jueves, 12 de noviembre de 2015

Vigésimo cuarto domingo después de Pentecostés, 8 de noviembre, A+D 2015
El Viudo Pobre y Generoso - San Marcos 12:41-44

     Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.   Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.  Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;  porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

     ¿Por qué Jesús alabó tanto la ofrenda de la viuda?  Hace una semana celebrábamos la Reforma, el retorno de la iglesia al verdadero evangelio de Cristo Jesús.  Como oímos del San Pablo el 31 de octubre,  Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, … la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,  por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,  siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,   Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 

     El corazón de la doctrina de Cristo es que nuestras obras no nos salvan, sino que Dios nos salva por gracia y fe.  Salvación es un regalo de Dios, completamente gratuito y no merecido, recibido por todos que creen que sus pecados son perdonados por causa de la muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. 

     Muy bien, buenas noticias.  Pero hoy, Jesús alaba a la obra buena de la viuda, que ella dio más que todo, aunque el valor económico de su ofrenda fue muy poco.  Nos parece que Jesús nos da un estándar muy alto, que debemos dar a la iglesia todo lo que tenemos.

    Es difícil de entender.  Este es el mismo Jesús quien también dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado, y en otro sitio Jesús dice, Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.   Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.   Cuando una vez sus discípulos expresaron asombro de qué difícil es ser salvo, Jesús les respondió: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. 

     Con muchas palabras, y con su vida, muerte y resurrección, Jesús proclamó que la salvación es por gracia, un regalo de Dios recibido por fe, y no ganado por las obras.  Pero hoy, Jesús alaba las obras de la mujer, la viuda pobre, y a la vez aparentemente estableciendo “todo” como el nivel de ofrenda que es aceptable a Dios.  ¿Qué pasa?

      Nosotros esperamos que haya una vía de escape de esta doctrina muy incómoda.  No queremos dar ofrendas como la viuda.  No queremos dar todos nuestros bienes a la iglesia.  No podemos escapar la verdad, que a cerca de la tema de dar a la iglesia, somos muchas veces egoístas, somos muy avaros.  Recitamos las palabras del Rey Solomon justo antes de la ofrenda en la liturgia de la Palabra y Santa Cena: ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes?  Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.  Recitamos las palabras, ¿pero cómo son nuestras acciones?  ¿Cómo están nuestros corazones acerca del tema de ofrendas? 

     Si el ejemplo de la viuda pobre y generosa nos duele porque no somos dadores alegres, y por eso tenemos miedo que Dios no nos ama, este sentimiento también es un don de Dios.  Porque ser egoísta y avaro es un pecado grave, peligroso, y común.  Necesitamos esta palabra de la Ley, para revelar el pecado que todavía existe en todos nosotros.  El amor al dinero es raíz de muchos tipos de mal. Arrepiéntete.   

     Arrepiéntete, y oye las buenas noticias, que aun este pecado está cubierto por la sangre de Jesús.  Cree, y no dudas: el perdón de pecados y la vida eterna en el reino de Dios son tuyos.  Porque el Viudo Pobre y Generoso ha dado todo lo que tenía, para servir a su iglesia.

     Hablaremos del Viudo Pobre y Generoso en un momento.  Pero antes, nota bien que Jesús no dice que todos nosotros necesitamos dar todos nuestros bienes a la iglesia.  Ni dice Jesús que la obra buena de la viuda es la causa de su salvación.  Ella, como todos los hijos de Adán y Eva, fue una pecadora, y requería la salvación que solo Dios podía ofrecer, la salvación de Dios que es por gracia, un regalo dado en la persona de Cristo Jesús, un regalo recibido al momento que se cree que por su muerte y resurrección, todos los pecados son perdonados, y el cielo está abierto. 

     Además, Jesús no alaba a ella solamente para darnos una palabra de la ley, aunque claramente todos nosotros la necesitamos.  Hay, al menos, una cosa más para nosotros en esta historia.  La viuda pobre y generosa nos da un ejemplo, sí, pero aún más, ella nos ofrece una imagen del evangelio.  Porque ella dio todo, por la causa de la iglesia de Dios.  ¿Quién más dio todo por el bien de la iglesia? 

     Jesús.  Sí, claro que sí, Jesús dio todo por el bien de la iglesia.  Por eso, podemos llamarle El Viudo Pobre y Generoso.  ¿Qué es un viudo? Un viudo es un marido cuya esposa ha muerto.  Y esto seguramente describe a Jesús, porque Él es el verdadero Dios, el marido de Israel, el marido del pueblo de Dios.  Jesús es el marido de la iglesia, que es su novia.  Y por el pecado, por el egoísta y la avaricia, y por muchos otros pecados, la novia de Jesús había muerto.

     Para resucitar a su novia, para dar nueva vida a su pueblo, a su iglesia, Jesús vino a este mundo pecaminoso.  El Hijo de Dios, la segunda persona de la Santa Trinidad, eterno Dios de eterno Dios, se hizo hombre, un hombre pobre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado.  El Viudo Pobre y Generoso dio todo, y su “todo” no era solo un poco.  Jesús tuvo todo, todo honor y gloria y poder y gozo, en la diestra de Dios Padre. 

     Todo esto Jesús lo dejó, su trono en gloria, su poder y majestad, dejando al lado todos los bienes en el universo, para servir a nuestra necesidad.  Su sangre te lava de todos tus pecados.  Estás perdonado.  Y por la resurrección de Jesús, ahora todas vosotros tenéis una parte de todas sus riquezas, guardado para vosotros en el cielo.  Aún mejor, vosotros tenéis a Jesús mismo, a quien sois conectados por vuestra fe bautismal.  En Él tenéis el reino de Dios, y un futuro glorioso y eterno.  Con Jesús, todos vosotros tenéis, con la viuda generosa, la Paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, y que guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús, hasta la vida eterna, Amén.     
 
                                                 David Warner.