miércoles, 13 de agosto de 2008

10º domingo de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

10º domingo después de Pentecostés

“El Reino de Dios: Un Hallazgo Afortunado”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: 1 Reyes 3:5-12

La Epístola: Romanos 8:28-30

El Evangelio del día: Mateo 13:44-52

El Evangelio para el Sermón: Mateo 13:44-46

Evangelio del día

44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,
46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
51 Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor.
52 El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.

Tema: Dios nos confronta en el ofrecimiento de su Reino a asumir una entrega y renuncia completas.

Objetivo: Que reconozcamos y valoremos el llamado que por gracia Dios nos ha dado a ser parte del Reino eterno.

Sermón

El reconocido erudito del Nuevo Testamento T. W. Manson escribió en referencia a las parábolas que consideraremos hoy: “El Reino de Dios es una riqueza que devalúa todas las monedas.”

Efectivamente, en estas pequeñas parábolas gemelas encontramos un tesoro inmenso de sabiduría que nos invita a considerar nuestra apreciación de lo que Dios ha revelado en nuestras vidas por gracia y para salvación eterna, confrontado con todo aquello que también está a nuestro alcance y que reviste cierto valor, sea material, intelectual o sentimental.

Solo por Derecha

La porción bíblica nos muestra dos escenas. Ambas quieren mostrarnos una misma realidad. Pero, ¿qué quieren mostrarnos?. Tenemos dos opciones: (1) Destacar el valor supremo del Reino de Dios, o (2) dejar en claro lo que significa ser parte del Reino de Dios.
Los oyentes de Jesús no tenían necesidad de escuchar acerca del valor del Reino, era algo que esperaban, era un anhelo muy profundo del pueblo judío en aquellos días, mal comprendido, sin dudas, pero tenían conciencia de este tema y una gran expectativa. Entonces vamos a la segunda opción: Jesús enfatiza hacia el final de esta sección de enseñanzas parabólicas (capítulo 13 de Mateo) que ser parte del Reino de Dios expone a toda persona, después de haberlo encontrado, a decidir sobre lo que hará.

Imaginemos por unos momentos al campesino que de manera inesperada encuentra durante su tiempo de trabajo un tesoro escondido en un campo. Extraña reacción la del hombre, esconde nuevamente el tesoro, y movido por una alegría incontrolable renuncia a todas sus posesiones vendiéndolas para adquirir ese terreno que le asegurará el tesoro descubierto.

¿Acaso no hubiera sido más fácil robarlo?, ¿Qué necesidad tenía de vender lo suyo para comprar algo que ya poseía en conocimiento?. Un simple y bien organizado movimiento nocturno le hubiera permitido quedarse con todo: lo propio y el botín descubierto. Sin embargo, esta parábola también nos asegura que hay una sola forma de tomar posesión del tesoro que Dios nos ofrece. El Reino es de Dios, le pertenece solo a Él y a quien se los revela. Allí no entran ladrones, nadie se mete por la ventana a escondidas, ni forzando la puerta. Toda persona que crea o piense que controla o establece el acceso al Reino de Dios se sorprenderá cuando llegue el momento (ver Mateo 6:20 y 7:21-23, Lucas 16:16, y Mateo 25:10-12).

Solo hay una forma de entrar al reino de Dios y es por su invitación. En esta primera parábola el hallazgo del tesoro fue inesperado y fortuito, pero aun así fue reconocido y apreciado, de tal manera que generó una inmensa alegría capaz de movilizar absolutamente todo en la vida de este campesino para no dejar pasar esta oportunidad única en su vida. El Tesoro bien valía la renuncia, porque su vida ya no era la misma después de este momento tan significativo.
Dios irrumpe en nuestra realidad con un tesoro en sus manos: Su amor profundo confirmado en la cruz del Calvario, en donde vemos a Su Hijo entregando su vida para que tengamos vida, absorbiendo en su sangre derramada nuestras penas, culpas, maldades y pecados, liberando la carga que llevamos para darnos una alegría inmensa en las palabras: “Tus pecados son perdonados.”

Ni Cualquiera ni todas, solo la más valiosa
En la segunda parábola encontramos una situación similar aunque no idéntica. En este caso no hay sorpresa, sino búsqueda cuidadosa. Encontramos a un comerciante de perlas finas que recorre el mundo entero buscando la mejor de todas. Después de tanto esfuerzo la encuentra y sin dudarlo vende todo lo que posee y adquiere su anhelada perla.
Quien conoce bien el valor de lo que encuentra no duda ni vacila en conseguirlo. Este es el caso del comerciante de la segunda parábola. En todo el camino que había recorrido, a lo largo de su experiencia pudo comprender que nada mejor podría aparecer, ni nada de lo ya conocido se comparaba a este nuevo descubrimiento. Valía la pena desprenderse de tantas otras perlas acumuladas, guardadas y atesoradas por tanto tiempo, pero que ahora se transformaban en inútiles e insignificantes en comparación con “la perla preciosa.”

¡Qué contraste tan marcado con la realidad relativista que nos toca vivir! ¡Cuántas personas vemos alrededor, buscando y acumulando “perlitas”! Viven una religión a la carta, sumando creencias, adhiriendo a filosofías y estilos de pensamiento que aunque opuestos entre sí, parecen satisfacer la razón y calmar (en realidad anestesiar) una conciencia que reconoce un vacío cada vez más difícil de llenar.

En medio de esta realidad relativizada en donde ninguna “perla” vale más que la otra, Dios nos recuerda que debemos desafiar este concepto con la verdad del Evangelio, la “Perla Preciosa”. No todo puede ser verdad, ni todo puede tener algo de verdad. Es necesario tomar una posición y ser fiel a lo que consideramos como verdad incuestionable y revelada desde lo alto con la sabiduría y poder de Dios.

Recordemos lo que confiesa el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses,

7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte. (Filipenses 3:7-10)


Para el apóstol la realidad estaba muy clara: todo lo que había dado razón a su existencia y había guiado en cada una de sus decisiones, su historia y formación ahora llegado a ser una pérdida, una basura, algo inútil. No porque todo su pasado haya sido un desperdicio de tiempo, sino porque carecía de Cristo, su amor y justicia (ver Mateo 6: 33)

Ahora con Cristo en el centro de su existencia, como eje de todo su accionar todo lo que fue y podía ser adquiere un nuevo valor y objetivo: conocer a Cristo, unido a él en todo, su padecimiento y resurrección para servicio y vida eterna.

¿qué dirán?

Las parábolas no comentan nada sobre la reacción de quienes contemplan las decisiones tan definidas del campesino y el comerciante. Ambos inesperadamente cambian todo por algo que consideran de mayor valor. Los invito a pensarlo, tal vez hasta podrán recordar alguna situación similar en sus propias vidas.

En el mejor de los casos algunos habrán mostrado admiración diciendo: ¡qué valiente!, ¡Qué desprendido!, ¡Qué arriesgado! Quizás destacando el desapego por las posesiones y el coraje de cambiar radicalmente.

En el otro extremo otros habrán dicho: ¡qué inútil!, ¡Qué ridículo!, ¡Qué locura! Sin dudas cuestionando y hasta juzgando como innecesario renunciar a lo seguro y conocido para iniciar un nuevo camino que solo conduce a lo desconocido.

Preguntas humanas, reacciones más humanas aún, muy propias de cada uno de nosotros. Pero, la pregunta que nos debe importar es la que Dios hace. ¿Qué dice Dios?, ¿Qué nos muestra en su Palabra, en el Evangelio?, ¿Qué nos propone Jesús?

¡Sigueme!

El llamado del Reino de Dios en la voz de Jesús, El Señor es claro:

9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.
10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.(Mateo 9:9-13)

Nuevamente, otro testimonio, en este caso el de Mateo, que representa en acción la verdad de las parábolas hoy presentadas. Él se levanta, deja todo y sigue al Maestro. Dios, en Jesús nos dice: Sígueme. Nos llama el Señor a caminar a su lado y para que este caminar sea significativo nos habla de un seguimiento que se manifiesta en dependencia de él y renuncia.

El seguimiento del Señor Jesús encuentra un llamado a reconocer en primer lugar nuestra condición como pecadores que solo pueden apelar a la misericordia divina por una respuesta, una solución a su problema. En segundo lugar a confiar, por la obra redentora de Jesús, que es voluntad del Padre darnos su mayor bendición, el don del Espíritu Santo (Lucas 11:13) para que nos guíe y enseñe el camino del arrepentimiento y la confesión de pecados de modo que seamos sanados, renovados y preservados para la eternidad. Amén.

Aplicaciones a la vida diaria:

· Da gracias a Dios porque ha sido su voluntad revelar tan gran tesoro ante tus ojos para que lo disfrutes junto a tu familia diariamente.

· Anímate con la certeza que el tesoro que has recibido no corre riesgos, sino que está bien resguardado por un Dios poderoso que no se olvida de ninguno de sus hijos.

· Valora la verdad que tienes en tu mente y corazón para compartirla con quienes aun andan buscando y coleccionando falsas perlas que nada valen.

· Aprende día a día de Jesucristo. Pídele que te ayude a crecer en el conocimiento de su Palabra. Llévale tus cargas. Toma tu cruz y síguele.

· Reconoce que necesitas del perdón de tu Señor por tus pecados. Que el arrepentimiento y la confesión sean un fruto digno de la fe que tienes.

· Reúnete en una iglesia que predique fielmente la Palabra y administre correctamente los Sacramentos. Busca en la Santa Cena el perdón y la Paz que Cristo ahí te brinda con su presencia.

Pastor Sergio Rubén Schelske.

lunes, 4 de agosto de 2008

9º Domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

“La cizaña y el trigo”
Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Joel 3:12-16

La Epístola: Romanos 8:26-27

El Evangelio: Mateo 13:24-30, 36-46

Sermón

Separar lo bueno de lo malo es algo que nos gusta hacer. Nos constituirnos en jueces. Elegimos y separamos. Pero lo bueno y lo malo en nosotros es muy relativo, pues está confundido. Por lo tanto a nosotros Dios no nos envía a juzgar, ni condenar a las personas en este gran campo que es el mundo, sino a sembrar trigo.

El domingo pasado Jesús nos habló por medio de la parábola de las semilla y nos mostró los distintos terrenos, bien podríamos llamarle corazones, en los cual cae la semilla del Evangelio. Este domingo nos habla el Señor de esa misma buena semilla de la Palabra que germina, crece y produce trigo. Pero no crece sola, pues al lado de ella crece también cizaña.

La cizaña

Era la pesadilla de los agricultores hebreos. Es una planta tan parecida al trigo que le llamaban “trigo bastardo”. Los ojos no expertos solo perciben la diferencia cuando da la espiga.
La cizaña es una planta toxica. Junto a la planta crece en el grano un paracito que lo infecta con una sustancia venenosa llamada “temulina”.
En la siega era importante separar el trigo de la cizaña ya que si se mezclan los granos y se muelen juntos la harina de trigo resultante podría ser más oscura y llevar grados de toxicidad. Una vez crecida la cizaña entre el trigo no podía arrancarse ya que las raíces entrelazadas podrían arrancar el trigo también.
La separación se realizaba después de la siega, donde se separaba la espiga de trigo de la de cizaña. Esta última, que tiene un tono más grisáceo, se agrupaba en fardos para luego ser quemada.

El crecimiento de la maliciosa cizaña suponía para los agricultores un doble trabajo, paciencia y la lección de que su valioso trigo debía convivir hasta la siega con la plaga de la cizaña, la cual solo vería su fin en la cosecha.

La paciencia en la convivencia

Los Israelitas cayeron presos de un muy mal entendido gestado en su corazón orgulloso, y como todo lo malo en esta vida, producto de la distorsión de la Palabra de Dios. Ellos habían sido constituidos una nación santa, un pueblo especial de Dios, es verdad, pero no para separarse del resto, menospreciarlo y condenarlo. Ellos fueron constituido pueblo de Dios para ser “luz de las naciones”. El sentimiento de superioridad que generaron trajo consigo soberbia e hipocresía, mucha hipocresía. Al considerarse mejor que los demás por su propia extirpe y méritos, se hicieron esclavos de la ley que intentaban cumplir con rigurosidad absoluta, y cuando esto no les era posible, aparentaban cumplirla con la misma rigurosidad. Creían erróneamente que la diferencia radicaba en ellos mismos y no en el Dios que los había creado para un propósito.

Por esto cuestionaban tanto a Jesús, pues Él comía con pecadores, se juntaba con ellos. ¿Qué clase de Mesías era que no separaba y quemaba a los que no son “trigo limpio”?
El Evangelio lo deja claro: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Juan 3:17
La cosecha y la separación vendrán, pero ahora no es el tiempo. Ahora estamos en un tiempo de Gracia, tiempo que necesitamos para crecer y proporcionar los frutos del Evangelio, de la Buena
Noticia del Reino.

Juntos pero no revueltos

Jesús no se separó de las personas de este mundo. Al contrario, él se hizo hombre y vino y habitó en este mundo. Y hasta el final de su vida, hasta su resurrección, muchos no lo vieron distinto al resto mortal. Lo veían como un hombre más o como un profeta más.
Sólo a los ajos de la fe de sus discípulos se podía distinguir al Dios hecho Hombre, al Salvador. Su apariencia era similar a cualquier otro, es más dice Isaías que “no hay hermosura en él, ni esplendor” (Is. 53:2), y sin embargo su fruto fue la salvación. Jesús no se separó, sino que habitó entre nosotros y sin embargo su fruto fue la redención del mundo pecador.

Nosotros, los que hemos sido constituidos trigo por la semilla del evangelio, crecemos y vivimos al lado de la cizaña. La diferencia está en que no seremos molidos juntos, pues eso no produciría la haría pura de Dios. Sin embargo hasta la cosecha final no seremos separados. Incluso puede que a simple vista no se distinga nuestra planta de la de la cizaña, y que las obras de los creyentes no parezcan tan majestuosas como la de los no creyentes. Sin embargo Dios sabe distinguir muy bien las obras de las fe, aquella que transitamos y las cuales él mismo preparó de ante mano, de aquellas que no son producto de su siembra. Efesios 2:8-10.

Una parábola realista

Ésta es una parábola en contra de las utopías vanas. Esas que tienen como objetivo crear un mundo idílico, sin dolor ni sufrimiento. Eso es imposible y cuanto más rápido te des cuenta de ello y lo asumas más tiempo tendrás para la verdadera labor que se nos encomendó. No lucharás vanamente queriendo atrapar el viento.
Cuantas más semillas de trigo esparzamos más trigo habrá. Sembrar es lo nuestro y no arrancar.
La falta de paciencia, la impulsividad, la ira desatada por el crecimiento de la cizaña solo pueden traer estragos al trigo. No podemos erradicar el mal. Las utopías paradisiacas aquí en la tierra son sueños absurdos. Solo la siega final de Dios pondrá a la cizaña en su lugar. No somos jueces, no somos segadores, sólo Dios es quien puede atribuirse esa función.
Nuestra tarea es, como aprendimos en la parábola de la semilla, sembrar sin cansancio la Buena Noticia de Jesucristo y enraizarnos más y más en él. Alimentarnos con su Palabra y Sacramento a fin de crecer, y que nuestra espiga de granos abundantes de misericordia, paz, perdón y amor.
El Señor nos pide paciencia, pero a su vez nos muestra un horizonte de justicia. No se le colará a él en la cosecha la cizaña. Y su fin será el fuego.

La cizaña en el mundo

La cizaña que sembró Satanás en el Edén halló cabida en el corazón de Adán y Eva. El Señor dijo que por haber comido del árbol que mandó no comer “maldita será la tierra por tu causa” y por consecuencia “Espinos y cardos te producirá” (Gn. 3:17-18). La semilla de la cizaña de Satanás encontró en este mundo una tierra dónde poder crecer y expandirse.
“Si vuestro padre fuera Dios, entonces me amarías, porque yo de Dios he salido y he venido, pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira. Pero a mí, que digo la verdad, no me creéis”. Juan 8:42-45

Jesús atribuye a Satanás, el enemigo, encargarse de la siembra, consiente y bien planeada, de la cizaña. La intención de extender en este mundo la siembra y la producción de de cizaña no es ocasional o algo aislado. Tampoco es producto de la casualidad. Es consecuencia del trabajo activo del Diablo. El mal tiene su origen y su patrocinador. Esto es algo que no debiéramos perder de vista. El mal se siembra, se trabaja para ello, y así como hay sembradores de trigo, también hay afanosos sembradores de cizaña.

El rechazo a la Palabra de Cristo nunca es inocente. Arrancar la semilla de la Palabra es para poner otra siembra. Porque creéis que la “descristianización” que se patrocina en España trae como resultado las prisas de la promoción de valores anti bíblicos apoyados en leyes e incluso en la “formación de los ciudadanos” con una serie de doctrinas bien articuladas nacidas de semillas bien claras.

Pensemos en el cambio urgente que se dio a la base social que se fundamentaba en la familia y ésta en el matrimonio heterosexual. A priori parecía favorecer derechos de algunos, pero ¿Qué frutos recogeremos como sociedad a lo largo de algunas generaciones? ¿Qué pasará con los niños criados por parejas homosexuales?
O qué decir del cambio de identidad sexual con el beneplácito de las autoridades legitimado con un documento que acredite lo que cada cual quiera ser. ¿Cómo harán nuestros nietos o bisnietos para saber si se ponen de novios con una mujer o con un hombre que se ha cambiado el sexo?

Dependerá de la honestidad, ya camuflada y casi imperceptible hoy en el sacrosanto concepto del derecho a la privacidad personal por encima del bien social. O solo se dará cuenta cuando no puedan procrear, pero a esa altura ya será demasiado tarde y le ofrecerán infinidad de variantes para solucionar “ese pequeño inconveniente” en nombre del permisivo amor y libertad absoluta. Qué decir de la promoción del “feminismo” como reacción y respuesta al “machismo”, o el apoyo y promoción del aborto indiscriminado, y multitud de leyes que se siembran y crecen en este mundo con apariencia de buenas intenciones, pero en sí mismas tienen un parásito venenoso.

La cizaña en el ser humano.

No solo la autoridades están sembrando y legitimando el veneno de la cizaña, pues esta semilla es esparcida por todos lados, en todos los campos. El corazón humano es tierra dónde la cizaña crece (Mt. 15:18-20) y a partir de allí se extiende por todos los campos dónde el ser humano anda. El odio, el egoísmo, la vanagloria, la envidia, las peleas, la corrupción, la pereza, las adicciones, etc., todos esos frutos nacen y crecen en el corazón humano.

La cizaña en la teología

Si el problema de fondo es la siembra, está claro que Satanás siembra cizañan también en la teología. Siembra plantas doctrinales que pueden parecer a priori trigo verdadero pero que el fruto que produce es amargo y venenoso. En muchas denominaciones cristianas crece junto a la semilla de Evangelio enseñanzas doctrinales erróneas. Distinguir esto es importante y necesario. Debemos agudizar nuestra vista para poder distinguir qué es trigo y qué es cizaña.
La cizaña del legalismo, del racionalismo, del humanismo, se camufla muy bien entre el trigo del Evangelio puro, de la gracia pura, de la fe pura. Del Solo Cristo. Del Solo a Dios la Gloria.

La cizaña en la iglesia

Pablo denuncia la presencia de falsos hermanos en las congregaciones. Nos es imposible arrancar la cizaña pues no conocemos los corazones. Sin embargo sí nos es posible ser trigo fuerte y saludable, creciendo y dando frutos. Es posible como lo hemos aprendido en la parábola del domingo pasado, seguir sembrando la Palabra de Dios.

Un día el Señor segará

La cizaña será echada al fuego. Si bien en este tiempo crece y se expande su fin será el fuego. Esta es la triste realidad que le espera a los que se aferran a la semilla de Satanás. Pero también debemos saber que los que se aferran a la semilla de la palabra de Dios, los que son nacidos de Dios, vivirán eternamente.

La cizaña en nosotros

No debemos olvidar que incluso en nosotros, los cristianos, habita el parásito que hace venenosa a la cizaña. No debemos olvidar que nosotros mismo somos simultáneamente Justos en Cristo y por lo tanto trigo limpio, pero sin embargo también somos simultáneamente pecadores y por lo ello contaminados en nuestra carne pecaminosa.

Un día incluso en nuestro cuerpo se segará y se hará la separación. Y ahí seremos separados de nuestra naturaleza pecadora. Sólo ahí nuestra carne dejará de producir veneno. Solo ahí seremos perfectos con un cuerpo glorificado.

Recuerda que tú, en ti mismo, no eres trigo. Que tu corazón tiene el parásito venenoso que afecta a la cizaña. Eres trigo porque la semilla del evangelio fue plantada en ti y por el bautismo has sido revestido de Cristo.

El Cristo en ti hace que seas planta de Dios. Limpia cada día en el perdón de Cristo todo el veneno parasitario.

Pastor Walter Daniel Ralli

lunes, 7 de julio de 2008

8º domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

“Jesús nos enseña sobre los distintos terrenos”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Isaías 55:10-11

La Epístola: Romanos 8:18-25

El Evangelio: Mateo 13:1-9, 18-23

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.

Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

Sermón

Es interesante, y a veces sorprendente, cómo personas reaccionan al escuchar una noticia. Mucho depende de la perspectiva de la persona que oye lo que ha pasado. Una buena noticia para una persona puede ser algo trágico para otra. Por ejemplo, en una convención de la iglesia, cuando anunciaron que un señor ganó como presidente, muchos de los participantes se levantaron y aplaudieron, y luego cantaron Adoremos a Dios. Por otro lado, algunos se quedaron sentados con caras largas y bocas cerradas. Quizá no fue una demostración del amor cristiano, pero así somos los seres humanos. Tenemos varias perspectivas, y a veces una buena noticia para mucha gente puede ser un desastre según el punto de vista de otros.

En nuestro evangelio de hoy, vemos como nuestro Señor Jesucristo se sentó en una barca al lado de la playa para enseñar a la gente sobre el reino de Dios. Jesús, como de costumbre, habló en parábolas. Decimos que una parábola es una historia terrenal con un significado celestial. Y cuando Jesús hablaba en parábolas, su propósito fue enseñar cómo son las cosas en el reino de Dios. ¿Qué podemos esperar? ¿Cómo será el reino? ¿Cuáles son las características en el reino de Dios? Aquí, vemos que Jesús, a través de la parábola de sembrador, nos ensaña sobre el
tema de:

¿CÓMO REACCIONAMOS A LA NOTICIA DEL EVANGELIO?

Y aquí Jesús describe cuatro respuestas posibles:
I. Algunos no lo creen.
II. Algunos creen pero tropiezan por las pruebas.
III. Algunos creen pero se desvían por las tentaciones del mundo.
IV. Y algunos permanecen en la fe a pesar de pruebas y tentaciones.

La manera didáctica de Jesús es muy comunicativa. Solía usar ilustraciones e historias de la vida
diaria de los oyentes. El reto para nosotros hoy en día es entender el significado de las parábolas, pues el estilo de vida de hoy ha cambiado considerablemente desde hace dos mil años. Si tú has tenido experiencia con la agricultura es posible entender mejor esta parábola del sembrador. En aquel entonces fue común sembrar, especialmente un grano como trigo, tirando las semillas sobre la tierra. No fue como hoy, cuando los agricultores usan equipos estratégicos muy científicos y bien calculados para producir la mejor cosecha posible tomando en cuenta científicamente las características de la tierra, el fertilizante que se puede usar, el clima, y un montón de factores que impactan el fruto que el terreno produce.

En aquel entonces, los agricultores no tenían estos equipos ni habían descubierto toda la ciencia que hoy en día es parte crítica de la agronomía. Y así que, un sembrador salía caminando por su terreno, tirando la semilla a mano. Naturalmente, algunas semillas caían en lugares no muy fructuosos o productivos, donde la semilla no brotaba, o si brotaba, no tenía raíces o nutrientes suficientes para perdurar o sobrevivir.

Así que, en primer lugar, Jesús habla de la semilla que cae “junto al camino.” Bueno, ¿cuál es la característica de la tierra junto al camino? Es duro. La semilla queda sobre la tierra seca y no germina. Además, está totalmente expuesta a los pájaros que rápidamente vienen a comerse las semillas.

Por supuesto aquí Jesús no se refiere a semillas literalmente, sino al hecho de que en el reino veremos que habrá personas que no pueden recibir el mensaje del evangelio, pues sus corazones son duros. Han tenido la oportunidad de escuchar el evangelio, pero en verdad no penetra sus corazones. Posiblemente lo consideran, pero rápidamente lo rechazan. Es porque sus corazones son duros.

Es triste cuando una persona no se deja convencer. Cuando una persona no ve la necesidad de arrepentirse y recibir el mensaje de perdón, vida y salvación. Generalmente tal persona no está convencida del pecado en su propia vida, pues, si una persona no reconoce la situación ante Dios en la cual se encuentra apartado de Jesús, no verá tampoco la necesidad del evangelio.
Había un joven, lo vamos a llamar Pedro, que no pudo recibir el evangelio. Era buena genta, gracioso, cortés, amable, amigo de todos. Pero rechazaba el evangelio a pesar de los intentos de su amiga de persuadirle a recibir a Cristo como su Salvador. La conversación duró por más que tres años. Decía, “Yo creo en un Dios, pero no veo porque me exigiría creer en Jesús.” Finalmente su amiga se dio cuenta del problema—Pedro no necesitaba oír tanto el evangelio sino la ley de Dios. Es decir, hablar más y más del evangelio no tenía impacto o significado porque Pedro no veía su situación verdadera ante Dios.

En su caso, finalmente al entender porqué fue necesario que el Hijo de Dios se hiciera hombre y viviera una vida perfecta por nosotros, y muriera por nosotros, más resucitara por nosotros, la palabra del evangelio tuvo su impacto, como dice en Isaías, y fue “prosperada en aquello para que la envié,” y Pedro, podemos reportar, hoy en día goza de la plena confianza de que sus pecados quedan perdonados y su salvación está garantizada y puede gozar de la vida en abundancia que Jesús nos promete.

Pero, según Jesús nos enseña aquí, no será así en todos los casos. Habrá quienes rechazan el reino de Dios, que, en la dureza de sus corazones, lo ven, como dice San Pablo, como “tontería.” Dios no quiere que sea así, porque sabemos también que él no desea que “ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (1 Pedro 3:9). Pero así es en el reino de Dios, y aunque no nos gusta, no debemos sorprendernos, ni afligirnos a nosotros mismos, cuando vemos tal dureza. Porque así es en el reino.

En segundo lugar, Jesús habla de la semilla que cae sobre los lugares rocosos, “los pedregales,” donde hay poca tierra y la semilla pronto brota, pero, también pronto se seca y muere porque no hay mucha tierra y agua. En el centro del país de Canadá, hay lugares dónde la tierra no está muy profunda, y lo que queda debajo de un poco de tierra son piedras y rocas. Es impresionante ver cuán alto los pinos allá llegan a ser. Son inmensos y bellos. Pero a menudo hay una tempestad y un viento fuerte, y los pinos no tienen como mantenerse en pie y fácilmente se caen, porque no tienen profundidad de raíces para sostenerlos frente al viento.
Es algo semejante en el reino de Dios. Jesús, cuando usa el ejemplo de la tierra rocosa, está hablando de personas que reciben el mensaje del evangelio, y aun lo reciben “con gozo,” pero cuando llega el momento de enfrentar las pruebas a causa del evangelio, como su fe no está bien enraizada, prontamente comienzan a cuestionar la validez del evangelio. Prontamente comienzan a dudar. Prontamente comienza a decirse, “¿Cómo puede ser que el evangelio es ´poder de Dios´ y me pasan estas cosas?”

Creo que todos hemos visto esta tragedia cuando una persona ha recibido el evangelio, pero luego comienza a dudar, y las dudas finalmente se conviertan en un rechazo completo del mensaje del evangelio. Podemos pensar en la iglesia primitiva, cuando vinieron las persecuciones de los emperadores romanos tales como Nerón, Domiciano y otros sobre los cristianos. En los primeros dos siglos después de Cristo, miles y miles de los cristianos murieron en lugar de negar a su Señor Jesucristo. Por otro lado, había muchos que no se mantuvieron firmes ante las amenazas de los oficiales romanos de: o renunciar a Jesucristo o morir.
Dicen que hoy en día hay miles de personas alrededor del mundo que perseveran en la fe a pesar de amenazas y aun la muerte. La organización “La Voz de los Mártires” afirma que ha habido más personas perseguidas por su fe en Jesucristo en los últimos cien años que en toda la historia anterior del cristianismo. Pero hay otros que flaquean en su fe, no porque sufren amenazas de muerte, sino simple y sencillamente porque no quieren sufrir las burlas y críticas de los demás. O sea, la persecución más sutil a veces es suficiente para causar que unos tropiecen en la fe porque la palabra no está bien enraizada en ellos. Lo hemos visto también.

En tercer lugar, Jesús habla de la persona que ha oído la palabra, la recibe, la cree, pero las distracciones del mundo, el afán de este siglo, como dice el texto, llega a ahogar la fe de tal persona. Es fácil caer en esto, porque la verdad es que nosotros los seres humanos naturalmente nos preocupamos por cosas como la comida diaria, el hogar, nuestra salud, el bienestar de nuestros hijos o familiares. Y muchas veces cuando tenemos una dificultad que enfrentar, buscamos en todos lados por una solución, o nos preguntamos, “¿por qué a mí?”
Es interesante que en el idioma inglés, la palabra para decir “preocupación” o “ansiedad,” [worry] viene de la palabra que significa “ahogarse.” Cuando estamos preocupados, es como ahogarnos, y estamos paralizados—incapaces de funcionar. Esto, a pesar de que Jesús nos enseña que no nos preocupemos, pues Dios tiene los cabellos de nuestras cabezas contados.
También es fácil creer que las cosas materiales nos van a satisfacer a largo plazo. Es cierto que Dios nos ha dado Su creación, y la ha declarado “buena,” y podemos y debemos disfrutar de las cosas de este mundo, pero no en un sentido absoluto, sino que reconociendo que son bendiciones de Dios, y que finalmente no nos van a satisfacer o dejar contentos en sí mismas, sino que nuestra satisfacción y nuestro contentamiento vienen de Dios.

Así que Jesús finalmente habla de la semilla que cae en la buena tierra, y esa semilla brota y
produce fruto treinta veces, o sesenta veces o cien veces. Esto representa la persona que recibe la palabra de Dios y permanece en ella, se mantiene en la fe, en la obra de Cristo. Es la persona que sigue confiando en Jesucristo en medio de las burlas, y aun persecuciones, y que recuerda que su seguridad y confianza en la vida vienen del evangelio, y no del engaño de las riquezas mundanas. Es la persona que confía con San Pablo en Cristo, como dice, “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef. 1:7).

El mensaje de esta parábola es importante porque a veces nos cuesta ver que tantas personas rechacen el mensaje de Dios. Nos da lástima ver que personas que han recibido el mensaje, aparentemente con gozo, luego se aparten de lo que han creído y confesado al enfrentarse con pruebas. Nos puede incluso causar dudas a nosotros mismos, los creyentes, sobre el poder del evangelio. Nos puede desanimar y desalentar al ver que el reino de Dios no viene con la potencia o la fuerza tal como nos gustaría ver según nuestra perspectiva humana. Pero podemos recordar las palabras del Profeta Isaías en nuestra lección del Antiguo Testamento de hoy, quien nos comunica la promesa de Dios respecto a Su palabra: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”

Aun cuando dudamos de la veracidad y del poder del mensaje que Dios tiene para con nosotros, aun cuando sentimos como Elías en los tiempos pasados, quien fue a esconderse en la cueva porque según su punto de vista, era casi el único fiel en la tierra, podemos recordar que aunque la palabra no permanecerá en todos, estos asuntos del reino están en las manos de Dios, quien nos promete que Su palabra no saldrá en vano, sino que será prosperado en aquello para que la ha enviado.

Descansemos en esta parábola de Jesús hoy. Descansemos en el conocimiento que el mensaje del evangelio es poderoso para con nosotros, y que podemos tener la confianza y seguridad de nuestra salvación, y que a pesar del hecho que algunos no lo recibirán, su palabra es poderosa y eficaz, y ha prosperado en nosotros, y seguirá consolando y animándonos en todo momento. En nombre de Jesús. Amén.

Profesor Douglas Rutt

lunes, 30 de junio de 2008

7º domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

7º domingo después de Pentecostés

“Dios nos revela su sabiduría en Jesús”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Éxodo 33:12-23

La Epístola: Romanos 7:15-25

El Evangelio: Mateo 11:25-30

11:25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.11:26 Sí, Padre, porque así te agradó.11:27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.


Tema: La sabiduría de Dios es locura para la sabiduría humana.

Objetivo: Que reconozcamos, recordemos y nos alegremos en el poder y sabiduría de Dios.

Sermón

El otro día me puse a ver la peli de Aladdín con mi hija y quedé aleccionado con una escena dónde el malvado hechicero Jafar, tras haberse apoderado de la lámpara mágica, pide al Genio en su segundo deseo ser el hechicero más poderoso del mundo.

Con sus nuevos poderes Jafar se convierte en una serpiente gigantesca y enrolla a Aladdín, quien impotente ve como se consume el tiempo de su amada princesa Jasmine que agonizaba dentro de un reloj de arena.

Desesperado por librarse y rescatar a su amada Aladdín persuade al maligno hechicero de que siempre será un “segundón” ya que el genio de la lámpara era quien le había dado el poder y quien se lo podía quitar. Jafar sin pensárselo mucho gasta su tercer deseo pidiendo al genio que lo convierta en un “todo poderoso genio”.

Su deseo se cumple y en su transformación, y mientras decía: “El universo es mío, bajo mis órdenes y mi control”, Aladdín se libra y rápidamente rompe el cristal del reloj y Jasmine se salva.

Tanto el genio como Jasmine cuestionan a Aladdían haber dado la idea a Jafar para convertirse en un todo poderoso genio, pero es que a esas alturas yo también me había olvidado de que el Genio de la lámpara había dicho al principio de la peli que los genios reciben “poderes Cósmicos y un espacio chiquitín para vivir”.

La codicia desmedida atrapó a Jafar confinándolo a vivir esclavo y reducido en una lámpara. Consiguió tal poder pero quedo preso de su ambición.
¿Dónde nos lleva la ambición desmedida y descontrolada por querer el poder total sobre todo?

NUESTRAS CODICIAS HUMANAS

En una época claramente rendida a los pies de la aparentemente “todopoderosa e incuestionable” ciencia y tecnología, ya poco lugar se le deja a la fe. La capacidad del ser humano pretende estar por encima de la idea de Dios. La codicia de poder y control total sobre todo es un proyecto de vida que marca muchas agendas.

Al menos los antiguos dejaban en sus planteos la posibilidad de que exista aquello que no conocían: “al Dios no conocido” rezaba un cartel en el panteón de los atenienses. Ante la inmensidad y complejidad del ser, oímos hasta el cansancio aquel “solo sé que no sé nada” que hoy ya solo asoma como una frase anecdótica a la cual ya pocos se adhieren, es más, muchos “sabios” dan por sentada la no existencia de Dios y su poder creador.

Es verdad que los tiempos cambian y si mi bisabuela se levantase de su tumba y viese que con internet tienes acceso a lo inimaginable y más, supongo que pensaría que resucitó en un planeta distinto al que hubo vivido. Pero a la vez que parece que nuestro poder y control no tiene límites, la arrogancia va carcomiendo nuestro ser y pretendemos más y más del poder sobre la vida. Ya la idea de un Dios superior a nosotros incomoda, pues es una competencia al ambicioso poder absoluto del ser humano.

CREYENDO SER SABIOS SE HICIERON NECIOS

Jesús declara hoy en el Evangelio algo sorprendente: que Dios, Señor del cielo y de la tierra, ocultó cosas al parecer fundamentales, a los sabios y entendidos de este mundo y sin embargo se las reveló a los niños. ¿Por qué hizo esto? ¿Cuáles son aquellas cosas? Da la sensación de que éstos sabios cuelan el mosquito pero se tragan el camello.
¿Por qué privó a los sabios y entendidos de cosas fundamentales?

En verdad es por el envanecimiento de los seres humanos mismos. Creyendo ser sabios, se hicieron necios. Cayeron presos de sus propias codicias. Se han hecho esclavos de su propia ambición. Quedaron confinados a tener un gran poder en un espacio muy reducido, en una lámpara en la cual solo se ve una porción pequeña del mundo.

La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto no tienen excusa, ya que habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.

Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Romanos 1:18-23
No hay capacidad de percibir los milagros

En la perícopa precedente el Señor Jesús, al observar las ciudades en las cuales había hecho mucho de sus milagros, las reprende por no haberse arrepentido de sus pecados. Seguro que por causa de su codicia, de su egoísmo, de su vanagloria y orgullo, que al fin y al cabo son las cosas que nos enceguecen y nos privan de arrepentimiento y por ende del perdón y la paz de Dios.
El inconveniente ya no es si hay milagros o no, el tema planteado por Jesús va más allá, ya que incluso los milagros que él mismo en cuerpo presente hizo no movieron ni un pelo de mucho de los espectadores. El problema está en el corazón del ser humano que desechan a Dios y su sabiduría.

La palabra de la cruz es locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios, pues está escrito: “Destruiré la sabiduría de los sabios y frustraré la inteligencia de los inteligentes”. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este mundo? ¿Acaso no ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo? Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicción. Los judíos piden señal y los griegos sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judío ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. En cambio para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios, porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. 1ª Co. 1:18-25

LA REVELACION DE DIOS

Jesús se revela a los niños

¿Quiénes son estos niños sin mucho entendimiento propio pero con una revelación fundamental de parte de Dios? Los niños son aquellos necesitados, aquellos que reconocen sin mayor problema la dependencia al Padre Celestial. Son aquellos que con fe simple confían en un Dios todopoderoso y ven en Cristo a su Salvador. Los niños son todos aquellos enfermos que necesitan del doctor Jesucristo. Son todos aquellos que se ven y sienten pecadores y buscan su justicia en Cristo y no en sí mismos.

Son aquellos que artos de correr sin sentido tras cosas que consumen vanamente la vida, desesperan de sí mismos. Y así se renden ante una implacable ley natural y celestial que nos muestra como seres finitos, carentes y necesitados de un Padre Celestial y amoroso, el cual corre a prisa para extendernos su mano salvadora, para curar nuestras heridas, para darnos una Buena Noticia, para darnos a Cristo.

¿Qué se les revela?

Se nos da a conocer al Padre creador del cielo y de la tierra y a su hijo Jesucristo. Este no es ya un conocimiento natural, sino que es una revelación específica por parte de Dios, quien sabiamente ha dejado su Palabra, la Biblia, para que por ella el Espíritu Santo nos revele la sabiduría necesaria para nuestra salvación, la cual es Cristo.
Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. No me avergüenzo del Evangelio porque es poder de Dios.

En la verdad del Evangelio se nos revela a Cristo y su obra de amor. Se nos revela que no podemos salvaros por nosotros mismos. Se nos revela que nuestros pecados son perdonados. Se nos revela la locura de la cruz, algo inaceptable para la refinada mente racionalista, pero extraordinariamente maravilloso para quienes nos sabemos perdidos y que, cual hijos pródigos luego de derrochar todo, nos encontramos anhelando degustar los majares que da Dios, mientras mendigamos un poco de comida de los cerdos.
Se nos revela que el justo muere por el pecador, no por equivocación, sino por amor. Se nos revela que gratuitamente por medio de la fe se nos abren de par en par las puertas del cielo, no por nuestros méritos o sabiduría, sino por los méritos de Cristo. Se nos revela que hay esperanza de una vida eterna, perfecta, dónde todo aquello que hoy anhelamos mientras corremos de un lado a otro queriendo atrapar el viento, estará servido en las mesas celestiales reservadas con nuestro nombre.

Se nos revela que por medio del Bautismo Dios nos hace nacer a una vida espiritual, dónde se nos da la fe y se nos declara hijos de Dios. Se nos revela que en la Palabra de Dios tenemos toda la sabiduría necesaria para tener la paz y confianza deseada. Se nos revela que Cristo está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Se nos revela que con en el pan y el vino instituidos en la Santa Cena, Cristo se hace presente en cuerpo y sangre para que los cristianos comamos y bebamos a fin de recibir perdón y fortalecimiento de nuestra fe.
Se nos revela que no necesitamos más revelación que ésta para que nuestra alma repose a gusto en los brazos de Jesucristo.

Venid a mí todo los que estéis cansados y trabajados
Por todo esto Jesús nos hace esta invitación. A aquellos que estén cansados de su propia sabiduría y que estén cargados por el peso innecesario de su pecado, Jesús promete descanso. Un remanso. Unas aguas de reposo.

La carga que ponemos en nuestras espaldas al querer ser como Dios es muy pesada y frustrante. La carga de nuestros pecados es muy dura. ¡Qué maravilloso el llamado que nos hace Cristo! Venid a mí y os haré descansar. Dejad vuestras cargas al pie de mi cruz y sed libres.
Un yugo ligerito y fácil.

Jesús no niega las dificultades de esta vida, pero cambia nuestros agobiantes yugos por el suyo que promete ser ligero y fácil de llevar. Llevar a Cristo en nuestras vidas y anunciar la locura de la cruz en una sociedad que solo acepta locuras humanas puede que parezca pesado, pero sin embargo no lo es, ya que todo el peso de esta obra la soporta y sostiene Dios y no nosotros.

Aprender de Jesús.

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
Estimado, mirad a Cristo día a día y seguid su sabio consejo: Aprended de mí. El Dios hecho hombre es MANSO y HUMILDE. Jesús siendo Dios, poseyendo aquello que los seres humanos jugamos y aparentamos ser, no se aferro a ello y por nuestra causa se humilló hasta la muerte en la cruz a fin de que nosotros tengamos perdón y vida eterna (Fil. 2:5-11) ¡Alabad a Dios por tan sublime y misericordiosa Buena Voluntad para con nosotros! Amén.

Aplicaciones a la vida diaria:

· Que la lumbre de la sabiduría humana no te enceguezca y te prive de la luz de la sabiduría de Dios.

· Recuerda que Dios es Dios y tu un ser creado. Da la gloria al Señor de la Gloria y agradece por tu vida.

· Regocíjate en ser débil y loco según el mundo, pues tu poder y tu cordura son en Cristo tu salvación.

· Aprende día a día de Jesucristo. Pídele que te haga más y más manso y humilde ante su Palabra. Llévale tus cargas. Toma tu cruz y síguele.

· Reúnete en una iglesia que predique fielmente la Palabra y administre correctamente los Sacramentos. Busca en la Santa Cena el perdón y la Paz que Cristo ahí te brinda con su presencia.
Pastor Walter Daniel Ralli

sábado, 21 de junio de 2008

6º Domingo de Pentecostés.

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

22-06-2008

6º Domingo de Pentecostés

“El temor y amor a Dios”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Jeremías 28:5-9

La Epístola: Romanos 6:1b-11

El Evangelio:

Mateo10:24-33 34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. 40 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. 42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.


Sermón

“La falsa Paz o la Sana Contienda”

Hoy reflexionaremos sobre la primera parte del Evangelio, allí se nos presenta una lección que seguramente nos sorprende. Leer que Jesús viene a traer división a las familias y a enfrentar a sus integrantes. Jesús declara que ha venido a dividir a familias. ¿Qué le dirá a alguien que lee esto y le pide que se lo explique?

A pesar de que suene raro, los cristianos nos alegramos que nuestro Señor traiga esta contienda o problemas, pues creámoslo o no, son buenas noticias. Nuestro Señor hace esta proclamación de que Él viene a finalizar con la falsa paz.

Veamos que nos quiere decir Jesús con estas polémicas palabras. Cuando él habla de crear enfrentamientos en las familias, está citando una profecía del Antiguo Testamento de Micaías. Allí el profeta condena abiertamente el pecado y la rebelión de Israel contra Dios. El pecado y el rechazo de la Palabra de Dios habían provocado consecuencias terribles en la sociedad. A nivel nacional, los gobernantes eran corruptos y los jueces cobraban sobornos. Las autoridades eran deshonestas, no había justicia para nadie. En un nivel más cercano, Micaías advierte que tampoco en los amigos se debe confiar. La amistad está basada en la lealtad y la confianza, pero el pecado inclina a las personas hacia el egoísmo y la propia ganancia. Aun más Micaías lleva esta desintegración hacia la estructura familiar. En una familia la Palabra de Dios es la guía las cosas saldrán bien. Sin embargo, el profeta declara, que los resultados son terribles para los miembros de la familia que rechazan a Dios. (Micazas 7:1-6). “Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa”.

Cuándo alguna persona en la familia es creyentes y otros no lo son, habrá contienda y problemas. Cuando un padre creyente trata de corregir a su hijo que no cree, porque su modo de vivir es pecaminoso, el hijo puede rebelarse aun más de lo normal, provocando deshonra a su padre. Si la nuera desaprueba la falsa religión de su suegra, la suegra puede volverse crítica de su nuera en cada acción mostrando y realzando los errores de esta.

Cuando una familia está formada por creyentes y no creyentes, siempre habrá enfrentamientos, porque hay dioses diferentes en el grupo familiar. Esa familia encontrará paz únicamente de dos formas. Una de ellas es que todos lleguen a creer en Cristo y vivir por medio de su Palabra, o por otro lado decidir que la familia es más importante que Dios y dejar de hablar de religión, o decidir que la religión justamente no tiene tanta importancia.

Ésta es la contienda de la que Micaías se lamenta: las personas rechazan la Palabra de Dios, por eso se produce la hostilidad en las familias. Algunos se mantienen firmes en la verdad y otros la niegan.

Jesús viene a cancelar la deuda y las consecuencias del pecado. Todos merecemos la muerte eterna, porque todos somos pecadores y la paga del pecado es la muerte. Por consiguiente, Jesús viene a deshacer esto. Él viene a morir por los pecados del mundo a fin de que todos puedan obtener el perdón. Éste es el mensaje del Evangelio: Negando a Cristo y su obra, nos enfrentamos al juicio eterno de Dios, pero por su muerte y resurrección, Jesús ha cancelado todo esto. Al morir por nuestros pecados, ha ganado la gracia y la vida para todo el mundo.
Así es que Jesús la principal tarea que viene a realizar es la paga por el pecado del mundo. ¿Cómo podemos estar seguros de que el pecado existe? Muy sencillo, al pecado y sus consecuencias lo vemos en un tema tan cotidiano como la muerte y las enfermedades física Para traer la muerte física, el pecado a menudo usa a la enfermedad para matar a las personas. Cuando alguien está enfermo, sufre dolor físico incluso hasta dolor mental y emocional. Cuando una persona que ha sufrido mucho muere, en el ataúd generalmente se la ve mucho más tranquila. Muchos llegan a expresar “Ahora ha dejado de sufrir, está en paz”. La razón de esto es obvio: Cuando una persona está viva puede sentir dolor y puede experimentar una lucha.

Quienes están muertos son incapaces de esto. El que ha muerto puede tener apariencia tranquila, pero no tiene vida. Cuando el pecado logra u objetivo final, que es la muerte de la persona, el producto final se ve tranquilo, pero es una falsa paz.
En su camino a la cruz para pagar por los pecados del mundo, Jesús demuestra que él tiene poder para hacer eso, realizando milagros en los cuales cura a las personas. Él conoce quienes están doloridos, afligidos y sufren de enfermedades. A muchos los sana, quita la enfermedad, encargándose así de ese problema. Pero principalmente realiza la paga por el pecado. Entonces

¿Quién descansa en paz? Jesús no solo da su vida como paga por el pecado, sino que resucita de entre los muertos. Allí demuestra que es más poderoso que la muerte. Él toma el pecado, la enfermedad y la muerte, y los vence en la cruz. Quienes creen esto descansarán en Paz.
Ahora, cuando Jesús ha resucitado a alguna persona, esa persona todavía sigue en este mundo pecaminoso. Ellas seguirán sintiendo dolor, afrontarán luchas y adversidades y lidiarán con enfermedades otra vez. Experimentarán estas cosas porque están vivas. Donde hay vida en este mundo, hay lucha, adversidades.

Éstas son nuestras dos pistas para comprender las palabras de nuestro Señor en la lección de Evangelio de hoy. En primer lugar, que él cita Micaías, quien declara que siempre habrá contienda en las familias donde algunos son creyentes y otros no lo son. Esa contienda cesará sólo cuando todos crean en Jesús y su Palabra, o cuándo se decida ignorar la Palabra de Dios por completo. En segundo lugar, Jesús viene a realizar la paga por el pecado. Pero aún así las personas mientras estén vivas, afrontarán contiendas, luchas y dificultades. Pero justamente afrontan estas cosas en el mundo porque están vivas.

Con estas dos pistas, volvemos a la declaración del Señor: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mt. 10:34-36).
Cuando Jesús viene, él proclama que el reino de los cielos está cerca. Él declara que él es el Hijo de Dios y El Salvador de mundo, que él rescatará el mundo por medio de su muerte en la cruz. Él también proclama que quiénes confíen en él se salvarán. Cuando Jesús predica este mensaje, muchos que lo oyen pertenecerán a familias donde nadie cree en la Palabra de Dios. Y porque nadie cree en su Palabra no hay contienda, ni rivalidad en la familia por motivos de religión. Si esta discusión no se produce, muchos pensarán que es una familia tranquila y feliz. Pero esto es porque nadie cree, todos ellos están perdidos en sus transgresiones y sus pecados. Están en paz porque están muertos.

Sin embargo, muchos que escuchan creerán, confiarán en Jesús, y tratarán de vivir de acuerdo con su Ley y su Evangelio. Sus acciones en casa cambiarán y tratarán de compartir este mensaje al resto de su familia. Sabiamente buscarán guiar y exhortar sus hijos sobre el problema y las consecuencias de los pecados y de las distintas experiencias mundo que el mundo ofrece como agradables y placenteras. Cariñosamente contarán a sus parientes sobre Jesús y advertirán el problema de someterse a otros dioses. Tratarán de guiar a sus padres a la Verdad. Pero cuando hagan esto, seguramente comenzarán los problemas. Los hijos no querrán abandonar sus estilos de vida, ni hablar de arrepentimiento y pedir perdón, así es que se rebelarán. Los parientes no querrán abandonar su religión y construirán una pared hostil de silencio. Los padres, quienes “usualmente” saben más que sus niños, supondrán que el Evangelio es una “etapa más” en la vida de sus niños, pero que no saben lo que hacen.

No es raro oír o leer opiniones como “La Iglesia con su mensaje ha hecho mucho daño. Esa familia estaba bien antes de que se comience a hablar acerca del pecado y la gracia, la cruz y Jesús. Ahora hay grandes discusiones, problemas y todo es culpa de Jesús y sus seguidores”.
Sin duda que, en tal caso, la contienda ha reemplazado la paz. Pero es una “Sana Contienda” que reemplaza a una “Falsa Paz”. La familia estaba tranquila porque todo estaba muerto. La contienda ha surgido porque algunos de ellos están vivos. Además los que han sido salvados siguen fieles y hablan sobre una verdad absoluta, sobre la Palabra que da Vida. Está es la que produce que por medio contienda, los otros integrantes de la familia pueden ser salvados por Jesús.

Ésta es la contienda que Jesús trae: La liberación del pecado, el perdón, la fe y la vida eterna. Él levanta a personas de la muerte espiritual para llevarlos a la vida. Donde hay sólo muerte espiritual, no hay contienda porque nadie se preocupa por la Palabra de Dios. Donde hay vida, habrá contiendas porque las personas creyentes se alegran del Evangelio, del mismo modo que el mundo lo niega y rechaza.

Éste es el mensaje que Jesús proclama: Él trae una “Sana Contienda” para anular la “Falsa Paz”. Él trae vida donde había muerte. Él trae perdón donde solo había pecado, trae fe dónde había rechazo y descreimiento. El mundo culpará a Jesús de traer vida, perdón y fe, diciendo que esto es falso y perjudicial. Pero por esto damos gracias a Dios.

Algunas Aplicaciones

De una manera realista, se sabe que el mundo siempre percibirá a la Cristiandad como un problema y la acusará de que el Evangelio es nocivo para las personas. NO es de extrañas que en los gobiernos europeos y en la misma sociedad se busque censurar la Biblia, porque habla en contra de los estilos de vida pecaminosos. Los cristianos son acusado y difamados por decir la verdad porque para ellos esa verdad es supuestamente carente de amor.

Quizá la aplicación más obvia es para la familia, pues Jesús nos avisa en este texto del peligro de querer más a familia que Dios. Se dice que “Primero está la familia”, esto es una virtud para el mundo, como cristianos hacemos énfasis sobre la importancia de la unidad dada por Dios. Sin embargo, “primero la familia” a expensas de la verdad, es un pecado destructivo. Siempre es una tentación que los padres condenen un pecado u otro, hasta que uno de sus hijos comete dicho pecado. Luego no es tan malo, es una trasgresión que puede ser pasada por alto. Los esposos a menudo son tentados a evitar ir a la iglesia, al menos a asistir menos, para complacer a la pareja que no cree. Después de todo, al Oficio Divino lo hacen justo el fin de semana, día de descanso y familia. Los niños creyentes pueden tener la oportunidad de contarles a sus padres sobre el Evangelio, pero no se animan a sacar el tema por miedo a la burla. Estos pecados son cometidos para mantener la paz familiar. Pero ésta es una “falsa paz”.

Ésta es una situación delicada para muchos y la seguirá siendo por años. Es así que estamos llamados a hablar la verdad, vivir la vida de la mano de Dios y cariñosamente aplicar su Palabra en cada situación que surja. Evitar el tema de Jesús para mantener la paz es pecado. Hablar en el tiempo justo con las palabras justas no lo es. Aun así, sin embargo, habrá algo de tensión y contienda. Cuando tal contienda surge, reconfórtate pesando que “Esta contienda está aquí porque Jesús aquí, tratando de salvar lo perdido. Él ha muerto por mí y también ha muerto por quienes aún no creen. Su Palabra ha causado esta contienda, él está trabajando para traerlos a fe”.

También queremos animar a los padres para que lleven a cabo el evangelismo familiar en los niños pequeños: Nunca habrá un mejor tiempo que ahora para enseñarle a sus niños acerca de Jesús. Los niños son más receptivos en la primera de sus vidas. Muchos padres falsamente opinan que “no impondrán ninguna religión a la fuerza, que cuando sea adulto que decidida por su propia cuenta”. Esta es una forma de enseñar a sus niños que la religión no es importante. Si tiene a los niños en casa, haga buen uso del tiempo. Es bueno orar con los niños, incluso leerles historias de la Biblia. En la hora de la cena, o al dormir de a poco enséñeles de memoria el Catecismo Menor. “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”(Prov. 22:6).

Martin Lutero una vez escribió que las veces más preocupantes en su vida fueron cuando él no tuvo problemas, porque se imaginaba que se había librado del camino que del diablo, y no veía la necesidad de preocuparse. Donde Jesús está, habrá contienda porque el mundo se opone. Pero sólo donde Jesús está hará que encuentre paz verdadera, paz con Dios. La paz que declara que ya no tiene en cuenta sus transgresiones. Por eso eres perdonado de todos sus pecados en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Atte. Pastor Gustavo Lavia

sábado, 14 de junio de 2008

5º Domingo de Pentecostés.

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

5º Domingo de Pentecostés

“El temor y amor a Dios”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Jeremías20:7-13

La Epístola: Romanos 5:12-15

El Evangelio: Mateo 10:24-33

24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? 26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. 32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Sermón

Martin Lutero realizó un comentario sobre el texto del evangelio que hemos leído hoy, donde expresó que “aún cuando fuera intimidado por sus enemigos, él no podría dejar de predicar el Evangelio, pienso que el Señor en el día del Juicio me diría ¿por qué estabas más asustado de ellos que de mí?”.

La Ley en Mateo 10:24-33

Jesús envía a sus discípulos a predicar un mensaje específico a todo el mundo. Son enviados a proclamar que el reino de los cielos se ha hecho presente y que está cerca. El Señor no crea falsas ilusiones de que todo será bello y bonito. Por eso anuncia que afrontarán una fuerte oposición. Serán rechazados por personas, por familias, algunas veces por pueblos enteros, otras veces ese rechazo se dará por miembros de nuestras familias, hasta por amigos cercanos, incluso por personas que tienen cargos en el estado y en iglesia. “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mt. 10:16). Él dice en el comienzo de nuestro Evangelio del día de hoy “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Como se invierten las cosas, resulta que ahora los fariseos y escribas llaman a Jesús “Belzebú”, el “señor de las moscas”. Si quienes son los líderes de la iglesia llaman y tratan a Jesús de tal manera, cómo no van a considerar que a las moscas seguidoras de tal maestro sean aplastadas como su líder. Los discípulos afrontarán terribles intimidaciones al anunciar la Buena Nueva acerca del reino de Jesús.

Pero la intimidación no es excusa. Los discípulos no deben guardar silencio. Dios nos dice “No les teman”.

En primer lugar, no deben tener miedo porque “porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse”. Los enemigos de Jesús pueden parecer tener el control ¿Después de todo, qué pueden hacer un maestro y doce humildes personas contra el mundo? Sin embargo, los discípulos saben el fin de la historia, porque Jesús ya nos ha dicho que ha vencido a la muerte, el pecado y el poder del diablo y que regresará en gloria juzgar a todas las naciones, condenando a quienes no creen en él y para dar plenitud de vida a quienes confían en su gracia. Por consiguiente, los discípulos no deberíamos ser intimidados. En esta batalla de bien y del mal, el mal aparentará tener el poder y el control durante algún tiempo. Pero los discípulos sabemos cual es el fin de la historia y quien es el vencedor.

El ser intimidado, no es excusa para no predicar. Los discípulos no deben guardar silencio, pero tampoco tienen que cambiar el mensaje que les ha sido dado. Deben predicar que el reino de los cielos está cerca. “No tengan miedo” dice el Señor una y otra vez, pero esta vez él es más específico cuando dice “no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Los discípulos sufrirán en manos de pecadores, esto es seguro. Pero esos malhechores sólo pueden matar el cuerpo. Dios, el Padre Todopoderoso, posee un poder mayor: Él determina el destino final tanto del cuerpo como del alma de cada ser humano y puede enviarlos para que sufran una vida de tormento por la eternidad. Entonces ¿Quién debe más ser temido?

Lo cual nos trae de vuelta al pensamiento de Lutero sobre el día del Juicio viendo a un Dios enojado, con sed de venganza, diciendo: “¿Por qué esta más asustado de ellos que de mí?”. La Iglesia hoy día está en la misma situación. El Señor llama a sus discípulos a proclamar lo que él les envía, a saber, su Ley en toda su severidad y su Evangelio en toda su dulzura. Como cada cristiano, tu y yo nos enfrentamos a un problema porque cuando debemos tomar una decisión que si obramos con justicia sabemos que nos traerá sufrimiento ¿qué haremos? ¿Lo correcto o evitaremos cómodamente de la situación? Cuando un miembro de la familia o un amigo escogen una forma de vida pecaminosa ¿qué hará? Dirá la verdad sobre ese pecado y se arriesgará a la hostilidad o mantendrá el silencioso para conservar la paz familiar. En la escuela o en el trabajo es del mismo modo, allí se presentarán constantes intentos para dar vuelta y mostrar que lo bueno, puro y sagrado para que parezca equivocado, impuro y malvado y viceversa.

Como los cristianos individuales afrontan tal intimidación, las congregaciones son también puestas en lo mismo. Muchos opinan que la Iglesia debe modificar su mensaje para sobrevivir. El cambio es necesario para que más personas ocupen los bancos de las iglesias y es por esto que debemos amar más y condenar menos el pecado. Se debe cambiar porque sino las ofrendas no cubrirán los gastos y si no se cubren los gastos no se puede seguir. Se debe producir un cambio porque los tiempos cambian y no se puede seguir igual que hace cien años. El mundo cambia y nosotros también debemos cambiar con el mundo. Se debe cambiar, se dice una y otra vez, aunque usualmente se presenta en términos más suaves y atractivos. Afirman que no se debe abandonar el Evangelio. Obviamente se debe creer que Jesús es El Salvador. Pero se necesita disminuir la proclamación de la Ley. En lugar de denunciar la inmoralidad como pecado, deberíamos hablar de la aceptación. En lugar de disciplinar a los pecadores manifiestos, debemos aceptarlos cariñosamente y en lugar de ofenderlos. La predicación de la Ley que condena debería ser dejada y en su lugar deberíamos predicar a fin de que suene como una herramienta útil para vivir y nada más que eso.

Tal presión en la Iglesia no es nada nuevo. De hecho, el doctor Walther, el primer presidente del Sínodo de Missouri, reconoció y enseño sobre esto hace unos cuantos años atrás. En sus charlas de sobremesa en el seminario, declaró: “Estos hombres sin duda pretenden convertir a la gente; pero quieren hacerlo usando expresiones erróneas. Creen posible convertir a los hombres callando ciertas cosas o expresándose de tal modo que agraden al hombre natural. Son como aquellos malos médicos que no prescriben a sus enfermos delicados medicinas amagas, o si lo hacen la mezclan con anta azúcar que ya no se siente lo amargo de la medicina. ¿Pero que se logra con ello? Pues que no surte efecto ninguno. Por consiguiente, los que no predican con claridad y precisión el evangelio, el cual es ofensivo para el mundo, no son fieles a su oficio y causan gran daño a las almas. En vez de hacer progresar a los cristianos en el conocimiento de la doctrina sana, los dejan andar a tientas en las tinieblas, los estimulan en su camino errado, los aceleran en un camino equivocado y peligroso” (C. F. W. Walther. Ley y Evangelio. Ponencia 26, páginas 221 y 222).

La Iglesia está para predicar de manera pura la Ley y el Evangelio de Dios porque Dios utiliza esto para generar la fe en las personas. Por esta predicación es que vivimos y fortalecemos la fe. Cuando somos tentados a alterar el mensaje, sin duda estamos tentados a pecar y cuando somos tentados a pecar, el Señor nos aplica su Ley para nuestro bien. Así nos muestra nuestro pecado y la muerte que nos aguarda. Es por esto que él envía a sus discípulos a proclamar su palabra. Ante esto podemos preguntarnos “¿por qué temo a otros ante que a Dios?”
Después de todo, por la Palabra del Señor sabemos el fin de la historia. Hay sólo Uno que está sentado sobre el tribunal y determina el destino para siempre. Él tiene el poder de determinar sobre la vida o muerte eterna. ¿Por qué temer a otro más que él?

Hasta aquí predicamos la Ley de Dios, témale a Dios y obedezca sus mandamientos, aun cuando sea rechazado e intimidado por los hombres, él puede destruir su cuerpo y alma en el infierno. Ésta es la Ley de Dios y es verdadera. Sin embargo, n es sólo la mitad de la historia. El propósito de esta Ley es mostrarnos nuestro pecado, pues pecamos y quebrantamos esta Ley cada día.
Cada vez que pecamos, nuestro amor hacia el pecado supera nuestro miedo hacia Dios y su castigo. Cada vez que no queremos proclamar su Palabra, tememos a otra cosa más que a la furia divina.

Dios nos da su Ley para mostrarnos nuestro pecado. Sin embargo, él hace eso para nuestro bien. Cuando reconocemos nuestro pecado, sabemos que no podemos salvarnos. Cuando sabemos que no podemos salvarnos, estamos listos a oír sobre el Salvador. La Ley es la mitad de la historia. Ahora veamos la otra mitad de la historia: El Evangelio.

El Evangelio en Mateo 10:24-33

Que triste sería si el mensaje de la cristiandad fuese sólo de miedo, de “obedezca a Dios porque él tiene puesta la espada sobre su cabeza”. Pero este no es el caso. No confiamos en nuestro Señor porque a nadie se le puede temer más que a él”. No, confiamos en él porque nadie nos ama más.
Cuando el maestro envía a sus discípulos, él no es un gobernante egoísta que exige que sufran a fin de que él no lo tenga que hacer. Cuando este amo envía a sus siervos, no exige su muerte para que él pueda vivir. Él les dice que sufrirán tal como él sufrió. Un criado no está por encima de su amo, si el amo sufre, el criado también sufrirá. Pero el amo es mayor y es así que su sufrimiento también es mayor. Mucho más grande.

Para esos discípulos y para nosotros, este amo sufre. En queda en mano de hombres supuestamente justos, es arrestado, falsamente acusado de toda clase de pecados de los que él no tiene la culpa, sino que tú y yo lo tenemos. El Señor acepta esto en silencio y permite ser golpeado y azotado. Él es crucificado, donde los hombres supuestamente buenos se burlan de él. Pero esto es sólo un poco de su sufrimiento. La mayor parte no viene de los hombres supuestamente justos, sino de su Padre en cielo, que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. El Hijo de Dios no merece este castigo, porque él no ha pecado. Merecemos ese castigo, pues constantemente pecamos contra Dios. Pero allí en la cruz, el amo toma el lugar de sus esclavos y soporta el castigo por sus pecados. El Padre Eterno castiga a su Hijo para cumplir con las Ley, para infligir el castigo que nosotros merecíamos. Pero aquí está la salvación: Dios castiga a su Hijo, a fin de que él nos perdone.

Si ahora consideramos las palabras del Evangelio: ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. El Padre Eterno tiene presente a los pequeños pájaros, comprados en un céntimo el par. Él sabe cuándo cada uno de ellos cae a tierra. Lo maravillo de esto es que tu no has sido comprado a un bajo precio. No, como dice Lutero, has sido redimido “no con oro o plata, sino con su santa, preciosa sangre, y con su inocente pasión y muerte, para que yo sea suyo, y viva bajo Él en su reino y le sirva en eterna justicia, inocencia y bienaventuranza, así como Él, resucitado de entre los muertos, vive y reina en la eternidad. Esto es ciertamente la verdad.”

Así que tenemos la Ley y el Evangelio en este texto. Somos fieles al proclamar a su Palabra. Si se nos olvida o nos da miedo de hacer esto, pecamos y merecemos su ira eterna. Sin embargo, como proclamamos en su Palabra, también oímos el dulce sonido: sus pecados son perdonados, porque Jesús ha sufrido el castigo de Dios en la cruz.
La Ley dice 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. El Evangelio dice “Jesús le ha redimido con su sagrada y preciosa sangre. ¡Por consiguiente, eres puesto en libertad al confesar pagada la deuda por Jesús, con agradecimiento y no con miedo. “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”.
“¿Por qué le temes a ellos más que mí"? Pero en lugar de semejante acusación el Señor en su nos enseña otra cosa distinta, es como si dijese: “¿Hay otra persona que haya querido da su vida para limpiar sus pecados? ¿Alguna otra persona ha derramado su preciosa sangre y ha sufriendo la muerte para que usted pueda ser suyo por siempre? Solo yo lo he hecho, le perdono y doy vida eterna".

Ésta es la Ley y el Evangelio de nuestra lección para este día y así es que llegamos a entender mejor las palabras de Lutero con las cuales comienza cada explicación de los mandamientos en el Catecismo Menor: “Debemos temer y amar a Dios”. ¿Debemos temer a Dios? Sí, es correcto temer las consecuencias del quebrantamiento de las leyes divinas y por ello sufrir la ira divina. Éste es un miedo divino, lo cual nos mueve a sentir pesar por nuestros pecados. Pero esto no queda allí, también amamos a Dios por nuestra redención. Él ha castigado a su Hijo, lo ha entregado a muerte, en nuestro lugar, lo ha juzgado, en nuestro lugar porque el Hijo de Dios cumplió todos ellos de manera perfecta. El precio esta pagado, un precio más elevado que el estipulado para comparar un par de pájaros. Porque ese precio fue pagado, usted puede estar seguro de esto: Eres perdonado de todo tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén.

Atte. Pastor Gustavo Lavia

domingo, 8 de junio de 2008

4º Domingo de Pentecostés. 08/06/08

Estamos en el de tiempo de Trinidad según una de las dos tradiciones. En la otra es llamado Pentecostés. Es la estación más larga del año ya que va desde el domingo de Trinidad hasta el domingo anterior a Adviento. El domingo de trinidad nació para contrarrestar la herejía antitrinitaria de Arrió. ¡Alabemos al Dios Uno y Trino!

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

4º Domingo de Pentecostés

“Jesús nos envía y acompaña con su Palabra”

Textos del Día:

El Antiguo Testamento: Éxodo 19:2-8a

La Epístola: Romanos 5:6-11

El Evangelio:

Mateo 9:35-10:8 35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Mateo 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, 4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó. 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

Sermón

El Salvador es quien toma la iniciativa

No es extraño que las muchedumbres se reúnan en torno a Jesús. Muchos han oído sobre él, que va de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Que predica acerca del Reino de Dios, sana a los enfermos. Las historias de los milagros se esparcieron rápidamente entre los necesitados, como lo hizo el Evangelio del reino en sus comienzos y es por ello que las personas viajan en grandes grupos para ver, oír y tocar a Jesús, son ovejas necesitadas de un pastor. Así es que el Señor tiene compasión en ellos, sabe que están cansadas, desparramadas, enfermas y agobiadas por la ley y el pecado. De hecho, él desea que todas sean curadas, aliviadas, perdonadas y redimidas.
Así él dice para Sus discípulos, “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:38).

No hay duda de que los discípulos habrán respondido al unísono, con un rotundo “SI” a esta oración. “Si, Señor, oraremos para que asía sea”. Pero el Señor no queda pasivo ante esta oración, sino que procede a dar respuesta a la misma. Él llama a los doce. No solo los llama sino que además les da autoridad y poder sobre los espíritus inmundos, para echarlos afuera y sanar toda clase de enfermedades y toda clase de dolencia. Luego los envía diciendo: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. (Mt. 10:5-8). Jesús podría hacer esto de muchas otras formas. Él podría mandar a legiones de ángeles para anunciar el mensaje de su reino. Podría usar una voz desde el cielo y así todos podrían escucharlo al mismo tiempo. También podría escribir directamente un mensaje de ánimo para todos o podría sentarse en el templo y llamar a todas las naciones para que vengan a su encuentro. Podría hacer cualquier cosa que quisiese, sabemos y confesamos que Él es el Hijo de Dios Todopoderoso. Pero en lugar de escoger entre estas y otras alternativas, escoge a doce hombres para ir y hacer este anuncio.

Los discípulos son enviados por Jesús y mientras van deben saber y recordar dos cosas: lo que le ha sido dado y por quien han sido enviados. No necesitan inventan el mensaje que tienen que transmitir, sino que van a proclamar un mensaje que de gracia les ha sido dado. Asimismo, no van a realizar maravillas y sanaciones con sus propios poderes, porque en realidad ellos no tienen nada. En lugar de eso, podrán hacer milagros porque Jesús les ha dado autoridad para hacer eso. No están en marcha, proclamando el mensaje por si solos, sino que van porque han sido enviados. Todo esto les ha sido dado gratuitamente. Ahora pueden ir y de gracia pueden dar de lo que han recibido.

Así es que van. Imaginemos a los gentíos que se reúnen para recibirlos. El que sean los discípulos y no el propio Jesús pudo haber causado alguna decepción. Después, todo lo que quieren es ver al Salvador, pero vienen los suplentes en lugar del titular. Quizá algunos se van decepcionados o disgustados antes de que los discípulos abran sus bocas. Quizá sienten que Jesús los ha dejado desamparados, al no asistir personalmente, porque como se dice que el estudiante nunca es mejor que su maestro. Esas son reacciones humanas muy comunes, pero las reacciones humanas están equivocadas en las cosas de Dios. El Señor no es infiel. Éste es su modo de hacer las cosas.

Cuando los discípulos curan a los enfermos, los enfermos están curados. Cuando limpian a los leprosos, los leprosos son limpiados. Cuando resucitan a los muertos, los muertos vuelven a la vida. Cuando expulsan a demonios, los demonios huyen.
¿Por qué? No porque son ellos quienes lo están haciendo. Pedro no dice al enfermo: “En nombre de Pedro estas curado.” Bartolomé no dice a los demonios: “En nombre de Bartolomé, sal de ellos.” A los demonios no les da miedo Bartolomé o Pedro. Pero si les da miedo Jesús y los discípulos están haciendo estas cosas en el nombre de Jesús. Él los ha enviado y por su Palabra está allí con ellos. Cuando predican: “El Reino de los Cielo está cerca” es en serio, porque el Rey está allí con su autoridad y Palabra. Eso quiere decir que cuando los discípulos dicen a las personas que sus pecados son perdonados, sus pecados son perdonados. No porque los discípulos son quienes perdonan, sino porque Jesús está allí perdonando. Eso es qué él los envió a hacer. Eso es qué él les dio para hacer. De Gracia han recibido, ahora de gracia dan.

La Misión Continua

En el Antiguo Testamento encontramos una historia muy curiosa y que les gusta a muchos, es una sobre cómo Dios hace llegar su mensaje por distintos medios, es la del profeta Balaam en Números 22. Como podemos recordar, el Rey Balak envía al profeta Balaam a maldecir a las personas de Israel. Sin embargo, cuando Balaam va en su burro hacia las personas, Dios abre la boca del burro y el burro habla. El burro habla para reprender al profeta Balaam.
¿Por qué a muchos les gusta esta historia? Porque dicen: “Si Dios puede hablar a través del burro de Balaam, también puede hablar a través de mí.”
Más allá de lo gracioso que puede haber en esa afirmación, hay un punto importante que es necesario ver. En su sabiduría, con un mundo lleno de ovejas perdidas y errantes, Dios ha elegido esparcir su reino haciendo que personas pecaminosas hablen de su Palabra. Él llama a los pastores para ejercer el ministerio de la Predicación Pública de su Palabra, en nombre de su Iglesia. Sería difícil de encontrar un grupo de hombres con mayor diversidad de personalidades. A pesar de las rarezas y las fallas de personalidad, sin embargo, el Señor todavía los usa como sus instrumentos. Pero Dios no se limita sólo a ellos para extender su Reino, sino que cada cristiano, tentado por el pecado y exhibiendo toda clase de debilidades, tiene el privilegio de anunciar ese mensaje sobre Jesús a los demás. Así es cómo se expande el reino de Dios.
¿Por qué Dios escoge esta manera? Porque no son las personas las que logran algo, sino que es la Palabra de Dios. El Señor Jesucristo, el Verbo hecho carne, se hace presente por medio de su Palabra. El reino de los cielos está cerca porque el Rey está cerca. El mismo Salvador que fue a la cruz a morir por los pecados del mundo, ahora viene por su Palabra a darle ese perdón a las personas, para ti y para mí y a todo quién la oye y la cree. Jesús está presente donde su Palabra está. Agregue a esa Palabra un poco de agua y él está allí en el Santo Bautismo. Agregue a esa Palabra pan y vino y él está presente en la Santa Cena con su verdadero cuerpo y su verdadera sangre.

La Palabra de Dios es poderosa y no la persona que está transmitiéndola. Es la misma Palabra con el mismo poder que sanaba al enfermo, que limpiaba al leproso y expulsaba a los demonios en los tiempos del Señor. Por esa Palabra, Jesús viene a dar perdón, fe y vida eterna, para convertir a pecadores errantes en personas de su reino y en ovejas de su prado. Es tan simple.
Por supuesto que si bien el Señor es fiel, las personas somos pecadores y no somos conocidos por lo mismo. Así es que necesitamos advertir de los peligros que como humanos usualmente caemos, como desperdiciamos o mal usamos este regalo de Dios.
El primer peligro es la idea que el poder de la Palabra depende del carisma del que la transmite. Si el estilo del predicador es simpático, mantiene el interés contando historias graciosas o grita constantemente, entonces sin lugar a dudas la Palabra es poderosa. Sin embargo si tiene un domingo malo o no sonríe para nada, entonces la Palabra no será tan poderosa. Si esto es cierto, es afirmar que Dios es tan fiel y poderoso como el hombre pecaminoso que predica el sermón. Quiere decir que el poder de Dios difiere en cuánto al sueño que el pastor obtuvo la noche anterior. Ésta es una tentación sumamente sutil en nuestra cultura e incluso en la sociedad, porque la imagen y la apariencia es sobrevalorada. Por ejemplo, las personas juzgan los libros por las tapas y las compañías gastan millones para asegurarse de que sus productos tengan una buena presentación y una campaña de anuncio exitosa, pero eso no quiere decir que su contenido sea bueno. O acaso ¿un producto es mejor porque una celebridad afirma usarlo? O ¿la cerveza realmente sabe mejor si hay más bellas mujeres en el anuncio de publicidad? Somos condicionados fácilmente para que juzguemos la calidad de todas las cosas por como se nos presenta, por lo afable o simpático que puede resultar en nuestras vidas. Nuestro viejo hombre quiere asegurarse de que no entendamos la Palabra de Dios, sino que la mal interpretemos, según nuestros propios criterios. Los pastores, también sufren esta tentación, creyendo que su personalidad o estilo hace a la Palabra más efectiva. Desde ya que eso no es cierto. El poder de la Palabra no está comprometido por la personalidad del orador. Donde la Palabra está presente, Jesús lo está. Donde Jesús está, hay perdón, vida y salvación.

Otro de los peligros es el de la idea que el poder de la Palabra depende de la ordenación del predicador. Si el que predica la Palabra está ordenado, entonces la Palabra de Dios es poderosa. Si una persona cualquiera comparte la Palabra con alguien, se cree que es simple información pero nada más, como pasar una receta de cocina o una noticia de la actualidad. Habla sobre salvación, pero no salva. Si esto es cierto, el plan de salvación de Dios está limitado por el oficio del hombre y estamos limitando el poder de Dios.

El tercer peligro es que la que nuestro viejo hombre quiere hacernos creer que la predicación de la Palabra es mejor dejarla a los profesionales, sean pastores, misioneros o personas que estudiaron para ello. Los cristianos se encuentran y pasan tiempo con un montón de personas diariamente, a quién el pastor, líder o misionero nunca conocerán y cada creyente tiene la posibilidad y alegría de dar cuenta de la esperanza que tienen en Cristo.
Sin embargo, muchos se resisten o tienen miedo de hacer esto. Las razones dadas podrían ser unas u otras. Pero analicemos algunas: “No sé qué decir” es uno de los argumentos más usados. Creen que el mensaje es complicado y difícil de enunciar. Dios nos ha enviado a anunciar que su reino se ha hecho presente en la vida del hombre. Hay que predicar la ley, mostrando que el pecado acarrea la muerte y luego el evangelio, dónde Dios nos dice que nos perdona todos los pecados en Cristo Jesús. Además, con leer la Biblia, oír los sermones y aprender en las clases de catequesis, tendrá una buena base para saber qué anunciar. Simplemente cuéntele a otras personas sobre Jesús, sobre de su ministerio y sus milagros, su muerte en la cruz y su resurrección, del perdón y la esperanza de vida eterna.
“Pero no soy un orador muy bueno.” Ni lo fueron Moisés o Pablo y sospecho que el burro de Balaam tampoco lo fue. Pero Dios utilizó a cada uno de ellos. “Las personas no me escucharán.” Cuidado con esta frase porque ahora con esta afirmación se dice que el poder de la Palabra depende de ti y no de Cristo. Además, puedo reconfortarlo diciéndole que las personas no oyen a unas personas más que a otras. Después de todo, es la Palabra y no la persona que la transmite, la que tiene el poder.

Hable de Jesús a los otros. A sus niños, los jóvenes, a un buen amigo que sea curioso acerca de su fe. El Señor proveerá oportunidades.
Así es cómo el Señor esparce su Reino sobre tierra: Él nos envía con su Palabra. Él da a sus siervos, a ti y a mí, el privilegio de decírselo a otros. Él nos da el honor, a pesar de nuestros pecados y nuestras debilidades, de ser su instrumento para contarle otros sobre Jesús. Y promete que su Palabra no regresará vacía, sino que logrará lo que él la envía a hacer. Donde las personas nos escuchan y se regocijan con nosotros, damos gracias y gloria a Dios. Donde las personas niegan el Evangelio que proclamamos, recordamos que las personas también negaron y rechazaron a Jesús y damos gracias que él nos cuenta como dignos para sufrir por el bien de su nombre.

Cuando usted habla de su Palabra, alégrese sobre todo de esto: Primeramente Jesús lo ha perdonado. De gracia has recibido perdón y amor. Sólo luego de esto es que puedes compartir su gracia. Tu salvación en este día no se basa en lo bien que evangelizas o predicas de Cristo, sino en el mensaje que otras personas le han hecho llegar sobre Jesús. Su salvación es suya porque Jesús ya ha muerto en la cruz para salvarle. Por las bocas de distintas personas en su vida, padres, pastores, amigos y otros, el Señor le ha dado su perdón.
Así es que es en este mismo día, al leer la Palabra de Dios, al oírla en el mensaje o al recibirla junto con los Sacramentos, es la Palabra salvadora de Dios la que lo afirma en la buena noticia del perdón. Como el Evangelio es predicado, anuncia y da el perdón. Así en este día se puede alegrar, porque por esa Palabra es perdonado de todo sus pecados en nombre del Padre y del Hijo de Dios y del Espíritu Santo. Amén

Atte. Pastor Gustavo Lavia.