La Palabra de Dios no avanza como puede hacerlo, ni como lo queremos. La razón es que nosotros somos demasiado lentos para pedir saetas afiladas y ascuas de fuego.
El Señor nos ha mandado que oremos: "Santificado sea tu nombre, venga tu reino".
Eso significa, que su Palabra se extienda, y la cristiandad crezca y sea fuerte.
Pero desatendemos este mandamiento, y no oramos con seriedad, y todo sale mal. Nuestras saetas son desafiladas, y nuestras ascuas de fuego son frías y húmedas. El diablo no nos teme.
Por eso ¡despertemos y seamos sobrios! Por cierto ya es hora. El viejo enemigo, por todas partes, nos causa mucho mal. Nosotros hagamos que se enfade y a nuestra manera nos venguemos de él. Hacemos eso si rogamos a Dios y no desmayamos, hasta que nos envíe armas, saetas afiladas con las cuales podamos disparar tiros de fuego...
No hay comentarios:
Publicar un comentario