domingo, 20 de octubre de 2013

22º Domingo después de Trinidad.

TEXTOS BIBLICOS Primera Lección: Génesis 32:22-30 Segunda Lección: 2º Timoteo 3:14- 4:5 El Evangelio: Lucas 18:1-8 “Orad sin Cesar por Vuestra Justicia” Podría contar algunas historias inspiradoras para comenzar el sermón. Historias reales como la de Jacob luchando toda la noche con el Señor y siendo bendecido por este, como habéis oído en la primera lección (Génesis 32:22-30). Tenemos también historias en la Iglesia, como la de Mónica rezando por la conversión de su hijo, que se había apartado de Dios y de cómo ese hijo se convirtió en San Agustín. ¿Y cuántas historias contemporáneas podríamos oír? Testimonios de personas que oraron y el Señor respondió al clamor. El Señor hoy nos quiere mostrar algo fundamental sobre la oración. ¿Cuál es el motivo de “orar siempre y no desmayar”? Uno de los mayores desafíos para el cristiano es no pasar por alto las necesidades reales que tenemos en nuestra vida y suplicar a Dios conforme a ellas. Cuando oramos esperamos que las respuestas sean claras y rápidas. ¿Será que las oraciones que no son contestadas rápidamente, nunca lo serán? ¿Por qué da la sensación que las oraciones son contestadas rápidamente en una película de dos horas, pero en la vida real no es así? A veces la respuesta de Dios es “Espera. Todavía no”. Entonces podemos entender que la perseverancia en la oración es buena. Allí nos centramos en mantener la confianza y depositar nuestra esperanza en el Señor. Pero y si su respuesta es “No”. ¿Qué hacer? Hay ciertas súplicas que dejamos de orar y no debemos persistir en ellas. Por otro lado ¿Cuánto tiempo hay que orar para que alguien se enamore de ti? ¿Cuánto tiempo debe una pareja infértil orar para ser capaces de concebir? ¿Qué pasa con las oraciones para lograr mejores calificaciones o un trabajo más agradable o una casa mejor o vecinos amigables o simplemente tener paz? ¿Qué sobre el dolor o la enfermedad que cada vez va a peor? ¿Cuánto tiempo hay que persistir en pedir al Señor que la quite? ¿O sólo debemos pedir que nos dé fuerza para soportar? ¿Debemos pedir para que nuestro ser querido se cure o sea llevarlo a la casa celestial? El hecho de que “debemos orar” no aborda realmente esta lucha de qué pedir o cómo hacerlo ¿verdad? Y lo peor son las falsas ideas que se ponen alrededor de la oración: “si eres lo suficientemente persistente, obtendrás lo que estás pidiendo, además estás orando por algo bueno”, “necesitas hacer una oración poderosa”. Necesitamos pensar más profundamente acerca de las palabras de Jesús y aferrarnos a ellas. ¿Quién es tu enemigo y por qué es tan malo? ¿Cuál era causa de la viuda? “Hazme justicia de mi adversario” (Lucas 18:3) ¿Quién es tu adversario? ¿Un profesor de colegio, ese vecino que es molesto, un compañero de trabajo egoísta, ese empleado desagradable, el jefe que es duro? A veces las personas más cercanas a nosotros, a nuestros propios familiares nos causan mayor adversidad. O tal vez no piensas en una persona como tu adversario, sino la dureza de la vida, las tragedias y los desastres que te golpean, o tus propias luchas con la infelicidad, el fracaso o la desesperación. Muchos llegan a pensar: “Yo soy mi peor enemigo”. Pero esta viuda no tiene muchos adversarios que cambian con el tiempo. ¿Quién es tu adversario desde el momento en que fuiste concebido hasta el día de tu muerte? Su nombre es Satanás. Su mismo nombre significa adversario. Él es el que te acusa delante de Dios, señalando tus muchos pecados. Él es el que usa los problemas de esta vida para sembrar la duda en su corazón. Él es el que te seduce con la promesa y los placeres de este mundo. Él es el que ataca tu fe con falsas enseñanzas. Es el Adversario que se rebeló contra Dios y ahora lucha en contra el pueblo escogido. El resto de las fuerzas del mal, los demonios del reino espiritual, las fuerzas hostiles a Cristo, los lobos con piel de oveja que actúan como cristianos y enseñan en las iglesias, pero llevan a la gente a poner su confianza en sus propios esfuerzos para estar en paz con Dios, son enemigos trabajando con tu adversario, Satanás. ¿Te das cuenta de lo grande que es tu adversario? ¿En tu vida de oración se refleja esta verdad? Muchas veces sabemos algo en la cabeza, pero no lo ponemos en práctica. Nunca te rindas orando en contra de Satanás y sus aliados. El estímulo de las Palabras “Ora siempre y no desmayes” no es un tópico vacío, sino vital y aquí tienes la promesa de Dios que va a responder: “Os digo que pronto les hará justicia”(Lucas 18:8). Pasar por alto y olvidarnos de nuestro adversario es algo peligroso. Si te centras en tus oraciones solo en las necesidades básicas y materiales de tu vida, nuestro adversario podrá colarse con sus mentiras. Porque no siempre gozarás de la felicidad que deseas, ¿verdad? No me malinterpretes: Dios quiere que todas nuestras ansiedades descansen sobre Él, las grande y las pequeñas, lo espiritual y lo terrenal. Pero no dejes que lo terrenal te ciegue de tu verdadero adversario, Satanás. Sigue orando para que Dios haga justicia contra tu adversario. La Epístola del día de hoy nos da una clave fundamental de cómo permanecer con esta claridad de oración: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” 2º Timoteo 3:14-4. Permanecer en la Palabra de Dios es la clave para saber lo que realmente importa en nuestra vida, para conocer nuestras verdaderas necesidades y presentárselas a Dios en oración. ¿Cuándo Jesús hacer justicia contra nuestro adversario y líbranos? Pero ¿cuándo llegará esta justicia? Antes y después de esta parábola, Jesús habla de su venida. En el último día, cuando Jesús venga a juzgar a los vivos ya los muertos, Satanás no tendrá escapatoria. La justicia final se llevará a cabo en contra de él y todos los que le siguieron, incluso algunos que pudimos haber sentido cerca en esta vida. Satanás y todos los que no han creído en Jesús como su Divino Salvador, como el que ha pagado por sus pecados. Dios no puede ser burlado. Sigan orando por la justicia contra su adversario. Jesús responde y responderá. Para ti y para mí, Jesús bien podría responder mucho antes del último día. Pero toda nuestra vida terrenal como cristianos es una lucha contra Satanás, contra el pecado y los deseos del mundo. Jesús te libera personalmente de tu adversario y te da la justicia cuando se te lleva al hogar celestial. Esta liberación no se basa en las exigencias de la ley. Se recibe por la justicia que viene por la fe en Jesucristo. Dios la pronunció cuando Jesús murió y resucitó de entre los muertos, es su veredicto de justicia: Ya no hay deuda, no hay acusación para los que están bajo Cristo Jesús. En Jesús estás absuelto porque Él ha pagado por tus crímenes y pecados. Satanás no te puede acusar, porque Jesús es tu abogado. La Justicia que Dios hace te declara “inocente”, “no culpable” por causa de Jesús, no importa de lo que tu adversario te acuse. Puedes decir con Pablo: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. (Romanos 8:33-34). Él es tu Abogado. ¿Está preparado para la respuesta de Dios? La gran liberación, la respuesta que Dios trae es a través de la muerte y del juicio final ¿no es así? Tal vez no somos tan persistentes en esta oración, porque no estamos preparados para este tipo de respuesta. Pues cuando la muerte se acerca, Satanás te atacará con todas sus fuerzas. Es la última oportunidad que tiene. Allí necesitas toda la armadura de Dios para ser sostenido en la justicia en Cristo Jesús contra su adversario. Sigue orando porque Dios te sostenga en su justicia contra tu adversario Satanás, cuando ores la oración del Señor: “Mas líbranos del mal”, ora con la confianza de saber que Dios responde una vez y para siempre y te garantiza la bendición de que al terminar esta vida te llevará del mundo de dolor, de este valle de lágrimas, a su presencia en el cielo. Él respondió rápidamente en el momento justo, adecuado, ya que “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9). ¿Qué estímulo no las palabras de Jesús nos dan para mantener esta oración? Sigue orando por la justicia contra el adversario. Debemos orar lentamente, listos para su respuesta. Así que vamos a tomar en serio la promesa que Jesús nos da cuando dice: “acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?” (Lucas 18:7). Por supuesto que lo hará. Porque no es un juez injusto, sino todo lo contrario. Ya que Jesús es “quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. (Romanos 3:25-26). Así que “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24) clamamos día y noche agradeciendo nuestra Justicia que es Cristo. ¡Qué estímulo! Es más, tú no eres una viuda insignificante. Eres uno de sus elegidos, su hijo adoptivo. Desde toda la eternidad Él te eligió de acuerdo a su amable y buena voluntad. Él envió a su Hijo para redimirte a través de su sangre. Él te trajo a la fe a través del agua y de la palabra en el Bautismo otorgándote los beneficios en Cristo. Él te da la riqueza de su gracia en su Palabra y Sacramento para mantenerte en esa fe. Porque eres parte de los elegidos, de sus escogidos, sus hijos e hijas renacidos. Así que sige orando por la justicia contra su adversario. Tu Padre celestial contestará rápidamente, ya que has sido perdonado de todos tus pecados y rescatado de la muerte y del poder del diablo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Amen. Pastor Gustavo Lavia. Congregación Emanuel. Madrid. Iglesia Evangélica Luterana Española.

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