domingo, 13 de noviembre de 2011

22º Domingo de Pentecostés.

"La fe en Cristo”

TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA

1º Lección: Sofonías 1:7-16 2ª Lección: 1ª Tesalonicenses 5:1-11 Evangelio: Mateo 25:14-30


EVANGELIO DEL DIA

Mateo 25:14-30 25:14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 25:15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 25:16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos 25:17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 25:18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 25:19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 25:20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 25:23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25:25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 25:28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 25:29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Sermón

INTRODUCCIÓN

Recuerdo que de niño, cuando los maestros nos ponían a hacer actividades y se marchaban un momento, nosotros perdíamos rápidamente la concentración de nuestras tareas y nos dispersábamos. De ahí la frase que me solían decir: “cuando el gato se va, los ratones están de fiesta”, indicando que sin vigilancia nos “desmadrábamos”. Ahora que he crecido sé que eso también les sucede a los adultos. Es evidente que cuando no existe presión, solo queda la responsabilidad y la fidelidad a lo que nos hemos comprometido. Pero como no somos perfectos, podemos perder el rumbo fácilmente. Desde un político hasta un pastor pueden relajarse al punto de ser infieles a sus vocaciones. Hay trabajadores que no hacen su trabajo si no son controlados, hay hijos que cuando los padres no los ven hacen lo que no deben, hay maridos y esposas desleales a sus compromisos cuando no son vistos. Es decir que la ausencia de un “vigilante” puede suponer una tentación a ser desleal. Esta lamentable inclinación se potencia más cuando nuestra conducta solo la motiva la ley y el miedo, es decir que hacemos las cosas solo “porque hay que hacerlas”, y no entendemos, compartimos o no amamos la norma. Pero cuando nos motiva el amor todo cambia. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. 1 Jn 4:18

También con nuestro Señor nos podemos relacionar por presión o miedo a la represalia. Y de hecho es lo que le ha sucedido a uno de los siervos en la parábola de hoy. El miedo nos paraliza, nos agobia, nos limita. El miedo produce inseguridad, y puede apoderarse de todos los ámbitos de nuestra vida. En ocasiones el miedo viene por falta de información o de infravaloración de lo que somos y tenemos. Pero fundamentalmente el miedo viene por la ley, por eso nos dice el Señor: “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” Col. 3:23.

Porque cuando la motivación viene de un corazón lleno de confianza y amor al Señor, aun cuando nos cuesten y cansen, las cosas son más fáciles de hacer y llevar, y el resultado es el disfrute, la alegría y la satisfacción.

El Señor se ha ido, pero vendrá: La parábola que se nos presenta está en el contexto de la segunda venida de nuestro Señor y es una sana advertencia y una grata motivación para ejercer la responsabilidad que nos ha sido dada en este mundo, y que no es otra que la de anunciar fielmente el evangelio en toda su dimensión y con toda nuestra vida. Jesús después de morir, resucitar y ascender a los cielos, prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Él no nos ha abandonado. Pero su presencia es diferente a la que experimentaron los discípulos antes de su muerte ya que ahora es por medio de su Palabra y de los Sacramentos. No es por vista sino por la fe que el Espíritu santo engendra. Y esto para muchos, con una idea errada de Cristo, puede derivar en infidelidad. Sin embargo Jesús hoy nos llama a ser administradores fieles de los bienes que nos ha dejado y que vendrá a recoger.

Todos los cristianos hemos recibido talentos: Los talentos de la parábola son dinero, que representan los bienes del Señor. Para nosotros los talentos son todo el capital que el Señor nos confía. Unos bienes potenciales que puestos al servicio del Reino de Dios en este mundo producen beneficios y se multiplican. Es importante no limitar estos talentos a algún tipo de capacidad personal o espiritual, sino mirarlos desde una perspectiva amplia, ya que según las Escrituras “Todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos” 1 Cr. 29:14. Por eso, al hablar de talentos debemos recordar que todo lo que tenemos es del Señor. TODO (1 Ti 6:7). Nosotros confesamos que Dios nos da la casa, los hijos, el alimento, el trabajo, la sabiduría, el dinero, etc. Pero sobre todo Dios nos da la fe en Cristo, el gran don. Todos los seres humanos recibimos cosas de parte de Dios, pero sólo por fe en Cristo y su Palabra las reconocemos como suyas. Y por medio de esta fe salvadora es por lo que somos capaces de confiar, amar y entregarnos a su causa.

Por la fe en Cristo tenemos la capacidad de reconocer nuestros pecados y pedir perdón. Él nos ha dado el amor que nos hace compasivos y romper con el aislamiento egoísta. Nos ha dado los frutos del Espíritu, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Gá 5:22-23, y todo ello son talentos puestos por Dios para que redunden en beneficio de muchos. Hay diferentes dones (1ª Co. 12 y 13), pero el camino del amor en Cristo hace que todos sirvan en pro de la única causa: La proclamación del Evangelio.

Él Señor es quien reparte los talentos: Esto nos pone en una situación de humildad ante Él. Primero porque no son nuestros y no tenemos de que vanagloriarnos “Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” 1 Co. 4:7. Y Segundo porque debemos valorarlos con contentamiento, porque lo que tenemos, poco o mucho, “mejor o peor”, “más lindo o más feo”, todos adjetivos que solemos atribuir, son en verdad lo que el Señor nos ha dado y sólo por ello deberían ser de un valor precioso. Nuestra familia, el trabajo, el poder adquisitivo, la salud que tenemos, por todo debemos dar gracias, ya que nada merecemos por cualidades propias “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 1 Ti 6:6

Lutero solía decir que de seguro habría cosas mejores que las que él tenía, pero las suyas eran las más preciadas porque eran las que el Señor le había dado. Y con este sano pensamiento de fondo nuestra vida será seguro más agradable. Seremos más agradecidos y menos desagradables ante Dios y nuestros semejantes. Dios da a cada uno de forma distinta. Tenemos historias, temperamentos, capacidades diferentes y Dios no nos trata como máquinas en serie, sino como a seres únicos e irrepetibles que somos. Cada uno de nosotros somos una obra exclusiva de Dios. Dios dio a cada uno cosas, talentos y dones diferentes, pero esto no es para vanagloria, rivalidad, ni envidia, sino para servir mejor y complementarnos. Debemos estimar y apreciar lo que somos y tenemos como lo que Dios nos ha dado para invertirlo responsablemente en este mundo,
sabiendo que cuando regrese tendremos que devolverle todo.

Objetivo: El Señor reparte sus bienes entre sus siervos para que ellos los administren. Este viaje temporal del Señor hace que la actitud, su tenacidad para los “negocios del Padre”, su tesón, valentía y sabiduría de los siervos sean puestas a prueba. Tener la responsabilidad de gestionar los bienes de otro puede suponer un trago que muchos no quieren afrontar. Solemos preferir la comodidad, la seguridad, y no comprometernos o arriesgarnos, y eso le sucedió al temeroso siervo que pecó de precavido. Nosotros también estamos viviendo una etapa de espera hasta la segunda venida de nuestro Señor, y también tenemos talentos dados por Dios. Y el objetivo es que con ellos sirvamos a la causa de Dios para anunciar el evangelio en este mundo, porque “Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz”. Lc 8:16. El Objetivo de Dios sigue siendo el mismo: “que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Ti 2:4 y para ello reparte sus bienes entre sus siervos, con el fin de que circulen en este mundo, y que a través de ellos se den glorias a Dios nuestro Creador, redentor y santificador.

No siempre somos conscientes del efecto multiplicador que producen nuestros principios y actitudes, nuestras palabras y gestos nacidos del amor en Cristo y su Palabra, pero Dios nos asegura sus talentos puestos al servicio se multiplican. Salgamos pues y pongamos todo lo que somos y tenemos como cristianos en movimiento en este mundo, confiando que son dones de
Dios que sirven a su causa y pueden producir el efecto multiplicador.

¿Cuánto? En ocasiones quedamos mediatizados por lo resultados, números y cifras comunes a nuestra filosofía de mercado occidental, pero en el Reino de Dios los números humanos no cuentan, sino la fidelidad a la causa por amor a Dios y al prójimo. Gracias a Dios el Señor nos eximió del pesado yugo de los números y resultados y podemos encontrar verdadero descanso y consuelo evangélico en Él, ya que la eficacia la ha puesto en su Palabra y Sacramentos y no en nuestra vida. Por lo tanto los talentos se multiplicaran más o menos, pero el tema primordial está en no enterrarlos ni esconderlos, sino ponerlos al servicio de la proclamación de la Palabra de Dios. Esa es nuestra bendita responsabilidad y lugar en el plan de Dios y en el mundo. No debemos aislarnos, ni ocultarnos, ni tener miedos infundados, sino servir con alegría, confiando en que la Palabra de Dios es eficaz y que por su medio el Espíritu Santo hace su trabajo.

La fidelidad: La clave de esta parábola no está en la cantidad recibida ni en la cantidad producida sino que la lección se centra en la fidelidad del siervo para con el trabajo que el Señor le ha encomendado. Somos administradores de los bienes que él Señor nos ha dado. Y el punto clave es entender que no son nuestros y por lo tanto no los podemos usar a nuestro antojo y capricho, que no son para esconderlos, y que son dignos de nuestra valoración y aprecio. Dios es amor y todo lo que nos da proviene del amor y es para invertir en el amor. Tú tienes cosas para dar a este mundo, no porque seas alguien importante, sino porque Dios te las ha dado para generar más a través de ellas. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10. No estamos para ocultarnos ni ser simples espectadores. Hay que administrar los talentos con “cabeza”, con criterio, con sabiduría, pero administrarlos al fin y al cabo, y no hay excusas para no hacerlo. Nuestra vida es un servicio a Dios y somos “ofrendas vivas” Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. 1 Co. 4:1

CONCLUSIÓN

Este no es un texto sólo de la ley, aunque muchos predicadores lo utilicen para amenazar al rebaño. Este es un texto que muestra una realidad clara, pero que nos motiva en el amor. Dos de los siervos entendieron el plan de su Señor, el objetivo para el que les daba sus bienes y amaron esa tarea, y fueron fieles a su Señor. Podrían haber ganado más o quizás menos, pero eso no era lo importante, sino su disposición al servicio, su amor, porque ellos habían sido amados primero.

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 1ª Jn 4:18

Solo uno de los tres actuó por miedo. Su teología era errónea y su misma auto justificación lo condenó: “si sabías que recojo donde no siembro..”. Su imagen de su Señor estaba distorsionada y por lo tanto no pudo servir fielmente. Hizo lo que él estimó más adecuado a su propio bienestar, y no lo que su Señor pretendía. Lamentablemente muchos enseñan y muchos otros oyen sólo teología de la ley y no de la gracia de Dios. El énfasis lo ponen en “… debes comprometerte más, entregarte más, debes consagrarte más, porque sino…” en vez de motivar con el amor del evangelio, la buena noticia de Dios. Y esta nos dice: Él Señor te ha amado a tal punto que envió a su hijo Jesucristo a morir por ti. Te ha escogido como su siervo sin que tú lo merezcas. Te ha perdonado tus pecados. Te ha dado la fe y con ella el don de la vida. Te ha dado su Palabra y Sacramentos. Te ha dado un lugar en este mundo dónde habitar, te ha dado techo, cobijo, comida, calzado, te ha dado familia, amigos, te ha dado la posibilidad buscar una iglesia dónde congregarte y ha puesto a pastores fieles que enseñen la verdad, y todo ello sin que tu lo merezcas, solo por gracia, por amor. Y no sólo te ha dado todo eso para ti sólo, sino que te involucró en su plan que abarca a más personas. Porque este Señor ama al resto de las personas de este mundo y desea trasmitirle todos aquellos dones de los que tú eres un consciente beneficiario y ya disfrutas por medio de la fe.

Por lo tanto, en esa misma fe y certidumbre fortalécete una y otra vez en la Palabra y los Sacramentos, alégrate y agradece por todo lo que tienes, y ve a tus actividades sabiendo que los talentos que Dios te ha dado, el Espíritu Santo los usará para multiplicarlos en este mundo al cual tanto amó Dios. Amén
Walter Ralli




EVANGELIO DEL DIA
Mateo 25:14-30 25:14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 25:15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 25:16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos 25:17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 25:18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 25:19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 25:20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 25:23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25:25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 25:28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 25:29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

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