lunes, 15 de febrero de 2010

Transfiguración de Jesús.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Transfiguración de Jesús

“Cristo es el Señor”

TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA
1º Lección: Éxodo 24:29-35
2ª Lección: 2ª Pedro 1:16-21

Evangelio: Mateo 17:1-9

1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; 2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. 4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. 6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. 7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. 8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
9 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

Sermón

INTRODUCCION.

Seguramente habrás oído en más de una ocasión que las cosas cambian: “¡Aquel pequeño niño se ha transformado ya en todo un hombre!” suelen decir los que nos han conocido desde temprana edad. Pero las transformaciones no sólo se dan con el desarrollo natural, sino que también se pueden transformar las ideologías, los sentimientos, las actitudes, etc. Claro está que hay cambios que pueden ser positivos y otros muy perniciosos. Las transformaciones pueden ser interiores o externas. Pero más allá de las variantes, las transformaciones son una realidad de vida. Cada mañana nos acontece una trasfiguración. No es lo mismo vernos recién levantados que luego de salir del cuarto de baños listos para nuestras actividades. La imagen que proyectamos nos importa. Constantemente nos arreglamos para sentirnos bien y que los demás nos vean bien. Un lavado de cara, una mejora de la imagen es lo que buscan a menudo políticos, artistas, empresarios y hasta el vecino que por lo que fuere no se lo tiene en buena estima. Buscar sanamente el cambio hacia el bien es bueno. Debemos saber que Cristo también se transfiguró.

PALABRA CLAVE: Transfiguración - Metamorfosis

Texto griego fonética: Cai metemorfoze emproszen auntón

Traducción: Y FUE TRANSFIGURADO DELANTE DE ELLOS

En el Evangelio de hoy podemos ver claramente que el centro del texto está en la palabra griega metamorfo cuyo paralelo en latín es nuestra conocida palabra metamorfosis. Esta palabra griega fue traducida al español por los eruditos bíblicos como “transfiguración”. Según la Real academia Española estas palabras significan:

Transfigurar: 1. Hacer cambiar de figura o aspecto a alguien o algo. 2. Rel. Estado glorioso en que Jesucristo se mostró entre Moisés y Elías en el monte Tabor, ante la presencia de sus discípulos Pedro, Juan y Santiago.

Metamorfosis: 1. Transformación de algo en otra cosa. 2. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza. 3. Zool. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida.

De todo ello se desprende que la metamorfosis es un cambio que se evidencia, y por lo tanto es perceptible a otros.

CRISTO CAMBIÓ SU APARIENCIA,

Cristo, siendo Dios, asumió como propia la naturaleza humana en su nacimiento. Por lo tanto su apariencia era la de un judío típico de su época. Incluso en Isaías 53:2-3 se nos dice que su apariencia no tenía ningún atractivo.

Cristo se hizo hombre pero fue concebido sin pecado por la obra del Espíritu Santo. Por lo tanto siempre llevó una vida justa. En todo momento fue Dios, aunque no siempre hizo uso de sus atributos divinos. Cuando tuvo hambre no convirtió las piedras en pan y cuando le decían que si era Dios bajase de esa cruz, no lo hizo.

Cristo era Dios y siempre lo fue, pero su apariencia humana ocultaba toda la gloria, poder y esplendor que tenía. La gloria de Cristo estaba oculta tras la cruz. Esto escandalizó a muchos ya que nuestra naturaleza busca y anhela la gloria antes que la cruz: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo” Fil. 3:18. Sin embargo hubo un momento, antes de su muerte, que Jesús transformó su apariencia y se mostró en su estado de gloria. Pero ¿Ante quién y para qué Cristo manifiesta esta “metamorfosis”?

¿En qué consistió esta transformación? Y sin lugar a dudas la pregunta más importante ¿Qué implica esa transfiguración en nuestras vidas de fe?

Ante quién

Tener dos o tres testigos presenciales era fundamental para acreditar que algo era verdad. Jesús se lleva con él a tres discípulos: Pedro, Jacob y Juan. Pero no sólo acuden estos testigos terrenales, sino que vienen también dos hombres de fe que, después de muertos, estaban experimentando la comunión plena con Cristo y disfrutando de la gloria. Y como si esto fuera poco, la voz del mismísimo Padre se hace presente para confirmar ese momento impresionante que estos tres discípulos estaban viviendo.

En qué consiste

La trasfiguración fue un acto puntual y simple. Jesús cambió su estado y se mostro como el Dios de gloria. Por ello no sólo su rostro resplandeció, sino que toda su ropa. Esa misma gloria es la que manifestaba Dios al mostrarse a Moisés en el Monte de Sinaí y es la misma gloria y esplendor que veremos cara a cara cuando el Señor nos llame.

El objetivo

¿A qué viene semejante manifestación de gloria y poder? Dios vio oportuno dejar más que claro que Jesús era quien decía decir: el “Mesías esperado”, el “Dios hecho hombre”, y que bajo esa apariencia humana, incluso débil, estaba realmente el salvador del mundo. Incluso en la Epístola de hoy Pedro mismo nos relata lo sucedido diciendo que la transfiguración fue hecha para que quedara hoy un testimonio verídico de la Majestad de Cristo. No fue una fábula, sino un suceso real para que nosotros creamos y confesemos.

¿Qué vemos en Cristo? ¿Recordáis la pregunta de los discípulos hace dos domingos atrás? ¿Quién es este que hasta los vientos y los mares le obedecen? Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, es nuestro Señor y Salvador.

Confirmación

Sí los discípulos podían albergar alguna duda respecto a Cristo, esto acababa con ellas. Él Padre confirma: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd”. Dios se complace de Cristo y su obra. Él es el glorioso y poderoso hijo de Dios sin pecado. Dios no se complace de ti y de lo que tú creas tener para ofrecerle. Sóla y únicamente se complace de lo que su Hijo ha hecho por ti y en tu lugar.

Tú no tienes gloria ninguna, ni esplendor. Desnudo hemos venido y desnudos nos marcharemos, pero Cristo vive en ti por la fe y eso cambia tu situación. En el Bautismo ha sido revestido por Cristo y su poder te recubre. Dios ya no mira tú bajeza sino que mira al Cristo que por la fe vive en ti. Aquel al que tú oyes y deseas seguir de todo corazón. Dios confirma que Cristo es el camino, la verdad y la vida y que nadie va al Padre si no es por Él. Dios deja ver la gloria de su Hijo Jesucristo ocultas tras la frágil apariencia humana y dice: “A Él oíd”.

EN CRISTO NOSOTROS TAMBIÉN CAMBIAMOS

En Cristo todos nosotros hemos sufrido una metamorfosis. Hemos pasado de muerte a vida. Se nos ha quitado el velo que cubría nuestros ojos y ahora vemos y confiamos en nuestro creador, redentor y santificador. Pasamos de la incredulidad a la fe, y la condena que pesaba sobre nosotros, en Cristo ha pasado a ser justificada y anulada.

Pero está fe también trae cambios concretos en nuestra cosmovisión de la vida, sentido y por lo tanto actitudes y acciones. A Cristo oímos y por fe obramos como Cristo nos llama a hacerlo. Ese es nuestro verdadero anhelo y empeño. El cristiano ya no aborrece a la ley sino que la ama, pues es la voluntad de Dios y en ella se deleita.

Por lo tanto “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:2

La imagen que proyectamos

¿Se trasluce lo que realmente somos? Jesús criticó duramente a los fariseos porque se esforzaban en mostrar una imagen que no eran. Los llamó sepulcros blanqueados. En ocasiones los cristianos sienten la presión de tener que mostrarse santos y puros en todos sus actos y se frustran o achacan falta de fe cuando se dan cuenta que no pueden estar el 100% del día manteniendo un estado ideal de perfección. También muchos otros aprovechan eso para desacreditar el cristianismo diciendo que los seguidores de Cristo no se comportan de tal modo como Cristo, ya que aún ven odio, avaricia, pleitos, egoísmo. Es decir que no ven la gloria clara y nítida de Cristo en nosotros.

Por eso es muy importante saber: ¿Quiénes somos nosotros? ¿Cómo nos mostramos? Y ¿Qué imagen tienen los demás de nosotros? ¿Qué ven?

Cristo era glorioso y se recubrió y asumió la humanidad como suya propia. Pero él nunca dejó de ser Dios. Lo que ocurrió es que su gloria y poder estaban ocultos bajo el sufrimiento y la cruz. Era perfecto. Nunca pecó.

Nosotros no somos dioses. Y si bien Cristo nos limpia de todo pecado, aún conservamos la naturaleza pecadora. Vivimos una dualidad, ya que hemos sido transformados, pero aún seguimos siendo transformados. Aún vive el viejo hombre en nosotros que lucha para imponer su voluntad contra el nuevo hombre creado a imagen de Cristo. Por lo tanto aún somos mendigo, necesitados de perdón de Cristo.

Es muy importante mostrarnos tal cual somos, justos y pecadores al mismo tiempo. Justos por lo que Cristo hizo por nosotros y por fe nos acredita, pecadores por lo que somos, por nuestra naturaleza corrupta que solo quedará desterrada completamente con nuestra muerte: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Fil. 3:20-21

Sinceridad

Nunca debemos perder de vista que somos y seguiremos siendo pecadores. Que nunca por nosotros mismos podremos brillar como Cristo brilló. Lo que realmente brilla es el Cristo en nosotros. Y esto lejos de ser un argumento para echarnos al abandono y dejarnos estar, debe ser una motivación constante para el cambio sano, centrado en la verdad y en las verdaderas posibilidades de cambio.

Es verdad que somos pecadores y que estamos constantemente inclinados al mal, pero también es verdad que Cristo vive en nosotros y que por medio de su Palabra el Espíritu Santo quiere generar frutos agradables que brillen delante de los hombres. Cristo nos ha declarado “luz del mundo”, no solo porque llevamos en nuestros labios la confesión del Evangelio, sino porque esa Buena Noticia se encarnó y arraigó en nuestros corazones y transforma nuestra vida para hacer buenas obras.

Cristo puede y desea transformar día a día tus miedos, tus penas, tu falta de amor y entrega al prójimo. Lo del pecado tú sabes que es real y cotidiano, pero debes saber que bajo nuestra apariencia de carne perecedera, bajo tanta maldad, habita Cristo por la fe y debemos dejar que su Justicia brille. El nos declaró Luz del mundo.
Vida devocional: testimonio y obra natural

Así como Moisés irradiaba el esplendor de Dios por haber estado con él, así también los cristianos traslucen una por su comunión diaria. Por eso son tan importantes nuestros mementos devocionales o nuestras “subidas al monte” como se suele decir. Nuestros testimonios de palabras y hechos se hacen evidentes “de lo que abunda el corazón habla la boca”.

Nuestras luchas diarias se manifiestan y se dejan ver. Pero el amor cubre multitud de pecados. Somos más que vencedores en aquel que nos amó. Y aunque no andamos en perfección como Cristo anduvo, el Cristo en nosotros se trasluce, se evidencia, se manifiesta, porque “Manifiestos son también los frutos de Espíritu”.

Nosotros no vendemos humo. Reconocemos nuestra condición de pecadores como todo el mundo y nuestra lucha diaria. Pero no nos quedamos anclados ahí, sino que recurrimos al perdón y a la transformación operada por el Espíritu en nosotros. Dios va transformando poco a poco nuestro egoísmo en entrega, nuestro orgullo en humildad, nuestro odio en amor, nuestra irritabilidad en mansedumbre, nuestra ignorancia en sabiduría. Estos cambios son reales. Esta metamorfosis Cristiana se va evidenciando poco a poco, y aunque sólo lleguemos al estado de perfección con la muerte, cuando nos despojemos por fin de nuestra naturaleza caída en pecado, no debemos abandonar la carrera “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. 3:12

¿Qué necesitas transformar en tu vida? ¿Cuáles son esas áreas de tu personalidad o temperamento que debes trabajar? Pon todo ello a los pies de la cruz de Cristo, pide perdón por tus pecados e implora al Espíritu Santo que venga en tu auxilio y cambié aquellos frutos de la carne, por aquellos hermosos frutos del Espíritu. Ten siempre presente los sabios consejos “el que esté firme mire que no caiga” y “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”.

Diariamente:

Cada mañana los cristianos sufrimos una metamorfosis interior, un cambio, una conversión. Diariamente tenemos que combatir, transformando nuestro interior en un campo de batalla. Necesitamos ahogar el viejo hombre que nos impulsa a ir en contra de la voluntad de Dios y fortalecer con la Palabra al nuevo hombre nacido en Cristo.

Todos los días tienes una nueva oportunidad de experimentar la metamorfosis. Aprovéchala y beneficia a quienes te rodean de aquellos nobles frutos que la presencia de Cristo hace posible en tu vida. Amén

Pastor Walter Daniel Ralli

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias al señor que atraves de este mensaje trajo un descanso ami vida estoy pasando por un problema que me superaba al no ser un cristiano al cien por siento estaba muy angustiado pero hoy este mensaje me a dado fuerza y deseo de segir esforzandome tengo hoy paz en micorazon al saver que el que enpeso la buena obrea abra deperfecionarla asta el dia de jesucristo que dios les bediga

Anónimo dijo...

ESTE SERMON ES UNA VERDADERA REVELACION DEL ESPIRITU SANTO DE DIOS, RECIBA MIS BENDICIONES Y DOY GRACIAS A DIOS POR DARLE LA SABIDURIA PARA EXPLICAR ESTE BELLO MENSAJE DE UNA FORMA CLARA, PRECISA Y SENCILLA.