sábado, 5 de abril de 2008

3º Domingo despúés de Resurrección.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17
Estamos en el de tiempo de Pascua de resurrección, que se extiende hasta Pentecostés. La palabra hebrea Pascha tiene el significado de Pasar (por alto o de largo), y rememora la preservación de la vida de los primogénitos judíos en la décima plaga en Egipto Aquí la iglesia cristiana medita sobre la implicancia de la muerte y resurrección de Cristo en la vida de los seres humanos que creen en Él. Se conmemora que Cristo liberó al mundo de la esclavitud del pecado y de la muerte. Esta fiesta se celebra hasta el domingo de Pentecostés.

06-04-2008

3º domingo después de Resurrección

“Jesús Camina con nosotros”

Textos del Día:
Primera Lección: Hechos 2:14ª,36-47
Segunda Lección: 1 Pedro 1-17-21

El Evangelio: Lucas 24:13-35

13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaus, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. 17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. 22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; 23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. 28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.

Sermón

Gracia y paz de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

En el día de hoy os propongo salir a caminar. No se preocupen no deberán moverse de vuestras sillas. Solo integrarse imaginariamente a lo acontecido en el relato del Evangelio de hoy. Caminaremos con los viajeros a Emaus. En este transitar el Resucitado saldrá a nuestro encuentro con la Palabra de Dios para mostrarnos quienes somos y quien es Él. Porque este caminar es un resumen de nuestra vida misma y de la intervención divina en ella.

El camino de la vida del Hombre:

Creo que no nos costara mucho ponernos en los zapatos o mejor dicho en las sandalias de estos discípulos y caminar con ellos hacia Emaus. Será fácil de tomar parte en la conversación. Recordemos que ellos vienen de Jerusalén, de ver que su maestro y amigo ha sido cruelmente crucificado. Que los sueños que poseían de una mundo mejor han ido a parar a la tumba junto con el cuerpo fría de Jesús. Para peor de males ese cuerpo ha desaparecido. Por que la muerte trae estos sentimientos y vivencias a nuestra vida sabemos de su dolor, de sus sentimientos y desilusiones. Sabemos pesar que sienten sobre sus espaldas. Sabemos el tipo de dudas que tienen. Sabemos del dolor, pesar y dudas que trae la muerte y más si es de un ser querido. Sino veamos algunos de los comentarios que surgen en los tanatorios y cementerios: “¿por qué él tuvo que morir de esta forma?”. Fue tan buena persona que no merecía morir tan joven”. “¿Después de todas las cosas buenas que hizo por qué le toco a él?”. “¿Por qué Dios permite estas cosas?”.

Si lo aplicamos a Jesús podríamos preguntarnos junto con los caminantes a Emaus: “¿No pudo encontrar una manera de evitar la cruz?”, “todos pensamos que él era el Mesías, pero ¿cómo puede ser que el Mesías muera de esa manera?”. “Las mujeres dijeron que los ángeles les anunciaron que Jesús estaba vivo. Pero es simplemente un deseo que albergan en sus corazones”. “Él no está vivo. Vi su sangre goteando sobre la tierra. Vi como fallecía en la cruz”. “¿Por qué Dios no hizo algo para detener todo esto?” “Él no está vivo, está muerto. Sino ¿por qué han llevado su cuerpo a la tumba?”

Mientras más caminamos, más luchamos con nuestras preguntas y dudas. Mientras más luchamos, más afligidos estamos.
El problema que nuestros hermanos de camino y nosotros compartimos es el problema que compartimos con toda la humanidad: “Somos incapaces de creer”.
Este camino a Emaus es la carretera que nos lleva fuera de Jerusalén. Nos aleja de la cruz y la tumba vacía. De la muerte y resurrección de Cristo. Si bien tenemos todos los hechos: Las palabras y promesas de Jesús antes de su muerte sobre lo acontecido, el anuncio de los ángeles sobre su resurrección y la tumba vacía. No podemos creer. No podemos hacer que la fe aparezca en nuestros corazones. No podemos inventarnos una fe para creer que Jesús ha muerto por nuestros pecados y resucitado de entre los muertos, para mostrarnos que en él está asegurada la vida eterna. No podemos elegir creer, solo podemos alejarnos de Dios.

Sabemos de la realidad de la muerte. Hay muchos nombres en los cementerios. Sabemos que nuestros nombres estarán allí dentro de un tiempo. Pero nos cuesta reconocer que cualquier fe que queramos producir en nuestros corazones solo nos conducirá hasta el cementerio, nos llenará de duda ante esta fría realidad de la muerte. Y nos dejará tan desconsolados como lo están estos caminantes. Lo peor de todo es que sin fe en Cristo seguiremos caminando alejados de Dios por la eternidad.

El camino de la vida de Dios.

No hay que desesperar. Gracias sean dadas a Dios, porque no nos deja y no quiere que generemos fe desde nuestros corazones pecaminosos. Dios nos da la fe que necesitamos creer. La fe que Dios da es justamente eso la fe que Dios nos da. La fe es creer. Esta es la fe que salva. Eso es lo que sucedió en el camino de Emaus y sucede en nuestro diario caminar. Allí mismo en medio de nuestro dolor, pesar y duda, aparece un Hombre, que da la apariencia de estar en nuestro camino. Realmente no notamos cuándo se unió a nuestro duro caminar. Pero a diferencia de nosotros él no lleva la misma expresión de dolor o pena. Pero camina en la misma senda que nosotros. También ha venido de Jerusalén.

Este Hombre nos pregunta ¿De qué hablan? (Lucas 24:17)

Es difícil de creer que alguien de Jerusalén no sabría de lo que hemos estado hablando. La respuesta era simple: ¡De lo que habla todo el mundo!
Cleofas, nuestro compañero de viaje dice lo que nosotros pensamos: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?” (Lucas 24:18)
Cuando este compañero nos interroga de nuevo preguntándonos “¿Qué cosas?”, todo ello se desploma de nuevo, reviviendo dolorosamente los recuerdos: Jesús, el gran profeta de Dios ha sido crucificado, muerto y sepultado. Esperábamos que él fuese el Mesías, el que nos redimiría, sin embargo fue entregado a los romanos y lo mataron en la cruz. Ahora dicen que su cuerpo no está en la tumba y que unos ángeles han afirmado que esta vivo. Queremos creer, pero ¿Cómo es posible creer que Jesús está realmente vivo? Los hechos y las pruebas dicen todo lo contrario.
El Viajero nos mira a cada uno con una sonrisa. : ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? (Lucas 24:25-26) Eso es lo que somos en las cosas espirituales:

INSENSATOS. Podemos evaluar hechos, razonar los acontecimientos, discutir y debatir sobre las cosas de Dios. Pero las personas no tenemos buen jucio sobre las cuestiones celestiales.
Es por esto que él nos hace un regalo. Bueno realmente son dos los regalos, un regalo viene a consecuencia el otro. En primer lugar de principio a fin, él nos habla sobre Jesús utilizando nada menos que la Palabra de Dios. Él nos hace ver a Jesús en lo que Moisés escribió, desde Adam, Eva, y la caída en el pecado. Él nos muestra que Jesús, la promesa de Dios, aplastaría cabeza de Satanás (Gen 3:15). Nos aclara que Jesús es la cura al pecado así como la serpiente de bronce que Moisés levantó en una cruz, a fin de que cualquier persona que la mire fuera salvado del mordisco de las serpientes en el desierto. (Nm. 21:4-9) Él nos enseña cómo nos hablan los profetas de que Jesús es hijo de una virgen (Isa 7:14), que sufrió bajo Poncio Pilato (Isa 50:6), fue crucificado (Isa 50:13-53:12), muerto y resucitado (Salmo 16:9). Este Viajero nos dice que cada palabra escrita en la Biblia apunta hacia Jesús. Él y solo Él nos abre y da a conocer el verdadero significado de la Palabra de Dios.

Esa Palabra acerca de Jesús nos trae la verdadera fe. Ese es el segundo regalo que recibimos como caminantes insensatos. Cuando oímos a Dios hablándonos acerca de su promesa de perdón de pecados, la vida, la muerte y la resurrección, nuestras dudas desaparecen. Es como si nuestros corazones ardieran cuando aprendemos la verdad acerca de Jesús. Porque la fe que ahora tenemos viene de Dios a través de su Palabra y sabemos que es fe que nos salva. La fe que Dios da es fe segura, no se llena de la duda del pecado.

Dios camina entre nosotros

Como viajeros alcanzamos nuestro destino: Una casa pequeña en el pueblo, un lugar para pasar la noche. Parece que él va a continuar su viaje solo y no se quedará con nosotros. Lo que este viajero ha sembrado en nosotros nos anima a dirigirnos a él y clamarle: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. ¡Quédate con nosotros! queremos oír más acerca del Mesías.

Nuestros corazones se llenan de alegría cuándo el Salvador nos dice que se queda con nosotros. Así es que nos reunimos alrededor de la mesa para comer con él. Es gracioso, pero al sentarnos en la mesa con este viajero, nuestro dolor, pesar y duda se van. Repentinamente, una cosa asombrosa ocurre. Él toma el pan lo bendice, lo parte y nos lo da comer. Es allí cuando nos damos cuenta de que todo el camino hemos estado hablando con Jesús. Así como lo vemos, él se va.
Gracias a Dios que Jesús no nos dejó dudando. Él no nos dejó para hacer surgir nuestra propia fe de lo profundo de nuestros corazones. Él vino a nosotros en el camino de Emaus. Vino a nosotros con su Palabra y nos trajo la fe que necesitamos creer. Es lo que él hace cada vez que nos reunimos para oír a su Palabra. Él no nos deja solos para encontrar la fuerza para vivir nuestras vidas y nuestros caminos. Él vino a nosotros en camino de Emaus y viene a nosotros en la partición del pan para darnos la fe que necesitamos. Es lo que él hace cada vez que juntos partimos el pan y celebramos el banquete celestial que él nos dio.
Usted y yo no tenemos que generar la fe que Dios da. Tampoco hay nada que podamos hacer en nuestros corazones para hacerla nacer. Es un regalo de Dios y por ello podemos estar seguros en él, aún cuando tenemos dudas. Jesús no nos dice: Me mantendré lejos de ti hasta que creas en mí. Jesús, que fue crucificado, muerto y sepultado, viene a nosotros y nos da la fe para creer por medio de su Palabra.

¿Qué hacemos entonces? Vivir en a la fe que nos es dada. ¿Tiene dudas? Puede ser que en algún momento sea abordado por las dudas de su fe. Nos es novedad de lo difícil que es vivir en este mundo y la cantidad de problemas que tenemos y nos generamos. Pero Jesús se hace presente en su diario caminar para que usted pueda hablar y sobre todo oír a Dios.
¿La muerte lo asusta? ¿Está desamparado o desesperado? ¿Crees que tienes una fe débil? Puede que en algún momento de su vida lo esté. Reúnase con el resto de personas que Dios congrega entorno a su Evangelio, la Buena Nueva acerca de Jesús. Vaya donde la Biblia es proclamada como la historia de amor de Dios para las personas pecaminosas y dicha proclamación esté centrada en Jesucristo. Congréguese con otros cristianos creyentes, examínese a usted mismo en torno al partimiento del pan, y beba la copa que es Jesús mismo, crea que su cuerpo y su sangre están presentes allí para el perdón de sus pecados. No mire hacia usted mismo para crear una fe fuerte. Mire hacia Jesús que viene y le da el regalo de fe a través de su Palabra y Sacramentos.

El viaje de vuelta

Si hay algo que trasforma la materia es el fuego. Al someter un elemento al fuego este no queda igual. Eso pasó con nuestros corazones. Ardieron por la presencia de Jesús, ahora ya no somos los mismos. Cuando Jesús ya no estaba en la mesa con nosotros en Emaus, no pudimos contener la alegría que da la Gracia de Dios. Sin importar nuestro cansancio, los peligros del viaje y la hora que era, salimos corriendo a compartir está noticia con conocidos y no conocidos. Corrimos a contarles no solo lo que nos había pasado, sino las cosas que Jesús nos había explicado en el camino y cómo se nos dio a conocer cuando partimos el pan. Es así que hasta el día de hoy cientos de miles de cristianos en todo el mundo siguen teniendo “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1-2) a fin de recibir constantemente esta buena nueva y proclamarla a otros.
“De la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6:45. Por la presencia de Cristo en medio nuestro, transformando nuestras vidas, liberándonos y dándonos nuevas esperanzas es que podemos pasar de hablar de un hecho histórico que nos agobiaba y desilusionaba a hablar de un hecho salvífico que los llena de alegría y esperanzas.

Aplicación a la Vida Cotidiana:

· La fe no es algo que surge por nuestra propia fuerza o voluntad. Solo podemos alejarnos de Dios por siguiendo nuestros propios caminos. No busques dentro tuyo la solución a tu falta de Fe.

· Jesús se hace presente en nuestra vida por medio de su Palabra para decirnos quienes somos y quién es Él. Deja que Dios te diga quién eres, un pecador perdido, y quién es Él, el que ama y perdona a los pecadores arrepentidos.

· Dios es quien crea y fortalece nuestra fe por los medios que Él dispuso. Por medio de la Palabra leída, hablada con cristianos o predicada, Dios te guiará, fortalecerá y permitirá que compartas este mensaje con otros.

La paz de Dios que pasa todo entendimiento, habite en vuestras mentes y corazones en Cristo Jesús, ahora y siempre. Amén.

Pastor Gustavo Lavia

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