jueves, 10 de septiembre de 2009

14º Domingo después de Pentecostés.

Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí Juan 5:39a La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios Ro. 10:17

“Jesús declara y justifica su amistad con nostros”
Textos del Día:
Primera lección: Proverbios 27:1-11
La Epístola: Romanos 5:6-8
El Evangelio: Juan 15:9-17ç

Juan 15:9-17 9 Como el Padre me amó, también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo. 12 Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre. 16 "Vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y para que vuestro fruto permanezca; a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo dé. 17 Esto os mando: que os améis unos a otros. Que la Gracia y la Paz de nuestro Señor y nuestro Salvador Jesucristo, sea contigo.


Sermón

En nuestra sociedad hay muchas palabras que pierden sentido y las aplicaciones a nuestra vida también surgen modificaciones, y la palabra AMISTAD es una de ellas. Muchas personas creen que Jesús es nuestro amigo y que cumplirá cualquiera de nuestros deseos. Hasta se cree que si oramos a nuestro amigo Jesús, él nos lo concederá y nuestros problemas quedarán solucionados.
Pero esta idea no es realmente una idea que se encuentra en la Biblia. Si queremos conocer a Jesús como nuestro amigo el texto para hoy es un buen lugar para comenzar. Hoy vamos a ver cómo es que llegamos a ser amigos de Jesús, lo que Jesús ha hecho para establecer esa amistad y que implicancias tienen esta relación en nuestras vidas. Véase lo que él dice:
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
¿Crees que Jesús realmente quiere que obedezcas los Diez Mandamientos? ¿Jes´su condiciona la amistad que tenemos con él al cumplimiento de los mandamientos? Muchas veces los luteranos hablamos tan mal de la salvación por las obras, que creemos que intentar cumplir los mandatos de Dios no es para nosotros, nos da miedo decir que Dios realmente quiere que nosotros obedezcamos los mandatos. Por eso la respuesta a la pregunta inicial debe ser un definitivo “¡sí!”.
De hecho eso es lo que nos pide Jesús, es lo que implica ser su amigo, producir los frutos de la fe y obedecer los mandatos. Consideremos los mandamientos del 4º al 10º. Estos nos relacionan con las personas que nos rodean, nuestros amigos, familiares, vecinos y demás. Lutero siempre tiene el cuidado de decir en sus descripciones sobre los mandatos qué no hacer y qué hacer. ¡No mates pero debes proteger la vida! ¡No cometas adulterio, ama a tu novio o novia! ¡No acodicies, ayuda a que otro conserve lo que es de él! Todos éstos son los frutos que Jesús espera de sus amigos.
Eso es lo que Jesús quiere decir cuando él nos habla de dar “nuestras vidas por nuestros amigos”. No hay mejor forma de ser un amigo que hacer todas las cosas que nos dicen los mandamientos que hagamos a las personas que tienen cabida cotidianamente en nuestras vidas. Nuestros amigos, nuestra familia, nuestros vecinos y ¡aun a nuestros enemigos!
La cosa más interesante en este texto es que Jesús llama a sus discípulos sus amigos y describe su relación con ellos de manera específica.
El amor de Dios fluye a través de Jesús. Él es su amigo. Pero hay más cosas aquí que lo que percibimos a primera vista. La definición de un amigo no es completa a menos que miremos a Jesús, quien es nuestro verdadero y perfecto amigo. Nadie hace eso mejor. Miremos a Jesús, el amigo de los discípulos. Él se quita su túnica, se arrodilla y lava los pies de los discípulos.
Juan 13:1-8 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para pasar de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Durante la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que le entregase, 3 y sabiendo Jesús que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que él había salido de Dios y a Dios iba, 4 se levantó de la cena; se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó con ella. 5 Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Entonces llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: --Señor, ¿tú me lavas los pies a mí? 7 Respondió Jesús y le dijo: --Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás después. 8 Pedro le dijo: --¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: --Si no te lavo, no tienes parte conmigo.
Jesús es el cuadro perfecto de alguien que sirve. Recuerda cómo alimentó Jesús a las miles de personas con solo unos panes y un par de peces. O cómo sanó a los enfermos que recurría a él en busca de ayuda. Y cómo resucitó a su amigo Lázaro. ¡Sin lugar a dudas este es el tipo de amigo que tu y yo deseamos tener! Esto es lo que Jesús entiende por AMISTAD. No es una relación entre iguales. Él es el amigo que siempre da. Nosotros somos los amigos que siempre recibimos.
9 Como el Padre me amó, también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Para ayudarnos a comprender un poco a Jesús y su concepto de amistad necesitamos para ir a otro texto. En Juan 19, donde Jesús está delante de la multitud que lo quiere ver muerto, mientras Pilato trata de encontrar la manera de soltarlo. Pero los enemigos solicitan a Pilato que sea ejecutado.
Desde entonces Pilato trató de soltarle, pero los judíos gritaron “Si sueltas a éste, no eres amigo del César. Todo aquel que se hace rey se opone al César”. Juan 19:12
Es necesario recordar que Pilato no era amigo del César porque salían a tomar cervezas por la tarde. Sino porque él descubrió un complot en contra el Cesar y lo delató. Ésta no era una amistad de iguales. César estaba por encima y Pilato era su criado. Los enemigos de Jesús lo amenazan con delatarlo. Si tu no matas a Jesús echaremos a perder tu reputación con el César.
Ya no serás su amigo. Pilato acepta y la multitud se apacigua. Jesús es enviado a la cruz. Pilato no está dispuesto a morir por un hombre que está por debajo de él.
Y eso nos lleva a la cruz. Aquí está el centro de la amistad de Jesús. Somos amigos Jesús, pero no porque Jesús dice ser nuestro amigo. Nosotros no estamos en condiciones de llamarnos amigos de Jesús, no somos las personas con las cuales él desearía relacionarse. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Jesús es nuestro amigo porque él dio su vida por nosotros. Esto es lo asombroso de su amistad. No somos iguales. Es como si el Cesar diera la vida por Pilato. Pilato diera la vida por uno de sus sirvientes. Como si tu dieras la vida por tu enemigo, por aquella persona que secuestró a Madeline o que perpetró los atentados en Londres o Madrid. Jesús muere por sus futuros amigos. Él da todo, nosotros no damos nada. Él se lo da a aquellos que no se merecen nada de él. Jesús es el que da su vida para sus amigos. El Dios del universo, el creador de todo, muere por el bien de aquellos que él mismo creó. El máximo amor allí en la cruz.
¿Qué decir acerca de nuestro amor de nuestra amistad? Pues bien, sin duda que nuestra manera de vivir la amistad es condicional. La damos cuando sacamos algo de eso. Se lo damos a los que pensamos que se lo merecen, a los que tienen códigos en común. No se lo damos a los que pensamos que están por debajo de nosotros, a menos que nos haga sentirnos bien. Muchas veces es condicional. “Si le presto algo, no quiero que lo gasten en tonterías.” “No te ayudo más; ¡Aun no me has dado las gracias de la última vez!” “Los ayudaré si ellos cambian radicalmente.”
Muchas veces nos ponemos en el lugar de Dios, o en lo que creemos que sería el lugar de Dios. Miramos por encima del hombro a personas que necesitan ayuda y la damos solo penando en cómo ello nos beneficiará. Ciertamente eso no es el amor de Dios fluyendo a través de Cristo en nosotros para nuestros amigos y prójimos. Nuestras acciones no están regidas por los Mandamientos, orientadas hacia el bien de nuestros vecinos. Lo que merecemos es no ser los amigos de Dios. En nuestro pecado, eso es exactamente lo que nuestro amor condicional es, somos los enemigos de Dios. Merecemos su recibir su ira. Merecemos su castigo. Merecemos morir. ¡Merecemos Infierno!
¡Pero nuestro AMIGO, Jesús, sufre y muere en la cruz por el perdón de nuestros pecados! Allí la ira de Dios, el castigo que merecíamos es derramado sobre Jesús. Jesús en su amor hacia sus amigos muere como ninguna otra persona lo ha hacho. Cuando él entrega su vida por sus amigos es mucho más que una simplemente muerte, es el castigo eterno de nuestro egoísta pecado.
Jesús es nuestro amigo, el amigo verdadero que entrega su vida por sus amigos. La próxima vez sobre que pienses en la amistad de Jesús, no olvides que está fundada en el perdón de los pecados que obtenemos de por su muerte en la cruz.
Pero Jesús no lo deja allí, va a mas ¿Te asombra que Jesús da todo? Esperoa porque aun hay más para dar. Él lo dice aquí.
16 "Vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y para que vuestro fruto permanezca; a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo dé. 17 Esto os mando: que os améis unos a otros.
Damos frutos. Podemos dar frutos porque estamos en la vid. Jesús dice que el amor de Dios fluye a través de él, hacia nosotros y de nosotros hacia… nuestros amigos. ¿Cómo es esto? ¿Dónde comienza? Jesús dice pide cualquier cosa, él lo dará. Pide dar frutos de fe. Pide ser un buen amigo. Pide poder dar de ti mismo como dio Jesús. Pide, ora… que es lo mismo. Jesús dice, pide y te será dado. “Señor, hazme un mejor amigo.” “Jesús, ayúdeme a servir a mi vecino”, “Dios mío no aguanto más a esta persona, ayúdame a cambiar y a que cambie, ayúdame a servirla.” “Jesús haz que vea las necesidades en mi familia, los niños, mi novio/a y en la iglesia.” “Dame un corazón que desee dar y no espere nada a cambio.” “Ayúdeme a ver las necesidades a mi alrededor, en mi comunidad, en mi país, en el mundo.” Eso pone una perspectiva nueva en la oración y en la relación con Dios. “Pida cualquier cosa que necesites para servir a tu vecino, tu amigo y te lo daré.” ¡Así sea!
¿Cómo estar seguros de esto? Solo recuerda tu Bautismo. Allí Cristo te ha cubierto con su sangre, te ha dado vida, perdón y salvación. Esto lo reafirma en la Santa Cena, donde comes su cuerpo y bebes su sangre derramada en la cruz por ti. Allí el te llama por tu nombre, te dice que eres su amigo y que puedes disfrutar de esa amistad y compartirla con otros.
Jesús es nuestro amigo. Él nos da todo; El perdón a través de su vida, su muerte y su resurrección. Esto es todo lo que necesitamos para tener amistad con quienes nos rodean. Viven en el amor y perdón de Dios diariamente porque has sido perdonado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Pastor Gustavo Lavia.







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