jueves, 30 de julio de 2009

8º domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

“Confiemos en el poder de Cristo”

Textos del Día:

Primera lección: Génesis 9:8-17

La Epístola: Efesios 3:14-21

El Evangelio: Marcos 6:45-56

Génesis 9:8-17

8 Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: 9 He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; 10 y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. 11 Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. 12 Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13 Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. 14 Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. 15 Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. 16 Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con todo ser viviente que hay sobre la tierra. 17 Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.

Sermón

Los pactos de Dios son firmes y seguros

¿Alguna vez haz hecho un pacto con alguien? Seguramente que sí pues los hacemos más a menudo de lo que recodamos. Desde el quedar con un amigo hasta el compromiso asumido en el trabajo se convierten en pactos donde empeñamos nuestra palabra, incluso firmando un acuerdo a través de un contrato legal.

Dios también hace pactos con nosotros, sellados y garantizados por él mismo. Él nunca quebranta un pacto. Siempre es fiel a su Palabra. Se auto somete a ella. Esto sí que es una Buna Noticia.

¡Estamos seguros en los Pactos de Dios! El se compromete a cumplir sus promesas y lo hace.

Nuestras promesas son inestables

Lamentablemente los seres humanos no podemos decir lo mismo. Debido a nuestra imperfección causada por el pecado, ninguno de nosotros somos capaces de mantenernos a lo largo de toda nuestra vida sin quebrantar algún pacto hecho. Muchas de nuestras promesas y compromisos son “solo palabras que se las lleva el viento”, y las consecuencias son dolorosas. Pero para Dios sus palabras son hechos reales y concretos que él sostiene con firmeza. No hay viento que pueda arrastrar a la poderosa palabra de Dios.

Nuestra palabra a lo largo de la historia fue perdiendo valor, y con ella también nuestro empeño por comprometernos con las cosas. Pareciera que en nuestros tiempos quisiéramos estar lo mas desligados posible de los compromisos para que nadie nos reclame nada y poder vivir sin ataduras. Quizás esa pueda ser una de las causas por la que muchas parejas ya no opten por el matrimonio sino por la convivencia. Los que estamos casados debemos recordar cada día el pacto, las promesas y el compromiso que hemos asumido con Dios, con nosotros mismos y con nuestra/o cónyuge, y sabemos que no es tarea fácil mantenernos firmes en él “hasta que la muerte nos separe”, ya que las luchas, los problemas, y las tentaciones son muchas. Es por esto que los cristianos recurrimos a la fuerza de Cristo, ya que las nuestras son escasas y suelen flaquear. Y aún así, por nuestra debilidad, no siempre se logra llegar a término.

El Señor, conociendo nuestra inclinación al incumplimiento de nuestra palabra, nos dice que no juremos en vano, y nos motiva a pensar detenidamente en los compromisos y responsabilidades para trabajar día a día y reforzar nuestra voluntad para llevarlos a cabo con alegría. El Señor nos dice: “Pero sea vuestro hablar; Si, si; no, no; porque lo que es mas de esto dé mal procede” Mt. 5:37 o como lo expresa Santiago 5:12 “no juréis… sino que vuestro sí, sea sí y que vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación”. El Señor desea que nuestra palabra tenga valor y que esté respaldada con nuestro testimonio personal. Pues a pesar de nuestra incapacidad natural para mantenernos firmes plenamente en los compromisos asumidos, sabemos que es bueno procurar con todo nuestro empeño poder realizarlos. Debemos luchar contra nuestra naturaleza inestable, perezosa, orgullosa y egoísta que se opone a ello. Si así no fuese, éste mundo sería un caos aún peor del que a veces, con razón, le atribuimos. Y en Cristo Jesús tenemos un ejemplo de compromiso hasta la muerte y en su pacto nosotros somos fortalecidos para vivir fieles y en la verdad.

Pero más allá de nuestro esfuerzo por mantenernos firmes en los compromisos que nosotros entablamos en esta sociedad, debemos saber que Dios ha establecido pactos con nosotros y que gracias a ellos nos mantenemos y tenemos esperanzas, no solo para esta vida, sino para la vida eterna.

El diluvio

Hoy hablaremos de un pacto concreto. Aquél que hizo Dios a Noe y que se extiende hasta nosotros hoy.

Hubo un momento en la historia de la humanidad que el mal y la perversidad habían llegado a un límite tal que Dios no quiso tolerar más. Por lo tanto decidió enviar un diluvio universal y acabar con todo en la tierra a excepción de Noe y toda su parentela. A ellos los salvo a través de un arca que Él mismo había mandado a construir.

Algunos tachan de acto injusto de Dios este del diluvio, pero en verdad no lo es. Dios es fiel a su Palabra y nunca quebranta un pacto. En Edén había dicho a Adán y Eva que no comiesen del fruto prohibido porque “ciertamente moréis”. Y así fue. La muerte es la consecuencia de nuestro pecado porque como dice la Escritura “la paga del pecado es muerte”. (Ro. 6:23). Dios no es malo o injusto porque el ser humano muere, al contrario, si vivimos es un regalo de gracia y misericordia de Dios, ya que nuestra humanidad se condenó a sí misma a muerte, ya que todos, sin acepción, somos pecadores. Dios no se comprometió a dejarnos vivos para siempre en esta tierra y este cuerpo tal y cual lo concebimos ahora, por lo tanto todos moriremos y no hay ninguna falta de Dios en ello, sino el cumplimiento de su Palabra.

Aclarado esto, podemos abordar nuestro texto y decir: Dios sí que se comprometió a no destruir más toda la tierra con un diluvio: “Estableceré un pacto con vosotros, y no volveré a exterminar a todos los seres vivos con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra” Gn 9:11 Los mares no se desbordarán más y los cielos no soltarán toda su agua al punto que la tierra quede cubierta por completo. Eso está garantizado por Dios y podemos estar plenamente seguros. Es un pacto unilateral de Dios.

La señal del pacto

Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13 Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. 14 Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. 15 Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne.

Me gustaría que recuerdes esto y que quede grabado en tu mente, y que cada vez que veas formarse el arco iris pienses en Dios y pienses en que Él te esta mostrando una señal clara e inequívoca de su compromiso fiel para con nosotros. Cuando veas salir el arco iris recuerda que Dios está pensando en ti y en toda su creación. Cada vez que mires el arco iris recuerda que Dios está ahí mostrándote una señal, hablándote y confirmando el pacto que ha hecho. Su Palabra es firme y segura. Nunca más destruirá la tierra con un diluvio. Eso significa que podría hacerlo, ya lo ha hecho una ves, pero él por amor se compromete a no hacerlo. Dios está con nosotros.

¡Enséñaselo a tus hijos!

La magnitud de los pactos

Hay pactos de índole general que se beneficia la creación completa de forma directa sin requerir de este conocimiento específico ni de fe. Es decir, que no todos reconocen y ven en el arco iris una señal clara y nítida del pacto de Dios ni su presencia, sin embargo todos se benefician de su compromiso, tanto los seres humanos como los animales y plantas. Le es igual para una vaca como para una persona quien no cree en Dios, ambos se beneficiarán lo mismo. Pero quienes creemos en Dios y conocemos su Palabra, vemos su mano en el arco iris. Vemos una promesa que aún se sigue cumpliendo. Dios sigue sosteniendo sus promesas. Y por esa misma fe, no solo nos beneficiamos de ello sino que reconocemos el amor de Dios y podemos darle las debidas gracias y gloria. Y por esa misma fe podemos apropiarnos de todos los pactos que Dios ha establecido y los cuales requieren fe para que nos beneficiemos de ellos.

Este es el sentido de todo pacto que Dios establece con nosotros. La paga del pecado es la muerte. Eso es lo que nos corresponde. Podría dejar que muriésemos sin más. Pero Dios interviene, y establece un Pacto, un compromiso, no porque lo merecemos, sino por misericordia.
El pacto de vida eterna

No solo ha establecido Dios un pacto respeto a la forma en que no exterminará este mundo, sino que se ocupo también de nuestra muerte eterna. Porque si bien “la paga del pecado es muerte”, también es cierto que “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Ro.9:23.

Y Dios envía a Jesucristo para cumplir su promesa de vida eterna. Jesús es el nuevo pacto de Dios ratificado con su sangre. El antiguo pacto establecido con Moisés se basaba en el cumplimiento de la Ley y el sacrificio constantes para expiar los pecados que dicho incumplimiento traía. Ellos tenían la promesa del Mesías, que sería el sacrificio pleno y completo, pero aún no había llegado y lo esperaban por fe. Llegado Cristo, nosotros formamos parte del nuevo pacto. Es el pacto del perdón logrado por nuestros Señor ya que “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. 1ª Jn. 1:7: Es el pacto que Dios establece con nosotros de que somos justificados delante de el por la fe en Jesucristo. Es el pacto de la fe en la obra de Jesús por nosotros.

14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. He 9:14-15

Somos el nuevo Israel, el Pueblo de Dios

33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:

Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo… dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado… Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.

Jeremías 31 y 32

Puede estar seguro que tú eres parte de ese nuevo pacto eterno realizado en Cristo Jesús. Él es quien perdona todos tus pecados y rebeliones. Y se mantiene fiel a su promesa. Tu eres parte de este texto bíblico: 9 Mas vosotros sois… pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó…; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios… ahora habéis alcanzado misericordia. 1ª Pedro 2:9-10

Por ser nuevas criaturas de Dios y miembros de su nuevo pueblo, Pablo, en la epístola de hoy pide que seamos fortalecidos por Dios en nuestro hombre interior por su espíritu; y que habite Cristo por la fe en nuestros corazones. El objetivo de esta oración de Pablo y como consecuencia es que seremos arraigados y fortalecidos en el amor a fin de comprender la profunda e inabarcable obra de misericordia que ha hecho para con nosotros al establecer un pacto salvador.

En nuestro Evangelio hoy Jesús da muestras de su poder. Una señal clara de que él es Dios todopoderoso que está por encima incluso de las leyes de la naturaleza que él mismo estableció.

Consuela incluso a los temerosos discípulos ya que su poder generó miedo en ellos. ¿Por qué? Dice que “ellos se asustaron mucho”, pero que a la vez también estaban maravillados de lo que veían. “pues aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones”.

Ver señales no significa que ella obre fe. Muchos vieron los milagros que hizo Jesús y no creían o solo lo querían para beneficiarse con fines egoístas. Ver el arco iris tampoco significa tener fe en ese pacto de Dios. Las señales nos guían hacia la Palabra. Tú da gracias por recibir la vista que ver más que signos.

Mira los pactos que Dios ha hecho contigo

El Bautismo es un pacto que Dios establece con nosotros. Dios se compromete a ser nuestro Dios y nos hace parte de su pueblo, nos da fe y nos envía a este mundo a ejercitarla y a cuidar de ella a través de los alimentos que él mismo nos da: Palabra y Sacramentos, en ellos recibimos perdón de pecados. En el bautismo Dios nos hace nacer de nuevo y nos declara sus hijos. Y nos salva así como en su momento salvó a Noe con el arca cuando el diluvio hizo que todo lo demás pereciera (1ª Pedro 3:21)

Por eso Lutero decía que grafiquemos señales visibles de los pactos de Dios y recomendaba que “cada vez que laves tu cara recuerda tu bautismo” Recuerda ese pacto firme que Dios ha hecho contigo. El te ama y ha dado a su propio hijo por ti. Cuando estés mal o desanimado piensa en los pactos de Dios.

También tenemos el pacto manifestado realmente en la Santa Cena. La sangre ahí no es que “representa algo para que recordemos”. Esa sangre es la mismísima sangre del pacto que Dios ha sellado con nosotros en Cristo Jesús “Tomad bebed, esta copa es el nuevo pacto de mi sangre”. Así como el pan es el verdadero cuerpo de Cristo entregado como sacrificio por nuestros pecados. Por lo tanto tenemos en la Palabra y los sacramentos una fuente inagotables de alegría, ya que ellos nos hablan y confirman continuamente el pacto que Dios ha hecho con nosotros, perdonándonos los pecados y prometiéndonos y reafirmando que por la fe recibiremos la vida eterna.

Disfruta de tu vida espiritual. Ora, lee la palabra, canta a Dios. Dale gracias por todo porque él es bueno. Fortalece día a día tu nuevo hombre en Cristo y vive en este mundo en verdad, comprometiéndote y velando responsablemente por aquello que Dios aproeba.
FIEL ES DIOS, recuérdalo “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. 1ª Co. 1:9

Amén Pastor Walter Daniel Ralli

lunes, 20 de julio de 2009

7º Domingo de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17


“Jesús es nuestro pan de Vida”

Textos del Día:

Primera lección: Jeremías 23:1-6

La Epístola: Efesios 2:11-22

El Evangelio: Marcos 6:30-44

Sermón

SAN JUAN 6:30-35

“Pan” podría ser el título para el texto de hoy, en el cual Jesús se manifiesta a sí mismo como el pan de la vida.

En pan para el cuerpo piensan los oyentes de Jesús cuando dicen: “Nuestros padres comieron el maná en el desierto”. Con estas palabras se refieren al milagro conocido por todos; el milagro que Dios obró en el desierto. Después de haber cruzado el mar Rojo, el pueblo de Israel quedó libre de la esclavitud y la servidumbre a que había estado sujeto en Egipto. Los israelitas tenían tras sí el mar Rojo y por delante de sí Canaán, la tierra de promisión y reposo. Mas entre el mar Rojo y Canaán se extendía el desierto que tenían que cruzar. Por su dureza de corazón, que sólo veía siempre con pesimismo todo lo que Dios hacia, la peregrinación por el desierto se prolongó 40 años, y el pueblo tuvo que padecer muchas privaciones. Levantaron quejas y acusaciones contra Moisés y Aarón, diciendo: “¿De dónde sacamos pan aquí en el desierto para que comamos?” Esta queja fue seguida de la siguiente acusación: “Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.” Pero Dios no trató con ellos según los méritos de ellos, sino conforme a la misericordia de É1. Les dijo: “A la caída de la tarde comeréis carne y por la mañana os saciaréis de pan”. Y a la caída de la tarde subieron codornices que cubrieron el campamento y por la mañana hubo una capa de rocío alrededor del campamento. Al ver esto, los hijos de Israel se decían los unos a los otros: “¿Qué es esto?” Entonces les dijo Moisés: “Esto es el pan que Dios os da de comer.”

La vida del creyente con razón se compara con una jornada por un desierto. Mediante el bautismo, el cual San Pablo compara con el paso de Israel por el mar Rojo, Dios nos ha sacado de la esclavitud y librado del diablo y de todas sus obras y de toda su pompa y nos ha hecho promesa de salvación, diciendo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo”. Pero así como muchos de aquellos que cruzaron el mar Rojo no lograron llegar a la tierra prometida, sino que murieron en el desierto a causa de su incredulidad (1 Cor. 10:1-5), asimismo hoy en día no todos los que son bautizados serán salvos; algunos serán condenados a causa de su incredulidad, porque sin Jesús, esta vida es un desierto sin pan. Por eso Jesús en el texto trata de elevar el deseo de sus oyentes del pan terrenal hacia el pan celestial. Tampoco nosotros debemos quedar satisfechos con sólo tener el pan terrenal, sino que debemos buscar el pan celestial para el alma, para tener vida en abundancia. Que Dios bendiga su palabra en tanto que consideramos el siguiente tema:

Jesús Es el Pan de la Vida

También el pan terrenal baja del cielo

“Pan del cielo les dio de comer”. Con estas palabras se confiesa que Dios maravillosamente allá en el desierto cuidó de las necesidades materiales de sus hijos. Esto demuestra que Dios no es un fantasma, suspendido en el aire, que no se preocupa por sus criaturas. Dios es el Dios vivo que alimenta las aves del cielo y viste las flores del campo, y que promete a cada uno de sus hijos: “No te dejaré ni te desampararé” (Heb. 13:5).

Muchos no creen eso y dicen: Sí, en la Biblia está escrito que el Señor dio el maná en el desierto y que Jesús multiplicó maravillosamente el pan, alimentando con cinco panes de cebada a una gran muchedumbre. Pero hoy en día el pan no cae del cielo, sino al contrario, si quiero progresar en las cosas de este mundo, no debo preocuparme mucho por la religión, porque de eso de ir a la iglesia uno no tiene provecho, y con mucho orar, uno no sacia el hambre. Pero al que cree que es puro cuento el que el pan venga del cielo, se le debe recordar que Dios todos los días obra los mismos milagros que nos relata la Biblia. Jesús en las bodas de Cana de Galilea transformó el agua en vino y sus discípulos fortalecieron su fe en Él. Dios todos los días transforma el agua en vino: cae la lluvia, entra la humedad en la vid y pasa de allí a las uvas y de éstas se hace el vino. Jesús multiplicó el pan. Todos los días Dios multiplica los granos que sembramos para que haya pan, aun para aquellos que no siembran. Es pueril decir: “Yo compro el pan”. Es cierto que compramos el pan, pero pagamos el pan. Realmente pagamos algo por el trabajo del panadero, algo por el del molinero que transforma el grano en harina, algo por el del agricultor que siembra y cosecha, pero el trigo, ¿quién lo paga? El agricultor con camión vacío va al campo y vuelve cargado con trigo. ¿Dónde lo compró? No lo compró; es un don de Dios, un don que bajó del cielo, conforme a la promesa divina: “Mientras dure la tierra, siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, y día y noche, nunca cesarán” (Gen. 8:22). Por eso Jesús en la Cuarta Petición del Padrenuestro nos enseña a pedir así el pan: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Lutero explica esta petición así: “Dios, en verdad, da el pan de cada día, aun sin nuestra oración, también a todos los impíos”. Para Dios es cosa tan sencilla concedernos dones terrenales que hasta los da a los que no los piden, porque hace salir su sol sobre malos y buenos, llover sobre justos e injustos. Ya que Jesús nos manda pedir el pan, debemos reconocer el pan como don de Dios y recibirlo con acciones de gracias.

El hombre necesita más que pan

Cuidar solamente del bienestar corporal significa rebajar al hombre al nivel del animal. En el animal se cuida solamente el cuerpo. Pero acerca del hombre dice Jesús “¿Qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, mas perdiere su alma?” (Mat. 16:26). Aunque el hombre tiene pan de sobra, no puede añadir un codo a la estatura de su cuerpo. Por lo tanto el hombre necesita tesoros que no puedan ser consumidos por las polillas ni robados por ladrones, ni que estén sujetos a la pérdida, sino que puedan llevar más allá del sufrimiento, más allá de la muerte, a la eternidad. Por eso Jesús trata de alejar la mente de sus oyentes para que la fijen en el pan de la vida (v. 32). No niega Jesús el milagro de Moisés, sino que lo explica y lo aplica a sus oyentes. No fue Moisés el que dio el maná, sino Dios por medio de Moisés. El maná no fue el verdadero pan, sino un símbolo del pan verdadero que bajó del cielo, que es Jesús. Comparado con Éste, el pan para el cuerpo, como lo era el maná y lo son todas las cosas de este mundo, son pérdida y basura.

Sobre esto nos dice San Pablo: “Más aún, todas las cosas las ten­go por pérdida, a causa de la sobresaliente excelencia del cono­cimiento de Cristo Jesús, Señor mío, por causa de quien lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para que yo gane a Cristo” (Filip. 3:8).

Interés material en la religión (v. 30)

Si buscamos una prueba de lo que es el pecado, aquí la tenemos. Es la ceguedad del hombre natural que, sabiendo que es mortal, no se afana por el más allá, sino que busca un interés material hasta en la religión. Para poder creer en Jesús piden de Él un milagro mayor que el que Moisés obró en el desierto. Si Moisés dio el maná en el desierto, entonces Jesús, puesto que es el Mesías, por lo menos debería darles una despensa repleta, dándoles milagros todos los días, un pan mejor que el maná y que los panes de cebada con los cuales los había alimentado. Olvidan los milagros que Dios ha obrado y piden nuevas señales para creer.

He aquí también un cuadro del hombre enceguecido y corrompido de la actualidad. Muchos son los que acuden al pastor para pedirle ayuda material, buena escuela, consejo para progresar en el trabajo, pero pocos son los que, afligidos por sus pecados, acuden a él para consultarle sobre el camino de la salvación. Entonces suena como ironía cuando el pastor tiene que decirles que la Iglesia no es un instituto de beneficencia, sino que el tesoro de la Iglesia es el Evangelio de Cristo para la salvación de los pecadores y el único camino que lleva a la vida eterna. Jesús es el Salvador del pecado, al cual no quieren dejar; Jesús quiere librarlos del poder del diablo, en cuya existencia no creen; Jesús quiere librarlos de la muerte eterna, a la cual no temen; y por lo tanto, Jesús para ellos no cuenta, y así como en nuestro texto los judíos citaron falsamente un hecho bíblico para esconder su incredulidad, asimismo hoy en día, con vanas excusas tratan los incrédulos de disimular su incredulidad. A pesar de que Dios al crearlos, ya se ha manifestado en ellos mismos, dándoles ojos, oídos, la razón, y todos los miembros, ellos olvidan este milagro y piden otros. Si hay un Dios, dicen ellos, no debería permitir guerras, miseria, sufrimiento, sino conceder talud y gozo continuo.

Pero Jesús no cede a las exigencias carnales de sus oyentes. Si no puede predicarles lo que les agrada, por lo menos quiere predicarles lo que les conviene. Aunque el hombre viviera ochenta años y todos los días se las pasara en banquetes y se vistiera de púrpura y lino fino, de nada le serviría todo eso, porque polvo es y al polvo volverá. No es por lo tanto la desgracia más grande que seamos pobres, que estemos enfermos o que suframos cualquiera otra desgracia; la desgracia más grande sería morir para ser condenados como aquel hombre rico de que nos habla Jesús en la historia del hombre rico y Lázaro. Para que esto no suceda, Jesús se presenta a sí mismo como el pan de la vida, que da vida al mundo. De esto trataremos en segundo lugar.
Cristo en otra ocasión, al hablar de su obra redentora, se comparó a si mismo con un grano de trigo. Sería inútil guardar el trigo sin sembrarlo. Un Mesías como el que ellos esperaban para nada nos serviría. El grano de trigo para dar fruto tiene que ser sembrado en la tierra. La aparente muerte del grano es fuente de nueva vida. Así Jesús, al morir por los hombres, los redimió de la muerte, del pecado y del poder del diablo.

Para continuar con este cuadro, se puede presentar la obra de Jesús bajo el símbolo del pan. Para preparar pan el grano tiene que ser molido, triturado, cocido en el calor del horno y puesto a refrescar para ser ofrecido como alimento para saciar el hambre. También Jesús fue triturado por los azotes, golpes, espinos y clavos durante su inocente Pasión. Fue “cocido” en el horno de los sufrimientos, en cuerpo y alma, fue puesto en el sepulcro frío y después de su resurrección, mediante la predicación del Evangelio, ofrecido como pan de vida a los que tienen hambre y sed de justicia, la justicia que vale ante Dios.

Como el que tiene hambre recibe el pan, así los pecadores que están afligidos por sus pecados y temen el juicio final, gustosamente aceptan a Cristo y por medio de Él quedan saciados.

Durante su vida aquí en la tierra están contentos con su suerte. Si Dios les da bienes, no son orgullosos, porque saben que los bienes son dones de Dios y los usan para la gloria de Dios y para el bienestar del prójimo. Si son pobres y tienen que soportar sufrimientos, no se desesperan, porque saben que este corto tiempo, que es la vida, comparado con la eternidad, pronto pasará, y por los méritos de Cristo llegarán al lugar donde hay hartura de alegría y delicias eternas y donde no tendrán más sed; ni los herirá el sol, ni calor alguno: porque el Cordero que está en medio, delante del trono, los pastoreará, y los guia­rá a fuentes de agua de vida; y limpiará Dios de los ojos de ellos toda lágrima. (Apoc. 7:16-17.)

Dónde encontrar el pan de la vida

Los que oían a Jesús en aquella ocasión se burlaban de Él cuando le pidieron aquel pan, porque seguían en su pensamiento carnal, cayendo así en el juicio del endurecimiento de corazón profetizado ya por Isaías sobre aquel pueblo. (Isa. 16.) Nosotros empero con corazón sincero queremos clamar: “Señor, danos siempre este pan.” “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí; no me eches de tu presencia, y no me quites tu santo Espíritu. Restitúyeme el gozo de tu salvación, y el Espíritu de gracia me sustente”. Y así, cuando llegue nuestra última hora y convencidos de que el pan de este mundo no nos pueda saciar, podamos decir: “Señor, ahora despides a tu siervo en paz.”

Con este fin, aprovechemos los medios de gracia instituidos por Cristo. Escuchemos atentamente su Palabra, mediante la cual Jesús se manifiesta a nosotros como el pan de la vida. Leamos la Biblia también en nuestro hogar, porque en ella tenemos la vida eterna, según la propia declaración de Jesús. Y el Señor mismo sacie nuestra alma para que con el mayor valor pasemos por el desierto de esta vida hasta llegar al reposo eterno del Canaán celestial, por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Jacobo Felahuer. Pulpito Cristiano

En Cristo. Pastor Gustavo Lavia.

miércoles, 15 de julio de 2009

6º Domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17


“Confiemos en el poder de Cristo”

Textos del Día:

Primera lección: Lamentaciones 3:22-33

La Epístola: 2ª Corintios 8: 1-9, 13-14

El Evangelio: Mateo 9:18-26 (Marcos 5:21-43

EVANGELIO DEL DIA

Mateo 9:18-26

18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. 23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, 24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. 25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.

LEER la misma narración ampliada en Marcos 5:21-43

21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. 22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote.
35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. 41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.

Sermón

La flor, hermosa en la mañana, Marchita por la tarde está; El hombre de apariencia sana, Su fin muy pronto encontrará. Mi Dios: de Cristo por la cruz Dame al morir tu eterna luz.

Nuestro Salvador, pensando en Galilea, y en Capernaum en particular, dijo una vez: "No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa" (Mr 6:4). A raíz de esta observación de parte de Jesús, se cree generalmente que un pastor no debería servir en una congregación donde él se crió, donde todos lo conocen y donde abundan sus parientes. En tal caso se citan por lo regular las palabras del Salvador: ''El profeta en su tierra no tiene honra" (Jn 4:44). Debido al poco honor y la mucha oposición que encontraba Jesús en “su tierra", observa San Mateo en su Evangelio: “No hizo (Jesús) allí muchas maravillas, a causa de la credulidad de ellos" (Mt. 13:58).

Pero no obstante la actitud hostil e indiferente de tantos en Galilea, halló Jesús fe ahí. En este mismo capítulo vio Jesús la fe de los cuatro, quienes desde el techo bajaron al paralítico, quien, creyendo, recibió el perdón de sus pecados y su salud (Mt. 9:1-8). Poco después el Salvador se ve sentado a la mesa de Mateo, y rodeado de muchos publícanos y pecadores (Mt. 9:10). Y llegados ahora a nuestro texto, conocemos en Galilea a dos creyentes más. ¡En nuestro entorno cercano también Dios obra fe! Que el Espíritu Santo nos ilumine mientras que contemplamos cómo:

JESUS SANA A UNA MUJER Y RESUCITA A UNA NIÑA.

Principia nuestro texto con estas palabras: ''Mientras él (Jesús) les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir” Los evangelistas San Marcos y Lucas nos cuentan que este "principal" era "uno de los principales de la sinagoga" y que se llamaba Jairo (Mr 5: 22). Estos jefes religiosos de Israel por lo regular no estaban dispuestos a trabar amistades con Jesús. Raras veces se ve uno de ellos al lado de Jesús, y mucho menos postrándose humildemente a los pies del Salvador. Pero este señor desde hace más de un año habrá oído y visto lo que Jesús decía y hacía ahí en Capernaum, y al igual que Nicodemo en Jerusalén, habrá llegado a la fe en Jesús, y habrá instruido también a su hija, de la cual dijo el Salvador después, que "duerme”. ¡La Palabra de Cristo obra fe, y esta fe se manifiesta incluso en quienes no imaginamos!

Ahora Jairo tiene un problema, y es un problema muy grave. Su hija, "su hija única, como de doce años" (Lc 8:42), está enferma. Y Jairo hace lo que todo cristiano debe hacer: lleva su problema Jesús. Según San Marcos dijo Jairo a Jesús: 'Mi hija está agonizando" (Mr 5:23), o sea, ya esta apunto de morirse. Según San Lucas informa Jairo que su hija "se estaba muriendo" (Lc 8:42), o que ya estaba en las últimas horas. Según nuestro texto Jairo resume o combina los informes y dice: "Mi hija acaba de morir" Cierto intérprete, tratando de reconciliar los distintos informes de Jairo, explica las cosas en la siguiente forma: Jairo en nuestro texto quiere decir: "Señor, mi hija estaba tan enferma, que para estos momentos ya estará muerta."

Habiendo llevado su problema al Salvador, Jairo presenta su petición: "Mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. " En Capernaum residía también el centurión, otro con fe en Cristo. Tanta fe tenía éste, que no creía necesario que Jesús viniera a su casa para sanar a su mozo. Oró sencillamente: "No soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente, di la palabra y mi criado sanará" (Mt 8:8). Jesús en todo Israel no había hallado 'tanta fe" (Mt 8: 10). Al criterio, pues, del Salvador, Jairo tenía menos fe, y Jesús, rumbo a la casa de Jairo, tenía que animarlo, diciéndole: "No temas, cree solamente” (Mr 5:36). Jairo habrá residido cerca de donde se encontraba Jesús, y habrá visto cómo Jesús ponía las manos sobre los enfermos para sanarlos. O es posible que sencillamente no se le haya ocurrido pedir que Jesús a la distancia pueda restaurar a su hija, y por tanto lo invito a su casa. De todos modos la fe débil también es fe. Hasta una chispa de fe, "el Pabilo que humeare'', es fe (Is 42:3). Y con esa fe volvió Jairo a casa, "y se levantó Jesús, y le siguió, y sus discípulos. "

Ahora nos olvidamos un rato de Jairo, pues ha entrado súbitamente en la escena otra persona que nos llama la atención. Nos relata el texto: "y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacia doce años había." Esta mujer se encontraba en medio de la multitud que se apretaba contra Jesús y Jairo. Mientras que todos pensaban en el problema de Jairo, la mujer tuvo su propio problema en qué pensar. Sufría de un "flujo de sangre ", un trastorno sumamente agobiante y humillante. Los que sabían de su estado preferían evitarla, pues la consideraban inmunda o sucia, porque levíticamente lo era. Y no sufría la mujer todo esto por conformista.

Había tratado de hallar alivio, gastando con los médicos todo lo que poseía. Pero fue en vano: no obstante sus gastos, su estado de salud iba de mal en peor, y ahora, para colmo, ya no tenía de qué vivir.

Viendo tan cerca a Jesús, la enferma elaboró un plan; dijo dentro de sí: "Si tocare solamente su manto, seré salva”. Lutero se asombra de la fe que se muestra aquel día en Capernaum: Jairo cree que Jesús, con sólo poner las manos sobre su hija, la ayudará. La mujer cree que ella, con sólo tocar la ropa del Salvador, recibirá de El la ayuda apetecida. Y tú: ¿Crees realmente que Jesús puede ayudarte en tus necesidades? ¿Confías en él y a él tu situación? Recuerda que en Cristo tienes al poderoso Salvador.

La mujer, teniendo en cuenta su condición humillante en medio de la gente más digna, que se había amontonado alrededor del santo Hijo de Dios, no se atrevió a detener a Jesús, ni a ponerse delante de El. Se abrió paso por la multitud y, "llegándose por detrás" logró tocar su manto.

Y los Evangelios nos relatan lo que sucedió. "Luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote” (Mr 5:29). Y en ese instante Jesús, “conociendo en si mismo el poder que había salido de él”, se detuvo, se volteo y preguntó: "¿Quién me ha tocado?" (Marcos 5:30.31). Tal parece que por unos momentos nadie respondía. La mujer, tal vez por vergüenza al verse expuesta, o creyendo que Jesús juzgaría indiscreción lo que ella había hecho y que por tanto la regañaría, tenía miedo y temblaba. Pero en un arrebato de coraje salió y presentándose abiertamente, se postró delante de Jesús “Y le dijo toda la verdad" (Mr 5:33).

¡Qué historia más conmovedora! El Salvador no estaba enojado con la mujer, no la regaño. Al contrario elogió la fe de ella y la consuela, diciendo: "Hija tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote" (Marcos 5:34). Y afirma nuestro texto: "y la mujer fue salva desde aquella hora”. Las palabras del Salvador, "Queda sana: de tu azote," nos revelan que Jesús, sin que nadie se lo dijera, sabía del azote que durante doce largos años había afligido a esa mujer.

Una vez mas nos manifiesta Jesús su omnisciencia divina, nos demuestra que El es verdadero Dios, que sabe todas las cosas. ¡Podemos confiar y estar seguros en nuestro Salvador! Además, cuando se nos dice que un "poder", una potencia, había salido de Jesús, es de notarse que esa virtud no salió meramente de DIOS Padre. Esa virtud salió de Jesucristo. Él hizo ese milagro. Y como la curación del paralítico al principio de este capítulo demostraba que Jesús tiene poder de perdonar pecados, así la curación de la mujer en el camino a la casa de Jairo, demuestra que Jesús es Dios, verdadero DIOS.

La lucha inútil de esta mujer contra su horrible enfermedad es un cuadro de nuestra lucha contra el mal más horrible de todos, o sea, el pecado. Ningún hombre, ni con su dinero, ni con sus obras, puede limpiarse del pecado. Dice la Escritura: "¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie" (Job 14:4). A la mujer que durante doce años había luchado contra su enfermedad, dijo Jesús: "Tu fe te ha salvado”. A nosotros que en toda la vida luchamos contra el pecado, nos dice el mismo Salvador mediante su Palabra: "El hombre no es justificad por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo" (Gálatas 2: 16). ¿Cómo, pues, somos salvos? Los dos presos en la cárcel de Filipos nos contestan: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31).

II

Después de esta interrupción de parte de la mujer, podemos volver a Jairo, quien ciertamente estaba esperando con ansias a que Jesús volviera y continuara con él el camino a su casa.

Al llegar los dos a la casa del principal, les saluda un espectáculo que a muchos en la actualidad parecerá extraño, pero que en aquel entonces estaba de moda: Vio Jesús "a los que tocaban las flautas, y la gente que hacía bullicio". Los flautistas hacían su aguda música. Las mujeres gemían y sollozaban mucho. Toda la gente lloraba y gritaba en alta voz. Las familias ricas incluso solían en semejantes ocasione contratar a grupos de personas que lloraran y lamentaran e hicieran ese alboroto. Además Jairo, siendo hombre de influencia, habrá contado también con sus propios familiares y amistades para agregar a ese llanto.

Jesús, no viendo motivo alguno para este espectáculo, preguntó, a esa gente: "¿Por qué alborotáis y lloráis?" Y agregó: "La muchacha no es muerta, mas duerme”. ¡Nosotros no vemos las cosas como las ve Dios! Al oír esta aserción, todos, a pesar del ambiente tan solemne y triste, se rieron abiertamente. Dice el texto: "Y se burlaban de él”. ¡Es duro oír que las palabras, promesas y hermosas afirmaciones de Cristo pueden ser causa de burla por parte de los seres humanos! ¡Pide a nuestro Salvador que sostenga y aumente tu fe para creer y confiar siempre en su Palabra!

La fe de Jairo sí que fue puesta a prueba en ese día. Antes de que el Salvador pudiera llegar a la casa de Jairo, la hija amada tuvo que morir. Cuando Jesús todavía hablaba a la mujer, vinieron a Jairo mensajeros de su casa con las malas noticias: "Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?" y ahora en la mismísima casa de Jairo, sus amigos se ríen de Jesús. Así como Jairo puso su confianza en Cristo y quedó expuesto a la burla de muchos, también nosotros estamos expuestos a que nuestra plena confianza en las promesas de Cristo sean objeto de burla. Pero recuerda que Cristo es fiel a sus promesas. ¡Que la burla o la indiferencia de otros no te hagan retroceder! Pide y confía en Cristo en todas tus necesidades.

Nos cuenta el texto que "como la gente fue echada fuera, entró (Jesús)." y añade San Lucas: "Y entrado en casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y al padre y a la madre de la moza" (Lucas 8:51), cinco personas en total. Estos cinco serían testigos de lo que Jesús estaba a punto de hacer. Pero en cuanto a los demás en esa casa, tenían que aprender que los milagros no eran espectáculos del teatro. Jesús no los hacía con el fin de divertir a la gente, ni para gratificar la curiosidad de las masas. No buscaba fama de milagrero. Él es el Salvador.

El Salvador no puso las manos sobre la niña, como el padre había pensado, sino que la tomó de la mano y clamó, en la lengua aramea que hablaba Jesús: "Talitha cumi" (Marcos 5:40), lo cual significa en español: "Muchacha, levántate." Y, pronunciadas estas palabras, "su espíritu volvió" (Lc 8:55). Volvió el alma al cuerpo de la niña. La niña vivía nuevamente. No leemos que abrió los ojos, ni tampoco que se incorporo, sino que se levantó luego" (Lc 8:55). La niña que antes yacía muerta e inmóvil en la cama, se pone en pie, anda y come. ¿Quién hubiera creído posible esto? Los padres no obstante la carcajada desdeñosa de sus amigos y familiares, no habían perdido la confianza en Jesús, y resultó, como siempre, que su confianza valía la pena.

Ahora los padres de la niña están atónitos; "se espantaron de grande espanto" (Marcos 5:42).
Como esa difunta niña sólo dormía, así la muerte de todo creyente en Cristo es un sueño, un incesante dormir hasta el día del juicio. Esto nos lo enseña el último libro de la Biblia, que dice: "Bienaventurados los muertos que de aquí adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansarán de sus trabajos; porque sus obras con ellos siguen" (Ap 14:13). Así nos enseña también el apóstol cuando nos habla de "los que durmieron en Jesús" (1 Ts 4: 14). "Los que durmieron en Jesús" son los que murieron creyendo en Cristo Salvador. Según esto los apóstoles ya han dormido algún tiempo. Adán y Eva han dormido mucho tiempo más.
Además, como Jesús resucitó a la hija de Jairo, así resucitará Jesús el cuerpo de todo creyente. Esto nos lo enseña Jesús mismo, al decir: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente" (Jn 11:25.26). Esto nos lo enseña el apóstol repetidas veces: ''Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho" (1 Co 15:20). "Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús" (1 Tes 4: 13.14). Marta sabía que todo esto se llevaría a cabo "en la resurrección en el día postrero" (Jn 11:24).

Y como el espíritu volvió al cuerpo de la niña, y el espíritu que Jesús había dado en la cruz volvió a su cuerpo glorificado aquel día de Pascua florida, así, en el último día, volverá nuestra alma de la gloria para ligarse nuevamente a nuestro cuerpo; y esta vez será un cuerpo glorificado, pues "(Cristo) transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria" (Filipenses 3:21).

Y, finalmente, si aquellos padres se espantaron al presenciar la resurrección de su hija, ¿quién se imaginará jamás el grande espanto que experimentarán en el aire todos los redimidos de toda generación, cuando a la final trompeta "los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados" (1 Co 15:52)?
Con razón, pues, cantamos: ¡Dormir en Cristo, dulce bien Del que en solaz está con El! ¡Dulce reposo que jamás Postrera muerte turbará! ¡Dormir en Cristo! Mi Señor Con su poder transformador Mi vil bajeza cambiará, Mi cuerpo glorificará. Amén.

Sermón basado en el escrito del Pastor V. H. Winter y adaptado por el Pastor Walter Daniel Ralli

ORACIÓN: Señor Jesucristo, quédate con nosotros, para que, frente a la muerte, no nos entristezcamos como quienes no tienen esperanza. Ayúdanos a confiar fielmente en Ti hasta el fin, pues nosotros también anhelamos resucitar con el cuerpo glorificado y reunido ya con el alma, para vivir contigo eternamente, por los méritos de tu inocente muerte y gloriosa resurrección.

Amén.

lunes, 6 de julio de 2009

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

¡Dios otorga su Excepcional Gracia y
Misericordia en Todos los sitios!

Este Sermón ha sido preparado para predicar en el Oficio Divino del día siguiente al concierto dado por University A Capella Choir en Barcelona.

Textos del Día:

Antiguo Testamento: Ezequiel 2:1-5

Epístola: 2 Corintios 12:1-10

Santo Evangelio: Marcos 6:1-6

“Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. 2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? 3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. 4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. 6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. Marcos 6:1-6.

Sermón

Barcelona, España

Marcos 6:1-13

¡Dios otorga su Excepcional Gracia y Misericordia en Todos los sitios!

¡Gracia, misericordia y Paz para ti de Dios nuestro Padre y el Señor y Salvador Jesucristo!

En los relatos que componen nuestra lección del Evangelio de esta mañana, Jesús estaba ejerciendo un papel (por ejemplo, ¡Jesús experimenta la respuesta asombrosa a su mensaje!) En Marcos capítulo 4, Él se sentó en la orilla del mar en un bote ante un gran número de personas, enseñando acerca del Sembrador que sembró abundantemente su semilla y produjo una cosecha asombrosa algo así como la Palabra trae muchos frutos cuando es sembrada entre las personas.

En Marcos 4 Él calmó la tormenta cuando cruzaron el mar diciendo: “¡Calla, enmudece!” Jesús expulsa un ejército de espíritus impuros de un hombre diciendo: “¡Sal de este hombre, espíritu inmundo!” (Marcos 5:8). Luego, mirando al hombre Él dijo: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti...” Y eso es exactamente lo que hizo el hombre.

Jesús continuó trabajando y clamando diciendo: “No tengas miedo, sólo cree.” Una mujer lo tocó y fue curada. La hija de Jairo, el gobernante de la sinagoga, resucitó de entre los muertos y después de todo esto, las Sagradas Escrituras dicen que: “le seguía una gran multitud, y le apretaban.” (Marcos 5:24).

Me pregunto si le aplaudieron .Si le dieron gran ovación. ¿Cómo debe ser tener una multitud arremolinada alrededor? El texto no lo dice exactamente. Pero parece que muchos de Galilea dieron a Jesús una gran recepción...

Subidos a esta ola de entusiasmo, energía, exorcismos, resurrección y gran reacción, él se dirigió hacia su ciudad natal. Se dirigió hacia su casa, sus parientes en Nazareth. Aquí es donde nuestras Buenas Noticias del capítulo 6 de Marcos para el día de hoy comienzan.

De entre todos los lugares y de entre todas otras personas, Jesús había recibido honor y las personas creyeron en su Palabra y obras. Pero aquí, aquí en este pequeño lugar, no hubo honor, sino poca esperanza en él, sinó más bien corazones duros de descreimiento.

Estimados asistentes: ¿Cuáles han sido sus experiencias cuando comparte su fe? ¿Cómo proclama a Cristo en su área de influencia? ¿En su casa? ¿Entre sus parientes? ¿En su círculo más íntimo de amigos? ¿Entre la gran cantidad de personas a su alrededor, en su trabajo, en su comunidad, en el Facebook del campus de su Universidad?

Siempre ha estado en un papel de receptividad, o ha experimentado lo que experimentó Jesús cuando una cierta cantidad de sus oidores respondieron con descreimiento?

Por supuesto, ésta no es una comparación perfecta para este texto porque no somos Jesús. Él es sin pecado. Nosotros pecamos. Algunas veces tenemos problemas comunicando cosas en nuestro propio idioma, mucho más en otros. Él claramente comunica su propósito, su salvación la que ganó gratuitamente para el mundo, para usted y para mí, cuando Él murió en la cruz para pagar por todos los pecados, del pasado, del presente y del futuro. Él fue el predicador y profeta perfecto. Nosotros con frecuencia proclamamos con parcialidad y por estos errores es que nos arrepentimos y pedimos perdón.

Si bien no somos Jesús, nos sentimos llamados a compartir nuestra fe y así es que yo pregunto, ¿Algunos de sus oidores han respondido con descreimiento?

Para los misioneros el Pastor Lavia y el Pastor Ralli y aquéllos de vosotros en el tour del coro, esto puede parecer una pregunta extraña. Después de todo, repasando las noticias de la semana pasada y lo experimentado en la última noche, con la estupenda proclamación de Jesús como Señor a través de la música, ha habido un recibimiento abrumador hacia esta misión en todos los lugares visitados. La experiencia de repetir una y otra vez, de querer oír más sobre Jesús, todavía hace eco en nuestros oídos.

Está bien hacernos estas preguntas mientas estamos en este papel de receptividad. Deberíamos disfrutar del eco una y otra vez en nuestros oídos, pero no debemos ignorar y dejar de pensar en los corazones y mentes de aquellos que aún están viviendo en la incredulidad– especialmente en aquellos que usted tiene presente repetidas veces.

La primera parte del Evangelio de este mañana y el resto de historia apuntada en el Nuevo Testamento nos exhortan a tener esperanza aun con los más duros… a descubrir las abundantes acciones de Dios y el flujo del curso de la gracia y la misericordia aun en los lugares más duros para proclamar el Evangelio.

¡Vea, justo cuando parece que el mal tiene un puñado de personas de corazones duros en sus manos, nuestro Dios, en su misericordia, crea excepciones!

El escritor Marcos nos sacude diciéndonos que Jesús: “…no pudo hacer allí ningún milagro”… pero entonces él añade: “salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos”. Los enfermos se convirtieron en la excepción y fueron curados. Él dio su abundante misericordia y gracia aun en el lugar más duro.

En este momento, esta escena, en la historia del Evangelio señala que los propios hermanos de Jesús no creyeron en Él. Pero más tarde en el Nuevo Testamento conocemos el resto de la historia, donde su hermano Santiago se convirtió en la excepción… él se convirtió en un creyente … fue hecho apóstol … un enviado a contarle a otros sobre Jesús (Gálatas 1:19). La tradición dice que él se convirtió en un mártir por su fe y fue decapitado, y que su cuerpo fue transportado desde Jerusalén a Santiago de Compostela, España.

Satanás intenta acaparar todo para su reino. Pero Jesús responde con excepciones tras excepciones. La mujer en el pozo… el centurión… los 11 discípulos… los 70… los 3.000 en Pentecostés… y la lista sigue y sigue sin parar por siglos directamente hasta usted y directamente hasta mí. Usted estaba muerto en sus pecados y su duro corazón, cuándo por la gracia, como un regalo, usted ha vuelto a vivir en Cristo y a convertirse en la excepción. Mientras Satanás intenta reclamar todo para sí mismo, Jesucristo triunfó por medio de su muerte y su resurrección y continúa vaciando el reino del mal dando vida a las personas con la fe, por toda la eternidad.

Estimados presentes, Dios tiene apremio por este trabajo pero también es paciente en él. Cuando el rechazo parece ser total, esté alerta para ver las excepciones en la Sagrada Escritura y en la vida.

Éste no es el único texto donde el Espíritu, a través de los escritores de Sagrada Escritura, nos conmociona con excepciones. En griego es eiv mh. En español, esto usualmente se traduce como “sinó ”.

Tomemos un momento para recordar algunos otros pasajes excepcionales que usan esta misma expresión:

En la Trasfiguración… “Cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie, sinó a Jesús solo." (Mateo 17:8)


“Jesús les dijo: -- Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sinó por mí.” (Juan 14:6)


Pablo dice, “ pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sinó a Jesucristo, y a éste crucificado.” (1 Corintios 2:2)

“Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios dice de Jesús: "¡Sea anatema!", como tampoco nadie puede exclamar: "¡Jesús es el Señor!", sinó por el Espíritu Santo.”. (1 Corintios, 12:3)

Otra vez Pablo escribe, “Pero lejos esté de mí gloriarme, sinó en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,…..” (Gálatas 6:14)

Es la Cruz de Jesús que convierte el descreimiento en fe, el rechazo en recepción, la muerte en vida.

Puedo ser atrevido en decir esto:

Jesús fue tan consternado por el descreimiento en el Gobierno soviético que él derribó el muro, así que, por medio de personas como el Obispo Sabutis, más personas son convertidas en la excepción. A fin de que el cristianismo cambie de ser la minoría para llegar a ser la mayoría y más naciones sean arrebatadas del mal para ir al reino del Hijo de Dios.

Jesús fue tan consternado con la secularización en Europa que él devuelve los misioneros a lugares como España.

Ya sea que la respuesta sea multitudinaria, con gritos para que esto se repita o la respuesta nos desafíe a todos nosotros a estar atentos a las excepciones, reconocemos que nuestra respuesta debe imitar la respuesta de Jesús, pues Jesús siguió adelante:

“Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen…”. (Marcos 6:6b y 12).

Como Jesús ha enviado a su iglesia de dos en dos con autoridad hasta el fin del mundo, Dios a través de su Palabra le envía hoy desde este lugar a proclamar su Salvación entre todas las naciones.

¡Disfrute de la emoción de las muchedumbres agrupándose alrededor de Él! Continúe y mire la abundante gracia y las excepciones en los lugares duros.

Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará sus corazones y mentes en Cristo Jesús hasta la eternidad. ¡Amén!

Director Regional de Eurasia para LCMS-World Mission, Rvdo. Brent Smith