todas nuestras dolencias. Hay un número de razones para esto. La primera razón es que Jesús como parte de su ministerio ha sanado a muchas personas y lo sigue haciendo. El segundo es que Jesús envió a sus discípulos a curar, en Lucas 9:1 Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. 2 Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. Los apóstoles en los inicios de iglesia sanaron en Hechos 3:6

Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. También en 1 Corintios 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu, aquí dice que los miembros de la iglesia han recibido el don de curar y luego llegamos al libro de Santiago 5:14-16. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Donde recibimos instrucciones de pedir en oración por la curación de otras personas. Jesús lo hizo y envió a sus discípulos a hacerlo. El apóstol lo hizo en los inicios de iglesia. Los miembros de la iglesia recibieron dones especiales para hacerlo y luego nosotros recibimos instrucciones de hacerlo. El tema está muy presente en el Nuevo Testamento. Todavía deberíamos buscar que Dios nos cure de nuestras dolencias.

En segundo lugar Dios no siempre sana inmediatamente. Tenemos una sección interesante de pasajes en el libro de Filipenses 2:25-30, Pablo habla de él y de Epafrodito. Quienes fueron maravillosos compañeros en la obra de transmitir el mensaje de Dios y tuvieron que pasar a través de toda clase vivencias juntos.

Epafrodito estuvo muy enfermo y Pablo habla de cómo esto lo entristeció porque temían que él muriera y eso insinúa que paso tiempo antes de su recuperación y del alivio de Pablo. Ahora si Dios curase todo instantáneamente, Epafrodito hubiese sido curado inmediatamente nunca hubiese llegado a estar seriamente enfermo y tener riesgo de morir, Pablo se habría dado cuenta de la enfermedad y habría orado por su sanidad, nadie se hubiese preocupado en sobremanera ni
entristecido y esto sería hoy solo una nota al pie del Nuevo Testamento.

Justamente sería solo un placentero recuerdo de cómo Dios lo curó de manera instantánea. Pero esto marcó el corazón de Pablo y es de suponer que Pablo hizo todo lo que tuvo a su alcance, espiritualmente y físicamente para tratar con esto.

Pablo escribe en 1 Timoteo 5:23 “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. Exhorta a Timoteo a tomarse un poco de vino para su estómago y frecuentes enfermedades, tribuyendo que el vino tiene su uso medicinal. Esto no sería necesario si Timoteo hubiera sido curado en cada aspecto de sus dolencias físicas. Su curación aún no se había concretado y así es que él necesitaba tomar un poco de vino.

En otras ocasiones pareciera que Dios no cura en absoluto. Por ejemplo, el mismo Pablo habla de una espina que él tiene en su carne. En 2 Corintios 12:7 “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera” él tiene una espina en su carne, casi con certeza es un problema físico que Dios le revela a él que no le curará para que se base siempre en su gracia. Además nos deja enfrentarnos a la muerte que es la enfermedad final que no es curada en la tierra, de esto también hay ejemplos en el Nuevo Testamento y también en nuestra realidad diaria.

Así es que Dios no siempre cura inmediatamente y algunas veces ocurre que él no permite que una personas sea curada, esto nos permite vivir la fe del ya y pero aún no en cuanto a nuestra sanidad integral, padecer aquí pero tener la certeza de vida eterna. El ya es cierto porque Jesús vino a este mundo de manera real, murió y resucitó por nosotros y es completamente cierto que por medio de él recibimos el perdón de Dios y la seguridad de vida eterna.

También es cierto que recibimos el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas que transforma nuestras vidas, modificando nuestro carácter, curando recuerdo dolorosos, sanando enfermedades o quitando vicios perjudiciales.

Incluso recibimos la tarea de administrar este regalo de Dios hacia otros. Esto es cierto, real y concreto. Pero nuestra sanidad y la de quienes nos rodean aún lo es en parte, todavía no es completa. Aún no es total. Porque no estamos curados o sanos todo el tiempo. No nos curamos inmediatamente en cada circunstancia. Y hay un misterio en esto, algo que solo Dios sabe y nosotros debemos confiar en eso y aferrarnos a que él realiza todo para nuestro bien.

Esto es uno de los grandes problemas a los cuales nos enfrentamos como iglesia. Porque en cuanto descubrimos la gracia de Dios curándonos y restaurándonos, comenzamos a esperar que esto ocurra todo el tiempo y en todas las circunstancias. Tenemos fe y sobre todo cuando nuestras vidas están en orden, pero cuando no lo están comenzamos a acusarnos en nuestra conciencia o comenzamos a descargar cierta culpabilidad en alguien o en la vida. Pero esto es un misterio. Algunas cosas que nos ocurren no son previsibles. En nuestra vida recibimos cosas inesperadas, enormes golpes a nuestra salud, sentimientos y fe, es en esos momentos que nos damos cuenta de que no tenemos control total sobre lo que nos ocurre.

Para curarnos de nuestras dolencias Dios puede usar un camino natural y sobrenatural. Pero nuestra disposición mental muchas veces nos empuja hacia los extremos. Si se trata de una enfermedad que la ciencia aún no ha encontrado la cura, nos dirigimos a Dios y esperamos solo en él, pero si vemos que nuestra dolencia es insignificante, ni nos molestamos en orar y pedir a Dios su intervención. Él usa cada cosa que está también a nuestro alcance para curarnos. Médicos, psicólogos y cristianos son puestos en nuestros caminos con los dones que Dios les ha dado para ayudarnos en nuestras necesidades. Nosotros estamos llamados a tomar las herramientas que tenemos a nuestro alcance, las que consideramos naturales y también las herramientas sobrenaturales, como lo es la oración, a fin de ir hacia la meta de curarnos y ser restaurados en nuestra integridad a la que Dios tan cariñosamente desea para nuestras vidas. Así es que la oración y la medicina son puestos por Dios para nuestro bien.

El último punto es el eje de todo el tema y es que la fe es importante para curarse. A lo largo de los Evangelios nos encontramos con que Jesús muchas veces sanó a las personas que vinieron a él esperando que ocurriera algo que naturalmente no ocurriría. De hecho, Jesús dice en algunas ocasiones, “tu fe te ha salvado”. Él honró a las personas que Dios hizo que acudieran a él. El problema es que algunas veces tomamos esta verdad bíblica y luego en una situación dada decimos: Si tu crees serás curado de dicha dolencia ¿crees? Pero si no ocurre nada, comenzamos a echarle la culpa a las personas y afirmamos: “Si la curación no ocurrió es porque tu fe debe ser muy débil”. Lo curioso es que en el Nuevo Testamento en ninguna parte dice que Jesús o algún apóstol rechazaran a alguien que se allegara a ellos quebrado en espíritu, buscando una solución de parte de Dios. De hecho, la única vez que Jesús enfrenta la falta de fe en una situación de curar a alguien de la posesión del demonio es una situación donde el problema está en los discípulos, que no tuvieron la fe centrada en Dios y no supieron cómo manejar la situación.

Creo que es una cosa importante que debemos recordar y tener presente, si la ley en las personas ha causado su efecto no es necesario depositar más culpabilidad sobre ellas por las dolencias que pasan. Si tienen fe, han reconocido los pecados que los han llevado a dicha situación, es necesario el Evangelio restaurador de Cristo y la esperanza de recobrar la integridad en los distintos ámbitos de la vida. De esta manera, aferrados a sus promesas podremos seguir confiados en Dios, sabiendo que no tenemos el control total. Hay un misterio aquí que requiere fe.
Algunas veces Dios nos guía a través de los sufrimientos y nos da una solución. Otras veces no lo hace. Es parte de realidad. Por lo tanto la sanación es un regalo para ser recibido y nunca un derecho para ser reclamado o exigido.

Siempre recibimos la gracia de parte de Dios de manera gratuita. Nunca podemos decir que nuestras vidas estarán siempre en orden. Nuestra fe descansa en que Dios es el que nos guía y lleva por su camino, aún en los momentos de flaqueza. Por lo cual pedimos que siempre podamos estar de su mano, oyendo su Palabra, solicitando que si es su voluntad nos restaure de nuestras dolencias, esperando su regalo de sanidad y disfrutando ya de su regalo de perdón y vida eterna en Cristo Jesús.

Así que nos remontamos a una de las primeras preguntas, ¿Podemos esperar que Dios nos cure? ¿Quiere Dios sanarnos? Si queremos saber la respuesta necesitamos ir al ministerio de Jesús, El hijo de Dios. Él dijo “Respondió
entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” Juan 5:19. Entonces Lucas 4 nos dice y toda la Biblia nos afirma que “si, Dios quiere sanarte”. Es parte de la bendición que él quiere derramar. Él no está lejos para darte esa bendición. Él se encuentra en los medios que nos afirmó que se haría presente, en su Palabra, para firmarnos y consolarnos, en el bautismo para hacer un pacto con nosotros declarándonos sus hijos y herederos de la vida eterna y en la Santa Cena dándonos a comer y beber su cuerpo y sangre para el perdón de los pecados. Estas cosas inamovibles que Dios nos ha dejado nos da seguridad y tranquilidad para acercarnos a Dios y clamar por nuestras necesidades y esperar de él la protección que un buen padre da a sus hijos, porque Él ya nos ha dado lo más precioso que necesitábamos y en lo cual podemos descansar, que somos perdonados de todos nuestros pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Atte. Pastor Gustavo Lavia

domingo, 25 de enero de 2009

3º domingo después de Epifanía.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

“Jesús te llama”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Jonas 3:1-5, 10

La Epístola: 1ª Corintios 7:29-31

El Evangelio: Marcos 1:14-20

14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
16 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Y dejando luego sus redes, le siguieron. 19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes. 20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.

Tema: Jesús te llama

Objetivo: Que tengamos la seguridad del llamado de Cristo quien nos acompaña en nuestro diario caminar.

Sermón

Están echando en la televisión una publicidad de un coche Toyota que habla del seguimiento que hacemos a lo largo de nuestras vidas a diferentes cosas. Verla me llevó inmediatamente a hacer un repaso rápido de etapas de mi vida y comprobar que efectivamente es así, ya que seguimos modas, ideales, sueños, al “amor de nuestra vida”, a nuestro equipo de futbol, y un sinfín de etcéteras. Esto es así porque oímos y sentimos un fuerte y extraño “llamado” interior, en ocasiones incontrolable, que nos impulsa para movernos hacia esos caminos y esos sentidos.

Llamados incluso inconscientes o naturales que nos llevan a desear formar una familia y tener hijos o que despiertan nuestra vocación y aficiones. Pero también llamados conscientes que podemos oír y en los cuales podemos meditar reposadamente. ¿Quién de nosotros no podrá contar alguna anécdota al respecto?

¿Llamados que nos mueven? Pues sí. Siguiendo con esa reflexión he visto que nuestra vida diaria se compone de innumerables llamados que nos van afectando lentamente pero sin pausa.

¿Cuántas veces al día escuchas que alguien te llama por tu nombre? ¿Cuántas veces al día te dicen: “ven aquí un momento” o “sígueme que te quiero mostrar una cosa”? Mi hija me llama muy a menudo para que vaya con ella a hacer alguna actividad. Mi mujer también lo hace.

Recuerdo que mis padres usaban hasta el hartazgo mi nombre para llamarme. Mis amigos me llamaban y yo los seguía cuando íbamos a jugar. ¡Llamados, llamados y más llamados!

Se puede decir que estamos muy habituados a que nos llamen por nuestro nombre y reaccionamos naturalmente a ello. Tan acostumbrados estamos que difícilmente nos detengamos a pensar en qué poderoso acto es ese del llamamiento. Que alguien pronuncie tu nombre hace que te detengas, que prestes atención, que cambies el rumbo de tu camino. Es interesantísimo observar que cuando pronuncias el nombre de alguien y lo llamas, esa persona está cambiando su vida por un instante y se pone a tu disposición para que tú le hables. ¡Qué poder tan grande hay en la palabra! Es nuestra responsabilidad usar esto sabiamente para el bien de los demás.

LA AUTORIAD DEL QUE LLAMA

También es verdad que la autoridad del que llama tiene mucho que ver en la reacción y respuesta que demos. Hay veces que preferimos que no nos llamen a nosotros y decimos “¡a mí!
¿Por qué a mí?”, y otras que acudimos locos de contentos al llamado. En ocasiones el que nos llama no nos significa mucho y no le echamos cuenta. No es lo mismo que nos llame un guardia civil en la calle a que nos llame un vendedor para mostrarnos sus productos. No es lo mismo que nos llame el jefe a la oficina a que nos llame un mendigo en la calle para que le demos limosna. Sin embargo todos nos llaman y reclaman nuestra atención y presencia, y demandan algo de nosotros: quieren que los sigamos, aunque más no sea por un instante, hacia aquellas situaciones, lugares o caminos que ellos pretenden enseñarnos.

DISTINTOS TIPOS DE LLAMADOS

Los llamados pueden ser muy variados. Desde un amigo que te llama para contarte algo y quiere que lo sigas en su relato hasta su propia experiencia de vida, hasta el tedioso llamado telefónico para que cambies de compañía. Algunos llamados son para que sigas algo y otros para que lo abandones. Hay llamados que te levantan la estima y otros que te desmoralizan, incluso hay llamados que te pueden llevar a la ruina. He oído a un hombre una vez maldecir el día en que lo llamaron y lo invitaron a una fiesta a la que, luego de insistirle, finalmente asistió. Allí le invitaron a tomar su primera raya de cocaína y él los siguió, y ese fue el comienzo de su ruina. Los “llamados a seguir a alguien”, las invitaciones y las propuestas que nos hacen, no son todas iguales. Algunas tienen muy malas intenciones y son perjudiciales, otras pueden ser insignificantes e inofensivas, sin que tengan mucha relevancia y otras pueden ser un cambio increíble para el bien de tu vida.

CRISTO TE LLAMA

Pero así como nuestra vida se componen de una sucesión de innumerables llamados y respuestas diarias de familia, amigos, jefes, profesores, autoridades gubernamentales, vendedores, y todas contienen una propuesta que demanda tu atención, así también existe un llamado divino.

Dios no está ajeno a estas situaciones diarias de la vida. Él está con y entre nosotros: “El reino de Dios se ha acercado”. Él es real y es parte de nuestra realidad. Dios también nos llama en Cristo a la maravillosa experiencia del arrepentimiento y el perdón. Nos llama a creer en la Buena Noticia. Cristo te llama por tu nombre a seguirle. El Evangelio de hoy nos relata como Jesús llamó a cuatro de sus discípulos.

A QUIEN LLAMA

Los discípulos de este relato no eran grandes pensadores ni letrados. No eran personas distinguidas por su estatus social. Eran pescadores que llevaban una vida como la mayoría del pueblo. Es verdad que Jesús también llamó a otros discípulos con perfiles diferentes, sin embargo hoy nos toca hablar e identificarnos con estos pescadores.

A ti y a mí también se nos ha llamado como discípulos. Lo hermoso del Evangelio es que Dios no se fija en cuanto sabes o qué nivel social tienes. Él ama a todos por igual y por ello te ha llamado también a ti. Cuando Jesús dijo “id y haced discípulos a todas las naciones Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” eso te incluía a ti. Cuando fuiste bautizado y tus padres, tutores o tú mismo respondiste en fe a ese llamado, haz sido hecho un discípulo de Cristo, y por lo tanto fuiste llamado a seguirle.

Puede que a lo largo de tu vida otros llamados se hayan interpuesto y te haya hecho perder de vista el llamado de Cristo. No te inquietes, pues su llamado se renueva cada día. Hoy él te está llamando a ese pacto que ha hecho contigo. Tú eres su discípulo, su seguidor. Y así como a Pedro, Andrés, Juan, Jacob, etc., a ti también te ha dado una dimensión distinta de tu vocación y una tarea específica: Te ha hecho pescador de hombres.

¿CUANDO TE HA LLAMADO A TI CRISTO?

Puedes estar seguro que en tu Bautismo Dios te ha hecho un llamado. Te ha dado fe, y con ella confianza para que oigas y sigas su voz. Pero este es un llamado que se extiende a lo largo de toda tu vida. Cada mañana Dios te llama y te seguirá llamando. ¿Oyes su voz? Cada vez que abres los ojos a la mañana Dios te está llamando a un nuevo día de vida. Despierta y da gracias a Dios por ello, y ve con Cristo a tus actividades diarias.

¿PARA QUE NOS LLAMA CRISTO?

Podríamos preguntarnos ¿qué tipo de llamado es este? ¿Qué quiere Cristo con nosotros? ¿A dónde nos lleva? Cristo quiere que le sigamos en fe hasta “la casa de su Padre”, en dónde él mismo ha preparado un lugar para que vivamos eternamente a su lado. Mientras caminamos hacia allí, el Señor nos llama a abrir nuestros ojos y ver las necesidades de los demás. Nos mueve a tener misericordia y abrir nuestras manos para ofrecer sin reservas nuestra ayuda; nos llama a abrir nuestros labios para dar una palabra de aliento o un buen consejo; y nos llama a abrir nuestro corazón para sentir y compartir el dolor y la alegría ajena. Nos motiva a extender nuestros brazos para acoger a los afligidos o dar la enhorabuena a un vecino. Nos llama a mantener ágiles nuestras piernas para ir sin demora hacia quien reclama ayuda. Nos llama a transitar por una vida plena y hermosa, experimentando en nuestras propias carnes el Perdón, la Reconciliación, la Paz, el Amor y la Vida absoluta en Él. Nos llama a ser su iglesia que camina como él nos enseñó a hacerlo.

DISTINTOS LLAMADOS DE CRISTO

El Señor llama a algunos a emprender caminos que implican renuncia a sus trabajos, familiares y lugares de origen, como sucedió con estos cuatro pescadores y como puede suceder hoy día con algunos pastores y misioneros y sus esposas e hijos. Otros son llamados a vivir su fe en sus entornos y vocaciones naturales.

Algunos son llamados a reflexionar en el Evangelio, dejar sus antiguas religiones y seguir a Cristo en una nueva comunidad de fe. Es así como muchos en España están siendo llamados a profundizar en su Palabra y a unirse a IELE en este viaje con Cristo. Otros sienten un llamado a hacer un cambio radical en su forma moral de vida, pues lo necesitan urgentemente. Otros no tienen grandes cambios externos, pero sí claridad y seguridades espirituales nuevas.

Pero hay un llamado que nos es común a todos y es el de poner en primer lugar a Cristo y vivir en fe el amor, el perdón y la paz que brinda su cruz. Esta es una maravillosa y apasionante experiencia que nos moviliza a todos por igual y nos estremece. ¡Vive en el Evangelio de Cristo!

LA AUTORIDAD DE CRISTO PARA LLAMARTE

Jesús tiene autoridad y poder. Pero no lo usa despóticamente con las personas. Cristo demostró su autoridad al morir en la cruz por ti y vencer la muerte resucitando también por ti. La autoridad y el poder de Cristo para llamarte es un bien de amor y gracia, es una bendita autoridad que te hace beneficiario inmerecido de sus bienes.

¿QUE QUIERE CRISTO CONMIGO?

Cristo nos llama y por fe, es decir: por la confianza que tenemos en su palabra, le seguimos. Este es un camino nuevo y diferente a cualquier otro camino. Es el camino del Amor, del Perdón, de la Paz y la Reconciliación con Dios y con nuestros semejantes. Cristo quiere que lo transitemos sin miedo, y que disfrutemos en nuestro andar.

El llamado de Cristo demanda confianza. Este es un requisito indispensable para seguirle en este camino. En ocasiones podemos dudar a la hora de dar pasos de fe, ya que muchos factores u otros “llamados” pueden pesar o meternos presión. Pero tienes que saber que cuando te sientas agotado y cansado Cristo te invita a descansa a los pies de la cruz para dejar allí tus cargas.

Cuando estés desilusionado, escucha a Cristo que te dice, ven, sígueme que hay esperanzas “yo estoy contigo”. Hay muchas cosas que surgen como piedras en el camino y nos hacen demorarnos, agotarnos o desilusionarnos. Pero recuerda que lo que quiere Cristo contigo es perdonarte, salvarte, caminar junto a ti, seguir amándote y guiándote por las sendas de la humildad y el amor hasta la vida eterna.

EN CRISTO VOLORAMOS OTROS LLAMADOS

En la Palabra de Cristo tenemos una fuente inagotable de luz y sabiduría para poder evaluar los diferentes llamados que recibimos a diario desde nuestro entorno. Cuando la desesperación, el odio, la dejadez, la desilusión, el fracaso, el camino fácil, el ilegal, el inmoral, etc. nos llaman a seguirle y a abandonar la fe, el matrimonio, las buenas relaciones, etc, Recuerda que Cristo nos llama a ir a su Palabra y encontrar fuerzas, refugio, valor y sabiduría en ella. Él nos lleva por el camino de vivir plenamente y sabiamente nuestra vida.

TU LLAMADO

Tú eres llamado a contribuir en la mejora y bienestar de este mundo partiendo de tu entorno más cercano. Debemos dar gracias a Dios porque muchos han seguido y siguen el llamado a contribuir con la paz. Muchos responden al llamado de dedicar sus vidas a descubrir nuevas medicinas para las enfermedades que padecemos. Muchos responden al llamado y se dedican a sembrar la tierra para que nosotros podamos acceder a esos productos alimenticios. Muchos se dedican a buscar fórmulas para conservar la naturaleza.

Cristo te llama a ti a contribuir en sostener esta creación que él amó tanto. Da los buenos días y una sonrisa, ayuda a tu prójimo. Abraza a tus hijos, esposa/o, padres, amigos, novia/o y dile lo importante que es para ti, así como Dios te lo demuestra y te lo dice cada día, etc. Practicar simples gestos puede ser el comienzo de grandes cosas. Sigue a Cristo en el camino del perdón.

No tomes en cuenta las ofensas que te hagan, así como Cristo no te toma en cuenta tus ofensas y “haz el bien, sin mirar a quién”. Tu granito de arena engruesa el médano.

TÚ PUEDES LLAMAR A OTROS

Tú, a lo largo del día llamas a mucha gente y le hablas, le preguntas, le propones, le compartes, sobre cosas muy variadas. Recuerda que también puedes, en nombre de Cristo, de su amor y su perdón, llamar a que le oigan, a que le conozcan, a que le sigan en este hermoso y apasionante camino de fe.

En su llamamiento a predicar el Evangelio, como en la pesca, los discípulos debían ser pacientes y perseverar, sin saber nunca con seguridad cual iba a ser el resultado de su trabajo. Seguirían las instrucciones de Jesús y confiarían en él. Usarían la red que les dio, la cual nosotros llamamos medios de gracia, la palabra del evangelio y los sacramentos. Con ellas tenemos el material suficiente para trabajar con nosotros mismos y con los demás. Ser atrapado por Cristo, caer en sus redes de amor y misericordia es lo mejor que te puede pasar en tu vida y en de los que te rodean. ¡Echa las redes del Evangelio!

Pastor Walter Daniel Rallli

sábado, 17 de enero de 2009

2º domingo de Epifanía.

Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestro corazón Salmo 95: 7b-8

Sed hacedores de la Palabra, y no tan solo oidores Santiago 1:22a

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Adviento. El tiempo de Adviento surge con la idea de preparar el corazón y el espíritu para celebrar la llegada nuestro Señor. Asumir el verdadero significado de la navidad implica conocer y comprender el sacrificio de Jesucristo. Así nos preparamos a través de una profunda reflexión que alimenta la
esperanza mientras confiamos preparamos el camino para la segunda venida del Señor en gloria.

“Jesús te abre las puertas del cielo”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: 1 Samuel 3:1-10

La Epístola: 1 Corintios 6:12-20

El Evangelio: Juan 1:43-51

Evangelio del día
Juan 1:43 - 2:1 43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo:
Sígueme. 44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe halló a Natanael, y le dijo:
Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. 47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. 51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Génesis 28:10-19
10 Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. 11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. 12 Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. 13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. 15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. 16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo:
Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. 17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. 18 Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero.


Tema: Dios con nosotros

Objetivo: Que reconozcamos que es Dios el autor y consumación de nuestra salvación.

Sermón

Israel y un Israelita. Jacob está huyendo de su hermano que quiere matarlo y exhausto en medio del desierto solo encuentra una piedra para utilizar de almohada. Se encuentra en un lugar tan inhóspito que lo único que tiene a su disposición es una piedra para usar de almohada. Pero está agotado, por lo cual se queda dormido.

Durante su descanso tiene un sueño extraordinario. Ve una escalera con bases de en la tierra que se extiende hasta el cielo. Los ángeles de Dios ascienden y son descienden por ella. En lo alto de la escalera está nada menos que Dios mismo. El Señor se dirige a Jacob en este sueño y le hace tres promesas. La primera es sobre la tierra en la cual duerme, esta es la tierra prometida y la de sus muchos descendientes. La segunda promesa de Dios es que por medio de su simiente todas las naciones serán bendecidas, de entre sus descendientes, nacerá el Salvador. La tercera de las promesas es su presencia y su fidelidad: “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. (Gen. 28:15).

Jacob se despierta del sueño y “tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.” (Gen. 28:17). Sin duda en el desierto hay poco para mirar, más en un lugar donde una piedra es lo único que sirve de almohada. Pero allí Jacob ha visto al Señor y él tiene miedo. Esto es así para todas las personas desde la Caída en el pecado, Dios causa miedo. Un Dios Santo en cielo es intimidante para alguien que toma en serio el pecado. Dios mirando hacia abajo desde la parte superior de una larga escalera, es motivo
para estar aterrorizando.

Pero hay algo que reconforta, Jacob tiene la Palabra de Dios, la promesa de un Salvador. Aquel lugar era llamado Luz, así que Jacob lo renombra y llama Betel, “casa de Dios”. Solo a algunos kilómetros de Betel y unos 800 años más adelante, la casa de Dios será construida y el templo donde Dios morará con su pueblo en la tierra prometida estará en Jerusalén.

Así Dios cumpliría dos de las promesas hechas a Jacob. La tierra prometida y su presencia. Pero estas son solo dos de las tres promesas que Dios hizo desde la cima de la escalera. Había una más, quizá la más importante, recordemos que la tercera promesa era referente al Salvador. Y con el tiempo, el Salvador llega.

Cuando el Salvador llega, un israelita sin engaño está durmiendo, así como Jacob en el pasado. Quizá está más cómodo, ya que en lugar de una almohada de piedra ha encontrado una higuera para tomar una siesta. No hay un sueño especial para Natanael aquel día. Pero después de que se despierta, oye la palabra del Señor por medio de Felipe: “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret”. El descendiente prometido a Jacob ha nacido, está vivo, ha descendido hasta nosotros. La promesa se ha cumplido.

A diferencia de Jacob, Natanael no tiene miedo, de hecho, no está impresionado en lo más mínimo, más bien es escéptico. “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”. La imagen de Dios mirando hacia abajo en la parte superior de la escalera es aterrador. Pero el pensamiento de que él provenga de Nazaret, denigra la idea del Salvador esperado y lo coloca mucho más abajo de lo que se puede imaginar una persona respecto a Dios. La respuesta al escéptico no se hace esperar “ven y ve”.

Como hemos escuchado en la lección de Evangelio, Natanael cree en Jesús. ¿Por qué? Porque Jesús le dice a que “antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Por eso, Natanael llama a Jesús Hijo de Dios, Rey de Israel. Pero esto es apenas el comienzo, Jesús le dice que verá cosas mayores: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.

De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre. Jesús le dice a Natanael que él verá la escalera de Jacob. ¿Cuándo ocurrió eso? Son contadas las veces que en el Nuevo Testamento los cielos se abren y Dios habla desde arriba, desde lo alto, mientras el Hijo de Dios esta abajo, en la tierra, en la base de la escalera. Una de ellas es el Bautismo de Jesús, pero Natanael no está allí.

Otra es la Trasfiguración, pero Natanael no está allí. Pero Jesús habla de un acontecimiento que Natanael verá, habla de cuando el cielo será abierto para Natanael. Habla de la cruz.

Las puertas de cielo han estado cerradas para el hombre desde la Caída de hombre en pecado y los pecadores han quedado fuera a causa de sus maldades. Había sólo una forma para que las puertas se habrán de par en par otra vez: Un sacrificio perfecto debía ser realizado. Y Jesús ha venido a hacer ese sacrificio perfecto.

La cruz es lo único que Natanael verá con similitud a la escalera. Dios está en la cima de esa escalera, juzgando a Su Hijo por el pecado y la culpabilidad de todo el mundo. Y Dios, también, está en el fondo de la escalera, sufriendo por los pecados de mundo en las manos de su Padre. Por su sacrificio perfecto, las entradas de cielo son abiertas para todo el mundo, para todas las naciones.

Después de su resurrección, Jesús dará las llaves del reino de los cielos y enviará a Natanael y al resto de los apóstoles al mundo, a todas las naciones. Por estas llaves, las puertas del cielo abiertas para todo el que crea.

Dios en la parte superior y la inferior.

Continuamos con la iglesia apostólica, haciendo uso de esas llaves para abrir las puertas del cielo. Es un mensaje que este mundo desesperadamente necesita oír, porque los que sufren por sus pecados en este mundo están distantes de Dios, y eso es peor que tener una piedra de almohada. Estamos, inevitablemente, en un mundo de enfermos y de culpables, lleno de depresión y pena. Como cristianos en este mundo, seguramente tendrás tu parte en estos problemas, también, junto con los problemas vienen los problemas de insomnio, preocupación y desesperación.

Sin importar como se quieran disimular los hechos, éste mundo se está muriendo y lo reconozca o no tiene una gran necesidad de salvación, porque por nosotros mismos no hay nada que podamos hacer. A este mundo es que proclamamos cosas mayores que las que se ven o compran. Proclamamos que Dios está arriba, en el cielo, y abajo, en la tierra, con nosotros. Damos fe de que el Dios todopoderoso, el Creador de cielo y tierra, se hizo hombre y murió para redimir a la humanidad. Este Dios de arriba se hizo hombre y vivió en la tierra al pie de la escalera, en este mundo. Él sufrió el juicio de todos los pecados de todas las personas, antes de que se resucitase y enviase a predicar el perdón de los pecados a todos quienes creen en él.

Esto es el Evangelio, la Buena Nueva y la mayor cosa que proclamamos a este mundo. Y aquí está el problema: Por el pecado, las personas o quieren a Dios arriba o Dios en la parte inferior. Pero no quieren a Dios en ambos sitios. Éste es la falsa doctrina que Juan busca refutar a lo largo de su primer capítulo y de su Evangelio y epístolas. Este es un pecado que está muy generalizado en el mundo de hoy.

A algunas personas les gusta tener a Dios solo arriba: Lo predican sólo como todopoderoso, omnipotente, glorioso y fuerte, como si mirara con desprecio a este mundo y a ti. La idea está en que si Dios es tan glorioso, poderoso y fuerte todo el tiempo, las vidas de sus seguidores deberán ser gloriosas, poderosas y fuertes.

Suena atractivo, pero esto no conduce a buen camino, mucho menos al camino de la salvación.

¿Por qué? Porque si Dios es tan glorioso y santo, tenemos que resolver que hace un Dios así con nuestros pecados. Una solución es caer en una arrogancia suprema, donde el Dios Todopoderoso cumple con nuestras reglas y exigencias constantemente. Esto puede sonar absurdo, porque lo es. Pero no deja de ser real en muchas personas e iglesias. Es una enseñanza que prevalece en nuestros días, muchos afirman que Dios es genial y es todo amor y cualquier cosa que creas acerca de él es cierto. Él te ama simplemente así como eres y quiere que seas feliz. Por consiguiente, hagáis y creáis cualquier cosa que quieras acerca de Él, que Dios estará encantado contigo. Todos los caminos conducen al cielo. Aquí la escalera de Jacob es un ascensor llevando a todas las personas a la eternidad, no importa en lo que crean. El Señor es tan santo y poderoso que él te dice “seré cualquier cosa que los pecadores quieran que yo sea”. Es como crear un Dios a la conveniencia de cada persona.

Francamente, ésta son las cosas de religión moderna, pero esto es ridículo para alguien que toma en serio a Dios.

La otra solución es el miedo. Dios todopoderoso, santo coloca los estándares de vida para su iglesia y será mejor que estés a la altura de ellos. Aquí tienes que poner manos a la obra. La escalera de Jacob va a ser una subida muy larga, extenuante para ti. Cada escalón hacia arriba es una obra, pero cada pecado es un escalón hacia abajo. Así que tienes que ponerte en marcha y quizás consigas llegar. Es lo que dicen.

Pero la Palabra de Dios nos dice que esto es imposible de lograr, y si no mira tu propia realidad, ella también te dirá que no.

Esto es lo que qué pasa si Dios está sólo arriba: Las personas te enseñarán que él es permisivo y te ama simplemente como eres o que él es estricto y exigente y por lo tanto inaccesible. Pero esto no es de gran consolación para ti cuando estés en enfermo, combatiendo con tu culpabilidad, en medio de una depresión o consternado, o algo semejante. Esto no te ayudará en nada, al contrario causará más incertidumbre y miedo.

Estas condiciones rápidamente destruyen el cuento de hadas de que el Dios todopoderoso está contento contigo tal como eres. Y si él es tan estricto y exigente, ¿qué harás para ganar su favor cuando estés enfermo y desanimado?

No, cuando eres avasallado por la condenación que trae tu pecado, por la depresión, la enfermedad o la pena, el Dios solo de arriba no es consolación. Por esto es que proclamamos algo más que un Dios todopoderoso en cielo: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto”.

Si no les gusta ver a Dios arriba, muchas personas intentan ver a Dios solo abajo. A menudo se enseña que Jesús es un buen amigo, antes que cualquier otra cosa.

Por lo cual es un ejemplo y un modelo a seguir por sus discípulos. Y, al ser una persona estupenda, él no se pone en posición de juez, para juzgar los estilos de vida de las personas. Otra vez, esta postura nos abre dos caminos, que no ofrecen la salvación.

Así como con Dios solo arriba, este camino lleva a crear una falsa moral, enseñando que puedes hacer cualquier cosa que quieras. Como Jesús es su buen amigo, sabe de sus debilidades y de sus fracasos, y sabe qué tan débil eres y cuán duro intentas agradarle, él no va insistir en que seas perfecto o un santo. Por consiguiente, tu tarea es seguir intentando mejorar. Debes hacer lo que creas más conveniente para ti, ya sea que el Señor llame a eso pecado o no. Simplemente mantente intentando subir por la escalera de Jacob como puedas, porque Jesús es tu amigo. Craso error el de esta postura.

Tal vez un Dios cercano te induce a tener miedo. Si Jesús es simplemente un buen amigo y ejemplo, ¿qué tiene que ver Él con mi salvación? En esta postura la salvación es decisión suya, así que es mejor poner manos a la obra. Continuar escalando escala de Jacob en los pasos de Jesús, y seguros iremos por buen camino.

Esto puede parecer sensato en un buen día, pero no es de consolación cuándo la realidad nos muestra nuestra culpabilidad, enfermedad, depresión o pena. Otra vez, tales sufrimientos rápidamente corroen el pensamiento de que Jesús es justamente es un buen amigo. Cuando sufres tal tribulación, el esfuerzo de intentar seguir su ejemplo será más que imposible.

Eso es el por qué proclamamos algo más que Dios solamente como amigo: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto”. Esto es cierto y es literal. Los cielos están abiertos para ti hoy. El Hijo de Dios puso los pies sobre la tierra y se hizo hombre. Él vivió una vida perfecta para y por ti, luego fue a la cruz y sufrió la furia de Dios por tus pecados. Por su muerte, él abrió las puertas del cielo para el mundo. Y cuando le dio las llaves del reino a los apóstoles, abrió esas puertas para ti.

En tu Bautismo, fuiste lavado con agua y la Palabra, en nombre del Dios Trino. El cielo y la tierra se juntaron en estas Palabras, y allí Dios declaró: “Por el bien de mi Hijo amado que fue a la cruz por tí, eres ahora heredero e hijo amado en el reino de los cielos. Quizá sufras en tu peregrinaje en el mundo, pero tu destino es cierto y la vida eterna te aguarda”. Esto es cierto para ti, Dios en el cielo y en la tierra es quien te lavó por completo de tus pecados con agua terrenal y la Palabra divina.

En la Absolución, Dios te declara que ere perdonado de todos tus pecados. Si eres perdonado, la entrada al cielo no está cerrada para ti, está abierta de par en par.

En la Cena de Señor, el cielo y la tierra se juntan otra vez. El Hijo de Dios te da su cuerpo y su sangre para el perdón de todos tus pecados. Esto es una anticipación de la fiesta por venir, cuándo Cristo venga a buscar a los suyos y el pecado, la muerte y el diablo sean destruidos y no tengan influencia en ti. Allí cantaras con ángeles, arcángeles y toda la corte celestial al glorioso Señor del Universo.

Ésta es tu consolación en la culpabilidad, en la enfermedad, en la pena y en la depresión. Tales sufrimientos en el corazón son el resultado del pecado, confirmaciones de la realidad de que en este mundo, aparte de Cristo, estás en el punto más bajo y no puedes hacer nada para subir. Así es que Dios desde arriba ha ido para al fondo para redimirte de tus pecados. Y ahora él abre cielo para ti. Él te ha confirmado para la vida eterna.

Es difícil ver que los cielos se abren, especialmente en los sufrimientos o dudas. No obstante, después del sueño, Jacob sólo vio una piedra de una almohada. Natanael vio sólo a un hombre de Nazaret. Pero aun si los cielos llenos de los nubarrones más oscuros, estamos seguros de que el cielo está abierto, porque has sido perdonado de todos tus pecados en nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén.

sábado, 10 de enero de 2009

Domingo del bautismo del Señor.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17


“Cristo se Bautiza para que tu bautismo te de vida”
Textos del Día:
El Antiguo Testamento: Génesis 1:1-5
La Epístola: Romanos 6:1-11
El Evangelio: Marcos 1:4-11

4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.
9 Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

Sermón
Juan el Bautista ya ha estado presente en algunos sermones pasados. Él cumple un papel importante en el plan de Dios. Algunos le han comparado con una “bisagra”, ya que su tarea fue la de conectar al pueblo de Israel con Jesucristo, y así, con el nuevo pueblo de Dios: la iglesia. Él sirve como herramienta para abrir la puerta a Cristo.
Es apasionante hurgar en la vida de Juan el Bautista y ver los grandes detalles que nos aportan los textos bíblicos: cómo se produjo su concepción, su encuentro con Cristo en los vientres maternos, su peculiar forma de vida, vestimenta y alimentación, cómo termina su vida, etc. Pero sin duda alguna lo más importante de Juan el Bautista era su discurso. Su predicación. Él tenía muy claro su oficio y cómo debía desempeñarse en él. Juan tenía la misión de hablar de Cristo y no de él mismo. El objetivo era hacerle saber al pueblo que su salvador venía a ellos. Él era un obrero que trabajaba en las preparaciones. Preparaba el camino. Él no era el protagonista ni el centro de atención de la historia. Él señalaba hacia Cristo. Pero a su vez tuvo el privilegio de ser quien dio el “pistoletazo de salida” al Ministerio Público de Jesús. Es en su Bautismo dónde Cristo comienza de forma abierta su actividad salvadora. Y Juan estuvo ahí, como un siervo fiel.
EL CONFLICTO TEOLÓGICO
Pero bautizar a Cristo no fue tan fácil para Juan, ya que tuvo que enfrentarse a un conflicto doctrinal- racional. Tuvo que hacer aquello que llamamos “reflexión teológica”: Detenerse, replantearse las cosas, y al fin y al cabo hacer como Cristo nos dice que hagamos, es decir:
Obedecer en fe. Su prédica era para pecadores, y su objetivo era que estos se arrepintiesen de sus pecados y que esperasen y confiaran en Cristo como su salvador. Para ello Juan ofrecía un Bautismo como sello visible dado y mandando por Dios. Hasta aquí todo en orden.
Pero el conflicto para Juan llega cuando Jesús, el Salvador anunciado y esperado, se le acerca y le pide para sí mismo ese Bautismo (Mt. 3:13-15). Juan tenía muy claro que el Bautismo era para pecadores, pero también tenía muy claro que Jesús no tenía pecado (He. 4:15) y por lo tanto no necesitaba ese Bautismo. Rápidamente surge nuestra mente cuestionadora que dice ¿Por qué hacerlo entonces? ¡No tiene sentido para mí! ¡No lo hagamos! Lamentablemente somos muy eficaces para no obedecer. Pero Cristo dice “así conviene” ¡Es conveniente!
Así como Juan, también hay cosas que nosotros no llegamos a comprender del todo (humanamente hablando) en asuntos de fe y que poco a poco van encajando y cobrando sentido en el puzle de la salvación de Dios. Sin embargo el Señor tiene todo muy claro en su mente y sabe lo que dice y sabe lo que hace, y sabe perfectamente lo que pide a sus discípulos que hagan. Así se lo hizo ver a Pedro cuando le dijo: “Lo que yo hago, tú no lo comprenderás ahora, pero lo entenderás después” (Jn. 13:7). Creer a Cristo es confiar plenamente en su palabra como la verdad y dejarle hacer como él dice, aún cuando nuestra mente no sea capaz de captarlo todo y se resista. Pues nuestra carne (naturaleza corrupta) aún presenta batalla y se resiste a Cristo y su Palabra “Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” 1ª Co. 2:14
En Lucas18:31-34 Jesús les anuncia por tercera vez, sí, has leído bien, tercera vez a sus discípulos el plan de salvación, lo que debía suceder: Jesús sufriría, moriría y resucitaría. Y ellos nada comprendieron de estas cosas. Incluso en una de esas ocasiones Pedro se opuso a lo que Cristo les cuenta diciendo “¡En ninguna manera esto te acontezca!” y es cuando el Señor le dice a Pedro y a nosotros: “no pones la mira en las cosas de Dios, sino en la de los hombres”. Mt. 16:22-23
Poner la mira en las cosas de Dios es lo mismo que decir “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” He. 12:2. A él es a quien hay que mirar y a su Palabra y no a nuestros interminables cuestionamientos que no traen más que dudas, incertidumbre e incredulidad. Pues en fe todo cobra sentido, si Dios así lo dice. Los discípulos necesitaron un poco de perspectiva para comprender todo de una manera más cabal. Pero sin embargo Jesús no dejó que ellos detuvieran su obra por su falta de comprensión, sino que siguió adelante. “Por lo tanto cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho” Jn. 2:22. Nosotros hoy día contamos con el Espíritu Santo quien vence a nuestra humanidad y nos lleva a toda verdad en Cristo “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Jn. 14:26
El Bautismo ¿una obra del ser humano o de Dios?
Así como Juan en principio interpretó que debía impedir que Cristo vaya al Bautismo, así hoy son muchos los que impiden, por ejemplo, a los bebes ir al Bautismo. No lo creen necesario o simplemente no le encuentran sentido y por ello privan de un bien tan preciado a las criaturas.
Muchos otros cuestionan o ponen en duda la valides y la eficacia de su Bautismo por haberlo recibido cuando ellos no eran “conscientes” de lo que recibían ¡cómo si los bebes fueran conscientes del aire que respiran! ¿Pero acaso no es por gracia? ¿No es que Dios viene y da un nuevo nacimiento por el agua y el espíritu? ¿Acaso no son carne nacido de carne también los bebes? ¿No necesitan ellos el don que Dios ofrece y da en el Bautismo?
Otros cuestionan el bautismo por quien lo ha oficiado: “es que luego nos enteramos que el cura o el pastor aquel, hizo tal y cual cosa ¿será válido lo que ofició si él es un indigno?” Nunca perdáis de vista que el Bautismo es una obra de Dios y no de un hombre. Juan se sabía indigno incluso de desatarle las sandalias a Cristo, y no por ello el Señor desechó el Bautismo. ¡Ten cuidado y no te conviertas tú en juez de Dios!
¡Cree y vive!
Cree en Cristo y créele a Cristo. No desestimes su palabra por no captarla. Si no logras comprenderlo, entrégate en confianza a la Palabra de tu Señor. Esa es la mejor resolución del conflicto. Como recordarás así también lo ha hecho María al decir “he aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”. Lc. 1:38
Los obreros de Dios, los creyentes, no siempre entendemos a primera todo porque como dice el Señor “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos” Isaías 55:8. El problema nunca es que el plan de salvación y las formas que Dios usa y hace para darnos perdón, vida y salvación estén errados, sino que el problema radica en nuestra incapacidad de captar de forma plena todo. Pero gracias a Dios que tenemos la fe. Esa confianza que cree en lo que Dios dice aún cuando no tengamos del todo claro en nuestra mente como eso puede ser. El mejor remedio para la amarga y tortuosa duda es la fe. Creer sin más lo que Dios nos dice, por el simple hecho de que viene de él. Cuando tu mente te quiera hacer dudar de que si tus pecados son perdonados o si Cristo está presente en cuerpo y sangre en el pan y el vino de la Santa Cena, aférrate a sus palabras “esto es mi cuerpo, esto es mi sangre dado y derramado por vosotros para el perdón de los pecados”
Estimado hermano: “No temas, cree solamente” Mr. 5:36 porque “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” Lc. 18:27, y “no hay nada imposible para Dios” Lc. 1:37 Por lo tanto “si puedes creer, al que cree todo le es posible” Mr. 9:23
CRISTO, EL SIN PECADO
El planteo de Juan tenía lógica. El Bautismo era para pecadores y Jesús no lo era. Sin duda que hay una explicación para que Jesús quisiera ser Bautizado. Juan anunciaba a los cuatro vientos el arrepentimiento. Movilizaba a su auditorio a reconocer su necesidad. Si viene un salvador en camino es que necesitamos ser salvos. ¿Salvos de qué? De nuestro pecado que nos condena a muerte. Para ello hay que saberse y sentirse pecador, reconocer nuestra trágica situación, pues de lo contrario ¿qué tendrá que ver ese salvador conmigo? Este salvador tiene que ser uno que no esté en la misma condición de muerte que están aquellos a los que quiere redimir, sino sería imposible. Por eso Cristo se hace hombre y ocupa nuestro lugar en la vida. Él lleva una vida perfecta y lo hace por nosotros. Fue tentado en todo según la carne pero no pecó, sino que se ajustó siempre a la voluntad del Padre. Parte de la voluntad del Padre era dejarnos Medios de Gracia dónde los seres humanos podamos ir en busca de gracia y misericordia. Uno de eso medio es el Bautismo. Por ello Cristo Bendijo e instituyo con su propio cuerpo este sacramento. No por necesidad suya, ni para su propio provecho, sino porque así convenía para ti y para mí. ¡Por Él, ahora esas son aguas de vida!
“Así conviene” fue la respuesta de Jesús a Juan. El Señor no despreció el Bautismo.
Lamentablemente muchos desprecian el Bautismo, aquel acto de Dios manifestándose y declarándonos sus hijos, por el simple hecho de que no pueden creer lo que ahí ocurre. Muchos, ante el conflicto teológico que se presenta creen a sus razonamientos “lógicos” antes que a la Palabra de Cristo. Pero tú tienes que saber que Jesús estimó el bautismo a tal punto que el mismo se bautizó. Y con su Bautismo todo Bautismo queda bendito. Todo lo que Cristo hizo, lo hizo por ti, en tu lugar, para que tú obtengas perdón de pecados, paz con Dios, vida y salvación. Porque Cristo se Bautizó, tú bautismo, el mismo que recibió Cristo, tiene poder. En él se te reviste de Cristo.
EL BAUTISMO ES UNA BUENA NOTICIA DE LA TRINIDAD
El cielo se abre. Dios se manifiesta y se hace presente en la tierra. Ya no hay barreras divisorias entre el hombre y Dios, pues en este sublime acto el Espíritu Santo desciende, el Padre habla y Cristo toma nuestro lugar.
Dios podría haber elegido otra ocasión para manifestarse plenamente en las tres personas de la trinidad, sin embargo escogió el Bautismo. Jesús refuerza esta enseñanza al enviarnos a Bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28:19). En nuestro Bautismo el Dios trino abre el cielo ante nosotros, se acerca, nos da el Espíritu Santo, nos declara sus hijos y nos reviste de Cristo. Todo eso sucede en un instante sublime. Eso ocurre en la vida de tu hijo cuando lo llevas a las aguas de vida que ofrece el Bautismo; eso sucedió en tu vida. Además de la fecha de tu nacimiento, deberías gravar en tu mente el día de tu bautismo, recordarlo y celebrarlo pues ese día Dios te ha hecho nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Sí, así ha sucedido. Fue por Gracia Divina. Ninguna obra de tu parte para merecer tanto amor ¡Agradece por tan sublime don!
QUE HAY EN EL BAUTISMO
Sin fe solo se puede ver simple agua común en el Bautismo. Un ritual, una ceremonia, un acto humano donde alguien hecha agua a otro, un símbolo, una señal. Lutero decía que su perro Bodoque, un cerdo o una vaca también podían ver esa agua común. Pero a los creyentes nos interesa saber qué más hay detrás de esa agua, pues si Dios mismo se hace presente ahí, si Cristo valora el Bautismo a tal punto que sin necesidad se Bautiza y si el Espíritu Santo desciende ¿crees tú que sólo habrá simple agua? Pues no. Lutero decía: “Esto es lo que hay: Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo, y todos los ángeles. Ahora ya no es simple agua, sino un agua en la que se baña el Hijo de Dios, un agua sobre cuya faz se mueve el Espíritu Santo, y predica Dios Padre…
Por ende, aún hoy día, cuando yo aplico el bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, se encuentran ahí presentes el Hijo que santificó el bautismo con su cuerpo, el Espíritu Santo que lo santificó con su presencia en forma de paloma, y el Padre que lo santificó con su voz.
No dejes que tu mente menosprecie ni pisotee tan preciado don de Dios. Lucha con todas tu fuerzas para que el diablo no te engañe y te aparte del momento en el que Dios comenzó la buena obra en ti dándote perdón de pecados, fe, nueva vida y salvación.
En el Bautismo nacemos de nuevo por el “agua y el Espíritu” Jn. 3:5-6. Ya que en el Bautismo se da fe y salvación “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” 1ª Pedro 3:21. Porque es un Bautismo de “lavamiento de regeneración” Tito 3:5. Que tiene poder para lavar tus pecados
“Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre” Hechos 22:16. Porque en el Bautismo se perdonan los pecados y se te da el Espíritu Santo “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” Hechos 2:38. Y todo ello sucede porque “todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” Gál 3:27
Dios se complace en Cristo, y así conviene
¿A quién le conviene? A ti te conviene. Pues todo lo que Cristo hizo fue por ti, por tu bien. Y todo lo que Cristo te manda a hacer es por tu mismo bien. Aún cuando tú no puedas captar todo, hazlo si Cristo te lo pide, pues eso ten por seguro que te beneficia. En nada fuera de Cristo, ni en nadie fuera de Cristo Dios encuentra complacencia. Nada le agrada sino aquel que fue sin pecado y aún así dio su vida en rescate de los pecadores. Cristo hizo la voluntad del Padre, porque “así conviene que se haga toda justicia”. Tú puedes preguntar ¿cómo puedo entonces hacer las obras de Dios? Y Cristo te dirá “Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado” Jn. 6:29 ¡Créele a Cristo! ¡Tú estás revestido de él por el Bautismo! ¡Disfruta de su amor!
Pastor Walter Daniel Rallli






sábado, 3 de enero de 2009

2º Domingo después de Navidad.

Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestro corazón Salmo 95: 7b-8
1 Sed hacedores de la Palabra, y no tan solo oidores Santiago 1:22a
Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Adviento. El tiempo de Adviento surge con la idea de preparar el corazón y el espíritu para celebrar la llegada nuestro Señor. Asumir el verdadero significado de la navidad implica conocer y comprender el sacrificio de Jesucristo. Así nos preparamos a través de una profunda reflexión que alimenta la esperanza mientras confiamos preparamos el camino para la segunda venida del Señor en gloria.

“El Dios que se hace presente en tu vida”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Isaías 60:1-6

La Epístola: Efesios 3:1-12

El Evangelio: Mateo 2:1-12

2:1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque
así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. 7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Tema: Dios con nosotros

Objetivo: Que nos sepamos benditos por la obra salvadora de Dios al enviarnos a Cristo

Sermón
Hoy en día los Reyes Magos o los Sabios de oriente son un signo importantísimo en nuestra
sociedad. Ellos representan la ilusión, la esperanza, la espera y la alegría de millones de niños y
adultos que nos preparamos para su visita. La magia de estos reyes se evidencia en el efecto
maravilloso que causan en aquellos que los esperan con ansias. ¿Pero qué fue lo que movilizó a
estos reyes a emprender tan impresionante viaje que hasta hoy resuena y se hace palpable también en nuestros hijos?

LA AMPLITUD DEL MENSAJE DE DIOS

Dios es creador de todo y de todos. Su obrar no está limitado a un pueblo particular. Si bien es cierto que Dios escogió actuar a través de personas y pueblos particulares, su objetivo siempre fue llegar a través de ellos a “todas las naciones” o “toda criatura”. Un claro ejemplo de ello fue la promesa que Dios dio a Abraham, anunciando que el mensaje de Dios era para todos: “en ti serán benditas todas las familias de la tierra.”
(Génesis 12:3) Más tarde Dios dijo a Abraham, “En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra.” (Génesis 22:18). Repetidamente está escrito en Isaías que Dios invitó a todos los pueblos a su gracia salvadora. “¡Mirad a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra!”, dijo el Señor en Isaías 45:22. Más tarde Jesucristo mismo reafirmaría este mensaje enviando a sus discípulos a predicar las buenas nuevas a todas las naciones.

EL PESEBRE.

Cristo es el motivo quien convoca y atrae hacia sí mismo.
La comunión con los hermanos es una consecuencia, un “efecto secundario” de la presencia de Cristo en la vida del cristiano. En muchas ocasiones el tener un encuentro con los hermanos tiene el sitio predominante y de más importancia en nuestros Cultos de adoración. El mal entendimiento de ello trae a menudo confusión, prioridades equivocadas y problemas. Porque al preguntarnos por qué voy a la iglesia, las respuestas que surgen no lo hacen desde nuestro nuevo hombre, sino desde los deseos de nuestra carne, que buscan ser satisfechos cueste lo que cueste.
Es por ello que es muy fácil crear clubs cristianos, dónde buscamos pertenencia a un grupo, nos sentimos parte e integrados, dónde tengo un propósito y actividades fijas de ayuda social. Pero como hemos visto en los mensajes anteriores esto es lo que movió a los pastores, ni mucho menos a los Sabios de Oriente. Más que comprobado que este tipo de sociedades lo puede crear cualquiera. Sin embargo, en la Iglesia cuando no hay nada de eso, cuando no hay ningún vínculo o atractivo, aún queda Cristo que sigue estando ahí presente y que mueve nuestros corazones hacia él.
Es indiscutible que reunirte con quienes tienen una fe y un objetivo en común es maravilloso.
La misma escritura nos dice que “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová
iremos” Salmo 122:1. Los primeros cristianos tenían la sana costumbre de reunirse y en esas reuniones “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Esa comunión (unión en común) que se genera es algo indescriptible. ¿Pero que mueve a cada uno de esos hermanos o congregados a estar ahí?
Nuevamente nos preguntamos por qué fueron estos sabios al encuentro de Jesús. ¿Fueron acaso por María? ¿Fueron acaso por José? ¿Fueron porque eso les iba a dar renombre? ¿Fueron porque podían visitar a Herodes?
Los magos emprenden la aventura de la fe. No saben lo que se van a encontrar. Solo saben que va a estar Cristo.
Del resto no tienen ni idea, por no importa. Lo que importa es Cristo lo demás será una consecuencia.
Pero así como nos preguntamos por qué fueron estos sabios al encuentro de Jesús, es necesario que nos preguntemos qué mueve a las personas a ir a la iglesia hoy día. ¿Qué te mueve a ti?
Lamentablemente nos mueven y nos motivan cosas sin sentido. En primer lugar creo que se busca el sentirse bien. El sentirse bien cantando con una gran orquesta o coro. Que las canciones me emocionen y sienta vibrar algo dentro de mí. Que la iglesia sea una iglesia con muchas personas, porque esto da sensación de poder. Que el pastor tenga poder y autoridad, aunque tenga que mostrarlo a los gritos o por medio de equipos de sonido que nos dejen sordos, aunque no seamos más de diez en el culto. A todos nos gusta participar de una iglesia viva, que haga cosas, que ayude, que vaya y venga. Así tendremos de que jactarnos el lunes ante nuestros amigos no cristianos. Pero creo que ninguna de estas cosas son válidas. Estas posturas surgen de nuestro viejo hombre que quiere hacer lo mismo que Herodes, matar a Jesús para seguir reinando en nuestras vidas.
Los Magos de oriente eran estudiosos. Tenían dinero, pues emprender semejante no era cuestión de tomarse el metro y listo. Pero ¿Qué ha movido a las personas hacer este viaje?
Cuando llegué a España como misionero quedé realmente impactado cuando las personas que creían en el Evangelio estaban y aún siguen estando dispuestas a recorrer distancias muy largas para llegar a un lugar y participar de un Oficio Divino. Estoy hablando incluso de llegar a recorrer 100, 200 y hasta 400 Km en un día.
Ninguno lo hacía con objetivos meritorios y mucho menos con el propósito de impactarme, sino porque deseaban de todo corazón estar en torno a Cristo. Sin embargo una consecuencia involuntaria era, y aún hoy lo sigue siendo, mi perplejidad ante tales acciones. En una sociedad cada vez más cómoda, de lo práctico, rápido, donde todo tiene que estar al alcance de tu mano, realmente algo sobrenatural tiene que ocurrir para generar acciones que va contra nuestra naturaleza humana. Cuando uno puede estar cómodo en su casa ¿Qué lo mueve a movilizarse a él y toda su familia a emprender un viaje así? Personas que tienen una iglesia Católica Romana o incluso de otras denominaciones en la esquina de su casa.
En algunas ocasiones sucedió que sólo éramos cuatro personas en el Oficio. Ante esta realidad muchas veces surgían sentimientos desalentadores. Pero siempre estaba la pregunta ¿Por qué desmoralizarnos? ¿Por qué no perder la motivación? En una sociedad dónde el triunfalismo lo da la cantidad y la magnitud de las cosas ¿Qué pasa con nosotros que aún insistimos con los Oficios Divinos, aún cuando somos solo cuatro? Cuando ni siquiera tenemos templo y nos reunimos en salones prestados, en casas, en gimnasios, en salones de hoteles, en un bar o al aire libre.
Pero una y otra vez regreso a Belén. Regreso a aquel humilde pesebre e intento ver esa estampa maravillosa pero desconcertante. En una cultura individualista, dónde fácil es caer en la idea “yo creo a mi manera y lo hago sólo en mi casa”, la Palabra de Dios que nos dice “no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre” (Hebreos 10:25) sigue moviendo a las personas. Pero nos mueve Cristo. Cuando somos pocos o muchos, siempre comenzamos recordando en la liturgia que es Cristo quien nos convoca y que nos reunimos en su nombre. Porque Él es lo más importante y prometió que estaría allí dónde hay dos o tres reunidos en su nombre.
Juan nos dice que el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. La Palabra creadora de Dios vino al mundo y sigue viniendo cuando es predicada y anunciada, una y otra vez. Además así como el nacimiento de Cristo fue imperceptible, hasta podría ser despreciable para la razón humana, así su presencia en la Santa Cena de manera real con su cuerpo y sangre, sigue siendo locura para muchos. Pero Él sigue congregándonos entorno de si mismo de esa manera, humilde pero eficaz, para darnos el perdón de todos nuestros pecados.

EL NOMBRE DE CRISTO PRODUCE RECHAZO

El nombre de Cristo produce adoradores, pero también produce mucho rechazo. Hay personas que se sienten amenazadas por Cristo. El reino que ellos mismos se han montado puede estar en peligro ante la llegada del Rey de reyes y Señor de señores. Los que rechazan y persiguen a Cristo lo hacen por sentirse amenazados por su presencia. Temen aunque sus discursos puedan ser otros. Cuantas veces nos comportamos como Herodes. Tal vez ninguno de nosotros se preocupa por lo que las otras personas piensan acerca de nosotros. Ninguno de nosotros intenta forjarse un nombre que sobresalga. Ninguno de nosotros tiene una veta de orgullo que vive en nuestros corazones y que nos impide reconocer a otros como mejores o superiores. Ninguno de nosotros ha sentido el impulso de anteponer la acumulación de riquezas a nuestro servicio al Señor. ¿O si? Creo que nos parecemos más a Herodes que a los sabios de Oriente.
Herodes tiene toda la sabiduría no a su alcance pero esta no lo salvará. Ni lo hará la sabiduría de los Sumos Sacerdotes y los maestros de la ley. Estos líderes judíos me hacen pensar acerca de la Biblia. ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Fueron a azotar a sus Biblias y respondieron: ¡Belén! Como dice el profeta Miqueas. ¿Pero creyeron en esa profecía? ¿No resulta extraño que estos líderes religiosos oyen el mensaje que su Rey ha sido nacido, pero no leemos que se unieron a los Reyes Magos para viajar hasta Belén? De Jerusalén para Belén no hay mucha distancia. Como muchos conocían sus Biblias. Pero realmente no la creían. El resto de Mateo muestra cómo estos mismos líderes judíos se convirtieron en enemigos de Jesús, el que nació como Rey de los judíos.
Pensar acerca de estos líderes judíos me hace temblar porque muchas veces somos sabios como estos sabios de la Ley. “Soy cristiano comprometido”, “Conozco la Biblia y sus enseñanzas”, “estoy comprometido con la obra del Señor más que nadie”. Pero ¿crees en eso? Los líderes judíos no recorrerían ocho kilómetros para conocer al Salvador del mundo. Nosotros no tenemos que ir hasta allá. Solo tenemos que alcanzar el estante de libros y coger nuestra Biblia, oír su mensaje predicado o recibirlo en el sacramento del altar. Estos medios de gracia nos conducen a Jesús tal como la estrella condujo a los hombres sabios a Jesús.

LO QUE LOS MAGOS SE JUGARON AL IR

Estos reyes no lo tenían todo fácil. Es cierto que tenían los medios para emprender el viaje. Pero también contarían con dudas: ¿Y si es mentira? ¿y si no hay ningún niño-Rey? ¿y si la expectativa y las ilusiones que tenemos no concuerda con lo que vamos a ver? ¿Y si mejor nos quedamos en casa y ya nos enteraremos más adelante del asunto? Pero no se dejaron guiar por sus sentimientos o pensamientos, dejaron que Dios los guíe por medio de la Estrella y su Palabra, al fin y al cabo ésta fue la que los llevó a Belén cuando los maestros de la Ley citaron al profeta Miqueas.
¿Por qué harían tal esfuerzo? No sería porque creían que Jesús era más rico que ellos o porque los súbditos adoran a sus superiores. A pesar de que ellos eran ricos, la riqueza de Jesús era inmensa y eternamente mayor.
¿No buscaron Jesús por la misma razón que nosotros le buscamos? ¿No tuvieron un orgullo similar al de Herodes escondido en sus corazones, que los separaba de Dios? ¿No tendrían muchas acciones y palabras hipócritas en sus vidas? Sin duda que sí, porque ellos eran pecadores. Hicieron el esfuerzo del viaje porque reconocieron que Jesús es El Salvador de la humanidad. De que solo en Él se encuentra la gran riqueza de Dios que paga el precio de nuestra liberación del pecado, la muerte y del diablo.
Por eso mismo es que buscamos a Jesús. La Lección de la Epístola, Efesios 3:1-12, habla de las riquezas de Cristo. ¿Qué es más precioso que la seguridad de que ya no tener que intentar esconder o explicar nuestro orgullo o hipocresía? Abiertamente podemos confesar estos pecados a nuestro Dios. Este Rey vino a cargar sobre si la culpabilidad de ese pecado. El perdón es su regalo más precioso. Esto costó la misma sangre de Dios. Son estas riquezas de Cristo que encontramos estamos en su presencia. Con este perdón viene seguridad. No necesitamos crear a un Palacio o Castillo para estar seguros. Esas cosas no cuidaron a Herodes tampoco. Pero si nuestro Rey nos ha perdonado, entonces sabemos que él usará su poder para protegernos. Luego podemos perder la vida por Cristo (Mateo 16) y sabremos que no hemos perdido nada, porque nada, ni aun la muerte, nos puede separar del amor de Dios en Cristo (Romanos 8:38-39).
Los hombres sabios regresaron más felices porque regresaban más livianos. Emprendieron el viaje cargando pesados regalos y regresaron sin su oro, incienso y mirra. Regresaron con su liviandad indescriptible de corazón que cada persona vive al ser liberada del peso de sus pecados, del temor de la muerte y liberado del poder del diablo. Los hombres sabios habían dejado sus regalos pero Dios les regaló el don de Cristo y su presencia. Los hombres sabios eran más sabios todavía porque descubrieron que el secreto de Dios es que se hizo hombre y se dio a sí mismo por ellos. Los hombres sabios regresaron a casa más ligeros porque, como tú y yo nos sabemos y reconocemos que hemos sido perdonados en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo.
Amén