lunes, 29 de junio de 2009

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17
¡Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza!

Este Sermón ha sido preparado para predicar en el Oficio Divino del día siguiente al concierto dado por University A Capella Choir en Sevilla. Por ser una ocasión especial los textos escogidos no siguen al calendario litúrgico.

Textos del Día:

Primera lección: Éxodo 15:1-3

Segunda lección: Hechos 16:19-34

El Evangelio: Lucas 2:8-20

8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14 ¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
15 Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.


Sermón

Se cuenta que el caballero de Erback, en cierta madrugada primaveral, preparaba una emboscada para capturar al reformador Martín Lutero. De pronto su habitación en el mesón fue invadida por una resonante voz que desde el siguiente cuarto entonaba un salmo. El caballero concluyó que el cantante debía ser un capellán, así que decidió pedir su bendición para la campaña contra los "herejes". Tocó a la puerta y explicó su misión. El hombre le contestó: Si a Lutero buscas no tienes que ir muy lejos. ¡Yo soy Lutero! El caballero no podía creer que un hombre con tal devoción fuera "hereje". Le demandó la razón de sus convicciones y habiendo sido persuadido por las pruebas bíblicas, se convirtió en un seguidor de Cristo y defensor del reformador.

¿Y todo este desenlace por oír a alguien entonar un Salmo con evidente devoción?

¡Alabad al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus obras entre los pueblos! ¡Cantadle, cantadle salmos! Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que busca al Señor.

La alabanza es la disposición del corazón creyente a reconocer, dar gracias y honrar a Dios. Un forma extensamente usada para manifestar esta actitud del corazón es la música.

Expresamos la alabanza a través de los himnos que cantamos. Dios quiere que cantemos y se complace en que lo hagamos. Quiere que contemos sus maravillosas obras y que los pueblos lo conozcan a través de las alabanzas que proclamamos. La música es un excelente canal para que circule la poderosa Palabra de Dios. El Dr. Martín Lutero lo entendió rápidamente y por ello dijo: "La música tiene el primer lugar y la mayor gloria después de la Teología

Y así fue que Lutero se convirtió en el gran impulsor del canto congregacional componiendo y promoviendo himnos. Pronto la gente cantaba en sus casas, en las calles y en el campo, recordando la doctrina bíblica que los himnos contenían. A tal punto llegó su impulso que uno de sus opositores dijo: “los himnos de Lutero mataron más almas que sus sermones”.

Para Lutero, así como Pablo, la fe necesita expresarse, y la música es un vehículo
Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos. 2ª Co. 4:13

Este es el lema de IELE, una iglesia muy joven que Dios hace nacer en la humildad y el anonimato de los corazones angustiados por la mala noticia del pecado y que en esta aflicción están deseosos de oír una buena noticia que los libere, les de perdón, paz y vida eterna. El Espíritu Santo fue trabajando en los corazones a través de la Palabra anunciada, dónde y cuándo estimaba oportuno hacerlo. Alli en el silencio de una habitación, en la cavilación de las mentes en un instante en el trabajo, o en la soledad interna producida por la abstracción del pensamiento incluso en medio de la rutina y el ruido. El momento y el lugar no son un problema para el Espíritu, pues su objetivo es convencer con la Palabra de pecado y dar perdón en Cristo al afligido.

Y sí, Dios poco a poco fue llamando a personas con sus propias historias personales y familiares a conocer y creer la verdad del evangelio y como consecuencia Alabar a Dios por su infinita misericordia. Y así es como IELE, hace casi ya 10 años, empieza hacer oír tímidamente su voz y canta, y en España se comienza a oír un nuevo canto suave, pero constante, aún en medio del ruido atronador de distintas voces que se hacen presente en esta sociedad, aún ahí se deja oír una iglesia que canta allí donde se hace presente: En un hotel, en una casa, en un parque. Allí donde dos o tres se reúnen en su nombre, allí dónde Cristo y su Evangelio están presente. Allí hay fieles que se unen a la corte celestial de ángeles para cantar alabanzas a Dios por su Gracia y Misericordia.
Y IELE Cree y por lo tanto habla. Aunque también podríamos decir: “cree, y por eso canta”, así como la Universidad Concordia de Nebraska lo viene haciendo desde 1939 a través del Coro A Capella. Por ello hoy vamos a meditar en dos situaciones bíblicas donde el canto acompañó la proclamación del Evangelio.

Con actitud de humildad debemos alabar la grandeza de Dios
El mayor concierto dado en la historia del ser humano fue con un público escaso, humilde, sin grandes escenarios, pero fue entonado por el más poderoso coro que se ha podido escuchar nunca: El coro celestial se presentó ante los desconcertados pastores en las cercanías de Belén. A Dios poco parece preocuparle el dónde, ni el cuándo, ni el cuántos son los que componen su auditorio. Él envía a su majestuoso coro de ángeles a cantar.
“Había pastores que velaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y se les presentó un Ángel y la gloria del Señor los rodeo de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Dios tuvo a bien anunciar a estos humildes pastores la llegada de aquel que salva sus vidas. En esta ocasión el anuncio de la Buena Nueva fue acompañado de alabanzas entonadas por una multitud de huestes celestiales:
Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombre!

La presencia del ángel del Señor, el consuelo brindado ante el temor, el anuncio de la buena noticia, la majestuosa alabanza de las huestes celestiales produjeron efecto en los pastores y los movió hacia Cristo.
“Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado”

La impresión de lo sucedido causó un replanteo y un diálogo posterior entre el auditorio pastoril. ¿Qué hacer ante semejante noticia? Él Espíritu Santo, quien nos guía a toda verdad, obró en sus corazones a través de el mensaje recibido y ellos dejaron por un momento sus tareas para atender un asunto primordial: Cristo.
Nuestra proclamación siempre genera algo. Debemos saber que siempre, después de un concierto, o de una charla de sobremesa o en el bar con los amigos, en la familia, con el vecino o desde el púlpito, si anunciamos a Cristo, esa proclama va a generar un movimiento en el interior de quienes nos oyen. Debemos orar para que el Espíritu Santo haga su obra a través del mensaje que anunciamos y esperar que él sea quien haga mover a los oyentes a Cristo. Debemos confiar en que el Evangelio es poderoso y nuestra proclama dará frutos, dónde, cuándo y con quién el Espíritu obre. El Coro A Capella y IELE estamos haciendo nuestra parte, así como los ángeles mensajeros hicieron su parte en Belén anunciando y cantando. ¡Por supuesto que Dios hará el resto!
“Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María, José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo dieron a conocer lo que se les había dicho del niño. Todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores decían”

Estos pastores van a Cristo, y lo encuentran en un escenario humilde, un pesebre, sin que esto les suponga un obstáculo. Ahora ellos, de ser receptores se convierten en mensajeros y testigos, reafirmando y confirmando el mensaje de que “ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor”
“los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho”
Ahora los que glorifican y alaban a Dios son los pastores. Se convierten en un improvisado coro. Quizás sin tanto esplendor si se los comparar con el coro de las huestes celestiales, pero un coro al fin, que de corazón agradece y se goza en la Noticia recibida: Cristo, el salvador, Emmanuel, está con nosotros. ¡Cantemos!

Aprendemos del texto que no son los grandes escenarios ni las grandes multitudes lo que nos debe mover a cantar, sino Cristo. El miércoles cantarán en Villarrubia, un barrio periférico de Córdoba que cuenta con unos 7.000 habitantes. Al enterarse la responsable de cultura de Córdoba quedó sorprendida de que un barrio tan pequeño y poco tenido en cuenta para eventos culturales de esta magnitud, sea el lugar escogido para el concierto. Esto generó mucha curiosidad y el agrado entre las autoridades que se comprometieron a asistir. Este es solo un ejemplo de cual debe ser nuestra correcta actitud. Tenemos que ir a todas las naciones y a toda criatura. Dios es quién nos da un mensaje para llevar y quién nos envía. El impacto de nuestro trabajo se verá.
Cantemos a Cristo aún en las dificultades
“Pero a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”

Hechos 16:25
En la profundidad de la cárcel y encadenados Pablo y Silas oran, improvisan un dúo y cantan. El escenario no era el más requerido por los grandes concertistas y su auditorio, lo presos, no eran un público de lo más atractivo, sin embargo estos presos oían perplejos y pensarían: ¿Quiénes son estos que tiene ganas de cantar en estas circunstancias? ¿De dónde sacan fuerzas y qué los mueve a alabar al Dios que por cuya causa están presos?
¿Recordáis como acabó la historia? Un milagro aconteció, se abrieron las celdas y Pablo y Silas terminaron en la casa del carcelero anunciando la “palabra del Señor y él y todos los que estaban en su casa se Bautizaron” “y se regocijó con toda su casa de haber creído en Dios” ¿increíble verdad? Pero “todo es posible si puedes creer”
Tú también, como creyente en Cristo, aún en medio de las injusticias, del dolor, de los problemas diarios, aún en medio de la oscuridad y la profundidad de tus prisiones personales, no dejes de confiar en Cristo y cantar a su nombre. El perdón de Cristo es la llave que abre las puertas de todas nuestras prisiones y nos da su libertad.
University A Capella Choir, que nada acalle vuestras voces. Que ellas sigan anunciando constantes a Cristo hasta el momento que él venga a buscarnos y nos unamos a aquel coro celestial que cantó aquella fría noche de Belén. IELE, que tu voz siga sonando clara y nítida anunciando el Evangelio de Jesucristo en estas tierras españolas.
Jesús es el centro y motivo de nuestra canción

No dejes de caNtar, pues tienes sobrados motivos para hacerlo. Alégrate, pues Cristo ha dado su vida por ti en la cruz. Te ha rescatado, te ha perdonado y te ha dado la vida eterna. No dejéis de cantar. No importa donde estéis, cual sea vuestro estado de ánimo, o cual sea la situación. Ya sea que estés triste, ya sea que estés alegre. Alabad a Dios, orad, recordad su Palabra, recibid el sacramento, pues el Señor confortará vuestras almas y fortalecerá vuestra fe en Cristo Jesús, Señor nuestro. Amén
“Alabad al Señor, naciones todas; pueblos todos, alabadlo, porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia y su fidelidad es para siempre”. Salmo 117
AMÉN

Pastor Walter Ralli

domingo, 21 de junio de 2009

3º Domingo de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

3º Domingo de Pentecostés

“No temas, Dios está contigo”

Textos del Día:

Primera lección: Job 38:1-11

La Epístola: 2 Corintios 6:1-13

El Evangelio: Marcos 4:31-40

Sermón

No hemos tenido muchas tormentas esta primavera. En lo que respecta a Madrid necesitamos tener lluvias para abastecernos de agua y es algo que se reconoce públicamente, pero la mayoría de las personas solo desean la lluvia, no quieren saber nada con las tormentas, ni con rayos ni fuertes vientos. Pues bien, en las lecturas del día de hoy tenemos tormentas y de las buenas.

En el relato de Job, Dios habla a Job desde una tormenta (algunas traducciones lo traducen como torbellino). A esta altura de la historia, Job ha querido confrontar a Dios con el problema que tiene. Recuerde que Job fue un hombre muy rico con una gran familia y el libro relata de cómo perdió todo, sus riquezas, su familia, su salud porque no a sus amigos. Justamente sus amigos son los que se sientan alrededor de él y le dicen que todas estas cosas que le han ocurrido son una especie de castigo por el pecado que hay en su vida, que si no es por algún pecado manifiesto, seguramente será por algún pecado oculto del cuál Job no es consciente. Pero Job insiste en que no es por algo que él haya hecho, que no merece la tormenta de problemas que le ha caído sobre sus espaldas. Él manifiesta que si podría presentar su caso ante Dios, seguramente obtendría las respuestas que necesita para entender su situación. Nuestra lectura de Job es el comienzo de la respuesta de Dios a Job “en medio de su tormenta”. Finalmente, en la mitad de la tormentosa vida de Job, Dios le habla. Sólo que las palabras que Job oye no es la respuesta que Job estaba esperando. Nosotros tampoco quedaríamos satisfechos y felices con esta respuesta de parte de Dios. “¿Quién eres para cuestionarme?” le dice Dios, “¿Dónde estabas cuándo yo creé todo? Yo soy el que ha hecho todo. ¿Estabas allí cuándo creé todo lo que ves?”

Dios pone a Job en su lugar. No es justamente el tipo de respuesta que deseamos que Dios nos dé en medio de nuestras dudas y conflictos. Porque no hay compasión o consuelo en ellas. Es como si clavase otro puñal más en la espalda de Job y en la nuestra. Dios no contesta a las preguntas de Job de por qué él sufre semejantes tomentos. Dios no justifica sus acciones, ni las apacigua. Y para nuestra sorpresa, en lugar de explotar de rabia Job se inclina de modo respetuoso entre la humildad y el miedo y eso que sus tormentas aún no fueron calmadas por Dios.

En la lección del Evangelio de hoy, la tormenta es un poco diferente. Marcos 4:35-41 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

Esta tormenta no es menos real que la tormenta que afrontó Job y no menos real que las que ocurrieron a comienzo de año en España, con grandes vientos y fuertes trombas de agua: Una tormenta verdadera, con consecuencias verdaderas. Los discípulos temen ahogarse en el lago. Si alguna vez has estado en un barco o bote en medio de un lago o río agitado por una tormenta, sabrás a que le temen los discípulos. Ver como las olas aumentan de tamaño e intensidad y comienzan a saltar por encima de los lados del bote, es pensar que el bote en cualquier momento se hundirá. ¿Qué harías? ¿Nadar? pero cómo saber hacia dónde ir, cómo mantenerse a flote con la lluvia y viento. El miedo es real. Los discípulos tuvieron miedo… temían por sus vidas. ¡Qué contraste con Jesús que también estaba esa noche en el bote! Lo vemos que duerme en un bote que se llena de agua y está a punto de hundirse. Finalmente los discípulos no pueden soportar más el miedo. Y recurren a Jesús echándole en cara su inactividad en tal situación. Estaban cara a cara con la muerte y a Jesús no parecía importarle. Así es que le despiertan. “¿Cómo puedes dormir mientras nos pasa esto? ¿No te importa si nos ahogamos? Existe un verdadero peligro para nuestras vidas y simplemente te la pasas durmiendo”. Jesús no contesta su pregunta pero habla directamente al viento y al agua. “Calla, enmudece”. Y me imagino que miró a los discípulos como diciendo “esto es también para ustedes”. El viento y las olas cesaron instantáneamente. Tan pronto como Jesús habló el viento dejó de soplar y las ondas de agitarse.

Es un gran contraste entre una gran tormenta y una gran quietud y en un solo instante. La fuente del gran contraste que se ve es Jesús. El que dormía con gran calma se despierta para calmar la tormenta.

Me he preguntado sobre las conexiones entre los textos de hoy. Job 38:8-11 ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba saliéndose de su seno, Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad, Y establecí sobre él mi decreto, Le puse puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, Y ahí parará el orgullo de tus olas?
El dominio de Jesús sobre la naturaleza es espectacular, les habla a las olas y ellas solo obedecen.

Solo es necesario mirar el asombro de los discípulos y su respuesta. Lo curioso es que no pierden su miedo sino que ahora el origen del mismo es Jesús. Y se hacen una preguntan muy importante. “¿Quién es este? ¿Quién es este que en un momento duerme y al siguiente controla la tormenta?” Es cuestión de fe y temor. : ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Les pregunta Jesús. Con el paso del tiempo los discípulos serían testigos de que él es el Cristo, pero por ahora no sabían exactamente quién era él. Es por eso que en ese bote vieron todo lo que necesitaban ver por el momento. Jesús durmiendo, claramente era un ser humano que necesitaba descansar. Él comió, durmió, bebió, caminó y habló con ellos todos los días de su ministerio. Él fue tan humano como lo fueron sus discípulos. Pero él controló las olas del mar mucho más fácil de lo que ellos controlaban sus redes para pescar. Él fue el que colocó el límite a las olas de la mar. Porque Jesús es Dios, Jesús es la Palabra de Dios en centro de la tormenta como lo hizo con Job, así como lo hizo en la creación para ordenar el caos y dar comienzo a la tierra y toda la vida en ella.

Notemos que este texto no trata de cómo Jesús calma las tormentas de nuestra vida. Por más que deseemos que eso sea verdad, Dios nunca promete que la fe en él nos aislará de los padecimientos o de las malas cosas en nuestras vidas. Observemos nuevamente a Job. Él sufrió mucho, pero nunca supo por qué sufrió. Él nunca supo el propósito de sus desgracias. Job fue un hombre de gran fe. A menudo solo lo vemos como un hombre paciente pero realmente su libro nos habla sobre su fe… dónde él deja a Dios ser Dios y donde nunca supo por qué él sufrió en carne propia las tormentas que le cayeron sobre sus espaldas. El Evangelio trata de Dios siendo Dios. Se trata de Jesucristo siendo verdaderamente Dios y siendo verdaderamente hombre. Y de cómo Dios reconcilió la verdadera causa de las tormentas en el mundo enviando a Jesús. Las tormentas de este mundo, los problemas sociales, personales y familiares son fallas nuestras. El pecado es la raíz. El pecado causa dolor y separación. El pecado causa muerte. Estar en pecado, lo cuál todos nosotros lo estamos, es tener una relación tempestuosa con Dios, con nuestros prójimos y con nosotros mismos, en lugar de una perfecta armonía. Y esa relación tempestuosa quiere decir que no merecemos nada de parte de Dios, especialmente su protección y su presencia en las tormentas que creamos. Pero él vino a pesar nuestro, en Jesucristo. Jesús calma la tormenta entre Dios y el hombre, tomando en lugar nuestro el castigo que merecíamos. Él nos trae la presencia de Dios, sufriendo, muriendo y resucitando.

Por eso Pablo escribe “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación 2 Corintios 5:18-19. Este es el contenido de nuestra fe. Esta es la cosa más importante que creemos. La Cristiandad se trata específicamente de quién es Jesús, el Cristo, y lo que él ha hecho por nosotros. El hecho que él viniese a unir nuevamente a Dios con el Hombre, a vivir una vida perfecta por ti y por mí, a sufrir y morir en la cruz por el pecado humano. A fin de reconciliarnos con Dios asumiendo sobre sí el castigo del pecado, sufriendo el tormento del infierno en la cruz por nosotros. Pero cuando las tormentas de la vida se reúnen alrededor nuestro olvidamos quién es Jesús. En ocasiones, tal vez, no se nos olvida, pero vivimos como si lo qué Él es no tuviese importancia o trascendencia en nuestra vida. Y es esto lo que nos coloca en el bote con los discípulos, teniendo miedo de la tormenta. Nuestras tormentas no son solo las nubes oscuras que se avecinan en el horizonte, sino que son las que causan revuelo en nuestras familias, esas cosas que parecen destrozarnos anímicamente. No importa cuán duro intentemos luchar contra ellas, parece que todos nuestros intentos por cambiar o huir de las
tormentas son en vano. Tememos no tener nunca más una familia entera. Qué decir de las enfermedades que son crónicas y ni hablar de las amenazas que se azotan en forma de crisis financieras. Las tormentas vienen de distintos frentes, sea un problema en el corazón o una enfermedad que golpea sin previo aviso, la tormenta de estar tan ocupado que no puedes detenerte ni siquiera para apreciar cómo crecen tus hijos. Si ves que esas tormentas te asustan sin duda tendrás ganas de gritar: “Dios porqué no haces algo para qué no ocurra esto, tengo miedo y parece que no estás haciendo nada para evitarlo” Si esta es tu situación es porque, así como los discípulos, has olvidado quién es realmente Dios. Nos olvidamos de que él está en el centro de la tormenta. Nos olvidamos de Jesús y de lo que él nos promete en esas situaciones.

Jesús sabe de nuestras tormentas porque él no es un Dios que da un paso hacia el costado y nos envía relámpago desde el cielo. Él es un Dios que se hizo hombre y vivió entre nosotros. Aquí, en medio de nuestras tormentas, en medio de nuestros sufrimientos, en medio de nuestro dolor. Jesucristo sabe lo que es sufrir todo eso en carne propia. Él sufrió, así como los hacemos tu y yo y más aún. Él sabe de la tormenta de separación causada por la muerte. Él lloró en la tumba de Lázaro, sabe de la tormenta causada por la enfermedad. Él caminó entre las multitudes que lo buscaban para que los curase. Él tuvo compasión en ellos, pero no los sanó a todos. Jesucristo conoce tus tormentas. Él puede y se hace cargo de nosotros. Él es Dios. Él es el mismísimo Dios que creó todo. Él es el Dios que colocó los límites al mar y formó las montañas con sus mismas palabras. Él está al mando de todo, desde el pequeño movimiento del ala de la mariposa, la formación de nubes hasta las olas que bañan las playas. Ese es Jesús, que estando en el bote con los discípulos calmó la tormenta, solo con su palabra.

Es importante que sepas que él no siempre calma las tormentas. Job tuvo que sufrir un largo tiempo. Tú y yo tenemos tormentas que nunca parecen terminar. ¿Qué está haciendo Jesús en ese tiempo de sufrimiento y temor? Pues bien, en primer lugar no nos ha dejado solos para que nos ocupásemos de las tormentas de nuestra vida, aunque no las haga desaparecer, él está con nosotros. Jesucristo, murió y resucitó por nosotros, nos ha provisto de dones especiales para ayudarnos a sobrellevar la tormenta. Éstas son cosas que él nos da de manera gratuita y abundante. Y nos los da aquí mismo.

Aquí mismo en este lugar él dirige su palabra hacia ti y hacia mi. En la tormenta o en la calma, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, sus mismas palabras de consolación y fuerza nos son dadas. ¿Qué es lo que nos dice? Él le nos da sus promesas. Promete que él siempre estará con nosotros, no estaremos solos en la tormenta. Jesús está con nosotros dondequiera que estemos. Los discípulos estaban en el bote con Jesús. Por la tormenta no era algo por lo cual preocuparse. Repetidas veces Jesús te hace esa promesa. “Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.” Deuteronomio 31:8.

Dios no promete libertad de tormentas o agobios si promete que él te ayudará a soportarlos. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:28-29. Éstas son el tipo de promesas de promesas de Dios para ti, que están dadas en su palabra. Y no te olvides de que esas promesas son ciertas y firmes para ti porque él así lo ha expresado. Si tienes dudas, solo tienes que recordar tu bautismo y disfrutar de sus promesas. Allí Dios te ha extendido su mano y te ha librado de tus tormentos. Allí te ha hecho su hijo. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:19-20. Esta promesa de estar con nosotros se manifiesta de manera segura y real en el altar. Aquí él viene a nosotros en su cuerpo y su sangre, por medio de la Palabra y el pan y vino.

En medio de nuestras tormentas podemos aferrarnos a Jesucristo, tendemos nuestra mano y nos dirigimos “al mismo trono de Dios”. Somos tocamos por él y le vemos… y es allí dónde nos da fuerza por medio de esta comida para superar las tormentas, pero no es la fuerza para soportar por nuestro propio esfuerzo, sino la fuerza para aguantar porque él da su promesa y la sostiene hasta el fin.

¿Desaparecerán las tormentas? ¿Jesús siempre se pondrá de pie y “reprenderá” a las tormentas que nos amenazan? No. La vida estará llena de días tempestuosos. Véase lo que esa tormenta le hizo a los discípulos. Aprendieron la lección de recurrir a Jesús en sus tormentas. Necesitaron que se les recuerde quién es él. Eso es lo que las tormentas de nuestra vida nos hacen a nosotros.

Nos recuerdan que no podemos ir por esta vida solos. Nos recuerdan que Dios está en el control de todo lo que nos acontece. Nos recuerdan que necesitamos depender de él cada vez más, todos los días de nuestra vida. No abandones tu barca, Jesús está contigo para acompañarte en medio de las tempestades de tu vida. Puedes estar seguro de ello, porque has sido perdonado de todos tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

En Cristo. Pastor Gustavo Lavia.

domingo, 14 de junio de 2009

2º Domingo de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

“Unidos en Cristo, proclamamos fielmente”

Textos del Día:

Primera lección: Deuteronomio 5:12-15

La Epístola: 1 Corintios 4:5-12

El Evangelio: Marcos 2:23-28

5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.

Sermón

Pronto vienen los problemas. Ellos acuden sin cita previa. Nuestra humanidad es capaz de grandes emprendimientos, pero a la vez de aportar grandes desastres y conflictos. Una palabra mal entendida, un mal gesto o a destiempo, un e-mail con un tono o una respuesta que no esperábamos, una actitud o acción contraria a la que tenemos por norma en nuestra mente, todo eso puede ser causa de conflictos.

El corazón de todo ser humano genera y abriga discordias, envidia, celos, rivalidad, orgullo, afán de protagonismo; deseo de reconocimiento, de gloria y poder; ambiciones desmedidas y distorsionadas, preferencias, etc. Esto es así, y no es una noticia muy alentadora, lo sé. Sin embargo es real y verdadera. Pero es esta mala noticia es la que nos lleva a la Buena Noticia, al Evangelio de Jesucristo.

Conflictos en la vida de fe de las iglesias

Las comunidades cristianas no están exentas de que esta conflictiva naturaleza humana se manifieste en ellas. Hoy vamos a meditar sobre la epístola que Pablo, inspirado por Dios, le escribe a la Congregación de Corintios, a fin de examinar nuestra vida y reorientarla una vez mas a la luz de la Palabra de Dios.

A poco que el apóstol Pablo predicaba el Evangelio de la verdad, venían problemas, conflictos, rivalidades y por supuesto, la joya de la corona “las falsas doctrinas”, para destruir el trabajo. Pablo tuvo que aguantar ser desacreditado como apóstol al ser comparado con los llamados irónicamente “superapostoles” que eran elocuentes predicadores de mentiras. Luego de años de entrega y trabajo, de un momento para otro su ministerio es cuestionado porque llegaron personas mas “guays” con mensajes “mas guays”.

Las llamadas cartas de las lágrimas de Pablo a los Corintios expresa la angustia por aquellos que están siendo víctimas de sus propias inclinaciones y de aquellos aprovechados ávidos de una plataforma o púlpito para exhibir sus persuasivas doctrinas personales tan atractivas para las masas. Hoy el Señor nos quiere advertir de este asunto para que nuestra fe se refugie única y exclusivamente en Cristo y así crezca.

No nos predicamos a nosotros mismos:

El objeto, el tema, el centro, el contenido del mensaje que anunciaban los apóstoles no eran ellos mismos. Esto es realmente asombroso y difícil de realizar, ya que nuestra humanidad desea también ser objeto de predicación: ¡qué buenos somos! ¡que bien lo he hecho ¿lo haz visto?! ¡Para ser feliz tienes que hacer como yo! Y no solo desea ser objeto de alabanza sino que también se lanza con nuevas e innovadoras ideas y doctrinas para incorporar a las quizás ya desfasadas, y por lo tanto poco atractivas, que ofrece Dios en su Palabra. Recetas y más recetas basadas en la capacidad y experiencia personal del ser humano que se pretenden ensalzar como normas aplicables a otros o modelos de religión.

Los apóstoles hablaban, sí, porque está escrito “Creí, por lo cual hablé” “nosotros creemos, por lo cual también hablamos” 2ª Co. 4:13, esa es la misión del cristianismo. Pero lo verdaderamente importante de la oportunidad de hablar no es exaltarnos a nosotros y nuestras particulares ideas, sino trasmitir el mensaje de Cristo. No debemos desvirtuar el mensaje de Cristo ni llamar la atención hacia otro asunto que no sea Cristo. Pues solo él salva y no nosotros mismos.

¿Por qué hace falta aclarar esto?

Pablo se vio en la necesidad de aclarar que los cristianos “no nos predicamos a nosotros mismos” porque es evidente que nuestra inclinación natural tiende a eso y necesitamos ser concientes para ponerle un freno. La gloria personal, el afán de protagonismo, de reconocimiento y admiración a nuestra personas pide su cuota de alimentación. Esto nos juega una mala pasada. Por esto hay tanto “maestro de fe”, y cada uno “con su librito”. Abundan las prédicas de todo tipo, el mercado de los mensajes variopintos abruman. El afán de exaltar al ser humano es un proyecto que no necesita mucho patrocinador y las comunidades cristianas parecen blancos tentadores para tal propósito.

Pero es que vivimos en un sistema que nos dice que la propaganda de uno mismo importa mucho a la hora de ser aceptado y reconocido en los distintos ambientes. “¡necesitamos hacernos un lugar en el mundo”!. Darnos a conocer, anunciarnos, vendernos a nosotros mismos y a nuestros talentos, virtudes y capacidades es lo que abre las puertas al éxito en este mundo. Vivimos en un mercado comercial, donde nuestra imagen “vende”. Y para ello es muy importante “Quien es el que habla y cómo lo dice” y no tanto “qué es lo que dice u ofrece”.

Nuestra sociedad año tras años se llena de referentes que se anuncian a sí mismos como productos a consumir. Si Hanna Montana hace tal o cual cosa, millones de adolescentes están ansiosos de repetir sus frases y seguir sus pisadas sin mucha reflexión de lo que ello signifique.

Pero los adultos también “adolecemos” y a menudo aparcamos para tiempos mejores nuestra sensatez y caemos en la trampa de no reflexionar los mensajes, sino que los aceptamos sin más según de quien venga. Si lo dice la ciencia, palabra santa, si lo dice “la iglesia” ¡cuidado! Si lo dice “el más guay del Paraguay” hay que imitarlo y tenerlo, si lo dice un pobre infeliz, seguro que ni caso. En ocasiones solo quedamos anonadados ante el envase, sin prestar mucha atención al contenido que compramos y consumimos. Así es como el mercados publicitario nos exige mostrar cosas que llamen la atención y dejen cautivado a los oyentes ¡luego se verá lo que se le ofrece o lo que quieren!. La iglesia es susceptible de caer en esto y exaltar su humanidad a favor de mostrarse atractiva pero en detrimento del mensaje de Cristo. Por eso Pablo remarca “no nos predicamos a nosotros mismos”.

El modelo de éxito

El modelo de éxito de hoy día, de esplendor, gloria, placer, poder, se contrapone al modelo del reino de Dios, que es llamado “modelo de la cruz” donde no hay gloria aparente. Y no debemos olvidar que la Divina empresa que administramos la lleva el Espíritu Santo, y que el mensaje que anunciamos pertenece a Dios y lo que tenemos para ofrecer es a Cristo. Con esto digo que no demos cambiar el modelo de la cruz para remplazarlo por otro, porque sencillamente estaríamos dejando la empresa de Dios para montarnos la propia y usando fraudulentamente el nombre de iglesia cristiana.“estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de Ángel de Luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. 2ª Co. 11:13-15

Si vemos un poco de tele, nos damos cuenta de que los “opinólogos” abundan y se constituyen en referentes dando cátedra de cuanto se le ponga en la mesa. Concursantes de reality shows sentados en platós de TV hacen circular sus mensajes convirtiéndose en mentores solo por ser producto de la industria del “famoseo”.

Pero esto ya viene de lejos. La figura del “más popular de la clase”, aquel que ejerce influencia desmedida sobre los demás por haber alcanzado un puesto en la “manada” a base de demostrar su fuerza y poder, dominando y sometiendo al resto a sus encantos, es lo que se sigue buscando.

Seguimos referentes de moda, de consumo, e incluso muchas veces de masa. Estos generan mucha presión y quedarnos fuera sería darle una patada en el trasero a nuestro amado ego ¿Y quién está dispuesto a quedarse a fuera de la movida? Vamos detrás de la novedad, como hacían los residentes de Atenas (Hechos 17:21).

Así también los lideres cristianos y las congregaciones pueden caer en lo mismo. Necesitan renovarse o “morir” dicen algunos. Y es verdad que los códigos y la forma de comunicación van cambiando y es necesario estar atentos y abiertos a ellos. Renuevan estilos, ideas, etc., pero lo trágico de esto es que en su carrera hacia el éxito muchos se olvidan de que son mensajeros de “un mensaje” inalterable. Lo que nos se puede es cambiar los principios de honestidad, fidelidad y lealtad al mensaje que, que no es nuestro, sino de Cristo. Que el mensaje no puede ser el objeto de renovación. El contenido de la palabra, como la Palabra misma permanece para siempre y es el mismo ayer, hoy y siempre. En el afán de tener éxito y ganar masas muchos intentan cambiar el mensaje para hacerlo más agradable al oído del oyente “pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones, y apartarán de la verdad el oído”. 2ª Ti. 4:3-4 (ver Efesios 4:14)

Y este problema se encontró Pablo en Corintios “pero me temo que así como la serpiente engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera también extraviados de la sincera fidelidad a Cristo, porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis. Creo que en nada he sido inferior a aquellos “grandes apóstoles, pues, aunque sea tosco de palabras, no lo soy en conocimiento” 1ª Co. 11:3-6

La fidelidad a Cristo y a su Palabra:

Pablo necesitó remarcar el principio de fidelidad a la Palabra: “por lo tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel” 1ªCo. 4:1-2. Y advertía de lo importantísimo de este tema a los nuevos pastores como Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” 1ª Ti. 4:16

Pablo se desmarca de los apóstoles fraudulentos diciendo: “pues no somos como muchos que se benefician falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo”. 2ª Co.2:17 Muchos falsifican, fuerzan, y cambian deliberadamente la Palabra para colar sus propias consignas y que parezcan de Dios. Nuevas revelaciones personales, apariciones, estrategias “inspiradas”, parecen ser buenas medidas para un mundo cambiante y un mercado en constante innovación. Intentos de estirar como chicle la doctrina de Cristo para amalgamarla con las nuevas tendencias de los tiempos. Todo esto trae un beneficio aparente y pasajero a quienes lo hacen. De echo somos testigos de cómo esto sucede. Sin embargo Pablo dice: ¡Pues nosotros no! “Renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios. Por el contrario, manifestando la verdad, nos recomendamos, delante de Dios, a toda conciencia humana”. 2ª Co. 4:2 Pablo estaba dispuesto a seguir sufriendo antes de que falsificar la Palabra para obtener resultados vanos, pues sabe que el poder está en Cristo y no en él.

Por lo tanto tú, amigo lector, ten cuidado, porque así como no todo lo que brilla es oro, así tampoco todo lo que dice ser cristiano lo es. Por lo tanto imita a los fieles de Berea que: “escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” Hechos 17:11. El Espíritu Santo te guiará a toda verdad en la palabra de Dios

Pablo, el apóstol de la debilidad al Servicio del poder de Dios.

Pablo en más de una ocasión contó las debilidades humanas por las que pasaba: hambre, persecución, cárcel, Pero ¿quién querrá oír y permanecer en un mensaje de una persona así? La verdad que humanamente no es muy atractiva la vida de Pablo. Es poco comercial llamarse débil y mostrarse débil. Pero ante el gran poder desplegado por los falsos apóstoles él prefiere no ponerse a competir a ver quien es mejor y más elocuente, sino que muestra su debilidad y fragilidad humana. Y dice “si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es mi debilidad”. Pablo sufrió mucho a causa del mensaje de Cristo, y tanto sufrimiento y problemas parece que le jugó en contra, ya que el éxito personal es lo que se admira y se quiere imitar de las personas. Pero Pablo ponía su propia vida en juego por llevar y trasmitir inalterable el mensaje del Evangelio, que es “poder de Dios para salvación” (Ro. 1:16)

El Apóstol Pablo advierte de que la elocuencia, la persuasión o la habilidad oratoria no es nada si el mensaje que se trasmite no es el evangelio puro. No importa quien lo diga o como lo diga, pues el envoltorio no alimenta sino la comida y sus nutrientes. “Cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios... ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría” 1ª Co. 2:1, 4

Pero Pablo no focaliza su ministerio en su persona, sino en el mensaje, que es el de Cristo. “Por eso tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios u no de nosotros” 2ª Co. 4:7 y dice: “No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto...” 2ª Co. 3:5

Somos seres débiles que predicamos a Cristo como Señor.

“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” 2ª Co. 12:8 Muy por el contrario de lo que nos puede parecer, el fuerte y poderos es Cristo y su mensaje, pero no nosotros que somos “vasos de barro”, frágiles y débiles, que contenemos un tesoro, poderoso e inalterable, que es el Evangelio de Jesucristo.

Todos nosotros, a quienes nos han encomendado administrar públicamente de la Palabra y los Sacramentos, y a quienes Dios ha llamado a ejercer su sacerdocio universal del creyente dando testimonio de Cristo, somos frágiles en nosotros mismos. No tenemos de qué gloriarnos personalmente y en referencia al evangelio de Cristo, por eso Pablo dice “El que se gloría, gloríese en el Señor” 1ª Co. 1:31. Pues el Señor es quien dio su vida para perdonar los pecados del mundo. Él es quien salva. Él es quien da nueva vida por su Palabra de vida.

El mensaje que le fue encomendado a Pablo sonaba a broma en los oídos de los intelectuales griegos o los religiosos Judíos ¡¿qué Dios se hizo hombre y murió en una cruz para salvarme a mi que se supone soy pecado?! Anda ya Pablo. ¿Y me lo dices tú que andas a los tumbos en tu vida? “La Palabra de la cruz es locura a los que se pierden, pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” 1ª Co. 1:18

Pero no desmayemos, pues como Pablo “Estamos atribulados en todo, pero no angustiados, en apuros, pero no desesperados, perseguidos, pero no desamparados, derribados, pero no destruidos”. Mantengámonos fieles hasta que Cristo venga en gloria a Buscarnos.

Amén Pastor Walter Ralli

domingo, 7 de junio de 2009

1º Domingo de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17


“En Jesús nacemos cada día”

Textos del Día:

Primera lección: Isaías 6:1-8

La Epístola: Hechos 2:4ª, 22-36


EL EVANGELIO DEL DIA

Juan 3:1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Sermón

Hay momentos en que la vida se nos vuelve monótona, aburrida y vacía, generalmente ocurre cuando hacemos lo mismo de manera cotidiana. Realizamos actividades pero esa no encontramos la motivación interior para realizarlas.

Nos ocurre en tantos aspectos diferentes de nuestras vidas. En nuestros trabajos por ejemplo.
Realizamos nuestras actividades. El problema es cuándo realizamos estas actividades una y otra vez, un año, dos años, veinte o cuarenta años (aunque este tipo de trabajo y cualquier otro ya escasean). Como la mayoría de los comienzos, el trabajo nos resulta excitante, pero con el tiempo el entusiasmo se pierde ese sentimiento inicial y las satisfacciones son cada vez menores. Los trabajos pueden volverse tediosos y aburridos. Es así que no solo el trabajo se vuelve tedioso y sin sentido, sino que nosotros mismos, podemos llegar a vernos sin sentido en esta vida.

Lo mismo puede ocurrir en la escuela. Para muchos hubo momentos en que no se encontraba entusiasmo en estar allí. Especialmente en tardes de mayo o de principios de junio, donde vivíamos las últimas semanas de escuela. Ya nos habíamos cansado de haber tenido al mismo maestro por casi nueve meses y las motivaciones estaban más en el tiempo vacacional o piscina que en las aulas.

Lo mismo puede ocurrir en el matrimonio. Quizá en el inicio de su matrimonio hubo emociones y expectativas, pero el tiempo transcurre imperceptiblemente y ese entusiasmo que estaba, ya no e lo ve por allí. El matrimonio comienza a convertirse en una rutina, donde muchas cosas suenan un poco repetitivas. Aquellos que llevan casados mucho tiempo, muchas veces evitan hablar de ciertos temas con su pareja porque saben qué cosas se les va a responder al transcurrir solo dos minutos se sabe dónde va a terminar la charla. En medio de discusiones se piensa o dice: “cariño, otra vez sobre este tema. Ya no quiero hablar más del tema. Hemos discutido sobre esto unas 1.000 veces”. Sabemos que estas cosas y otras más, nos llevan a perder la motivación y alegría en nuestros matrimonios.

Esto también puede ocurrir en su vida religiosa, en su relación con Dios, donde se ha maravillado con la intervención de Dios una y otra vez. Al asistir el domingo mañana a la Iglesia, quizá has experimentado las mismas rutinas, las mismas oraciones hechas por otras personas hace tiempo y las mismas viejas liturgias y los mismos sermones que parecen repetidos, dichos por el párroco que ha envejecido contigo, con los mismos antiguos himnos y hasta quizá te sientas en el mismo banco de iglesia, con las mismas personas que sujetan los mismos himnarios marcados por el tiempo. Hasta parece que domingo tras domingo es lo mismo. Es así que llega un tiempo en la vida religiosa en donde uno comienza dejar de disfrutar de la presencia de Dios y por contrapartida comienza a sentir que la motivación interior ha desaparecido.

Estás son solo imágenes de algunos aspectos de nuestro diario vivir… el trabajo, la escuela, el matrimonio y la religión. Sin duda que estos ejemplos alcanzan para saber que la vida puede convertirse ciclo repetitivo y aburrido, haciendo lo mismo de siempre, una y otra vez. Es así que nos acercamos a la historia del Evangelio de Hoy. Nicodemo fue un hombre que realizaba las actividades de la religión oficial pero no habia que algo estaba fallando en sus motivaciones.

Déjeme comentar brevemente algunas cosas adicionales sobre Nicodemo.
Nicodemo fue un hombre, que se cree que rondaba alrededor de los cincuenta años. Materialmente era un hombre distinguido y exitoso en su trabajo. Era un maestro de la ley, un profesor de religión en el templo de Jerusalén. En su relación con Dios, Nicodemo era un hombre que realizaba muchas actividades. Él conocía muy bien la ley de Dios. Era un maestro de la ley, pero su entusiasmo ya no estaba allí. Sabía que su relación con Dios ya no era perfecta.

Así es que Jesús apareció en la ciudad y seguramente Nicodemo había ido a oír a Jesús predicar en el templo u oyó a otros hablar sobre su predicación. Lo seguro es que las palabras pronunciadas por Jesús y oídas por Nicodemo lo afectaron y es por ello que decidió hablar con Jesús.

Es así que Nicodemo fue a la casa de Jesús sobre la medianoche, esto era para que sus colegas en la enseñanza de la Ley lo puedan ver o saber de este encuentro.
Nicodemo sabía que no tenía toda la razón consigo mismo. Sabía que le faltaba algo en su vida o que algo no marchaba adecuadamente. Se sentía fatigado, sus rutinas lo abrumaban, ya no se cuestionaba nada de lo que hacía y no disfrutaba de ello. Se veía viejo y lento. “¿Qué podrá decirme este nuevo Maestro?”

Jesús, con su extraña habilidad de mirar directamente en el corazón de las persona, le dijo en otras palabras: “el problema que tienes, no es que estés viejo o cansado. No es que estás agotado y aburrido. El problema es que no estás cerca de Dios. Te has distanciado de Dios. Nicodemo, necesitas nacer de nuevo.”

Nicodemo contestó: “¿Nacer otra vez? ¿Cómo puedo volver al vientre de mi madre? Vamos, eso es imposible.” Jesús dio a entender que Nicodemo no lo comprendió. “Necesitas nacer de nuevo, necesitas nacer de la alto y esto es algo que solo Dios puede hacer, porque es nacimiento en tu relación con Dios. Necesitas nacer del agua y del Espíritu”. Nicodemo se fue y no se nos dice si entendió o no el mensaje dado por Jesús.

Pero ¿Cómo acaba esta historia? ¿Pudo Nicodemo volver a nacer? ¿Cuál es el final de la historia? Los Evangelios no explican qué sucedió con él en ese momento. Pero tenemos que ir de diecisiete capítulos hacia adelante en el Evangelio de Juan para oír y conocer el de esta historia. En los acontecimientos del Viernes Santo, después de que Jesús había sido crucificado y muere en la Cruz, un hombre rico llamado Jose de Arimatea y otro llamado Nicodemo vinieron a preparar el cuerpo de Jesús para la sepultura. Estos dos hombres tomaron perfumes y las especias para ungir el cuerpo de Jesús antes del entierro. ¿Y Nicodemo? Él estaba allí, realizando este ritual de manera pública, a la vista de todos. ¿Era el viejo Nicodemo?.

No, creo que esta información del Viernes Santo sobre la presencia de Nicodemo nos deja saber que Nicodemo era un discípulo de Jesucristo. Que había nacido de nuevo, nacido de arriba.
Pero ¿Qué quiere decir eso de nacer de nuevo, nacer de lo alto? ¿Qué quiere decir para nacer nuevamente? ¿Para qué es la lección de Dios para nosotros en la historia de Evangelio hoy?
Pues bien, con demasiada frecuencia en la vida, nos distanciamos de Dios. En nuestra relación con Dios, experimentamos rotura y distanciamiento a causa de nuestros pecados, sean de palabra, pensamiento u obras.

Puedes ser una persona que tiene cinco años, quince, veinticinco, treinta y cinco, cuarenta y cinco o los que tenga, te has distanciado de Dios. Incluso un niño recién nacido está distanciado de Dios. Por eso Jesús dice que “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Las cosas no son perfectas. Los Nicodemos que están leyendo quizá no tengan más de sesenta y cinco años, quizá puedas tener quince años, veinticinco o treinta y cinco, o incluso uno y medio como mi hija que lo está oyendo.

Si vez que las cosas en tu vida no van perfectamente, cuando tu religión se ha convertido en nada más que un ritual, cuando no ves más que una estructura en lugar del obrar del Espíritu perdonando pecados y dando la fe, es que necesitas encontrarte con Jesús, y confesarle que necesitas de su ayuda. Es así que Jesús quiere decirte lo mismo que a Nicodemo: “Es necesario que nazcas de nuevo y de lo alto”.

¿Qué quiere decir para nacer del agua?

En primer lugar no depende de nosotros. Así como no hemos aportado nada a nuestro nacimiento. Ya que ni siquiera hemos pedido nacer y solo hemos dejado que Dios y nuestra madre permitan que nuestro cuerpo se desarrolle de manera milagrosa, en el ámbito espiritual pasa lo mismo. Solo Dios es quien nos da la vida espiritual y la sostiene. Nacemos de padres humanos y nos encontramos alejados de Dios. Esclavos del poder del pecado y sujetos y condenados por la Ley que nos acusa y aleja de Dios y nos condena a la muerte eterna.

Pero el amor de Dios no nos deja allí. Nos busca y rompe esa situación de malestar, pecado y muerte. Por eso Dios nos llama a su presencia en las aguas del bautismo. Para engendrar en nosotros aquello que no poseemos, para hacer algo totalmente nuevo en nosotros. El Espíritu Santo obra en el Bautismo, con el Agua y la Palabra, la fe que no tenemos, la pureza que nunca disfrutamos y la posibilidad de hacer cosas que de otra manera nunca hubiésemos hecho. Esto lo hace porque en el Bautismo nos une a Cristo en su muerte y resurrección (Romanos 6:4). O sea que por medio del Bautismo no solo disfrutamos de una nueva vida aquí en la tierra, sino que se nos abren las puertas del cielo, dónde recibiremos una “herencia incorruptible… reservada para nosotros” (1 Pedro 1:4-5). Si tienes dudas sobre tu nuevo nacimiento solo tienes que preguntarte si has sido bautizado. Allí Dios te responde “SI. Allí te he dado vida y salvación. Me he comprometido a ser tu Dios y a cumplir mis promesas de perdón, vida y salvación”.

En tu bautismo has pasado de muerte a vida, de estar lejos a estar cerca de Dios, del pecado a perdón. Pero ¿Qué tiene que ver ese hecho que ocurrió hace tanto tiempo con mis problemas cotidianos mencionados al comienzo? ¿Cómo me puede ayudar el saber que he nacido de nuevo con mis apatías?

¿Qué produce en mí el haber nacido de nuevo? ¿Cómo puedo aprovecha mi bautismo todos los días? Una de las maravillas del bautismo es que te permite espiritualmente hacer algo que haces en tu vida cotidiana, que es “Cambiarte de ropa”, quitarte la ropa sudada y sucia y ponerte ropas limpias.

El bautismo, el haber nacido de nuevo, nos llama a una acción de quitarnos las ropas sucias y revestirnos de Cristo. Diariamente somos llamados a quitarnos nuestros caprichos, temores, angustias y demás pecados, para que estos no nos controlen. También diariamente somos llamados a revestirnos de Cristo, de su perdón, para hablar y pensar como él. Cristo reside en nosotros desde nuestro bautismo, así que puede ayudarnos en las situaciones desagradables y tensas de nuestra vida (Romanos 8.9-11 y Gálatas 2.20).

Esto es fácil decirlo y hacerlo en el plano de quitarnos la vestimenta cotidiana. Pero en el plano espiritual sabrás que se despierta en nosotros una lucha interna. Por naturaleza no nos queremos quitar las antiguas vestiduras, la antigua manera de vivir. Preferimos seguir quejándonos de los otros a perdonarlo, preferimos que todos estén pendientes de nuestras necesidades a ver las necesidades de los demás y tenderles la mano. Es más fácil quejarnos de nuestros trabajos y pareja en lugar de agradecer a Dios por ellos. Es una lucha diaria y constante.

El bautismo nos ayuda a reconocer que esa parte de nosotros no tiene más poder del que le demos, que Cristo las ha vencido y nos ha dado la victoria sobre ellas. Cristo por medio de su Palabra busca a diario revestirnos de él, a darnos su poder para que lo usemos y vivamos nuestras vidas según su voluntad.

Esta lucha interna en nosotros no nos debe causar dudas o angustias. Porque en primer lugar nos indica que en nosotros hay vida espiritual. La presencia de esta lucha indica que estamos tomando a Dios enserio que nuestra fe está obrando en nosotros.

Otros de los beneficios que nos da el bautismo es el de tener una nueva familia. Al nacer de nuevo tenemos un nuevo Padre, nuevos hermanos en Cristo. Así que ya no estás solo, hay otras personas que viven cotidianamente el nacer de nuevo, quitándose las viejas ropas del pecado y dejando que Cristo los reviste de pureza.

El último punto que me gustaría desarrollar es que el nuevo nacimiento nos permite ser imitadores de Cristo. Aquí podremos decir: “no podemos con nuestra vida y problemas y ahora se nos dice que debemos ser como Cristo”. No es así en primer lugar no es que debas imitar a Cristo, sino que desde tu bautismo “puedes imitarlo” Así como de pequeños nos enseñan las letras para que las copiemos, sabemos que nuestras primeros ensayos no salen muy bien necesitamos mucho tiempo para perfeccionar nuestra caligrafía. Pero se nos anima a que estudiemos y tratemos de copiar el modelo perfecto de letras, que nuestros esfuerzos sean comparados con el original y que tratemos de hacerlo mejor la próxima vez.

El apóstol Pedro escribió: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” 1 Pedro 2:21. La palabra que Pedro utiliza de “ejemplo” se refiere a una linea perfecta de escritura. Es como si nos dijese “piensesn a travez de todos los detalles de las vida de Jesús”. Fijensé cuidadosamente en las veces que se somente a la voluntad de su Padre y usa su vida para servir a otros ccomo su Padre quería que los sirviera. A continuación Pedro da detalles acerca de como hemos de poner en práctica el llamdo de ser hijos de Dios, viviendo como siervos (empleados 2.18), esposas (3.1), esposos (3.7) y como cristianos (3.8-9). A partir de aqui es que puedes salir de tus monotonias cotidianas, sabiendo que en Cristo eres una nueva criatura todos los días, una nueva criatura, todo lo anterior ha pasado, puedes disfrutar día a día de la novedad de vida en Cristo.

En las escuelas llegamos a graduarnos luego de muchos esfuerzo, sacrificios y examines, pero en la escuela de Cristo no terminamos de practicar hasta que Dios nos lleve a su preencia. Pero estate seguro de que y ate has graduado en la escuela de Dios porque todos tus pecados han sido perdonados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En Cristo. Pastor Gustavo Lavia.