domingo, 21 de febrero de 2010

2º Domingo de Cuaresma.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

“Cristo vence la tentación por nosotros”

TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA
1º Lección: Génesis 3:1-8
2ª Lección: Romanos 5:12-21


EVANGELIO DEL DIA

Mateo 4:1-11 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

Sermón

Imagínese como sería el PARAISO. El cielo en la tierra. Verdaderamente un PARAÍSO, así en mayúsculas. Me refiero al paraíso terrenal, el Edén, antes de la caída en pecado. No hay pecado: Por lo tanto, no hay dolor, sufrimiento, heridas o lágrimas.

Otra de las cosas que no hay es muerte. El Señor de la vida acaba de finalizar los seis días de la creación y el resultado lo satisface, ve que todo es perfecto, bueno a sus ojos.

El hombre está en el huerto, creado para servir a Dios y creado para ser servido por Dios. Adán tiene todo a su disposición, tiene la vida eterna para disfrutar de este lugar. El Señor provee todas las cosas que necesita, el huerto está lleno de toda clase de árboles que dan frutos para que él coma. Entre esos árboles está el árbol de la Vida, el mejor de todos. La creación en esta etapa está en armonía con Dios.

Hay un árbol que también es especial, es el árbol del conocimiento del Bien y del Mal. Muchos como José Saramago se preguntan: “¿Por qué si Dios realmente no quería que comiesen plantó el árbol, no lo puso fuera del paraíso o al menos, lo cercó?” o
¿Por qué estaría plantado aquel arbol que resultó ser fatal para todos nosotros? El amor nunca te fuerza a seguir un camino determinado y Dios ama al hombre. Por consiguiente, el Señor no obligaría a Adán a quedarse en el huerto y vivir allí por siempre. Si Adán no quiere ser amado, no quiere saber nada de Dios, él tiene una opción, el árbol es la salida. Él puede escoger la oscuridad, la enfermedad, los problemas y la muerte, y también todos quienes le sigan. Sin lugar a dudas ésta no es una buena elección. Pero gracias a que el árbol se encuentra allí, podemos decir que Dios no obligó a Adán a ser amado y a vivir en comunión con Él.

Sin lugar a dudas el Señor Todopoderoso quiere a Adán vivo y santo, y por esto le advierte al hombre sobre el árbol y la consecuencia de comer del mismo. Dios le dice a Adán que se mantenga alejado del árbol y que disfrute de la paz y armonía que hay allí en el Paraíso. Ya que no existe el pecado, nunca te cansarás de todo lo que tienes para hacer y disfrutar aquí.

Dios le habla directamente a Adán y le ordena no comer del árbol. Le ha dado un mandamiento. Después crea a Eva. Pero esta orden no queda solo para él. Sino que es válida y extensiva a su esposa y los hijos que tendrán en el futuro. Tanto Adán, como ellos, deberán mantenerse lejos del árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.

Por amor a ellos, Adán les transmitirá la Palabra de Dios, repitiendo la orden que Dios le dio: No comas del árbol.

Adán es ahora el pastor Adán, para su esposa y futuros hijos. Para él es un
privilegio y responsabilidad enseñarles la Palabra de Dios.

Sin embargo el paraíso no dura mucho. La serpiente anda a cuatro patas en el huerto y confronta a Eva: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” Génesis 3:1-5. El diablo tiene una manera de hacer que el pecado suene mucho más atractivo que el paraíso. A Eva le gusta lo que oye. Ella come del árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. ¿Qué hace ella después de esto? Va a compartir esto con Adán, quien se pone de su lado. Allí está el pastor Adán, a quien se le encomendó la Palabra de Dios, escucha como la serpiente tienta a su mujer, la madre de todos los vivientes. En vez de aferrarse a
la Palabra y conservar la vida, él observa como ella cae en pecado y luego participa de ese mismo pecado. A Adán se le olvida aferrarse y luego predicar la Palabra y así es cómo el pecado viene al mundo. Con el pecado viene la muerte y se va todo lo bueno que Dios ha creado.

Muchos encasillan a la Iglesia de ser machista, de echarles la culpa a las mujeres por la Caída en pecado. En otras palabras, somos acusados de culpar a la mujer por la entrada del pecado al mundo y de sus consecuencias, pero no es así. Eva tiene parte de culpa por caer en la tentación, pero en Romanos 5 la culpa del ingreso del pecado y la muerte al mundo es colocada a los pies de Adán. Él recibió la Palabra.

Se le olvidó predicarla. El resultado: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12.

No diré una genialidad al afirmar que no vives en el Paraíso. Vivimos en un mundo donde abundan todo tipo de frutos del pecado, y con esto me refiero a enfermedades, dolores, lesiones, preocupaciones, depresiones, lágrimas y muerte. Todo esto es la paga del pecado, traído al mundo por Adán hace mucho tiempo. Tú y yo nacimos en un mundo pecaminoso y tú y yo nacimos pecaminosos igualmente.

Pero tú no comienzas como Adán, eligiendo caer en la tentación más tarde. Tú no tienes opciones: Naces en pecado, con la única tendencia a caer en pecado, propenso a la enfermedad, la muerte y el pecado. “¡Eso no es justo!” es el comentario de muchos. No es justo que tengas que sufrir por el pecado que otros han cometido hace mucho tiempo. No es justo. Tampoco es justa que la escasez de pelo en mi cabeza, sea algo que se aprecie en mis fotos familiares. No escogí esa aflicción, pero vino con mi herencia genética. No es justo que tenga que usar más bronceador que cualquier otro, o protegerme la cabeza del frío con un gorro aunque no quiera. Pero es cierto.

Asimismo es verdad que nacemos pecaminosos, malos, separados de Dios. En verdad, dejando a un lado su gracia, nacemos para morir.

Este mundo de pecado es un mundo donde abunda la tentación y somos un blanco muy fácil. En primer lugar, recuerda que el diablo puede hacer que el pecado parezca más sensato que el mismo paraíso, como si por el pecado tuviésemos ganancias en lugar de pérdidas.

Además, ya no tienes el libre albedrío que tuvieron Adán y Eva, quienes tuvieron la elección de no pecar. Para empezar, tu voluntad es pecaminosa y propensa a caer en la tentación. ¿Si Adán en su estado perfecto no resistió, cómo puedes esperar hacerlo tú mejor?

Además, las tentaciones abundan. El orgullo siempre te quiere hacer pensar o enorgullecerte de lo que has hecho o las tentaciones que has evitado. La avaricia y la codicia te incitan a querer más de lo que Dios provee, a atesorar cosas materiales más de lo debido, a confiar más en ellas que en Dios. Incluso la carencia de ellas te llevará por el mismo camino, deseando y esperando que algún día lleguen y poder ser feliz. Los malos deseos se te presentaran, incitándote a pensar en cosas impuras y algunas veces actuar conforme a ellos. La pereza te alienta a dejar de hacer el trabajo que tienes que hacer, la glotonería te insta a comer más de lo que es bueno para ti. El enfado y mal humor salen a la luz antes de que tengas la posibilidad de pensar en ello, mientras la envidia te deja resentido por las realizaciones de otros. Estas tentaciones están trabajando en ti y a menudo cedes antes de que te des cuenta de que la batalla ha comenzado.

Debemos tenerlo claro: no cederás a cada tentación a lo largo de tu vida, pues aun exceptuando la gracia de Dios, él te da el regalo de su Ley. Escrita en tu corazón, la Ley declara las consecuencias de caer en la tentación e intenta persuadirte de que no caigas en pecado. Es por eso que al ser tentado y sentir los deseos de seguir ese camino, también puedes decir: “seguir esta tentación estropearía mi matrimonio y mi familia. El costo de seguir por este camino es demasiado alto”. Tentado por la avaricia, puedes decir, “seguir esta tentación sería infringir la ley y arriesgarme a ser arrestado o multado y eso es un riesgo muy alto para mí”. Cuando vemos
claramente las consecuencias de la tentación, tenemos mejor probabilidad de resistirla. Pero esta resistencia no necesariamente es para la gloria de Dios, porque esto es evitado con el miedo como motor de acción, no por un deseo de rectitud y amor a Dios. Además, cuando evitamos caer en la tentación de estos u otros pecados, tenemos la inclinación a ser orgullosos por lo que hemos hecho. Así es como evitamos un pecado y caemos directamente en otro. Es una realidad que no nos salvaremos por lo bien que evitamos caer en la tentación. Muchas veces se piensa que el cristianismo es una religión que trata sobre cómo resistir a la tentación y así ser una mejor persona cada día, cada vez más santo, pero esto es una falsa doctrina o falso concepto del cristianismo. Es el pecado mortal del orgullo que hace su trabajo. Debes reconocer que nunca te volverás santo por tus esfuerzos o habilidades de resistir la tentación.

Las personas pueden evitar muchas de las tentaciones exteriores que sufren a diario y pueden tener una vida bastante buena en este mundo pero también pueden perderse por siempre si sus pecados no son perdonados. Ambos lados de la moneda son ciertos:

Las personas pueden tener un desorden completo de sus vidas, destruir sus familias y sus carreras y las reputaciones de la empresa dónde trabajan y sin embargo continúan teniendo esperanza de perdón y vida eterna. Es necesario aclararlo, porque hay personas que endurecen sus corazones y se alejan de Dios pensando que Dios los rechaza por su situación. Sin embargo, hay esperanza para ti y para mí. Hay esperanza para el perdón y la salvación. Hay esperanza para recobrar el paraíso. Pero esta realidad de obtener el perdón y la vida eterna no recae sobre nosotros, sino en el Segundo Adán.

En la lección de Evangelio hoy tenemos a nuestro segundo Adán. Él no está en un huerto, sino en el desierto. No está rodeado de comida, sino que ha estado ayunando por cuarenta días. Es el Hijo de Dios, es el todopoderoso en persona. Pero también es totalmente humano y según esa naturaleza está débil y hambriento. El diablo, que nunca juega limpio, se aferra a esto para tentar al Salvador.

La tentación que Satanás empleó con Adán y Eva, siguió dando sus frutos por todas las edades, así es que aquí prueba con a la misma estrategia. En lugar de “come la fruta”, ahora es “ordena que estas piedras se conviertan en pan”. En lugar de “si comes, no morirás” la incitación a lanzarse del templo tiene el mismo sentido, “no morirás, Dios te cuidará”. En lugar de “serás como Dios” es “olvida a los que sufren y la cruz y adórame, el mundo estará a tus pies”. Por medio de estas tentaciones el diablo le da a Jesús la posibilidad de abandonar la voluntad de su Padre, para escoger el placer sobre el hambre y dolor, para tener poder en vez de someterse como un cordero que va al matadero. Otra vez, las tentaciones del diablo suenan mucho más apetitosas que el camino del Señor hacia el calvario.

En cada tentación Jesús hace lo que no hizo Adán. En primer lugar, resiste la tentación. En este mundo caído, pecaminoso, el camino de Dios siempre parecerá estar equivocado, sin sentido, difícil y lleno de sufrimiento. Pero Jesús resiste la tentación para ir al Padre, por medio de su voluntad y lograr así nuestra salvación.

Además, dónde a Adán se le olvidó recordar o mencionar la Palabra de Dios, Jesús la predica sin recelos. Cada vez que el diablo lo tienta, Jesús cita las Sagradas Escrituras en su contra. Así, el Segundo Adán reemplaza completamente lo que el Primer Adán no pudo hacer, aquello en lo que falló. Jesús está en el desierto para combatir la maldición del pecado, de la muerte y del diablo.

Esta es una de las luchas en el camino de la cruz. Tiene lugar inmediatamente después del bautismo de Jesús, donde él se identificó por completo con los pecadores. Una vez que Él ha mostrado su unidad con nosotros, combate contra el diablo en el desierto representándonos y allí es donde nos otorga otra de las victorias sobre el maligno. Desde esa tentación, él emprende su ministerio. Él comienza a curar a los dolientes, venciendo las armas de la enfermedad que utiliza
el diablo. Expulsa a demonios, liberando a las personas cautivas de los demonios. Aun más, resucita a los muertos, derrotando a los aliados de Satanás, la muerte y la tumba.

Así como la sanación, la expulsión de los demonios y resurrección de los muertos es en beneficio de la humanidad, Jesús resiste esta tentación para ti y para mi, para todos los seres humanos. Él no lo hace para enseñarte cómo hacerlo por tu cuenta,
porque no lo puedes hacer por ti mismo. Éste es uno de los mayores malentendidos sobre este texto. No decimos, “Jesús sanó a las personas para mostrarnos cómo sanar a las personas”. No decimos “Jesús resucitó a los muertos para mostrarnos cómo resucitar a los muertos”. Siempre estamos tentados a decir “Jesús resistió la tentación para mostrarnos cómo hacerlo”. Pero esto es incorrecto. Jesús resistió la tentación porque nosotros no podríamos hacerlo, porque pecamos. Por eso luego se sometió a sí mismo a la cruz, para morir por nuestros pecados.

Toda su obra, tanto su obediencia activa y pasiva hacia ti, te traen un mundo nuevo de esperanza: Por la Obra de su Hijo, el Padre Eterno te dice: “no tomaré en cuenta tus pecados, ni los utilizaré para juzgarte, no recordaré las veces que has cedido a la tentación. Para que veas, mi Hijo se encargó de todos tus pecados en la cruz.
Allí te los he perdonado. Cuando el sufrió la condena, pagó tu condena. Cuando lo resucité, tus pecados quedaron sepultados y tú has recibido el don de la vida eterna. Por consiguiente, no tienes los pecados que crees que yo veo. En el lugar de esos pecados, mi Hijo te ha dado el pago de su obediencia perfecta. Por eso cuando te miro, veo sólo la rectitud de Jesús. Porque eres perdonado y la vida eterna te es otorgada”. Esa es tu esperanza. No es que puedas ser salvo por ti mismo si sólo aprendes a resistir la tentación. Tu esperanza es que Jesús te ha salvado por su muerte y por su obediencia perfecta y su resistencia a la tentación.

Estimados hermanos en Cristo, afrontarás tentaciones este mismo día, esta misma hora y la batalla es mucha para afrontarla desde la carne. Cada una de estas tentaciones están diseñadas para conducirte con engaño al sufrimiento y a la larga hacerle abandonar a tu Salvador. Sin embargo, el Señor te ha dado su Palabra, a fin de que le puedas reconocer y puedas ser fortalecido contra los engaños del diablo y sus intentos de persuasión. Te da su presencia en el Pan y el Vino para reafirmarte en el pacto del perdón y sus promesas.

¿Lees y meditas en la Palabra de Dios diariamente? De otra manera, entras en tus batallas diarias sin una espada con la cual defenderte. Pero aun así, en ocasiones cederás y pecarás sin tener una excusa justificable. Por consiguiente, examina tu pecado y tu maldad y reflexiona: no puedes resolver el tema de tu salvación por tus propias fuerzas. Entonces ve corriendo a los pies de Cristo y regocíjate en lo que tu Salvador proclama: Esto es mi cuerpo y mi sangre para el perdón de tus pecados.

Cristo Jesús ha invertido la maldición, redimiéndote del pecado, de la muerte y del poder del diablo. Donde Adán trajo la caída y muerte, Jesús trae el perdón y la resurrección. Donde Adán trajo desierto, Jesús ha recobrado el Paraíso para ti. El paraíso del cielo es tuyo porque has sido perdonado de todos tus pecados en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

lunes, 15 de febrero de 2010

Transfiguración de Jesús.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Transfiguración de Jesús

“Cristo es el Señor”

TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA
1º Lección: Éxodo 24:29-35
2ª Lección: 2ª Pedro 1:16-21

Evangelio: Mateo 17:1-9

1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; 2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. 4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. 6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. 7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. 8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
9 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

Sermón

INTRODUCCION.

Seguramente habrás oído en más de una ocasión que las cosas cambian: “¡Aquel pequeño niño se ha transformado ya en todo un hombre!” suelen decir los que nos han conocido desde temprana edad. Pero las transformaciones no sólo se dan con el desarrollo natural, sino que también se pueden transformar las ideologías, los sentimientos, las actitudes, etc. Claro está que hay cambios que pueden ser positivos y otros muy perniciosos. Las transformaciones pueden ser interiores o externas. Pero más allá de las variantes, las transformaciones son una realidad de vida. Cada mañana nos acontece una trasfiguración. No es lo mismo vernos recién levantados que luego de salir del cuarto de baños listos para nuestras actividades. La imagen que proyectamos nos importa. Constantemente nos arreglamos para sentirnos bien y que los demás nos vean bien. Un lavado de cara, una mejora de la imagen es lo que buscan a menudo políticos, artistas, empresarios y hasta el vecino que por lo que fuere no se lo tiene en buena estima. Buscar sanamente el cambio hacia el bien es bueno. Debemos saber que Cristo también se transfiguró.

PALABRA CLAVE: Transfiguración - Metamorfosis

Texto griego fonética: Cai metemorfoze emproszen auntón

Traducción: Y FUE TRANSFIGURADO DELANTE DE ELLOS

En el Evangelio de hoy podemos ver claramente que el centro del texto está en la palabra griega metamorfo cuyo paralelo en latín es nuestra conocida palabra metamorfosis. Esta palabra griega fue traducida al español por los eruditos bíblicos como “transfiguración”. Según la Real academia Española estas palabras significan:

Transfigurar: 1. Hacer cambiar de figura o aspecto a alguien o algo. 2. Rel. Estado glorioso en que Jesucristo se mostró entre Moisés y Elías en el monte Tabor, ante la presencia de sus discípulos Pedro, Juan y Santiago.

Metamorfosis: 1. Transformación de algo en otra cosa. 2. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza. 3. Zool. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida.

De todo ello se desprende que la metamorfosis es un cambio que se evidencia, y por lo tanto es perceptible a otros.

CRISTO CAMBIÓ SU APARIENCIA,

Cristo, siendo Dios, asumió como propia la naturaleza humana en su nacimiento. Por lo tanto su apariencia era la de un judío típico de su época. Incluso en Isaías 53:2-3 se nos dice que su apariencia no tenía ningún atractivo.

Cristo se hizo hombre pero fue concebido sin pecado por la obra del Espíritu Santo. Por lo tanto siempre llevó una vida justa. En todo momento fue Dios, aunque no siempre hizo uso de sus atributos divinos. Cuando tuvo hambre no convirtió las piedras en pan y cuando le decían que si era Dios bajase de esa cruz, no lo hizo.

Cristo era Dios y siempre lo fue, pero su apariencia humana ocultaba toda la gloria, poder y esplendor que tenía. La gloria de Cristo estaba oculta tras la cruz. Esto escandalizó a muchos ya que nuestra naturaleza busca y anhela la gloria antes que la cruz: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo” Fil. 3:18. Sin embargo hubo un momento, antes de su muerte, que Jesús transformó su apariencia y se mostró en su estado de gloria. Pero ¿Ante quién y para qué Cristo manifiesta esta “metamorfosis”?

¿En qué consistió esta transformación? Y sin lugar a dudas la pregunta más importante ¿Qué implica esa transfiguración en nuestras vidas de fe?

Ante quién

Tener dos o tres testigos presenciales era fundamental para acreditar que algo era verdad. Jesús se lleva con él a tres discípulos: Pedro, Jacob y Juan. Pero no sólo acuden estos testigos terrenales, sino que vienen también dos hombres de fe que, después de muertos, estaban experimentando la comunión plena con Cristo y disfrutando de la gloria. Y como si esto fuera poco, la voz del mismísimo Padre se hace presente para confirmar ese momento impresionante que estos tres discípulos estaban viviendo.

En qué consiste

La trasfiguración fue un acto puntual y simple. Jesús cambió su estado y se mostro como el Dios de gloria. Por ello no sólo su rostro resplandeció, sino que toda su ropa. Esa misma gloria es la que manifestaba Dios al mostrarse a Moisés en el Monte de Sinaí y es la misma gloria y esplendor que veremos cara a cara cuando el Señor nos llame.

El objetivo

¿A qué viene semejante manifestación de gloria y poder? Dios vio oportuno dejar más que claro que Jesús era quien decía decir: el “Mesías esperado”, el “Dios hecho hombre”, y que bajo esa apariencia humana, incluso débil, estaba realmente el salvador del mundo. Incluso en la Epístola de hoy Pedro mismo nos relata lo sucedido diciendo que la transfiguración fue hecha para que quedara hoy un testimonio verídico de la Majestad de Cristo. No fue una fábula, sino un suceso real para que nosotros creamos y confesemos.

¿Qué vemos en Cristo? ¿Recordáis la pregunta de los discípulos hace dos domingos atrás? ¿Quién es este que hasta los vientos y los mares le obedecen? Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, es nuestro Señor y Salvador.

Confirmación

Sí los discípulos podían albergar alguna duda respecto a Cristo, esto acababa con ellas. Él Padre confirma: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd”. Dios se complace de Cristo y su obra. Él es el glorioso y poderoso hijo de Dios sin pecado. Dios no se complace de ti y de lo que tú creas tener para ofrecerle. Sóla y únicamente se complace de lo que su Hijo ha hecho por ti y en tu lugar.

Tú no tienes gloria ninguna, ni esplendor. Desnudo hemos venido y desnudos nos marcharemos, pero Cristo vive en ti por la fe y eso cambia tu situación. En el Bautismo ha sido revestido por Cristo y su poder te recubre. Dios ya no mira tú bajeza sino que mira al Cristo que por la fe vive en ti. Aquel al que tú oyes y deseas seguir de todo corazón. Dios confirma que Cristo es el camino, la verdad y la vida y que nadie va al Padre si no es por Él. Dios deja ver la gloria de su Hijo Jesucristo ocultas tras la frágil apariencia humana y dice: “A Él oíd”.

EN CRISTO NOSOTROS TAMBIÉN CAMBIAMOS

En Cristo todos nosotros hemos sufrido una metamorfosis. Hemos pasado de muerte a vida. Se nos ha quitado el velo que cubría nuestros ojos y ahora vemos y confiamos en nuestro creador, redentor y santificador. Pasamos de la incredulidad a la fe, y la condena que pesaba sobre nosotros, en Cristo ha pasado a ser justificada y anulada.

Pero está fe también trae cambios concretos en nuestra cosmovisión de la vida, sentido y por lo tanto actitudes y acciones. A Cristo oímos y por fe obramos como Cristo nos llama a hacerlo. Ese es nuestro verdadero anhelo y empeño. El cristiano ya no aborrece a la ley sino que la ama, pues es la voluntad de Dios y en ella se deleita.

Por lo tanto “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:2

La imagen que proyectamos

¿Se trasluce lo que realmente somos? Jesús criticó duramente a los fariseos porque se esforzaban en mostrar una imagen que no eran. Los llamó sepulcros blanqueados. En ocasiones los cristianos sienten la presión de tener que mostrarse santos y puros en todos sus actos y se frustran o achacan falta de fe cuando se dan cuenta que no pueden estar el 100% del día manteniendo un estado ideal de perfección. También muchos otros aprovechan eso para desacreditar el cristianismo diciendo que los seguidores de Cristo no se comportan de tal modo como Cristo, ya que aún ven odio, avaricia, pleitos, egoísmo. Es decir que no ven la gloria clara y nítida de Cristo en nosotros.

Por eso es muy importante saber: ¿Quiénes somos nosotros? ¿Cómo nos mostramos? Y ¿Qué imagen tienen los demás de nosotros? ¿Qué ven?

Cristo era glorioso y se recubrió y asumió la humanidad como suya propia. Pero él nunca dejó de ser Dios. Lo que ocurrió es que su gloria y poder estaban ocultos bajo el sufrimiento y la cruz. Era perfecto. Nunca pecó.

Nosotros no somos dioses. Y si bien Cristo nos limpia de todo pecado, aún conservamos la naturaleza pecadora. Vivimos una dualidad, ya que hemos sido transformados, pero aún seguimos siendo transformados. Aún vive el viejo hombre en nosotros que lucha para imponer su voluntad contra el nuevo hombre creado a imagen de Cristo. Por lo tanto aún somos mendigo, necesitados de perdón de Cristo.

Es muy importante mostrarnos tal cual somos, justos y pecadores al mismo tiempo. Justos por lo que Cristo hizo por nosotros y por fe nos acredita, pecadores por lo que somos, por nuestra naturaleza corrupta que solo quedará desterrada completamente con nuestra muerte: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Fil. 3:20-21

Sinceridad

Nunca debemos perder de vista que somos y seguiremos siendo pecadores. Que nunca por nosotros mismos podremos brillar como Cristo brilló. Lo que realmente brilla es el Cristo en nosotros. Y esto lejos de ser un argumento para echarnos al abandono y dejarnos estar, debe ser una motivación constante para el cambio sano, centrado en la verdad y en las verdaderas posibilidades de cambio.

Es verdad que somos pecadores y que estamos constantemente inclinados al mal, pero también es verdad que Cristo vive en nosotros y que por medio de su Palabra el Espíritu Santo quiere generar frutos agradables que brillen delante de los hombres. Cristo nos ha declarado “luz del mundo”, no solo porque llevamos en nuestros labios la confesión del Evangelio, sino porque esa Buena Noticia se encarnó y arraigó en nuestros corazones y transforma nuestra vida para hacer buenas obras.

Cristo puede y desea transformar día a día tus miedos, tus penas, tu falta de amor y entrega al prójimo. Lo del pecado tú sabes que es real y cotidiano, pero debes saber que bajo nuestra apariencia de carne perecedera, bajo tanta maldad, habita Cristo por la fe y debemos dejar que su Justicia brille. El nos declaró Luz del mundo.
Vida devocional: testimonio y obra natural

Así como Moisés irradiaba el esplendor de Dios por haber estado con él, así también los cristianos traslucen una por su comunión diaria. Por eso son tan importantes nuestros mementos devocionales o nuestras “subidas al monte” como se suele decir. Nuestros testimonios de palabras y hechos se hacen evidentes “de lo que abunda el corazón habla la boca”.

Nuestras luchas diarias se manifiestan y se dejan ver. Pero el amor cubre multitud de pecados. Somos más que vencedores en aquel que nos amó. Y aunque no andamos en perfección como Cristo anduvo, el Cristo en nosotros se trasluce, se evidencia, se manifiesta, porque “Manifiestos son también los frutos de Espíritu”.

Nosotros no vendemos humo. Reconocemos nuestra condición de pecadores como todo el mundo y nuestra lucha diaria. Pero no nos quedamos anclados ahí, sino que recurrimos al perdón y a la transformación operada por el Espíritu en nosotros. Dios va transformando poco a poco nuestro egoísmo en entrega, nuestro orgullo en humildad, nuestro odio en amor, nuestra irritabilidad en mansedumbre, nuestra ignorancia en sabiduría. Estos cambios son reales. Esta metamorfosis Cristiana se va evidenciando poco a poco, y aunque sólo lleguemos al estado de perfección con la muerte, cuando nos despojemos por fin de nuestra naturaleza caída en pecado, no debemos abandonar la carrera “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. 3:12

¿Qué necesitas transformar en tu vida? ¿Cuáles son esas áreas de tu personalidad o temperamento que debes trabajar? Pon todo ello a los pies de la cruz de Cristo, pide perdón por tus pecados e implora al Espíritu Santo que venga en tu auxilio y cambié aquellos frutos de la carne, por aquellos hermosos frutos del Espíritu. Ten siempre presente los sabios consejos “el que esté firme mire que no caiga” y “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”.

Diariamente:

Cada mañana los cristianos sufrimos una metamorfosis interior, un cambio, una conversión. Diariamente tenemos que combatir, transformando nuestro interior en un campo de batalla. Necesitamos ahogar el viejo hombre que nos impulsa a ir en contra de la voluntad de Dios y fortalecer con la Palabra al nuevo hombre nacido en Cristo.

Todos los días tienes una nueva oportunidad de experimentar la metamorfosis. Aprovéchala y beneficia a quienes te rodean de aquellos nobles frutos que la presencia de Cristo hace posible en tu vida. Amén

Pastor Walter Daniel Ralli

domingo, 7 de febrero de 2010

5º Domingo de Epifanía.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17
Epifanía

“La Iglesia de Jesús en el mundo”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Nehemías 8:1-3, 5-6, 8-10

La Epístola: 1 Corintios 12:12-31

El Evangelio del día: Lucas 4:16-30

SERMÓN

Mateo 13:24-30 24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

En la parábola del día de hoy Jesús comienza “diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo”. Así es cómo la Iglesia comenzó a Existir. Jesús ya ha contado y explicado la Parábola del Sembrador en Mateo 13:1-9, 18-23, con esta parábola retoma el tema para reafirmar una de las
principales realidades de su reino. Él describe a un hombre que siembran en su campo, comparándolo con su llegada a este mundo y la propagación de su Palabra de Gracia a lo largo de este mundo para rescatar y salvar a todas las personas.

Si en el día de hoy tú tienes fe es porque eres parte de esa obrar de Dios ha iniciado y sostenido por su Verbo hecho carne y su Palabra trasmitida hasta nuestros Dios. El Espíritu Santo se ha encargado de que esa Gracia, mostrada en la obra salvífica de Jesús, llegue a ti. Es así que solamente por su misericordia y su obra, el cielo es tuyo para siempre. Jesús, el Señor, siembra la semilla y lleva a las personas a un encuentro intimo con él para darles vida y vida en abundancia.

Pero en esta nueva parábola la alegría es rápidamente interrumpida. El versículo 25 nos afirma que “mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue”.

El enemigo se infiltró en los campos del Señor y avanzando a rastras y sembró maleza entre el trigo. No fue cualquier maleza, ésta era una clase que a simple vista y en los primeros tiempos de crecimiento era muy similar al trigo. Sólo pasado una cierta cantidad de tiempo se podría notar la diferencia entre esta maleza y el buen germen del trigo. Hay que reconocer que el enemigo es muy listo y sabe bien lo que hace.

La Biblia más de una vez nos advierte de la astucia del diablo, es un enemigo listo y no son pocas las exhortaciones a estar atentos y velando para no ser engañados por su astucia. A lo largo de la historia, él ha usado la persecución y la violencia contra la Iglesia del Señor para desbaratarla, pero con esto nunca pudo ver cumplida su meta. Ciertamente, una famosa frase de Tertuliano afirma que “la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”, porque la historia es testigo de que cada vez que los cristianos han sido acosados y perseguidos, generalmente se ha producido mayor propagación del mensaje del Evangelio y crecimiento en el número de personas que han disfrutado del mensaje de Gracia y Perdón por medio de la Obra de Cristo.

Pero estos reveces no han disuadido al enemigo del Señor, no le ha hecho cesar en su obrar de seguir sembrando la semilla del mal. Por el contrario lugar de eso, él recurre a un plan mucho más astuto y sigiloso.

El diablo habrá pensado que si el Señor del Universo por medio de la siembra de su semilla, crea y sostiene su reino en la tierra, porque no imitarlo para contrarrestar eses mismo reino. Así que se dedica a crear una falsa iglesia y la entremezcla con la verdadera Iglesia de Jesús. Se dedica a hacer lo que mejor le sale, que es sembrar la mentira y el engaño. Él sostiene a incrédulos que aparentan ser cristianos, pero que no siguen y creen al verdadero y único Señor y a su Palabra. Esto se manifiesta en algunas cosas concretas: En primer lugar, muchos se unirán a una falsa iglesia y luego creerán que son verdaderamente cristianos porque hacen lo que esa iglesia les enseña, por más que estén negando con ello las Sagradas Escrituras. Incluso sus enseñanzas y prácticas llevan a que a Jesús y sus discípulos caigan en descrédito. Ya que los no creyentes ven a muchos que se dicen ser cristiano cometiendo pecados en nombre de Jesús y así concluyen que todos los cristianos son hipócritas. O por el contrario la falsa iglesia se adapta a la sociedad de tal manera que caen simpáticos y receptivos y si la verdadera Iglesia de Jesús vive su fe de acuerdo a los principios de la Biblia, en muchos casos como una contracultura, esta es vista como retrograda o incluso como fundamentalista

Podemos señalar muchos ejemplos que ocurrieron en las décadas pasadas. La Alemania Nacionalsocialista sirve de ejemplo, donde las personas fieles a Hitler agarraron las iglesias alemanas y cambiaron las enseñanzas para adorar a este líder y a toda su ideología. Los pastores fieles qué advirtieron el mal que estaba brotando en todo este sistema teológico y quisieron oponerse fueron llevados a las calles y aniquilados. Los cristianos fieles eran arrestados y corrían la misma suerte que los pastores.

También podríamos señalar acontecimientos actuales, donde el “derecho religioso” o pertenecer a los “cristianos confesionales” son a menudo descritos pertenecer a grupos racistas y fanáticos que tienen el deseo de despojar a medio mundo de ejercer un libre pensamiento.

Pero el diablo no se detiene allí, tiene otros métodos. Él sigue en su empeño de levantar una falsa iglesia que cree que ser una iglesia cristiana significa rendirse a la voluntad, pensamientos, deseos y caprichos de la sociedad.

Me atreveré a citar ejemplos que pueden sonar muy duros, porque son iglesias que llevan el nombre que nos identifica. Pero creo que es necesario que veamos que nuestra fe va más allá de nuestra denominación entre los cristianos, nuestra fe nace, se desarrolla y llega por medio de la Palabra de Dios. Como ejemplos tenemos a la Iglesia Luterana Sueca, dónde uno no puede ser ordenado en el ministerio pastoral a menos que enseñe que la homosexualidad no es pecaminosa. También tenemos a la Iglesia Luterana Danesa, la cual actualmente tiene a un famoso pastor que no cree en Dios, porque para ellos también, según la explicación oficial, debería haber espacio en la iglesia para tales creencias.

Ya hace algún tiempo atrás, un grupo que dice llamarse la Iglesia Unida de Cristo en los EEUU aprobó algunas resoluciones muy interesantes. En primer lugar, la convención resolvió que Jesús es el Señor, pero que sus pastores no están obligados a creerlo o enseñarlo. Otro de los puntos resolutivos, quizá mucho menos abrumador que el anterior, es que esta iglesia se convirtió en la primera denominación en declarar apoyo para los matrimonios del mismo sexo. La Iglesia Unida de Cristo, tomando el nombre del Señor como suyo, hizo estas resoluciones en nombre del amor, en nombre de la tolerancia y en nombre de Jesús.

Éste no es un incidente aislado, que quedó en este grupo o pasó desapercibido en el tiempo, sino que ha recibido un extendido apoyo de otras “denominaciones cristianas”, incluidas algunas que dicen ser luteranas. Sin duda alguna ser “cristiano” significa cualquier otra cosa para el mundo de lo que significa para ti. El hombre de la calle oye “cristiano” y no piensa sobre Cristo y su cruz, sobre la Ley y Evangelio. Piensa en cualquier grupo que tenga algún escándalo popular, o aquellos que intentan poner los límites de la mora social, o de un movimiento político radical que cree que Jesús no quiere que tengas algún tipo de diversión.

Así es que la cizaña es plantada entre el trigo, la falsa iglesia está junto con la verdadera Iglesia. Sin embargo, no pienses que esto se da solo por la confesionalidad de la Iglesia o por la ausencia de la misma. El cuerpo de Cristo, que es la iglesia, está compuesto por todos los creyentes. Siempre habrá incrédulos en iglesias que permanecen fieles a la Palabra de Dios. Donde el Verbo de Dios se lee u oye, habrá creyentes, aún en iglesias que estén desviadas de las doctrinas que la Palabra quiere sembrar y cultivar en las personas. La Cristiandad está llena de grupos religiosos con confesiones confusas o desvirtuadas.

Pero esta tensión entre las dos semillas no solo se vive a nivel de cuerpos eclesiásticos. No olvides que en tu interior pasa algo muy similar. Las dos semillas están juntas y luchando por crecer. Tu viejo Adam está trabajando dentro de ti. Por medio de las seducciones en las tentaciones del mundo, o por la desesperación y angustia de presenciar el mal en este mundo, tu naturaleza pecaminosa trata de reducir el trigo para dar lugar a la mala hierba.

El diablo es experto con su siembra y la apariencia de la cizaña es muy similar a las del trigo por algún tiempo. En la parábola, no es hasta que el cultivo crece que los trabajadores notan la diferencia:

26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Hay algo más a tener en cuenta al respecto de estas cosas: Las malas hierbas van a estar por ahí hasta el día de la cosecha. Los falsos creyentes, haciendo uso del nombre de Jesús, van a estar por ahí hasta el último Día. A los ojos de muchos, el cultivo parecerá bueno, útil, productivo. No va a ser diferente o mejor antes de ese momento. De hecho, en Mateo 24 y otros sitios, queda claro que la maleza casi sofocará el buen trigo. Una de las profecías sobre la verdadera cristiandad es que estará casi desaparecida antes del regreso glorioso del Señor. No son noticias agradables, pero es bueno estar preparado. Hay muchos que creen que la Iglesia sólo se volverá grande y gloriosa en tierra para preparar el terreno para el regreso triunfal de Jesús, pero esto no es lo que dicen las Sagradas Escrituras.

Basta de noticias desalentadoras. Otra de las grandes noticias es que la cosecha del
Señor permanecerá, y el día de la cosecha será una realidad. Puede ser que la Iglesia sea perseguida y maltratada, pero las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, y el Señor prometió que regresará en el último Día para llevar a los suyos al cielo. Es entonces, cuando la cosecha será recogida, allí la cizaña y el trigo se verán por lo que realmente son.

Aquellos que se gloriaron en sus pecados y rechazaron el nombre y la Palabra de Jesús confesarán “Jesús es el Señor, pero no estoy entre los redimidos”. Quienes perseveraron en la fe se regocijarán y dirán “Jesús es el Señor, y somos llevados a su presencia eterna.”

No hay porque desesperar, hemos sido redimidos, hechos justos a través de la sangre de Jesús. La cosecha viene. Y en el Día de Resurrección, podremos estar felices en el reino de nuestro Padre por toda la eternidad.

Hasta entonces, recuerda que eres del Señor y él te conservará en la verdadera fe por medio de su Palabra. Él ya ha dado su cuerpo y sangre para el perdón de los pecados, se ha despojado de su sangre en la cruz para hacerte suyo, no solo perdonando tus pecados sino que además te ha vestido de su rectitud. Él no te abandonará jamás.

La lección del trigo y la cizaña se enseña otra vez en el libro de Apocalipsis, sin embargo con una imagen diferente. La falsa iglesia es descrita como una ramera (Apocalipsis 17), adornada con toda clase de riqueza y muchos amigos. Ella es llamada “la Gran Babilonia, la madre de las rameras”, pues ella ha jugado a la ramera siéndole infiel a Dios y adoptando enseñanzas que nada tenían que ver con la Palabra de Dios para ser alabada. En el último Día, ella será destruida. La Iglesia verdadera es retratada como una mujer que fue echada fuera a una tierra salvaje, allí el diablo tratará de matarla (Apocalipsis 12). Ella queda en ese lugar desolado y sufre la persecución del mal, pero no es destruida. Ella tiene un lugar preparado para ella por Dios. Allí, él la alimenta constantemente. Allí, él la aloja hasta que regrese a llevarla como su prometida a la fiesta matrimonial del cielo. Donde la prostituta acabará convertida en cenizas, la mujer pobre en la tierra salvaje estará vestida de un blanco radiante para participar en la fiesta del cielo por siempre.

En esta tierra salvaje del mundo, el Señor ha preparado un lugar para ti. Él te ha hecho suyo, te ha dado vida espiritual, por las aguas del Sagrado Bautismo. En breve te alimentará con su cuerpo y su sangre para mantenerte en el pacto del perdón de tus pecados. Ahora te ha alimentado con su Palabra. Así es como te sostiene y cuida, así es como hace germinar en ti la buena semilla.

No tengas miedo, la cizaña molesta, pero el Dios verdadero es tu roca y fortaleza. Él no te dejará, no dejará que esa maleza ahogue tu fe, permanece en su Palabra a fin de ser fortalecido en la verdadera fe.

Vive las maravillosas noticias que Jesús y el Espíritu Santo te transmiten a diario, a pesar de que al mundo le parezca locura. Algunas veces en este mundo, podrás ser maltratado y golpeado. Aun así, tu Salvador intercede por ti y por su Iglesia, delante de su Padre en cielo. Por medio de Jesús, el Padre Eterno obrará todas las cosas para tu bien. Él te dará su reino por siempre.

Así es que eres puesto en libertad y podrás vivir según las palabras del salmo 119:57 “Mi porción es Jehová; He dicho que guardaré tus palabras.” Ciertamente, el Señor es tu porción, pues él te ha hecho parte de su cosecha, su preciosa prometida. Porque eres perdonado de todos tus pecados en nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén

Pastor Gustavo Lavia