sábado, 20 de noviembre de 2010

La verdadera sabiduría y el fuego de la fe.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Textos del Día:

Primera Lección: Daniel 7:9-14

Segunda Lección: 1 Tesalonicenses 5:1-11

El Evangelio: Mateo 5:1-13

Sermón

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

ASPECTOS GENERALES

El año de la iglesia finaliza con las lecturas de los últimos domingos donde nos pone a los cristianos ante la segunda venida del SEÑOR en la parusía, en el juicio final. En esa segunda venida Él ya no se presentará ante nosotros escondiendo su gloria como Dios-el Hijo sino que vendrá glorioso y triunfante para ejercer su misión de ser juez de vivos y muertos.

Oír hablar de la venida del SEÑOR puede suscitar en nosotros muchos sentimientos. Algunos tal vez piensen que la venida del Señor será un modo de escaparse de algo: la crisis económica, problemas familiares, enfermedades etc. pero el mismo Señor que un día volverá nos indica en esta parábola quienes son los que realmente se van a liberar de todo eso para siempre. Quienes van vivir eternamente con Él, libres de pecado, de enfermedad, de problemas, de angustias etc.

La parábola nos dice, al igual que en otros muchos pasajes que Cristo, el SEÑOR, vuelve a por su iglesia. Él es el esposo y la iglesia es su esposa. Esta analogía del esposo-Dios y la esposa-iglesia la vemos en el A.T. en el Cantar de los Cantares y en el N.T. de modo explícito en Efesios 5. El SEÑOR, Cristo, es el esposo que ofreció su vida al Padre para rescatar a su esposa: la iglesia, la una santa y universal. Las vírgenes somos los cristianos

Es una parábola sobre sensatez y necedad. La sensatez y la necedad difieren mucho si las definen Dios o los seres humanos y aquí vemos donde está la sensatez de las vírgenes sensatas y la necedad de las insensatas. ¿Dónde está la sensatez y la insensatez cuando se aproxime el fin de este mundo y el retorno del SEÑOR o cuando nos enfrentemos a la muerte?

Es una parábola algo dura, si observamos la actitud del esposo y la de las vírgenes sensatas hacia las insensatas, pero quizá nos ayude un poco para entenderla el echar un vistazo a las costumbres nupciales de la época.

La pareja nupcial no iba de luna de miel, como ahora, sino que durante los festejos eran tratados como auténticos reyes mientras permanecían en su hogar. Las celebraciones se extendían a lo largo de una semana. Nadie sabía el momento exacto cuando el novio aparecería, o bien por la noche o tal vez durante el día pero el tema importante es que cuando el novio llegaba, los que le esperaban tenían que estar preparados para acompañarle en procesión Nadie podía incorporarse a la celebración después de la llegada del novio. El novio llega y las vírgenes insensatas o necias, como las conocíamos cuando yo era niño, no tienen aceite suficiente para mantener la lámpara encendida y van, a instancias de las sensatas, a comprar más. Mientras que están comprándolo llega el novio, la boda empieza y ellas se quedan fuera de toda la ceremonia.

¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTA PARÁBOLA?

El aceite que está en la lámpara es el aceite del Espíritu Santo, es decir: el EVANGELIO y los SACRAMENTOS de Jesucristo, los medios por los que el Espíritu Santo enciende la mecha de la fe y la mantiene encendida contra viento, marea, fríos de madrugada o calores veraniegos de mediodía. La boda es el cielo y a allí únicamente podemos entrar con la fe que el Espíritu Santo ha encendido y preservado en nuestros corazones. Las diez vírgenes representan la totalidad de los miembros de la iglesia, al menos con una adhesión externa. Las cinco vírgenes prudentes o sensatas son los verdaderos miembros de la iglesia de Cristo, de su esposa, por medio de la fe en El.

Las cinco vírgenes necias son miembros nominales de la iglesia pero que a base de ningunear el EVANGELIO y los SACRAMENTOS no confían en la insensatez de la cruz, oyen la predicación, pero les entra por un oído y les sale por el otro, no la escuchan ni la prestan atención. El EVANGELIO les parece algo sin importancia, aburrido, una tontería, una locura, una insensatez. No le encuentran ninguna utilidad. Cuando llegue el esposo se encontrarán con la lámpara apagada, no habrá aceite del EVANGELIO que sature la mecha y arda. Sus lámparas no tendrán luz alguna.

Todavía, ahora, podemos escuchar el EVANGELIO del perdón de los pecados por causa de Jesús. Todavía, ahora, podemos creerlo. Todavía, ahora, podemos encontrar resguardo en Dios nuestro Refugio, es decir en Jesús. Todavía podemos encontrar su perdón y gracia en la “necedad” del Santo Bautismo que nos acompaña toda nuestra vida porque el pacto y la promesa de Dios son irrevocables. Todavía podemos encontrar perdón en la Santa Cena de su cuerpo y sangre.

Cristo el SEÑOR va a volver a por su iglesia pero no todos los que se dicen cristianos pertenecen a la iglesia de Cristo, están afiliados por así decir, pero no son miembros vivos. No tienen la “sensatez” de Dios. No entienden nada de la necedad del Evangelio. Están bautizados pero su bautismo no les sirve de mucho porque no creen en sus promesas, la lámpara está apagada.

Oyen la absolución, el perdón de los pecados, pero no se apropian de él. Reciben el cuerpo de Cristo que da perdón de pecados, vida eterna y salvación pero no reciben ni perdón, ni vida eterna ni salvación. Rodeados de tantos medios de gracia y perdón no los aprovechan. ¿Por qué les ocurre esto? Porque no ven lo que realmente importa, no ven la única cosa necesaria. Porque no atesoran la Palabra, no la guardan, no la aprecian, no la creen, no confían en ella. No se dan cuenta que su lámpara está vacía. No se dan cuenta de que necesitan al Salvador, su Evangelio, sus sacramentos. No se dan cuenta de la gravedad de su situación ante Dios, por eso no son sensatos, no son sabios, en realidad son necios, completos necios por muy sabios e ilustrados que aparezcan a los ojos humanos. La ley no les ha convencido ni roto ni machacado. Si no hay mala noticia ¿Cómo va a haber buena? En su insensatez dicen “todo el mundo actúa así” “yo no soy peor que otros”, “soy un buen vecino del barrio o del pueblo”, “¿Cómo voy a ser igual de pecador que tanto malo como hay por el mundo?”.

El SEÑOR al dar la Gran Comisión dice a sus discípulos “Ir y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado…” Mateo 28:19-20. Los sensatos a los ojos de Dios guardan, atesoran, acumulan y tienen en gran estima la Palabra de su Señor. Ese es el aceite que hace arder su lámpara.

En otros casos las lámparas de las vírgenes necias no lucen porque el aceite no es el aceite del Espíritu Santo: el Evangelio puro y los sacramentos según Jesucristo los instituyó. No tienen el evangelio verdadero, el único que puede encender la lámpara. No sirve cualquier aceite, no sirve el aceite de los sabios y entendidos de este mundo pero que a los ojos de Dios son insensatos y necios. El evangelio, el único, el que hace lucir la lámpara es Jesucristo crucificado por nosotros.

Esta es la verdadera sabiduría a los ojos del SEÑOR y que es necedad a los ojos del mundo.

LEER 1 Corintios 1:18-25.

Las vírgenes sensatas no lo son a los ojos del mundo y las necias no lo son según los estándares humanos. Dios es el que determina la sensatez o la necedad en lo referente a la salvación.

Esta es la razón por lo que es tan importante para nosotros oír o leer la predicación, leer la Palabra, acudir a la Santa Cena. La fe no crece en los árboles, no tenemos otros medios de mantener la lámpara encendida. La sabiduría humana se basa en la fuerza pero solamente podemos entender la sabiduría de la cruz cuando estamos desesperados, débiles y abatidos. El Evangelio es para los que se ven incompletos, pecadores, faltos, defectuosos…. porque el Evangelio es Jesús sufriendo precisamente por estos.

La verdadera sensatez, por tanto, es aferrarse al Señor muerto y resucitado o como me gusta decir al Dios manifestado en una cuna, en una cruz y en una cripta vacía y desechar todas las demás teorías que nos inundan todos los días y por todas partes. En Jesús tenemos toda la sabiduría y sensatez que necesitamos y que no se manifiesta con orgullo sino con la humilde confesión de nuestros pecados. Si nos enorgullecemos que sea en la cruz de Cristo, en su muerte en la cruz, en su triunfo sobre sus y nuestros enemigos, en la libertad gloriosa que ha ganado para nosotros, en el alto precio que ha pagado para que seamos suyos y cuando vuelva nos encuentre con la lámpara bien encendida, saturada de su evangelio de perdón, gracia, vida y salvación. Que así sea. Amén

Javier Sanchez Ruiz.

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