Los maestros verdaderos predican de la fe con autoridad, y así destruyen todo lo que es del diablo.
Con sus obras muestran su amor ardiente y su fe sincera. Hay muchos predicadores que predican la Palabra de Dios, pero no como los que tienen autoridad. Aunque predican, no apuntan la Palabra contra la conciencia. Perdonan a los que no deberían perdonar, es decir a los grandes de este mundo. Además carecen de amor. Viven una vida disoluble. Y así destruyen en vez de edificar.
Martín Lutero.
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