sábado, 10 de enero de 2009

Domingo del bautismo del Señor.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17


“Cristo se Bautiza para que tu bautismo te de vida”
Textos del Día:
El Antiguo Testamento: Génesis 1:1-5
La Epístola: Romanos 6:1-11
El Evangelio: Marcos 1:4-11

4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.
9 Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

Sermón
Juan el Bautista ya ha estado presente en algunos sermones pasados. Él cumple un papel importante en el plan de Dios. Algunos le han comparado con una “bisagra”, ya que su tarea fue la de conectar al pueblo de Israel con Jesucristo, y así, con el nuevo pueblo de Dios: la iglesia. Él sirve como herramienta para abrir la puerta a Cristo.
Es apasionante hurgar en la vida de Juan el Bautista y ver los grandes detalles que nos aportan los textos bíblicos: cómo se produjo su concepción, su encuentro con Cristo en los vientres maternos, su peculiar forma de vida, vestimenta y alimentación, cómo termina su vida, etc. Pero sin duda alguna lo más importante de Juan el Bautista era su discurso. Su predicación. Él tenía muy claro su oficio y cómo debía desempeñarse en él. Juan tenía la misión de hablar de Cristo y no de él mismo. El objetivo era hacerle saber al pueblo que su salvador venía a ellos. Él era un obrero que trabajaba en las preparaciones. Preparaba el camino. Él no era el protagonista ni el centro de atención de la historia. Él señalaba hacia Cristo. Pero a su vez tuvo el privilegio de ser quien dio el “pistoletazo de salida” al Ministerio Público de Jesús. Es en su Bautismo dónde Cristo comienza de forma abierta su actividad salvadora. Y Juan estuvo ahí, como un siervo fiel.
EL CONFLICTO TEOLÓGICO
Pero bautizar a Cristo no fue tan fácil para Juan, ya que tuvo que enfrentarse a un conflicto doctrinal- racional. Tuvo que hacer aquello que llamamos “reflexión teológica”: Detenerse, replantearse las cosas, y al fin y al cabo hacer como Cristo nos dice que hagamos, es decir:
Obedecer en fe. Su prédica era para pecadores, y su objetivo era que estos se arrepintiesen de sus pecados y que esperasen y confiaran en Cristo como su salvador. Para ello Juan ofrecía un Bautismo como sello visible dado y mandando por Dios. Hasta aquí todo en orden.
Pero el conflicto para Juan llega cuando Jesús, el Salvador anunciado y esperado, se le acerca y le pide para sí mismo ese Bautismo (Mt. 3:13-15). Juan tenía muy claro que el Bautismo era para pecadores, pero también tenía muy claro que Jesús no tenía pecado (He. 4:15) y por lo tanto no necesitaba ese Bautismo. Rápidamente surge nuestra mente cuestionadora que dice ¿Por qué hacerlo entonces? ¡No tiene sentido para mí! ¡No lo hagamos! Lamentablemente somos muy eficaces para no obedecer. Pero Cristo dice “así conviene” ¡Es conveniente!
Así como Juan, también hay cosas que nosotros no llegamos a comprender del todo (humanamente hablando) en asuntos de fe y que poco a poco van encajando y cobrando sentido en el puzle de la salvación de Dios. Sin embargo el Señor tiene todo muy claro en su mente y sabe lo que dice y sabe lo que hace, y sabe perfectamente lo que pide a sus discípulos que hagan. Así se lo hizo ver a Pedro cuando le dijo: “Lo que yo hago, tú no lo comprenderás ahora, pero lo entenderás después” (Jn. 13:7). Creer a Cristo es confiar plenamente en su palabra como la verdad y dejarle hacer como él dice, aún cuando nuestra mente no sea capaz de captarlo todo y se resista. Pues nuestra carne (naturaleza corrupta) aún presenta batalla y se resiste a Cristo y su Palabra “Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” 1ª Co. 2:14
En Lucas18:31-34 Jesús les anuncia por tercera vez, sí, has leído bien, tercera vez a sus discípulos el plan de salvación, lo que debía suceder: Jesús sufriría, moriría y resucitaría. Y ellos nada comprendieron de estas cosas. Incluso en una de esas ocasiones Pedro se opuso a lo que Cristo les cuenta diciendo “¡En ninguna manera esto te acontezca!” y es cuando el Señor le dice a Pedro y a nosotros: “no pones la mira en las cosas de Dios, sino en la de los hombres”. Mt. 16:22-23
Poner la mira en las cosas de Dios es lo mismo que decir “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” He. 12:2. A él es a quien hay que mirar y a su Palabra y no a nuestros interminables cuestionamientos que no traen más que dudas, incertidumbre e incredulidad. Pues en fe todo cobra sentido, si Dios así lo dice. Los discípulos necesitaron un poco de perspectiva para comprender todo de una manera más cabal. Pero sin embargo Jesús no dejó que ellos detuvieran su obra por su falta de comprensión, sino que siguió adelante. “Por lo tanto cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho” Jn. 2:22. Nosotros hoy día contamos con el Espíritu Santo quien vence a nuestra humanidad y nos lleva a toda verdad en Cristo “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Jn. 14:26
El Bautismo ¿una obra del ser humano o de Dios?
Así como Juan en principio interpretó que debía impedir que Cristo vaya al Bautismo, así hoy son muchos los que impiden, por ejemplo, a los bebes ir al Bautismo. No lo creen necesario o simplemente no le encuentran sentido y por ello privan de un bien tan preciado a las criaturas.
Muchos otros cuestionan o ponen en duda la valides y la eficacia de su Bautismo por haberlo recibido cuando ellos no eran “conscientes” de lo que recibían ¡cómo si los bebes fueran conscientes del aire que respiran! ¿Pero acaso no es por gracia? ¿No es que Dios viene y da un nuevo nacimiento por el agua y el espíritu? ¿Acaso no son carne nacido de carne también los bebes? ¿No necesitan ellos el don que Dios ofrece y da en el Bautismo?
Otros cuestionan el bautismo por quien lo ha oficiado: “es que luego nos enteramos que el cura o el pastor aquel, hizo tal y cual cosa ¿será válido lo que ofició si él es un indigno?” Nunca perdáis de vista que el Bautismo es una obra de Dios y no de un hombre. Juan se sabía indigno incluso de desatarle las sandalias a Cristo, y no por ello el Señor desechó el Bautismo. ¡Ten cuidado y no te conviertas tú en juez de Dios!
¡Cree y vive!
Cree en Cristo y créele a Cristo. No desestimes su palabra por no captarla. Si no logras comprenderlo, entrégate en confianza a la Palabra de tu Señor. Esa es la mejor resolución del conflicto. Como recordarás así también lo ha hecho María al decir “he aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”. Lc. 1:38
Los obreros de Dios, los creyentes, no siempre entendemos a primera todo porque como dice el Señor “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos” Isaías 55:8. El problema nunca es que el plan de salvación y las formas que Dios usa y hace para darnos perdón, vida y salvación estén errados, sino que el problema radica en nuestra incapacidad de captar de forma plena todo. Pero gracias a Dios que tenemos la fe. Esa confianza que cree en lo que Dios dice aún cuando no tengamos del todo claro en nuestra mente como eso puede ser. El mejor remedio para la amarga y tortuosa duda es la fe. Creer sin más lo que Dios nos dice, por el simple hecho de que viene de él. Cuando tu mente te quiera hacer dudar de que si tus pecados son perdonados o si Cristo está presente en cuerpo y sangre en el pan y el vino de la Santa Cena, aférrate a sus palabras “esto es mi cuerpo, esto es mi sangre dado y derramado por vosotros para el perdón de los pecados”
Estimado hermano: “No temas, cree solamente” Mr. 5:36 porque “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” Lc. 18:27, y “no hay nada imposible para Dios” Lc. 1:37 Por lo tanto “si puedes creer, al que cree todo le es posible” Mr. 9:23
CRISTO, EL SIN PECADO
El planteo de Juan tenía lógica. El Bautismo era para pecadores y Jesús no lo era. Sin duda que hay una explicación para que Jesús quisiera ser Bautizado. Juan anunciaba a los cuatro vientos el arrepentimiento. Movilizaba a su auditorio a reconocer su necesidad. Si viene un salvador en camino es que necesitamos ser salvos. ¿Salvos de qué? De nuestro pecado que nos condena a muerte. Para ello hay que saberse y sentirse pecador, reconocer nuestra trágica situación, pues de lo contrario ¿qué tendrá que ver ese salvador conmigo? Este salvador tiene que ser uno que no esté en la misma condición de muerte que están aquellos a los que quiere redimir, sino sería imposible. Por eso Cristo se hace hombre y ocupa nuestro lugar en la vida. Él lleva una vida perfecta y lo hace por nosotros. Fue tentado en todo según la carne pero no pecó, sino que se ajustó siempre a la voluntad del Padre. Parte de la voluntad del Padre era dejarnos Medios de Gracia dónde los seres humanos podamos ir en busca de gracia y misericordia. Uno de eso medio es el Bautismo. Por ello Cristo Bendijo e instituyo con su propio cuerpo este sacramento. No por necesidad suya, ni para su propio provecho, sino porque así convenía para ti y para mí. ¡Por Él, ahora esas son aguas de vida!
“Así conviene” fue la respuesta de Jesús a Juan. El Señor no despreció el Bautismo.
Lamentablemente muchos desprecian el Bautismo, aquel acto de Dios manifestándose y declarándonos sus hijos, por el simple hecho de que no pueden creer lo que ahí ocurre. Muchos, ante el conflicto teológico que se presenta creen a sus razonamientos “lógicos” antes que a la Palabra de Cristo. Pero tú tienes que saber que Jesús estimó el bautismo a tal punto que el mismo se bautizó. Y con su Bautismo todo Bautismo queda bendito. Todo lo que Cristo hizo, lo hizo por ti, en tu lugar, para que tú obtengas perdón de pecados, paz con Dios, vida y salvación. Porque Cristo se Bautizó, tú bautismo, el mismo que recibió Cristo, tiene poder. En él se te reviste de Cristo.
EL BAUTISMO ES UNA BUENA NOTICIA DE LA TRINIDAD
El cielo se abre. Dios se manifiesta y se hace presente en la tierra. Ya no hay barreras divisorias entre el hombre y Dios, pues en este sublime acto el Espíritu Santo desciende, el Padre habla y Cristo toma nuestro lugar.
Dios podría haber elegido otra ocasión para manifestarse plenamente en las tres personas de la trinidad, sin embargo escogió el Bautismo. Jesús refuerza esta enseñanza al enviarnos a Bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28:19). En nuestro Bautismo el Dios trino abre el cielo ante nosotros, se acerca, nos da el Espíritu Santo, nos declara sus hijos y nos reviste de Cristo. Todo eso sucede en un instante sublime. Eso ocurre en la vida de tu hijo cuando lo llevas a las aguas de vida que ofrece el Bautismo; eso sucedió en tu vida. Además de la fecha de tu nacimiento, deberías gravar en tu mente el día de tu bautismo, recordarlo y celebrarlo pues ese día Dios te ha hecho nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Sí, así ha sucedido. Fue por Gracia Divina. Ninguna obra de tu parte para merecer tanto amor ¡Agradece por tan sublime don!
QUE HAY EN EL BAUTISMO
Sin fe solo se puede ver simple agua común en el Bautismo. Un ritual, una ceremonia, un acto humano donde alguien hecha agua a otro, un símbolo, una señal. Lutero decía que su perro Bodoque, un cerdo o una vaca también podían ver esa agua común. Pero a los creyentes nos interesa saber qué más hay detrás de esa agua, pues si Dios mismo se hace presente ahí, si Cristo valora el Bautismo a tal punto que sin necesidad se Bautiza y si el Espíritu Santo desciende ¿crees tú que sólo habrá simple agua? Pues no. Lutero decía: “Esto es lo que hay: Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo, y todos los ángeles. Ahora ya no es simple agua, sino un agua en la que se baña el Hijo de Dios, un agua sobre cuya faz se mueve el Espíritu Santo, y predica Dios Padre…
Por ende, aún hoy día, cuando yo aplico el bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, se encuentran ahí presentes el Hijo que santificó el bautismo con su cuerpo, el Espíritu Santo que lo santificó con su presencia en forma de paloma, y el Padre que lo santificó con su voz.
No dejes que tu mente menosprecie ni pisotee tan preciado don de Dios. Lucha con todas tu fuerzas para que el diablo no te engañe y te aparte del momento en el que Dios comenzó la buena obra en ti dándote perdón de pecados, fe, nueva vida y salvación.
En el Bautismo nacemos de nuevo por el “agua y el Espíritu” Jn. 3:5-6. Ya que en el Bautismo se da fe y salvación “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” 1ª Pedro 3:21. Porque es un Bautismo de “lavamiento de regeneración” Tito 3:5. Que tiene poder para lavar tus pecados
“Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre” Hechos 22:16. Porque en el Bautismo se perdonan los pecados y se te da el Espíritu Santo “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” Hechos 2:38. Y todo ello sucede porque “todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” Gál 3:27
Dios se complace en Cristo, y así conviene
¿A quién le conviene? A ti te conviene. Pues todo lo que Cristo hizo fue por ti, por tu bien. Y todo lo que Cristo te manda a hacer es por tu mismo bien. Aún cuando tú no puedas captar todo, hazlo si Cristo te lo pide, pues eso ten por seguro que te beneficia. En nada fuera de Cristo, ni en nadie fuera de Cristo Dios encuentra complacencia. Nada le agrada sino aquel que fue sin pecado y aún así dio su vida en rescate de los pecadores. Cristo hizo la voluntad del Padre, porque “así conviene que se haga toda justicia”. Tú puedes preguntar ¿cómo puedo entonces hacer las obras de Dios? Y Cristo te dirá “Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado” Jn. 6:29 ¡Créele a Cristo! ¡Tú estás revestido de él por el Bautismo! ¡Disfruta de su amor!
Pastor Walter Daniel Rallli






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