domingo, 24 de enero de 2010

3º Domingo de Epifanía.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a
La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Epifanía

“Hoy se cumple la Palabra de Dios ante nosotros”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Nehemías 8:1-3, 5-6, 8-10

La Epístola: 1 Corintios 12:12-31

El Evangelio del día: Lucas 4:16-30

16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. 22 Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23 Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en tu tierra. 24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. 25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. 28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; 29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. 30 Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.

SERMÓN

En el capítulo del Evangelio de hoy encontramos que nuestro Señor Jesucristo ha regresado del periodo de tentación y se hizo presente ante las personas de la región de Galilea. Para estas personas el hijo del carpintero desaparece por lo menos por seis semanas y repentinamente regresa del desierto. Su aspecto físico probablemente reflejaba los 40 días de ayuno y las adversidades por entonces vividas en aquel inhóspito lugar. Ahora convertido en predicador ambulante peregrina a todo lo largo del país y enseña en las sinagogas. Al final llega el día cuando este hijo de Nazareth regresa al lugar donde creció, jugó y se relacionó con muchas de personas.

El que comenzaba a ser orgullo de un pueblo que había perdido este sentimiento hace mucho tiempo regresa a sus tierras. A un lugar sagrado en su tierra, a la sinagoga, centro de fe, culto, religión y tradiciones. Jesús no emite inicialmente muchas palabras, pero las que pronuncia causan mucho estupor. Oigámoslo nosotros también: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Puede parecer normal que Jesús haya causado revuelo entre sus oyentes pero hasta ahora no se había producido ningún altercado ni debate público. Hasta el momento había hecho todo bien. Llegó a Nazareth, donde había sido criado. Fue a la sinagoga y como era su costumbre fue en el día de sábado. Se lo invitó a leer le fue dado el libro o rollo del Profeta Isaías. Lo abrió y encontró el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Sin duda muchos de los presentes sabían cosas de Jesús. Habrían llegado a sus oídos el informe sobre la voz que se oyó desde el cielo a la hora de ser Bautizado por su primo Juan “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” Mateo 3:17. O cuando en medio del desierto Juan mismo se puso a gritar “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. A quien al bautizarlo y sobre el cuál descendió el Espíritu Santo. Ya tenía trayectoria, poca pero la tenía, en hacer milagros, curaciones en Capernaúm. Los ojos de todos se posaron sobre el Señor ya que si todas estas cosas habían sucedido en otras tierras desconocidas por Jesús, cuanta más gloria, milagros y poder se manifestaría entre los suyos, en medio de los del pueblo que vio crecer al hijo de María y José.

Jesús, el Cristo, llegó a Nazareth, donde había sido criado. Fue a la sinagoga, como era su costumbre y en día sábado. Se le pidió hacerse cargo de la lectura y la explicación de la misma. Le fue dado el libro del profeta Isaías. Los ojos de todos se posaron sobre el hijo del carpintero, el Verbo Encarnado y Manifestado a los hombres acerándose y haciéndose uno con el Verbo Escrito. Abrió el rollo de papel y comenzó a leer. ¿Y qué leyó? Fue un sermón reutilizado, que el mismo Jesús le había dado hace unos 700 años atrás al profeta Isaías.

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.

Sin duda un gran texto para comenzar su ministerio publico. Texto que describe de manera maravillosa, bella y elegante. Donde las promesas desbordan por las imágenes y las maravillosas promesas referidas al Mesías. Describiéndolo en esta Palabra profética concerniente al Ungido, al Mesías prometido, el Cristo que se hace presente, el Liberador y Redentor. Gracias a estas Palabras muchos corazones fieles se han aferrado a la Esperanza transmitida aquí y desear que estas Buenas Nuevas se hagan realidad entre nosotros hoy día. Para muchos hombres pobres en espíritu es reconfortante saber de la herencia del Cielo, de las riquezas del Paraíso, del año agradable del Señor.

El Ungido de Dios viene a proclamar que la esclavitud de Satanás está destruida, que los grilletes de muerte están hechos añicos y que las cadenas del pecado ya no tienen capacidad para mantener cautivo a nadie, que son destruidas. Que a partir de ahora las personas pueden regocijarse en que el alma que estaba en las mazmorras de la oscuridad han sido puestas en libertad, que ahora los ciegos pueden contemplar al Ungido del Señor en quien el Espíritu ha descendido. ¡Qué promesas y cómo deseamos que esta Buena Nueva, que este Evangelio que libera de la prisión de la tristeza, el temor y la muerte se haga presente en nosotros ahora y siempre!

¿Quién no anhelaría ese día? Ciertamente, los judíos fieles habían oído esta Palabra de Dios y la habían aprendido de memoria por varios siglos. En algún momento el Mesías, descrito por Isaías prometió, proclamaría “el año agradable al Señor”.
Jesús de Nazareth cerró el Libro y se lo devolvió al hombre que estaba encargado de cuidar la conservación de la Palabra en ese lugar. Los ojos de los fieles así como los ojos de los ciegos espirituales, todos los ojos estaban fijos en Jesús, en su cómo se sentó en esa sinagoga, adoptando la postura de maestro. Y comenzó una de las predicaciones más corta de su ministerio. Pero no por corta poco efectiva. Les dijo simplemente “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.". Estas palabras de Jesús son impresionantes y maravillosas para que estemos seguros, pero no dejemos de asombrarnos de oír esta maravillosa noticia. Todos en la sinagoga oyeron el Verbo de boca del mismo Hijo de Dios y se sorprendieron de la proclamación del Evangelio, “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”

Estimados que se congregan en esta sinagoga de Nazareth, la esperanza cristiana y el sueño Mesiánico expresado en la Palabra profética de Isaías se ha cumplido hoy mismo, aquí, ante vosotros. Jesús, el Cristo, el Ungido por el Espíritu del SEÑOR.

Soy el Cristo, he venido a Galilea para traerte la Buena Nueva. He sido enviado a vosotros los quebrados de corazón, para sanarlos, a los cautivos en sus temores espirituales para liberarlos. He sido enviado a perdonarte de todas tus transgresiones y pecados, pues he venido a sufrir todas tus transgresiones, a ser puesto en prisión en tu lugar y pagar por todas tus transgresiones y tus pecados.

Estoy aquí para darte vista a tus ciegos ojos que no podían ver la Salvación en mí, pues he venido a padecer tu muerte, en la oscuridad de este mundo y vivir la muerte que tu te merecías. Estoy aquí para anunciarte que todos los esclavos del pecado, la muerte y el diablo son puestos en libertad, pues yo he derrotado a estos enemigos de la humanidad en tu lugar. He venido a anunciar que éste es el año de Jubileo del SEÑOR, en dónde los esclavos son puestos en libertad, las deudas son suprimidas y muchas riquezas son otorgadas gratuita y libremente.

Además de todas estas cosas, hay dos palabras en particular que llaman la atención. La primera es la palabra “Cumplido” en la frase: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Esta palabra no es usada con el significado que algo ya se ha cumplió, concretado o realizado... como cuándo se nos encomienda una tarea y al realizarla podemos decir que la hemos cumplido. No, la palabra que se utiliza da la idea de una acción y realidad permanente, la intención es que veamos y creamos que las Sagradas Escrituras se han cumplido y siguen realizando ese cumplimiento. Por ejemplo, que Jesús es el Cristo, no es solo algo demostrado en el pasado, sigue siendo una realidad en el presente y una realidad permanente y continua por los siglos de los siglos. Que “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” fue un presente y una realidad permanente para los asistentes en la sinagoga de Nazareth y lo sigue siendo para nosotros hoy día.

La otra palabra que Lucas escribió en el texto de Evangelio que necesita ser enfatizada es la palabra “comenzó”. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. El Espíritu Santo, a través de Lucas, nos dice que “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años” Lucas 3:23. Lucas nos cuenta en el primer verso de Hechos de los Apóstoles que “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,”. Así, el Evangelio entero de Lucas, la vida entera de Jesús desde su concepción hasta su Ascensión, es lo que él COMENZÓ a hacer y a enseñar.

Entonces, uno podría preguntarse: ¿ese comienzo tuvo un final? Pues bien, la respuesta es NO. Ese comienzo no tuvo final. De hecho, él no se ha detenido de enseñar en 2000 años.

Es necesario ver que lo Jesús continúa haciendo y enseñando lo que comenzó en Nazareth de Galilea. El Señor Ascendido toma los Escritos Sagrados y se los da al hombre encargado de velar por la Santa Palabra en ese lugar y a fin de preservarlo para que las personas que se han reunido allí puedan oírlo en más oportunidades.

¿Qué es eso de que Jesús continúa haciendo? ¿Cómo lo sigue haciendo? La respuesta es ésta: Nada más y nada menos que lo que él comenzó a hacer y continua haciendo desde entonces como aquel día en Nazareth. Lo que Jesús continúa haciendo lo hace por medio de su Palabra, sea a través de la predicación pública, la lectura privada y de los medios de gracia. La fe nos hace vivir el llamado a predicar la Buena Nueva a quienes no tienen la fe puesta en el Señor de la Cruz, contándoles sobre este Evangelio de Dios, llamados a proclamar la liberación a los cautivos, a absolver al penitente de sus pecados, llamados a darle vista a los ciegos mostrándoles ellos a Cristo crucificado para lograr el perdón de los pecados. Poner en libertad a aquellos que están oprimidos llevándolos a la tumba vacía de Semana Santa y animarlos a leer la Palabra de Dios a fin de fortalecer y animar la fe que Dios obra en ellos.

¿Cuál es la autoridad que tenemos para salir a predicar esto? Es que en este mismo día, la Palabra de Dios te dice “El Espíritu del Señor está sobre ti y te ha ungido para predicar Buena Nueva para los pobres….”. Él te envía a proclamar liberación para los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año agradable del SEÑOR”.

¿Qué garantías tienes de que Dios está contigo? La misma que tuvieron los oyentes en la sinagoga: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. ¿Qué Escritura se cumple en los Oficios habitualmente? Cuando el mismo Jesús se hace presente en la Santa Cena y te dice “Toma y come… Toma y bebe, esto es mi cuerpo y mi sangre derramada para el perdón de tus pecados”. Podrás salir con la seguridad de “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Con la seguridad de que todos tus pecados te han sido perdonados en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Atte. Pastor Gustavo Lavia

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