domingo, 25 de marzo de 2012

5º Domingo de Cuaresma.


Servimos bajo la cruz de Cristo”

Textos del Día:

Primera lección: Jeremías 31:31-34
Segunda Lección: Hebreos 5:1-10
El Evangelio: Marcos 10:32-34 (34-45)

Sermón

Codicia y gloria versus servicio y cruz.
Corrupción, abuso de poder, sobornos, uso de influencias para obtener beneficios propios, prevaricación, chantaje, compra de voluntades, evasión de leyes, etc. parecen ser noticias que
nunca pasan de moda, incluso en los ámbitos más insospechados de la vida. Y no solo a grandes escalas, sino también en nuestro día a día. Quien tenga poder, dinero o influencias parece que tiene la vida más fácil y puede llegar a creerse inmune, por encima de todos y todo.

Lamentablemente esta realidad cotidiana en ocasiones nos hace creer que incluso el reino de Dios funciona así. Esta inclinación muy propia de todo ser humano la heredamos de Adán y Eva, quienes no se contentaron con lo que tenían sino que quisieron un camino paralelo a la voluntad de Dios con el fin de obtener más poder, es decir ser como Dios mismo. El deseo de poder
personal y egoísta nos corrompe como personas y sociedad, sin embargo no todo
son malas noticias: ¡Cristo nos hace posible un camino distinto! Su cruz y servicio.

Contexto del Evangelio de hoy (leer Mr. 9 33-37)

El encuentro del joven rico con Jesús y las palabras que preceden al Evangelio de hoy generó desconcierto entre los discípulos. El Joven, a quien Jesús quería que lo viese no solo como un “buen Maestro” sino como su Salvador, deseaba saber qué hacer para heredar la vida eterna. Y como Jesús no vino a llamar a justos sino a pecadores, lo situó delante de la perfección de Ley a fin de que se diera cuenta que él no podía “hacer” nada para obtener la vida eterna. Pero
la sorpresa viene cuando éste joven manifiesta un concepto distorsionado de sí mismo o de la Ley, ya que dice que todos los mandamientos los cumplía desde su juventud, cosa imposible (1ª Jn. 1:8, St. 2:10). La ceguera del joven hacía que la Ley no efectuase su trabajo de “espejo” mostrándole su pecado, llevándolo así al reconocimiento y arrepentimiento. Por lo tanto Jesús, quien ama al joven, estima necesario ajustarle más el rigor de la Ley, y lo confronta con un pecado que el joven no reconocía en sí mismo: No amaba a Dios sobre TODAS LAS COSAS.

Enfrentarse a ello entristeció al joven, quien ante la idea de tener que dejar de amar sobremanera a sus riquezas, y seguir a Cristo, se afligió.

Y si los poderosos (además de rico era un dirigente judío Lc. 18:18), que parece que todo lo consiguen en este mundo con influencias y poder, no pueden conseguir con sus obras, posiciones, piedad y dinero la vida eterna ¿Qué nos queda a los pobres? La pregunta resultante de los discípulos es ¿Quién podrá salvarse entonces? ¡Esto es imposible! Y la pregunta para ti hoy es: ¿Te sientes un cumplidor de la ley con derecho a obtener la vida eterna por ser muy bueno, poderoso o influyente? ¿Amas realmente a Dios sobre TODAS las cosas?

Espero de todo corazón que tu respuesta sea: ¡No!, y que ello te constriña.
Porque sólo así estarás en condiciones de oír y apropiarte por la fe que se te ha dado del consolador Evangelio: La salvación es posible en Cristo por Gracia de Dios. Porque “para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios” Mr.
10:27

Bendita teología de la cruz

Y esta posibilidad en Dios se hace real en una obra sin igual, y es la que el Señor anuncia por tercera vez en el Evangelio de hoy: Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Pero esto a los discípulos le seguía sonando extraño.

No entendían nada. Tres veces el Señor anunció su muerte y resurrección de forma clara e inequívoca. Pero el camino de la cruz resulta incomprensible a nuestra humanidad. Es locura, ya que es IMPOSIBLE para nosotros. Es un acto ajeno a nuestra posibilidad. Solo Cristo es capaz de entregarse en muerte por nuestros pecados y resucitar para darnos vida. Pero aún más imposible nos resulta creer esto. Ese es el mayor milagro que nos puede suceder en esta vida:

Tener fe para creer, entender y apropiarnos lo que para nosotros es imposible.

A nuestra humanidad le es velado este misterio. Es necesario nacer de nuevo para ver y comprender esto y aún así, como los discípulos, no siempre comprendemos cabalmente la magnitud de esta obra. Por ello es bueno y necesario que, además del día a día, en nuestro calendario litúrgico año tras año vayamos con Cristo a recorrer en Cuaresma su pasión, muerte y resurrección de una forma especial.
El Señor desea que grabemos a fuego su obra por nosotros y por eso la anuncia tres veces, como si de una formulación trinitaria se tratase, recordándonos que a Él pertenece la obra de salvación y que nosotros pertenecemos a Él por aquel nacimiento trinitario que recibimos cuando fuimos bautizados en el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo. Cristo y su obra deben captar el centro de toda nuestra atención. Porque nosotros vivimos en la imposibilidad humana,
pero en Cristo ¡todo es posible! ¡Él cubre tu pecado!

Ante la cruz de Cristo el ser humano pide gloria

Pero los discípulos, al igual que nosotros, eran duros de entendendimiento. Tras el primer anuncio de su pasión, muerte y resurrección (Mr. 8:31-33) es Pedro, con muy buenas intenciones, quien intenta persuadir a Cristo de que eso “no puede suceder”. La incomprensión de la necesidad y alcance de la obra de Cristo es una lamentable realidad en la vida del ser humano que procura otro camino al de la cruz. Y es justamente cuando queremos evitar la cruz y proponer “mejores ideas” a Dios, cuando nos volvemos agentes de “Satanás”. Jesús no se anduvo con miramiento con Pedro y le dijo: apártate de mi Satanás “porque no pones la mira en las cosas de Dios sino en la de los hombres”.

En el Reino de Dios se hace la voluntad del Señor, y no lo que al hombre se le ocurre por egoísmos y orgullos, aunque estén recubiertos de la mayor piedad jamás vista.

Tras su segundo anuncio la cosa no fue mejor (Mr. 9:30-37). Los discípulos, que seguían sin entender la profundidad y alcance de este mensaje, terminan discutiendo sobre quién de ellos sería el más importante. Y es en esa circunstancia en la que el Señor los alecciona poniendo patas arriba los conceptos de este mundo, y coloca como modelo de conducta el servicio y a un niño como ejemplo a seguir de fe simple y sencilla.

Pero la trágica teología de la gloria parece que no dejaba de hacer mella en los corazones y tras el tercer anuncio dos discípulos piden a Jesús en un tono exigente: “queremos que nos concedas lo
que vamos a pedir”, y como si de un genio de la lámpara se tratase, sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda ¿Pero de donde surgen estos deseos? ¿Por qué gestamos estas ideas? ¿Por qué necesitamos superioridad y poder por sobre los demás? Pero Dios amorosamente nos dice hoy: mira mi obra y “bástate mi gracia” 2ª Co. 12:9

Entre vosotros no será así

No sólo para obtener la salvación es imposible hacer uso de algún poder, obra o influencia humana, sino que en la vida de fe vivimos bajo unos nuevos parámetros y principio muy distintos a los que rigen este mundo. El principio de la cruz es aquel en el cual debemos seguir a Cristo. No abandonar la cruz jamás sino tomarla y andar con ella en humildad. De lo contrario tomaremos el camino de la gloria, de la ambición personal, del egoísmo, de la envidia y la rivalidad, del fariseísmo. Pero “entre nosotros no será así”, y sublime ejemplo tenemos para seguir: El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. Nuestra
identidad se encuentra en Cristo y Él nos ha enseñado a no enseñoréanos sino amar y anhelar el servicio, la entrega desinteresada y la humildad. ¡Busca fuerzas en Él para vivir como Él!

Cristo nos hace entender la locura de la cruz

Cuando el Ángel ante el sepulcro vacío les repite a las mujeres el anuncio de la pasión, muerte y resurrección, nos dice Lucas 24:7-8 “entonces ellas se acordaron de sus palabras” Tras la confirmación ellas comprenden lo que estaba sucediendo y corren a anunciárselo a los
discípulos, pero a ellos aún “les parecían locura las palabras de ellas, y no las creyeron” Lc. 24:11 y siguiendo la secuencia de Lucas vemos que en 24:44-48 el Señor les “abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras” y ahí les repite “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día”. De la misma forma nosotros
necesitamos oír, recordar y anunciar constantemente esta obra de Cristo sin desmayar, pues sólo Dios es capaz de abrir el entendimiento con su Palabra. Y aunque a veces se nos tiente a cambiarla por un mensaje más “atractivo” por parecernos reiterativo y hasta pesado, en este mensaje nos va la vida. No podemos centrarnos en otras cosas. Porque sólo por esa obra recibimos perdón de pecados, vida y salvación.

Cristo se hace presente ante sus discípulos. No los abandona a su suerte. Conoce nuestras debilidades y necesidades, y por ello hoy se sigue haciendo presente entre nosotros cuando dos o tres nos reunimos en su nombre, y cuando leemos y anunciamos su Palabra. Cristo ha abierto tu entendimiento y por fe crees y te apropias de su obra. Ten cuidado de que nada, ninguna teología errónea, ninguna falsa creencia sobre ti mismo, ningún poder te quite los ojos de Cristo, quien
es el autor y consumador de tu fe (He. 12:2). Y así como Cristo se hizo presente ante sus discípulos para fortalecerlos en el perdón que había logrado para ello, confirmando lo “imposible”, aún hoy se hace presente de forma real y concreta en cuerpo y sangre bajo el pan y el vino cada vez que se consagra la Santa Cena. Cristo sigue viniendo a ti y para ti ¡Vive en su perdón!

Conclusión

¿Que sacamos en limpio de todo esto? Pues que el camino de salvación es imposible para el ser humano, y únicamente Dios lo puede hacer posible. Y ese camino es el de la cruz, el de la muerte y resurrección de Cristo para perdón de nuestros pecados. No hay nada que nosotros tengamos o que podamos hacer para ser salvos.

Solo Cristo hace posible nuestra salvación y nos la da por Gracia, sin merecimiento alguno por nuestra parte. En esa gracia ahora deseamos andar en humildad y servicio a Dios y al prójimo.

Amén.

Walter Daniel
Ralli – Sevilla - 25-03-2012

EVANGELIO
Marcos 10:32- 45
32. Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba
delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a
tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de
acontecer:
33. He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre
será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a
muerte, y le entregarán a los gentiles;
34. y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y
le matarán; mas al tercer día resucitará.
35. Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le
acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
36. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
37. Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos
sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
38. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo
soy bautizado?
39. Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad,
del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado,
seréis bautizados;
40. pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es
mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.
41. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse
contra Jacobo y contra Juan.
42. Más Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que
son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus
grandes ejercen sobre ellas potestad.
43. Pero no será así entre vosotros, sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
44. y el que de vosotros quiera ser el primero, será
siervo de todos.
45. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.







domingo, 18 de marzo de 2012

4º Domingo de Cuaresma.

“LA ACCIÓN DE DIOS EN NOSOTROS”
TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA

Primera Lección: Números 21:4-9

Segunda Lección: Efesios 2:1-10

El Evangelio: Juan 3:14-21

Las palabras del Evangelio de hoy son sencillas, profundas y uno de los versos más conocidos de la Biblia. El Evangelio expresado en pocas palabras, la proclamación de la salvación. La síntesis de la Biblia en un versículo, el propósito de cuaresma de manera breve. Una vez más se nos recuerda que todo lo concerniente a nuestra salvación tiene como principal protagonista a Dios y no a nosotros. Por esto quiero que veamos tres principales verbos. Si vemos las acciones que Dios está haciendo, entonces tendremos un motivo de alegría en este tiempo de cuaresma. Por otra
parte, si conocemos este texto, estaremos preparados para alegrarnos en nuestra salvación y detectar muchas falsas doctrinas.

I. Los verbos de Dios (Amar, Dar, Creer)

Tanto amó Dios al mundo....
Amar. Esta declaración es sorprendente. Nosotros hablamos mucho sobre el amor en general. Sin embargo, a menudo el amor de Dios es mal entendido. Con demasiada frecuencia, nuestra naturaleza pecadora nos tienta a creer que Dios ama como nosotros, que ama a alguien porque es bueno o agradable. Es difícil negar que tenemos defectos, pero la mayoría tratamos de vivir nuestras vidas lo mejor que podemos.

Nos sentimos tentados a imaginarnos delante de Dios recibiendo su aprobación por lo bien que nos hemos comportado.

Necesitamos recordar que Dios nos ama en Cristo, porque en cuestiones espirituales estamos ciegos y muertos por el pecado y por esto somos enemigos de Dios. Nos alejamos de él constantemente y buscamos nuestro propio camino. Nuestro orgullo, deseos de gloria, falta de humildad, malos pensamientos nos alejan una y otra vez de nuestro amoroso creador.

Sin embargo, “tanto amó Dios al mundo”, dice Jesús. Dios no ama al mundo porque somos buenos, simpáticos o hacemos cosas que le agradan. Eso sería una mala noticia para todos nosotros, porque su amor cambiaría constantemente dependiendo de cómo nos comportemos durante nuestra vida. Nada de eso, Dios ama al mundo por lo que Él es: Él es amante por naturaleza. Su amor no es un sentimiento barato, emocional que va y viene, no, este amor de Dios es compromiso, no importa lo que cueste. Recuerda, que has nacido en pecado, la única opción y la consecuencia para nosotros sería la muerte. Pero el Señor en su amor ejecutó su plan para darnos vida y vida en abundancia. El Señor entrega lo más preciado que tiene y lo hace en favor de sus enemigos, de aquellos que viven en pecado, alejados de su presencia.

Que dio a su Hijo unigénito... dar.

Tengamos en cuenta dos cosas acerca de esta frase. En primer lugar, esta entrega no es parte de un acuerdo entre dos personas. No es un te doy pero tu me das. Él dio a Su Hijo como un don gratuito, sin condiciones. Así es el amor de Dios, nos salva a nosotros pobres pecadores, sin coste alguno. En segundo lugar, Él ha dado a su Hijo para morir en la cruz. Esta es la salvación del
mundo. Como ya hemos dicho: Debido a nuestro pecado, la única opción para nosotros era la muerte. Alguien tenía que pagar con su vida por nuestros pecados.
Así que Dios, en Su amor, dio a su unigénito Hijo para que muriera por nosotros.

Los pecados de los pecadores fueron crucificados con Cristo. De esta manera es que Dios ama al mundo: Dios ha dado a Su Hijo a morir por los pecados del mundo. Esto nos demuestra cuán grande es el amor del Padre por los pecadores, aunque la mayoría no creen en Jesús, Jesús ha muerto por ellos. Lo hizo por ti y por mí, por aquello a quienes tu desprecias o piensas que no merecen el perdón.

Esta entrega tiene un objetivo definido, que es el sumo bien del hombre.

Para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Creer. Una vez más, esto nos habla de un gran amor de Dios. Cuando uno da un regalo por puro amor, es un don, no es
una obligación forzada. En otras palabras, si das un regalo por amor, lo haces sabiendo que el destinatario tiene la opción de rechazar el regalo y que tu amor no va a cambiar, debido a ese rechazo. Dios ha dado a Su Hijo para morir por los pecados del mundo, pero la salvación es un don, no se obliga a la gente a ser parte del pueblo de Dios. No se les obligará a que crean o a que tengan vida eterna.

Si la gente escoge el pecado, la muerte, el juicio y el infierno, Dios no obligará a recibir la santidad, la vida, la salvación y el cielo.
Por esta razón, a pesar de que Cristo ha muerto por todo el mundo, no todo el mundo se salvo. Sino solamente los que creen en Cristo como Señor y Salvador tendrán esa vida eterna.
Este tercer verbo “creer” es mal entendido por muchos. Muchos dicen que “La salvación no es del todo gratuita”. “Tengo que creer para ser salvo. Esa es mi parte en el plan de Dios”. Pero esto es una fe mal entendida y en realidad busca disminuir el amor de Dios. La fe no es nuestra parte del trato, no es algo que damos con el fin de ser salvos. La fe es un don que Dios nos da.

Este es el anuncio de Pablo a los Efesios en la epístola de hoy: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Junto con la gracia, la fe es un regalo. Siempre que el Señor te dice que creas en Él, Él te da la fe para creer. Cuando le dijo al paralítico: “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Marcos 2:11), Él le dio al hombre la capacidad de levantarse y caminar. Cuando Él dice, “Cree en el Señor Jesucristo” Él te da la fe para creer.

El Señor que te da la fe, viene a ti con el don del perdón junto con la vida y la salvación. En tu bautismo, Cristo te une a su muerte en la cruz, de modo que no tienes que morir y pagar el precio del pecado. También te une a su resurrección, Él te da su vida eterna. A pesar de que tu cuerpo, tu naturaleza pecaminosa intentan aferrarse y arrastrarte de nuevo a la tumba, tu tienes la vida eterna, porque Jesús te da la suya. Él ha muerto tu muerte. Él te da su vida. No estas destinado a morir, porque Él ha muerto por ti. Por el agua y la Palabra, Él te da perdón, la fe, la vida y la
salvación.

Para que no te pierdas, Él sigue sosteniendo esa fe con el perdón a través de su vida. En la proclamación de la Palabra, Dios te da su Hijo unigénito, crucificado y resucitado, para que, de
modo que seas perdonado de tus pecados y fortalecido en la fe. En la Santa Comunión, Dios una te da a su unigénito Hijo. Comes su cuerpo y bebes su sangre para el perdón de los pecados, de modo que no te pierdas, sino que tengas vida eterna.

Esta es la Buena Nueva de la salvación: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él no muera, sino tenga vida eterna.

Memoriza este versículo y constantemente recuerda y celebra tu salvación. Además, con este verso estás bien equipado para resistir muchas falsas enseñanzas de la actualidad.

II. Buena vs Falsa Enseñanza

Una objeción común hoy día es “Dios no ama el mundo, porque Él ha hecho un camino muy estrecho, sólo hay un camino hacia el cielo, sólo hay un Salvador ¿Por qué Dios hace que sea tan difícil ser salvo si realmente nos ama?”

Juan 3:16. Aquí está la prueba del amor de Dios, que ha dado a su Hijo Unigénito para la salvación del mundo. Ha dado a su Hijo único. Fuera de Jesús, no hay ninguna esperanza de
salvación. Pero debido a que Cristo ha muerto por los pecados del mundo, cualquiera que crea en Él será salvo. Es un argumento de la naturaleza pecaminosa que culpa a Dios de proveer un solo escape del infierno. Cuando Dios da su Hijo unigénito, para hacer el último sacrificio por los pecados del mundo.

Aquí Dios es criticado por no hacer lo suficiente. Se culpa de Dios de proveer un solo camino al cielo y tratar de poner otros caminos en su lugar.

Se oye que “Jesús vino a enseñarnos cómo vivir, si seguimos sus pasos e imitamos su ejemplo, entonces seremos salvos”. Juan 3:16. Dios dio a su Hijo hasta la muerte para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. No dice “para que todos los que imitan su vida no se pierda”. ¿Nos salva tratar de seguir el ejemplo de Jesús?

No. No podemos seguir a Jesús a la perfección y su perfección nos muestra cuan pecadores somos. Que el pecado nos condena, pero Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo (Juan 3:17). Mientras que Jesús dio un ejemplo de una vida perfecta, esto no es por lo que Él vino. Aquí es donde generalmente se piensa “No puedo vivir perfectamente. Por lo tanto ya que Jesús ha muerto para perdonarme, puedo hacer lo que quiera”. Es atractivo tener licencia para pecar y ser perdonados, pero es una falsa enseñanza. El Señor ha muerto para salvarnos del pecado, ¿cómo podría un cristiano ir a caer en el pecado? El pecado mata y Jesús ha muerto para que tu vivas. Cuando la tentación llama, tienes esta Buena Noticia: Juan 3:16

Otra falsa enseñanza aparece y una aterradora: “Dios dio a su Hijo para liberarnos del pecado y la muerte por lo tanto, si he pecado, estoy perdido”. Es un horrible pensamiento, creer que un
pecado, por pequeño que sea, te priva de la salvación. Juan 3:16. Una vez más, ten en cuenta que no dice “que todos los que no pequen más, no se perderán, sino que tendrán vida eterna”. Sólo hay un pecado que es imperdonable: la incredulidad. El que cree en Cristo no se pierde, dice el Señor y en Marcos 16:16 dice que “El que no creyere, será condenado”. El crimen más atroz o la más grosera inmoralidad no condena al que se arrepiente de su pecado, porque Cristo ha
muerto por él. Al que no se arrepiente no se le perdona por más insignificante que sea su pecado.

El que dice “Yo no creo en Jesús” se encuentra en peligro de juicio. Por lo tanto, si estás preocupados por tus pecados, no te desanimes: Tus pecados no te condenan, porque Jesús ha muerto por ti.

El diablo hace que creas que tu pecado es más grande que la gracia de Dios. Él quiere que creas que debes renunciar a confesar tus pecados, porque quiere que no seas perdonado. No escuches al diablo, porque él es el padre de la mentira. En su lugar, deja que tus pecados sean un recuerdo constante de tu necesidad de salvación y te lleven todos los días a confesar tus pecados y ha alegrarte de que Cristo te ha redimido, para que no te pierda, sino que tengas vida eterna.

Estimados en Cristo, alégrate al oír estas sencillas palabras de la salvación. Porque Él ha dado a Su Hijo para morir por ti, no te pierdes, mas tienes vida eterna. Por la fe te ha dado, sabes que esto es cierto. El Hijo ha muerto para darte vida. Por su causa, se te perdonan todos tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Atte. Pastor Gustavo Lavia

domingo, 11 de marzo de 2012

3º Domingo de Cuaresma.

“Entrando en la Santidad de Dios”


TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA

Primera Lección:

Éxodo 20:1-17

Segunda Lección: 1º

Corintios 1:18-31

El Evangelio: Juan 2:13-22


En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Saludos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo desde Presidente Rast y la facultad y los empleados del Seminario Teológico de la Concordia en Fort Wayne, Indiana. Saludos al
Pastor Juan Carlos y su familia, Ana, Eduardo, Irene, y Diana. Saludos al Pastor Walter Ralli y su familia, Paola, Manuela, y Camilla.
Saludos de mi esposa Linda, de mi hija Abigail y su esposo Joshua, un pastor luterano, y sus tres hijas, Emma Mary, Clare Maria, and Rose Marie y mis dos hijos, Nicholas and Jacob.

Es una alegría y un gozo estar nuevamente en España después de diez años para servir al lado de Juan Carlos y Walter en la Iglesia Evangélica Luterana Española

La Purificación del Templo nos hace incómodos

En este tercer domingo de Cuaresma estamos en Jerusalén con Jesús para la purificación del templo.

La purificación del templo nos incómoda porque nos muestra un Jesús enojado, un Jesús violento, un Jesús humano.

¿Cómo podemos entender a este Jesús que purifica el templo?

Para entender los Evangelios, debemos leerlos teológicamente. Los Evangelios son relatos
históricos de la vida, muerte, y resurrección de Jesús. Los evangelios son historia, pero a la vez son más que historia. Los evangelios predican. Los Evangelios nos enseñan sobre el significado teológico de la encarnación y la expiación de Jesús. Los evangelios nos proclaman a Cristo y Cristo está presente para nosotros en esa predicación.

¿Por qué es importante el templo de Jerusalén?

Esta es la primera cosa que Juan quiere enseñarnos hoy.

La boda de Caná ocurre justo antes de que Jesús en Jerusalén purificara el templo. En la boda de Caná Jesús es el novio que ha venido a buscar a su novia, la iglesia. En Jesús, Dios está presente en su creación haciendo todo nuevo. En todo momento en que está presente Jesús, es siempre la hora de regocijarse como si fuera una boda.

Juan predica que todo se basa en la presencia de Jesús. La santa presencia de Jesús en la boda.
Una boda que es un anticipo del banquete de bodas del Cordero en su Reino que no tiene fin.

En la purificación del templo, Jesús, Dios mismo, está en el templo, en la casa de su Padre. En el
lugar de santidad, en el lugar de la presencia de Dios.

Jesús purifica el templo durante la Pascua. Mas de diez mil corderos iban a ser vendidos en el templo para que las familias judías pudieran celebrar el Pascua. La sangre de estos corderos iba a ser cargada en cubos y echada en el lugar del sacrificio para el perdón de los pecados.

Jesús no purifica el lugar del sacrificio, Jesús no purifica el Lugar Santísimo (el sancta sanctorum).
Jesús purifica el mercado donde se vendían los corderos y otros animales sacrificiales. El mercado se había convertido en un lugar de negocio secular “una cueva de ladrones”. Jesús echa afuera a los cambistas como echó afuera los demonios por medio de exorcismos, para restaurar el mercado como un lugar de sacrificio y oración para los publicanos y los pecadores.
Jesús debe purificar el templo para establecer un lugar para sí mismo y para sus enseñanzas. Un lugar para El que será crucificado con ladrones.

Así que Jesús dice: “Quitad esto de aquí, y no convirtáis la casa de mi Padre en casa de mercado.”
Después, los discípulos se acordaron de las palabras del Salmo que está escrito, “El celo de tu casa me consumirá.”

Ahora, esto es lo que nos predica Juan a nosotros. Que la pascua es importante. Que el templo es importante. Que la sangre es importante y que la presencia de Dios es importante.
Todo se relaciona con la santidad de Dios y Su presencia.
Los valores principales que ordenaban el mundo de Jesús y del primer siglo eran: santidad, pureza, y honor.

La santidad, pureza, y honor son inseparables de la presencia de Dios. Lo opuesto a estos valores son: pecado, impureza, y vergüenza. El pecado, impureza y vergüenza nos separan de Dios.

La Santidad tiene que ver con la presencia de Dios. Donde se encuentra Dios, allí se encuentra Su
santidad.

Dios creó nuestro mundo justo y puro. Nuestro pecado infectó al mundo con un virus. Nuestro pecado hizo al mundo impuro y lleno de vergüenza. La muerte de Jesús restaura la santidad
de Dios en la creación. La muerte de Jesús corrige lo que estaba errado. La muerte de Jesús repara lo que estaba roto.

Jesús hace una nueva creación por medio de la cruz. En la cruz, el Santo de Dios se hace pecador por nuestro pecado. En la cruz, el Santo de Dios carga sobre su persona (en su carne) toda la oscuridad de este mundo lleno de pecado y muerte.

Jesús pone invierte el estado de la creación por su muerte. La pasión de Jesús fue violenta debido a la violencia de nuestro pecado y nuestra vergüenza. Nuestro pecado, absorbido en su carne, sumerge al mundo en la oscuridad. Nuestro pecado, absorbido en su carne, causa temblores, las tumbas abren y los muertos se levantan.

Colgado en la cruz, en la vergüenza de la desnudez, Jesús convierte nuestra vergüenza en honor.

En el medio del horror de su crucifixión, Él nos honra, por hacer todo noble y justo de nuevo, por
hacernos nobles y justos de nuevo. Nosotros le colgamos en la cruz debido a nuestro pecado.

La purificación del templo lleva a Jesús a la cruz. La cruz es ahora el lugar Santísimo (el sancto
sanctorum).
Jesús es el Nuevo Templo

Los judíos se ofendieron por la purificación del templo hecho por Jesús. Le pidieron a Jesús una señal de Dios para justificar estas acciones. Así que Jesús les dice: “Destruid este templo y en
tres días lo levantaré.”

Los judíos se indignaron por tal proclamación. El magnifico templo de Herodías era una de las Maravillas del Mundo. Los judíos dijeron “En cuarenta y seis años fue edificado este Templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?”. El evangelista San Juan explica el significado de estas palabras: “Pero él hablaba del templo de su cuerpo.”

Esto es lo que Juan nos predica ahora. Esta es el clave de nuestra fe. El centro de todo lo que somos y de todo lo que seremos.

Jesús es el templo nuevo.

El cuerpo de Jesús es el templo nuevo.

Todo depende del cuerpo de Jesús.

Todo tiene que ver con entrar en la santidad por la comunión con el cuerpo de Jesús.

Después de la resurrección, los discípulos entendieron esta nueva realidad. El cuerpo roto de Jesús ahora está restaurado para ellos en la Santa Cena del Señor. El cuerpo y la sangre de Jesús anticipan sus destinos.

Esto es lo que Juan nos predica ahora. Jesús está presente en este lugar, en este templo de Su santidad. Jesús está presente para ustedes, en la Palabra y en la Cena. El cuerpo y la sangre de Jesús anticipan nuestros destinos.

Esto es lo que Juan nos predica ahora. Jesús está aquí en su cuerpo, la Iglesia Evangélica Luterana Española, el nuevo Jerusalén, el nuevo templo. Querubines y serafines están aquí,
guardando este lugar Santísimo (sancto sanctorum).

Aquí en este templo de la presencia de Cristo, ustedes están en tierra santa, ustedes están en el templo, en la presencia de Cristo.

Esto es lo que Juan nos predica ahora. Jesús está presente en ustedes en sus cuerpos, en sus cuerpos que son templos del Espíritu Santo por el bautismo y por la fe. Cristo está aquí para ustedes, Cristo está aquí con ustedes . Cristo está aquí en ustedes.

Amén.
Profesor Arthur Just

domingo, 4 de marzo de 2012

2º Domingo de Cuaresma.

“¿Qué creen ustedes sobre Jesús? ”

TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA

Primera Lección: Génesis 17:1-7, 15-16

Segunda Lección: Romanos 5:1-11

El Evangelio: Marcos 8:27-35

Saludos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, desde Presidente Rast, desde la facultad y los empleados del Seminario Teológico de la Concordia, en Fort Wayne, Indiana.

Hace diez años, en la primavera del año 2002 (dos mil dos), tuve el privilegio servir en la Iglesia Evangélica Luterana Española cuando Marcos Berndt regresó a Argentina y llegó Walter Ralli para comenzar su servicio aquí.

Desde aquel entonces, mucho ha cambiado en mi vida.

En 2003 desarrollé un programa de diaconisas en nuestro seminario y serví como director hasta el verano pasado. Ahora soy abuelo. Tengo tres nietas que se llaman Emma, Clare, y
Rose. El domingo pasado, Rose fue bautizada en Atlanta, Georgia. Hace cuatro años, mi hijo Jacob y yo caminamos por el Camino de Santiago de Compostela, ochocientos kilómetros en veintiséis días desde San Jean Pie de Pord hasta Santiago.

Durante los diez años pasados escribí tres libros que han sido publicados, uno sobre el Evangelio de San Lucas, uno sobre la liturgia y otro sobre las visitas a los enfermos y el consuelo para los que sufren por el pecado.

Tanto ha cambiado para mí y también para ustedes en los últimos diez años. Pero esta mañana quiero hablar sobre lo que no cambia. Quiero hablar sobre el Evangelio de Cristo Jesús. Quiero hablar sobre el tema: “¿Qué creen ustedes sobre Jesús?” Esta es la pregunta que Jesús les hizo a sus discípulos en Cesarea de Filipo y nos hace y a nosotros.

El Misterio de esta Confesión

Existe cierto misterio alrededor de la confesión de Pedro de que Jesús es el Cristo ¿Por qué no hizo nadie esta confesión antes del capítulo ocho de Marcos?

Jesús ya está preparado para inclinar su rostro hacia Jerusalén. En cuanto a los que son testigos oculares de Jesús, más que todo a sus discípulos, mas que todo a los que le seguían por dos años y medio.

¿Por qué no lo han confesado como Cristo?
¿Por qué son ellos los que hacen esta confesión? Se podía esperar de cualquiera menos de ellos, porque son los que tienen sus circunstancias los imposibilitan para ello.

La Confesión de los Ángeles y los Demonios

Los ángeles son los primeros en confesar que él es el Cristo… “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.” (Lucas 2:11)

Luego los demonios hacen esta confesión: “También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían
que él era el Cristo” (Lucas 4:41)

¿Cómo puede ser esto? Que los ángeles y demonios, seres supernaturales, comprenden, que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Mientras que sus discípulos, sus amigos, sus familiares y los seres humanos en general, luchan tanto con esta confesión.

Para los humanos, Jesús creó división, como Simeón profetizó: “Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha.” (Lucas 2:34)

Por la naturaleza humana, los seres humanos somos ciegos, sin capacidad de ver que Jesús es el Cristo. Jesús no cumplió con las expectativas humanas. La presencia de Jesús creó controversia, las enseñanzas y los milagros de Jesús no provocaban la confesión anticipada, hasta los
familiares y los amigos del pueblo natal de Jesús en Nazaret intentaron a matarlo.

La mayoría de la gente se daba cuenta de que estaban en la presencia de un gran profeta, un profeta como Elías, o alguno de los antiguos profetas. Pero para la mayoría de la gente, Jesús no era más que un profeta, nada más que otro profeta, en una línea de predicadores y obrador de milagros de Dios. No era nada más que un profeta más que testificaba la verdad de Dios. Pero
los ángeles y demonios sabían que Él era más que un profeta, que Él era el Hijo de Dios, el Cristo.

Que el Cristo estaba presente, para liberar la creación de su cautiverio, para liberar al mundo de las garras de Satanás, para perdonar los pecados y para sanar las enfermedades.

La Confesión de Pedro

La identidad de Jesús es la pregunta crucial durante su ministerio en Galilea, justo antes de la confesión de Pedro, San Lucas nos informa que Herodías estaba en búsqueda de Jesús. Había
escuchado rumores circulando acerca de Jesús, que podría ser Juan el Bautista, resucitado de la muerte o Elías o alguno de los profetas.

La gente comenzaba a preguntarse ellos mismos. Así que Jesús les hace la pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (Marcos 8:27b…y siguiente)

Los discípulos dan la misma respuesta que Herodías había escuchado, Juan el Bautista, Elías o alguno de los profetas. Jesús les pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”, al fin y al cabo,
a Pedro la verdad lo ilumina: “Tu Eres el Cristo.”.

¿Por qué ahora? ¿Por qué llega la confesión en este momento del ministerio galileo de Jesús?

Jesús está ahora en Cesarea de Filipo, justo al sur de Damasco, en la encrucijada de muchos viajantes situada en la sombra del impresionante templo de Pan, el dios favorito de muchos ciudadanos del Imperio Romano, el patrón de muchas fiestas ruidosas.

Muchos venían a Cesarea de Filipo porque se encontraba allá la cabecera del rio de Jordán, venían para adorarle a Pan, venían para ser sanados por el agua que fluía desde el monte Hermón, mirando hacia el amplio valle que se extendía hacia el Mar de Galilea. Jesús y sus
discípulos se encontraban entre muchos que estaban en búsqueda de Dios.

Como muchos que están en búsqueda de Dios en los Estados Unidos, como muchos que están en búsqueda de Dios aquí en España, precisamente aquí, en el medio de esta grave idolatría, Pedro le dice a Jesús: “Tu Eres el Cristo.” Es una pregunta excelente tanto para Pedro como para nosotros:

¿Quién eres tú, Jesús? ¿Eres tú el Cristo?

De importancia equivalente es la pregunta: Jesús ¿Qué viniste a hacer?

La identidad de Jesús como el Cristo fue un tropiezo, pero también sus hechos presentaron una ocasión de caer. Hasta que la resurrección, especialmente para Pedro, para los discípulos, para todos.

Lo que les escandalizaba más fue lo que tuvo que hacer Jesús para nuestra salvación: “Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.

Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días.” (Marcos 8:30 y siguiente)

El sufrimiento, la crucifixión, la muerte, todo esto fue muy duro para que Pedro lo soportara, es demasiado duro para que nosotros lo soportemos.

Cada uno que se ubica en contra del sufrimiento de Cristo, se alinea con Satanás. Así que el pobre Pedro se encuentra a si mismo nuevamente poniendo la mira en las cosas de los
hombres en vez de las de Dios (referencia a Marcos 8:33). Pedro todavía no había entendido que
la vida de un seguidor de Jesús es una vida bajo la cruz, “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Marcos 8:35).

Por más de diez años la Iglesia Evangélica Luterana Española viene proclamando lo que cree sobre Jesús, pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

Este es el mensaje del que ustedes son testigos, que Cristo vino para morir por los pecadores.

Que Cristo venció la muerte con su muerte y luego entró en su gloria.

Que nosotros somos bautizados en su muerte y resurrección y que comemos una cena espléndida de su cuerpo y su sangre derramada para el perdón de los pecados.

Este es el mensaje inmutable que proclamamos. Esto es lo que creemos sobre Jesús. Amen

Profesor Arthur Just